Resumen: Un
excéntrico millonario llamado Anastase Kazatzkian alquila el
islote perdido de Tökland, y en sus profundidades instala un laberinto
lleno de trampas y enigmas. Poco después lanza un desafío al mundo:
aquel que sea capaz de llegar al centro del Laberinto recibirá una
fuerte suma en metálico y se convertirá en depositario del secreto,
del gran motivo que ha movido a Kazatzkian a realizar su obra magna.
Decenas de voluntarios se enfrentan a los enigmas y fracasan uno detrás
de otro, hasta que un grupo de conjurados liderados por el aventurero
Cornelius Berzhot trazan un astuto plan...
Opinión: Este
es un libro extraño, extraño y maravilloso. De hecho, es uno de los que
de niño me inculcó ese sentido de la maravilla (sense of wonder,
que dicen los ingleses), ese gusto por lo sorprendente, fantástico,
mágico e inimaginable, ese gusanillo por lo increíble que desde entonces
me ha acompañado siempre. Los mejores trozos de la novela son los que
transcurren en el laberinto, una sucesión de cuevas plagadas de enigmas y
paisajes a cuál más hermoso, a cuál más desconcertante.
El argumento de la novela es intrigante, y en su desarrollo se emplea el suspense
con maestría: cadas pocas páginas hay un anzuelo que te obliga a seguir
leyendo, cautivado. Enigmas intrigantes, personajes
amenazadores, silencios inexplicables, muertes aparentes... El mayor de
estos anzuelos, por supuesto, es conocer el secreto de Kazatzkian,
el motivo que reside detrás de la aparentemente loca decisión de montar
su Laberinto. Este gran misterio, obviamente, no se revela hasta las
últimas páginas, y resulta ser mucho más sorprendente de lo que mi
joven mente de diez años podía imaginar. Me impactó lo suficiente como
para que desde entonces me diera por mirar el mundo de una manera
diferente y replantearme algunas cosas que daba por supuestas, y me
proporcionó material para varias sesiones de mi mayor hobby: la Filosofía
Fisher-Price.
Por lo demás, vale la pena destacar el estilo simple y directo de
Gisbert (recordemos que este es un libro dirigido a niños-jóvenes), su
habilidad por jugar con un buen montón de personajes en varias líneas
argumentales paralelas (en ningún momento hay confusión a pesar de la
avalancha de nombres), y su enorme ingenio a la hora de presentar
algunos enigmas. Desgraciadamente no son muchos los acertijos que se
presentan con planteamiento y resolución (muchos quedan a la imaginación
del lector), pero los que sí lo hacen resultan ingeniosos y considerablemente hermosos (me viene a la cabeza el fabuloso enigma del
bosque petrificado).
No soy el único al que la lectura de este libro impresionó bastante. De
hecho, toda la gente que conozco que tuvo la suerte de leerlo en el momento apropiado (es decir, de pequeñín) lo recuerda
con mucho cariño y un punto de reverencia. Es uno de esos libros que
fuerzan a usar la imaginación y a pensar, a la vez que entretienen
muchísimo: la verdad es que no se me ocurre mejor combinación.
Fragmento: "El
lago estaba iluminado de tal modo por fuegos de artificio impermeables,
que toda su masa líquida era visible. Sumergidas en ella, formando una
alucinante ciudadela subacuática, cientos de imágenes de piedra,
maquetas de templos, palacios y castillos, de todas las épocas y
civilizaciones, mostraban sus diversas formas como una fauna de ensueño.
Allí había catedrales góticas, templos funerarios japoneses, santuarios
de la India, mansiones del Renacimiento, mezquitas del Islam, fortalezas
nórdicas, pirámides precolombinas, pagodas birmanas, tumbas imperiales
chinas, basílicas romanas, mausoleos turcos, monasterios europeos... y
muchas otras construcciones inexplicables, tal vez más antiguas que la
memoria de los hombres."