3.500 MOTIVOS
PARA ODIAR A ALGUIEN
(Mesas
exteriores de una cafetería. Un HOMBRE de mediana edad, trajeado y con pinta de
yuppie, canturrea y toma tranquilamente un café. Una MUJER elegante pero
vestida con ropa barata entra por el lateral. Se la ve feliz, radiante,
“zumzum, zumzum”. Al ver al HOMBRE que está sentado en la mesa exterior le
reconoce pero le ignora, pasando por delante suyo. Cuando está a punto de salir
por el otro lado, se lo piensa mejor y vuelve a la mesa a regodearse del HOMBRE,
sonriente).
MUJER:
Vaya, vaya, mira a quién tenemos aquí. Pero si es Mr. Capullo...
HOMBRE:
(Sobresaltado, levanta la mirada del periódico y reconoce a su exmujer. Pone
cara de fastidio): Ah, eres tú. Hola. (Se levanta para ir a darle dos
besos pero se detiene a medio gesto. Le va a dar la mano y también se lo piensa
mejor. Pausa incómoda mientras ella le mira, sonriente, y él no sabe qué
decir). Te veo... Bien. Feliz. (Silencio) Vale, me rindo. ¿Por qué
estás tan contenta? Me lo vas a acabar explicando aunque no te lo pregunte...
MUJER:
(Aún sonriente) ¿No te lo imaginas? Piensa un poco, que no es tan difícil.
HOMBRE:
Oh, me lo imagino, pero no sé... En fin, cuando me llamaste hace un par de días
se te oía destrozada, a punto de echarte a llorar. Joder, si hasta te salía
todo el rato esa voz histérica tuya que suena como un pitufo esnifando helio!
MUJER:
(Perdiendo momentáneamente la sonrisa): Nunca pongo voz de pitufo.
HOMBRE:
Sí, sí, lo que tú digas. ¿No te iban a deshauciar o algo así? 3.500 euros
en tres días o a la puta calle...
MUJER:
(Con voz envenenada): No te hubiera sido difícil prestármelos, ¿verdad?
Tienes dinero suficiente para pagarte el Jaguar, tus lujos, mantener a tus
putitas... Pero no para prestárselo a tu pobre ex-mujer cuando lo necesita. (El
HOMBRE se encoge de hombros y no dice nada). ¡Pues no me hizo falta tu puto
dinero! Esta mañana me he encontrado un sobre que alguien deslizó por debajo
de la puerta... Este sobre. (La MUJER rebusca en el bolso y saca un sobre
marrón, lo blande ante el HOMBRE como si fuera un arma) ¿Y a que no
adivinas lo que había dentro?
HOMBRE:
(Con expersión neutra) ¿3.500 euros?
MUJER:
(Triunfante, muestra los billetes del sobre) En billetes de 500. Billetes
de 500, ¿puedes creerlo? ¡Siete preciosos billetes lilas, ni siquiera sabía
que eran de ese color, nunca había visto ninguno! ¿A que son preciosos?
HOMBRE:
Parecen del Monopoly. ¿Estás segura de que son auténticos? (Mirada asesina
de la MUJER) Vale, vale, supongo que lo habrás comprobado. ¿Y quién crees
que te los habrá regalado?
MUJER:
Ahí está la gracia, que no lo sé... En el sobre no había remite, y junto a
los billetes sólo encontré una notita escrita a máquina. ¡Léela! (Se la
tiende)
HOMBRE
(leyendo inmediatamente): “Te quiero con toda mi alma, pero no merezco
estar contigo. Acepta este pequeño regalo y considéralo de tu ángel de la
guarda”... Jeje. Muy romántico. ¿Seguro que no es una broma?
MUJER:
Eso querrías, ¿verdad? Nunca te diste cuenta de la cantidad de pretendientes
que tenía antes de cometer el peor error de mi vida y casarme contigo... Marcos
Rojo me adoraba. ¡Si cuando le rechacé casi se volvió loco! Y también está
José María Gallego, el industrial... ¡Y hasta Laura Carreño me declaró su
amor una vez!
HOMBRE: (Sorprendido) ¿Qué? ¿Laura es bollera?
MUJER
(Ignorándole): Pero sospecho que mi ángel de la guarda es Carlos,
pobrecillo... Se le rompió el corazón cuando le dije que no, y ahora está
casado, tiene hijos... Por eso dice que no merece estar conmigo, no tiene estómago
para dejar a su familia. Pobre hombre.
HOMBRE: Pero si Carlos está arruinado, mujer. ¿De dónde quieres que haya
sacado 3.500 euros?
MUJER:
Yo qué sé. Tendrá sus fuentes, ahorrillos, algo así. ¡Se hacen cosas muy
extrañas por la gente que se quiere! (Exultante, coge el sobre y lo abraza
con cariño) ¿Y quién más podría ser mi ángel de la guarda? (Larga
pausa, ella está extasiada, él pensativo)
HOMBRE: Yo.
MUJER:
(Al oírle se queda por unos momentos sorprendida, luego ríe a carcajadas)
Oh, muy buena, esa. Tú. El mismo que “olvida” cada mes pasarme el cheque de
la pensión y que se negó a prestarme el dinero cuando se lo pedí. Claaaaaaro.
HOMBRE:
(Muy serio, con aspecto herido) Tengo mi orgullo, ¿sabes? Darte el
dinero entonces hubiera sido como ceder, como reconocer que yo tenía parte de
culpa en la situación en que estabas...
MUJER
(Seria): Y la tienes.
HOMBRE:
(Con cara de arrepentimiento progresiva a partir de que avanza este párrafo):
Sí, lo sé... La culpa fue mía. Nunca hubiera debido abandonarte, pero en
aquella época era un idiota, siempre pensando en dinero, mujeres... Cuando nos
separamos, cuando... Cuando te dejé... Entendí lo que había perdido, y... Y
se me vino el mundo encima. No he podido estar con ninguna otra mujer desde
entonces. ¡Pero nunca reunía el valor para decirte nada! Tengo mi orgullo, ya
sabes, es mi peor defecto, no podía reconocer que me había equivocado
contigo... Así que interpreté el papel de divorciado cabrón que siempre he
visto en los libros y las pelis. Pero en mi interior, dijera lo que dijera... En
realidad te he seguido queriendo. Cuando me contaste lo del dinero... No pude dártelo
directamente. No. Pero recurrí al truco del sobre, del anónimo... Un regalo,
no un préstamo. Sólo quería verte feliz.
MUJER
(Muy seria): No me creo una palabra.
HOMBRE:
(Irritado, lloroso) Joder, estoy desnudando mi alma! ¿No crees que
merezco un poco de respeto?
MUJER:
No. (Pausa) Joder, las gafas. Nunca has visto tres en un burro y no
llevas puestas las gafas. Pero has
leído la nota tan rápidamente como si, como...
HOMBRE:
¿Como si ya supiera lo que había escrito en ella?
MUJER:
(Con expresión neutra) Mierda, realmente fuiste tú. (Tensa) ¿Y
por qué has confesado ahora, si querías que fuera un regalo anónimo?
HOMBRE:
Porque ya he reunido el valor necesario. Quiero que aceptes el dinero y vuelvas
conmigo. Lo único que te pido a cambio de esos 3.500 euros es que me quieras
otra vez, que nos vayamos a... Oh, Dios, te he echado tanto de menos... Te deseo
tanto... (Levanta las manos y le acaricia la mejilla y el hombro. Ella le
saca las manos de encima, enfadadísima y a punto de echarse a llorar).
MUJER: ¡Eres un cabrón! “¿Lo único que te pido a cambio...?”
“¿Lo único que te pido a cambio...?” ¿Qué te has creído que soy, una de
las putitas con las que me engañabas? ¿Te crees que puedes comprarme tan fácilmente?
Si no se te empina con ninguna otra te jodes, pero no creas que yo voy a volver
contigo “a cambio de”... ¿Crees que por regalarme dinero voy a olvidarme de
cómo me tratabas? ¿De cómo me engañabas con todas las mujeres que podías?
¿De cómo me ignorabas? Así eres tú, te crees que el dinero borra los
pecados. Un euro por cada uno de los motivos que me diste para despreciarte...
¡Pero hará falta mucho más que eso para que vuelva contigo alguna vez! ¡No!
¡Pienso! ¡Hacerlo!
HOMBRE: (Grave) No piensas volver conmigo. Así pues... (Pausa) Mi regalo no
tiene ya mucho sentido, ¿verdad?
MUJER:
(Atónita) Realmente eres un hijo de puta. Cómo pude pensar... ¡Ten,
joder, aquí tienes tu maldito dinero! (Tira el sobre con los billetes al
suelo) Pero no le vuelvas a llamar “regalo”. Por un regalo no se espera
nada a cambio. Y menos... No vuelvas a... (A punto de echarse a llorar)
No vuelvas a jugar conmigo así. Nunca, joder. (Se va del escenario casi
corriendo).
(El
HOMBRE se queda cabizbajo en el centro del escenario, sin hacer ningún
movimiento. Al cabo de un rato, levanta la cabeza hacia donde se ha ido la
MUJER, y cuando está seguro de que ya se ha ido, prorrumpe en grandes
carcajadas. Se agacha a recoger el sobre y saca los billetes, alborozado.
Mientras los está contando entra en escena la AMANTE, mujer joven y atractiva,
y se acerca a saludar al HOMBRE. Al encontrarse, ambos se abrazan sin decir una
palabra y se dan un gran beso. Ella le acaricia el pelo y la cara).
AMANTE: Hola, cariño. Estás guapísimo! Realmente
se te ve mucho mejor sin esas gafas horribles... ¿Te has acostumbrado ya a
llevar lentillas?
HOMBRE:
(Sonríe ampliamante, asintiendo con la cabeza. Le enseña el sobre a la
AMANTE) Échale un vistazo a esto! Regalo de mi exmujer...
AMANTE:
Dios mío, billetes de 500! Ni siquiera sabía que fueran lilas... Pero... Pero
tu ex no te odiaba? ¿Por qué te ha regalado tanto dinero?
HOMBRE:
Bueno, en realidad no era suyo, creo que era de un gilipollas que se llama
Carlos... Y en cuanto a cómo conseguí que me lo diera... Digamos que sé que
mi mujer jamás me aceptó un regalo. (Se echa a reír) Anda, guapa, vámonos
antes de que le de por volver. (Se besan de nuevo y salen del escenario,
abrazados. Se apagan las luces).
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