El orden alfabético

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Título: El orden alfabético

Autor:  Juan José Millás

Editorial Alfaguara

Madrid, 1998

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                 Resumen: Dos partes, dos historias entrelazadas en este libro fabuloso... En la primera, Julio explica en primera persona lo que le ocurrió cuando tenía doce años y sufrió ataques de fiebre altísima, durante los que visitó un mundo similar al real, pero en el que una súbita tragedia (la rebelión de todos los libros y la desaparición de letras y palabras) lo sumía todo en el caos. En la segunda parte del libro, un Julio ya mayor intenta recuperar lo que sintió de niño, aceptar su propia e irremediable soledad y enfrentarse a la grave enfermedad de su padre.  

                Opinión: Este es sin duda el libro que más me ha impactado en los últimos años. Impactar en todo el sentido del término, porque al leerlo me quedé atontado, impresionado. ¿Nunca habéis leído una novela mientras pensabais algo como "joder, este libro lo han escrito pensando en mí"? Porque el protagonista de este libro tiene algunas de las mismas paranoias que yo tengo/tuve/tendré, y sobretodo una manera similar de enfocar la vida, fantástica y desesperada, siempre en perpetuo estado de asombro y de "estar esperando algo", con la alegría y, sobretodo, la tristeza, a flor de piel. En un mundo sin sentido, sin objetivos, sin razones, ¿por qué no buscar algún orden en el orden alfabético? Aunque sea un orden fantasmal y precario, con las sábanas extendidas entre los sabañones y los sábalos... Un orden que permite abrir una enciclopedia para hacer virtualmente cualquier cosa e ir a cualquier lugar (genial el momento en que el protagonista-niño abre la enciclopedia para ir a un funeral al que no puede ir en vivo, yendo por el tomo C hacia cementerio, pero perdiéndose por el Camino por culpa de los Caníbales). Pero en un mundo regido por el orden alfabético (el "otro lado de la vida" que ve el prota de niño gracias a la fiebre alta) pueden ocurrir las mayores desgracias: los libros pueden irse volando en masa, las palabras y conceptos desaparecen poco a poco, y hasta las letras pueden esfumarse, como la R, dejando a su amada Laura convertida en Laua, y los párpados en pápados, duros y reptilianos. El caos está servido, y el mundo se desmorona poco a poco. Sólo Julio, el protagonista, puede traer algo de paz al caótico mundo que visita enfebrecido llevando a la gente de allá un diccionario, un orden que les salve... Antes de que la fiebre se le cure por fin y sea arrojado al mundo real de nuevo. Y allí... Años de tristeza le esperan, hasta que una encuestadora repentina y la grave enfermedad de su padre le hagan reencontrarse con el mundo real, que a su manera implacable es tan absurdo como el que visitó años atrás, de niño...

              Joder, es que el libro éste me pilló con la guardia tan baja... Porque la primera parte es alegre, original y divertida, con al menos una idea genial por página y un ambiente de felicidad constante... Para que luego la segunda parte te apuñale vilmente por la espalda, con una melancolía abrumadora y una búsqueda con salto al vacío del protagonista Julio que me tuvo todo el rato con el corazón en un puño. Ya aviso ahora que estas novelas que emocionan tanto a uno pueden tener un componente personal e intransferible, o dicho en plata: "¿por qué me afecta y me gusta tanto esta novela y a otros le deja frío?". Pues ni idea. A una amiga mía, por ejemplo, no le entró en absoluto el libro, bajo la crítica de que en la novela se le da demasiada importancia al lenguaje, presentándolo como salvador cuando no es más que una humilde herramienta. Una crítica válida, pero con la que humildemente no estoy de acuerdo: no creo que lo importante aquí sea el lenguaje en sí. Cuando el niño se dedica a cazar adverbios, a ordenar preposiciones en los cajones o a deslizarse por el mundo de las abreviaturas, simplemente juega con él, con sus posibilidades (como debería hacer todo escritor), y lo utiliza para buscarle sentido a un mundo que carece de él. Los físicos y los matemáticos buscan el funcionamiento del universo en números y ecuaciones, ¿por qué no hacer lo mismo con las letras?

       Pero resumo: el mejor libro de Juan José Millás, junto con sus fabulosas recopilaciones de artículos periodísticos. Hagamos una cosa: los que hayáis leído el libro y queráis comentar algo, escribidme aquí, fale?

Fragmento: "Estaba, en fin, contemplando la realidad cotidiana con la extrañeza de lo nuevo, como cuando entras en una casa desconocida en la que cada habitación constituye un sobresalto, cuando sucedió algo sorprendente: el libro del profesor, que permanecía abierto sobre su mesa mientras él hablaba, se agitó brevemente y luegose elevó en el aire, como un pájaro, utilizando sus hojas a modo de alas. Tras un par de vueltas de reconocimiento alrededor de la clase, se dirigió a una ventana abierta y salió".

 

 

 

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