Todo el tiempo y con el transcurrir de los años, han querido convencernos que los aficionados a las corridas de toros provienen de una noble casta, de un estrato económico, cultural y social privilegiado, de un segmento al que sólo pertenecen intelectuales millonetas, políticos de rancio abolengo con apellidos churriguerescos, afamados artistas etc. Me imagino que esta es la forma más eficaz de lavarle el cerebro a toda esa gentita arribista que abunda en nuestro país porque sinceramente, cada vez que he participado de las protestas antitaurinas en las inmediaciones de Acho, me he ganado con cada mamarracho que entra y sale de la Plaza.

Para empezar, abundan los borrachos que salen con la ropa manchada de vino y entre tambaleos llegan hasta sus carros, muchas veces hasta protagonizan broncas al mismo estilo de las polladas. De la misma manera, es fácil encontrar sexagenarios entaconados en zapatos vaqueros con punta, rematando el atuendo con huachafísimos sombreros españoles.....que roche.

Y tendrían que verlos como reaccionan cada vez que nos encuentran protestando en las afueras de Acho, sinceramente me hacen recordar a los panelistas desmuelados de Laura Bozo. Por ejemplo, el domingo 26 nos encontrábamos protestando, como siempre, en el frontis de la Plaza. Llevábamos un cartel inmenso en el que se podía leer  "SÁDICOS" cuando de pronto se aparece una tía de esas que tienen nariz de trampolín debido, seguramente a dos o tres rinoplastías, escandalosos lentes azules de contacto, cabello rubio mal teñido, porque las raíces hace rato que habían aparecido y para rematarla, tenía una turra asquerosa. De seguro que la madame se la había pasado chupando durante toda la corrida, pero a ella nadie le quitaba de la cabeza que pertenecía a ese segmento privilegiado del que tanto se habla. La cosa es que estaba hecha un pichín por nuestro cartelito, y vino a decirnos: "yo tengo mucho más dinero, viajes y clase que ustedes, ya quisieran parecerse, aunque sea, un poquito a mí. No me llegan ni a la punta del zapato" - dijo la tía, señalando sus sandalias que dejaban al descubierto sus uñas pintadas de rojo    HUACALAAAAAA.   QUE ASCO.  Eso no es clase pues mamacita, eso es puro arribismo.  Para mí, todos aquellos que gozan de las corridas, incluyendo a los políticos, carecen de sensibilidad y tiene cáncer al buen gusto.