Camina junto a los dos,
en vos y el mediodía
esa canción sobre
el destino,
la idea del entusiasmo aquel
cuando, entre mariposas,
esplendía en la albufera
el sol.
No nos engañemos aún
con la belleza oculta
en cada vuelo o forma.
Una dificultad intrínseca
en las cosas
conduce nuestro entendimiento
a que las conozcamos:
desentrañar el universo
en una nube
que imite la forma de un
dragón
previo a la guerra que descompone
un tiempo
tal vez parezca un juego.
Aún cuando el experimento
ahogue la vida en los laboratorios,
ella se reproduce igual,
hermética en su sencillez,
deforme de abundancias y
posibilidades.
Somos conciencia y mera información
de cuanto nos extraña.
Angeles inexistentes nos
tientan con sus juegos
en las encrucijadas
y tímidos insectos,
con sus gritos,
advierten su presencia oculta.
La desprovista unción
de lo existente remeda
esta flor que deposito en
vos,
en tanto, tras cada ocultamiento,
desnuda su realidad el mundo.
Monte Hermoso, abril, 1998.