MANUAL DE DRAMATURGIA    
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Falta la vista, el más importante de lo sentidos de comunicación. Sí, leyó usted bien, el más importante, más que la palabra o algún otro. ¿ No lo cree? ¿ Tú tampoco? Pues así es y se los voy a demostrar. Pero primero vamos a ver cómo nos comunicamos con la vista. ¿ Será haciendo ojitos, viendo feo, poniendo ojos a medio morir? ¿ Qué dices? ¿Que cerrando un párpado o poniendo ojos de enamorado? Perdón, no oigo bien. ¿ Que lanzando miradas que matan? Sí, pero no por lo que tú crees. Comunican los gestos, que eso son todos los que dijiste antes. Si piensas que con la pura mirada puedes comunicar algo te pido que te coloques un antifaz y trates de comunicar algo con el puro ojo. Verás que nada logras, cuando mucho podrás indicar una dirección desviándolo hacia un lado u otro. En cambio el gesto si nos comunica por medio del sentido de la vista. Nosotros vemos a los demás hacer un gesto y lo interpretamos. Lo mismo harán ellos si nos ven a nosotros. La famosa mirada que mata no es más que un gesto que consiste en fruncir la cejas, arrugar la frente, poner la mirada fija, abrir los párpados, apretar la boca, distender las aletas de la nariz, palidecer la piel del rostro y sudar algunas gotas. Sin efectuar todos estos actos no existe la mirada fatal. Los seres humanos nos vestimos, nos arreglamos, nos pintamos, nos hacemos cirugías plásticas, adelgazamos, nos ponemos todos los maquillajes del mundo, arreglamos nuestra casa y nuestro auto para demostrar algo a los demás, para decirles que somos jóvenes, bellos, simpáticos, ricos, sexis, inteligentes, poderosos. Otras veces ponemos cara de pena, escondemos nuestras joyas y nos subimos al Metro para decirle a nuestro amigo que nos perdone nuestra deuda, que soy pobre y no le puedo prestar, que apenas y alcanza para mi familia y para mí. Así ponemos cara de enfermo para que el médico nos dé más días de incapacidad, o sacamos a relucir nuestra verdadera edad para que nos apapachen; también ponemos cara de conquistador, de los que dicen con su actitud “¿ No quieres conmigo? Mira lo que te estás perdiendo”. Le ponemos un gesto agrio a nuestro yerno o a nuestra suegra. Sonreímos ampliamente a nuestros jefes, a los periodistas, a los que nos pueden dar cualquier cosa. Yo me dejo el pelo largo, me hago colita y uso arete para que vean que todavía soy joven, que soy de la onda, de la ondiux; yo me visto recatado para que no me falten al respeto.
Al ver por primera vez a una persona, y sin necesidad de que nos la presenten o que hable, nosotros nos vamos a enterar de muchas cosas de ella, como son su edad, su sexo, si es fea o hermosa, si es pobre o rica, si es educada o grosera, si viene a pedir algo, si es simpática o no, si es alta o chaparra, si no es amanerada, si está enferma. En segundos podemos decir si es mexicana o extranjera, si tiene o no buen gusto. Al abrir la puerta de nuestra casa, y al encontrarnos con un extraño, sabremos inmediatamente si le vamos a sonreír o le vamos a cerrar violentamente la puerta, si le vamos a hablar de usted o de tú, si lo vamos a invitar a pasar o lo dejamos en la calle. El, al vernos, también puede saber, mediante un juicio que hace de nosotros, qué nos va a decir: " A este buey me lo hago pendejo" o " Con éste no se va a poder". La información que recibimos por la vista es inmediata y generalmente verídica. La palabra oculta, engaña; la vista, no. Por teléfono yo puedo decir al que me quiera encontrar por primera vez en un determinado lugar que soy joven, alto, bien parecido. Al verme descubrirá que nada de eso es cierto. Dicen, y dicen bien, que una imagen vale por mil palabras. Volvamos a la práctica. El siguiente ejercicio lo deben hacer en grupo. Seleccionen a una persona, de preferencia desconocida y colóquenla en el centro. Examínenla y después digan todo lo que les comunicó por medio del sentido de la vista. No dejen de fijarse en todos los detalles: zapatos, limpieza de uñas, su actitud personal, si se mueve o está inmóvil, si usa anillo de casado, si trae alguna imagen religiosa, etc. etc. Digan si les gustó, si desearían acostarse con ella o él, si les produjo un sentimiento de protección, si creen que es inteligente. Compárenlo con otras personas que pasen al centro. Vean la enorme diferencia entre un joven y un viejo, entre una persona segura y otra insegura, entre una bella y una fea, entre un rico y un nuevo rico. No tengan miedo a decir lo que les comunican. Si la chava que pasen al centro trae una blusa muy ajustada y se arregla muy sexi, por más decente que diga ser, lo que hace es estar provocando y ustedes se lo pueden decir. También le pueden decir a "ese" que sus cadenitas de oro, su Rolex y su teléfono portátil que trae son para apantallar, pero que a ustedes....¡ No, eso mejor no se lo digan! También es útil que tú mismo pases al centro para que te examinen los demás. Vas a llevarte alguna sorpresa al saber cómo te ven. ¿ Qué nadie quiso hacer este ejercicio contigo? Fácil, sal a la calle y fíjate en la gente que pase frente a ti, júzgalos según lo que te comuniquen: éste debe ser carnicero por la fachas, esta mujer debe traer la regla por el modo de caminar; esta, estoy seguro, se acuesta con su jefe, esta vieja es una mocha hipócrita, esta está hecha un cuero, con esta mejor no me meto, esos que vienen ahí se me hace que son ratas. En ese momento más vale que te metas a tu casa.
Sigue otro ejercicio. Colócate frente a un compañero o compañera, hagan gestos y movimientos de comunicación. Si no consigues con quién hacerlos, lo que espero no te suceda, entonces ponte frente a un espejo grande. Vamos a ver...¡ Una sonrisa, una cara de enojado, estás hasta la madre, qué cuete me cargo, me gustas, me duele, estoy tristísimo, se me

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