II   INTERLUDIO POÉTICO
A   Justificación de la poesía

CANCIÓN SEGUNDA DE INQUIETUD Y AMOR






Sin romanticismo alguno
o canto que albergue el corazón
ante el despliegue inusual de la soberbia,
recala la noche en sí misma.
No la de los tiempos,
sino la del cotidiano día
carente de luces anteriores, con una herida
apenas visible en una dentadura que ríe para sí
cuanta sandez enuncia la nada
disfrazada de implacable altavoz en el mercado.

No bailes más, princesa.
Las palmeras de color azul sobre el acantilado
reflejan en las aguas su inexistencia
quebrada por un oleaje
de aserrín y espanto.

"Where is God", demanda el indiecito
dormido sobre la limosna impía
que recogió en la noche,
cuando el alcohol, piadoso,
sofocaba la sordidez del mundo,
incapaz de hallarse en su verdad
de ojo sin pupila
en la algarabía triste de los desengañados.
 

Monte Hermoso, octubre, 1998.



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