La vieja señora en
el desván
mira las pretensiones
de una juventud que hasta
ayer
lucía en los portarretratos
(como una gota de lluvia,
pensó,
que atesorara
la hoja del frutal
luego de la última
tormenta).
La voz cercana de la radio
vuelve a descubrirla, absorta,
en un pañuelo, una
estampa y en la idea
—sin tino, se repite—
sobre el infinito caudal
de los sucesos
que almacena el olvido en
su memoria.
Buenos Aires, noviembre 1997