Capitulo 3: Veo, siento pero no hago nada
Después de la boda todo fue en la medida de lo posible tranquilo. La pareja paso sus primeras semanas juntos esperando que Kouji acabara clases para irse todos de vacaciones. De repente las cosas para Tomoko no eran como ella esperaba por que Kouji tampoco era muy fácil de llevar. A decir verdad el niño era bueno, el problema mas que nada era su carácter y el hecho que su padre lo había criado sin reglas ya que por lo general el no pasaba mucho tiempo en casa. A principio ella no decía nada primero que nada por que aun se tenía que acoplar a sus costumbres y ver hasta que punto Musashi tenia el control de la casa, pero después conforme pasaba el tiempo Tomoko se dio cuenta que de verdad faltaban reglas.
Por su parte Kouji no iba a permitir que la llegada de esa mujer le cambiara su estilo de vida. El quería mucho a su papá aunque a veces no lo pareciera y si bien había aceptado el compromiso de su padre, él no la había aceptado como su mamá. Para eso faltaba mucho. Cuando empezaron a vivir los tres en la casa Kouji decidió observar la manera en que se desempeñaba y cuales eran sus costumbres y por lo que vio supo que ella, al parecer, había estado esperando por mucho tiempo el matrimonio. Ella se levantaba temprano como las mamas abnegadas de las películas, bajaba en bata a preparar el desayuno. Esto la primera vez le choco, nunca había visto una mujer en pijamas ni en bata, la primera vez le desviaba la mirada pero después se dio cuenta que a ella parecía no importarle así que prefirió pensar que ya estaba cambiada. Sus desayunos eran bastante mas sano de lo que por lo general comía con su papa. Lo malo es que ella no dejaba que él tomara café, según ella eso era solo para gente grande y el en cambio como era un niño en crecimiento lo único que debía tomar era leche.
Cuando el desayuno acababa ella salía corriendo a alistarse. Después de diez minutos los tres salían de la casa y se iban al carro. Cada uno agarro su carro y como siempre Kouji se subió al carro con su papa, se estaba abrochando el cinturón cuando…
-“Kouji… que haces acá?”
-“Tu me llevas al colegio… recuerdas?”
-“Si, lo se. Pero ahora no. Para llevarte al colegio me tengo que desviar de mi rumbo en cambio tu mama…”
-“Ella no es mi mama!”
-“…tu mama va justo en tu ruta. Ella trabaja a unas cuadras de la calle de tu colegio así que de ahora en adelante te iras con ella”.
-“Primero te casas, luego me delegas con ella… después que vas a hacer? Me abandonaras con ella?” – no era posible que su papa lo pusiera en manos de esa mujer… no era justo. El sabía que no le agradaba. Kouji se bajo del carro y se subió al carro de Tomoko dado que no le dejaban otra alternativa.
-“Ponte el cinturón por favor.” – ella le miraba desde el espejo retrovisor. – “No te quieres sentar adelante conmigo? Así parece que yo fuera tu chofer y nada mas… me siento como si condujera un taxi”.
-“No gracias, aquí estoy bien”
-“Esta bien”. – Ella empezó a conducir pero durante el camino ambos se sentían extraños. Casi nunca Musashi los dejaba a los dos solos. Esta oportunidad era perfecta para que se conocieran un poco más y Tomoko no iba a desperdiciar la oportunidad que tenia para acercarse a Kouji. – “Bueno… supongo que tienes muchos amigos en el colegio no? Por lo que me cuenta tu papa eres un chico muy inteligente… todos te deben de querer.”
-“No, te equivocas.”
-“Pero ese chico que vive en el edificio… el día de la boda estaba ahí… el no es tu amigo?”
-“Es la única persona que me habla y ni siquiera es de mi grado, es mayor que yo.” – Kouji consideraba a Jumpei su amigo pero no tenia ganas de contarle esas cosas a ella, era mejor hacerla sufrir.
-“Ah… eso no lo sabia. Pense que eran amigos” – ya habían llegado al colegio entonces Tomoko estaciono el carro frente a la puerta.
-“Eso entonces te enseña a no pensar tan de vez en cuando. Adiós” – Kouji se bajo del carro y cerro la puerta tras el. Si el día iba a ser así de divertido entonces este era su día.
Pero el día no fue la gloria. Si bien se trato de mantener alejado de los problemas los problemas insistían en venir a el. Jonathan y sus amigos lo seguían fastidiando en clase, le tiraban papeles, lápices, ligas, le ponían el pie cuando pasaba. Kouji se daba cuenta de eso y esquivaba el pie pero no veía un segundo pie que salía casi de la nada y lo hacia terminar en el piso. Lo único que había mejorado para el es que en los recreos contaba con la ayuda de Jumpei para pasar el rato y para comer juntos. El problema más que nada era la salida. Jumpei lo esperaba fuera del salón para irse juntos cosa que alegraba a Kouji por que eso era compañía. La dificultad venia cuando los dos cruzaban la puerta del colegio y pisaban la calle. La banda de Jonathan los esperaba en la esquina de la cuadra. Kouji ya estaba preparado para correr pero Jumpei no. Por el físico que tenía las carreras definitivamente no era su fuerte. Estaban llegando a la esquina, Jonathan ya los había visto, se acercaban a ellos…
-“Kouji! A donde vas?” – no era posible… sus oídos le estaban jugando una mala pasada.
-“Es tu mama Kouji! Que suerte ahora ella nos podrá llevar y ya no tendré que caminar”.
-“Es verdad eso? Ya tienes madre? Conseguiste un reemplazo? Una nueva víctima? Tu no aprendes no Minamoto?”
-“Cállate! Ella no es mi mama! Es la esposa de mi papa nada mas!”
-“Osea que tenemos madrastra? Mira que emoción! Koujiciento! Y ya tienes hermanos?”
-“Hola Kouji! Ellos también son tus amigos? De aquí solo conozco a Jumpei. Ustedes quienes son?” – Tomoko quería saludarlos pero su saludo se vio cortado cuando Kouji se dio media vuelta y se fue al carro. – “ay, perdónenlo… recién nos estamos conociendo. Si ustedes son amigos de Kouji me gustaría invitarlos a cenar en casa cualquier día de estos, cuando ustedes quieran. Es mas si tienen tiempo no les gustaría venir a la casa?” – Kouji empezaba a tocar el claxon desesperado para que Tomoko no metiera la pata pero ya era demasiado tarde.
-“Nos encantaría señora Minamoto! Es un placer al fin poder ir a la casa de nuestro amigo Kouji!”
-“Entonces vengan! Suban al carro que ahí hay bastante espacio!” – lo había hecho. No solo se encargaba de fastidiarle la existencia por lo visto también quería matarlo. Obviamente el trayecto hasta la casa no fue placentero. Como el iba en asiento delantero los de atrás le pegaban con la rodilla al asiento, le jalaban el cabello. Todos subieron al edificio mientras Jumpei se iba a su casa.
-“No me acompañaras?” – Kouji estaba desesperado, sabía que necesitaría toda la ayuda posible para sobrevivir y contar esto después.
-“La verdad que me encantaría pero no he pedido permiso, aparte tengo cita con el medico más tarde. Tan pronto me desocupe bajo a ayudarte” – Kouji acepto el ofrecimiento pero sabía que para cuando bajara ya sería demasiado tarde.
Si había algo que había aprendido con el pasar de los años era que si sabes que algo malo viene es mejor darle prisa y no dilatarlo más. Respiró profundo antes de entrar a su casa. Los chicos estaban sentados en la sala esperándolo mientras Tomoko preparaba la mesa para la comida. Cuando Kouji se iba sin hacer ruido a su dormitorio fue delatado por ella. Quizás lo mejor hubiera sido darles frente en la sala pero ellos recortaron su paso y se metieron en el último rincón libre de su libertad. Invadieron su cuarto, violaron su intimidad, ya no quedaba nada propio para el. Lo empujaron hacia el closet y empezaron a revisar sus cosas. Desde sus cajones hasta sus juegos de video, sus libros, sus zapatos, su mesa de noche. Allí Kouji guardaba ciertas cosas que de repente ellos no conocerían el significado aparte de la única foto de su mamá.
Para suerte suya no paso nada malo, solo le desordenaron el cuarto o aparentemente eso fue lo que notó. Después de soportar patadas por debajo de la mesa y comer casi sin saborear nada acabo la supuesta reunión con sus amigos. Los chicos desocuparon la casa sin hacer mucho escándalo. Todo fue demasiado fácil. Salió de su casa para ir a ver a Jumpei y le contó todo. No parecían ellos. Los dos regresaron a su cuarto para inspeccionar mejor las cosas y allí fue donde se dio cuenta que algo faltaba. La foto de su mamá no estaba, solo había un marco vacío en su mesa de noche. Tenía que recuperarlo pero ya era demasiado tarde para alcanzarlo, a estas horas ya estaría en su casa y para su mala suerte no sabía donde vivía.
No le quedo otra cosa mas que esperar a que llegara otro día y pedirle la foto. No se podía negar… o si? Aquella noche solo en su cuarto no podía dejar de recrear el momento, como no se había podido dar cuenta que faltaba la foto de su mamá? Le había prestado más atención a otras cosas como golpes y patadas, todo por la culpa de ELLA! Tenía que controlar su rabia pero a veces eso parecía imposible.
Al día siguiente se levanto muy temprano, agarro una tostada que se la fue comiendo por el camino. Se detuvo a una cuadra del colegio a esperar a los chicos, sabía que entraban por la puerta de la derecha y llegaban unos minutos antes que sonara la campana. Ya se estaba aburriendo de esperarlos hasta que por fin aparecieron. Kouji solo esperaba que Jhonnathan llegara en compañía de uno mas pero no contó con tres extras. Este no era el mejor momento como para pedirle la foto, especialmente por que no habían adultos cerca para que los separaran. Se dio la media vuelta para entrar al colegio pero unas manos lo detuvieron.
-“Que paso Kouji? Tienes miedo de tus cuatro amigos? Ya te olvidaste de nosotros tan rápido?” – Los chicos empezaron a rodearlo hasta que termino al medio. Las manos empezaron a empujarlo solo para estrellarse con paredes humanas que lo volvían a empujar para otras partes. – “Para que nos estabas esperando? Por que es muy difícil que el niño bueno llegue tan tarde al colegio. De repente querías pegarme por algo. Hazlo… si puedes” – obviamente la provocación era para que le den la golpiza justificada. No sabía que decir, pero dijera lo que dijera de todas maneras le iban a pegar así que no variaba mucho el resultado.
-“El burro hablando de orejas entonces. Sabes que te llevaste algo de mi cuarto ayer y sabías que te lo pediría hoy y aún así decidiste venir acompañado. Que… tienes miedo que te pegue? Me provocas para que te pegue, por que como ahora ustedes son mayoría saben que ganarán. Me importa un bledo que me peguen pues, solo quiero que me devuelvas mi fotografía ahora!” – era lo que básicamente había pensado decirles pero el tono se le había pasado un poco de la raya. Ahora podía ver que sus palabras habían causado un efecto de golpe en su orgullo tanto así que era ahora Jhonnathan quien se quitaba la maleta para poder pelear. Sus amigos hicieron un círculo alrededor. Kouji dejo su maleta en el piso y empezó a pensar como atinarle un golpe.
-“Conste que tu solito lo pediste.” – la pelea comenzó. Los chicos alentaban a su amigo, por un minuto el también hubiera querido algún amigo que le diera ánimos en ese momento, pero ese amigo nunca apareció por que simplemente su único amigo ya estaba en clases, no tenía a nadie más cerca. Los golpes eran certeros pero el también pudo devolverle otros. Al final tirado en el piso recobro energía suficiente como para pararse y darle un golpe en la cara que tumbó al piso a Jhonathan. Había ganado al fin. Los amigos de Jhonatan se le acercaron para tratar de reanimarlo. Kouji prefirió alejarse de la escena pero antes de la mochila de Jhonathan busco la foto pero no la encontró. Estaba tan concentrado en lo que hacía que no se dio cuenta cuando un pie lo tiró de lado. Jhonnathan se había levantado y era el quien tenía la foto de su mamá en la mano. – “Buscabas esto? Por que no lo dijiste antes? Toma” – hizo el ademán de alcanzársela cuando rompió la foto en cuatro y le tiro los pedazos encima. – “Para que la recuerdes y recuerdes quien manda. Idiota!” – Kouji se quedo ahí sentado en calle. Demasiado impactado como para moverse. Cuando se incorporó no tenía ganas de ir al colegio. Agarró sus cosas y se fue a caminar por ahí.
Camino sin rumbo. Por momentos se daba cuenta que subía a un tren y luego a otro. Por un momento perdió el sentido y cuando se recobró no sabía donde estaba. Se vio solo caminado por un parque. Miro al cielo y a juzgar por los colores era bastante tarde. Vio un carrito de sándwichs. Se moría de hambre, metió la mano al bolsillo y tenía un montón de tickets de tren pero ya no tenía plata ni para un caramelo. Tenía que comer algo y tenía que comer ya! Se acerco al puesto para negociar algún medio de pago. EL señor que atendía tenía cara comprensiva. Le explico la parte de la pelea y los tickets de tren, no le dijo lo de la foto por que era demasiado melodramático. El señor lo miro con pena.
-“Mira hijo, sé que has tenido un mal día pero desgraciadamente no puedo ayudarte ahora. Este puesto tiene un dueño y por desgracia no soy yo. Si quieres puedes ir a tu casa a cambiarte y si regresas y todavía tengo algo te lo regalare. Es que mi supervisor va a venir y si no me cuadran las cuentas me despedirá. Al final del día siempre regalo lo que me queda para que no se pierda. Es política de la compañía” – el señor se veía sincero, Kouji se retiró, tenía hambre pero no quería hacer que alguien perdiera su trabajo. A medida que se retiraba se acordó de todo lo que le había pasado hoy, poco a poco empezó a llegarle información de cosas que no se acordaba por que había estado otra vez encerrado en sus pensamientos.
Según los tickets había hecho como cuatro transbordos en tren, felizmente todavía tenía los tickets de regreso por que sino estaba frito y no tenía ni para llamar a su papá. Salió del camino por la bifurcación derecha. No sabía como pero parecía conocer este parque. Llegó a la estación de trenes y espero por el suyo. En el primer tren que tomo no hubieron problemas pero el segundo iba cargado de gente y de un momento a otro el tren freno, algunos se cayeron contándolo a él. Cuando llego a la tercera y última estación ya era demasiado tarde. Miro el reloj y eran como la 8 de la noche. Si quería tomar el siguiente tren se tenía que esperar hasta las 9 y mientras llegaba a su casa serían las 10. No tenía otra alternativa y se sentó a esperar pero se quedó dormido y perdió el tren y lo peor de todo era el último turno, ya no pasarían hasta el día siguiente. La estación comenzó a quedarse vacía, él no sabía si lo dejarían quedarse en la estación a pasar la noche, corrió hasta el baño y se escondió en uno de los cubículos. Se quedó quieto esperando que algo pasara, o que de pronto entrara alguien y lo descubra pero nada paso. Salió de su escondite y tomo agua del caño ya que no tenía nada para comer.
Tenía que hacer algo así que salió del baño y fue a buscar monedas en los teléfonos públicos aunque sabía que era inútil por que todos llamaban desde sus celulares, busco en las máquinas dispensadoras de alimentos y por ahí encontró una barra de caramelo… ‘por lo menos era algo’ penso. Estaba aburrido y hambriento, se maldecía así mismo por haber perdido el tren, pero la verdad era que estaba muy cansado de su día. ‘Vaya manera de comenzar las vacaciones’ suspiro. Se echo en una banca y trató de dormir pero no pudo por que había alguien más en la estación, aparentemente el no era el único ahí. Abrió los ojos lentamente, había una sombra encima de él que le quitaba la maleta, no podía verle la cara pero dudaba que fuera amistosa. Forcejeo por su maleta hasta que logró tenerla de vuelta. Sin perder tiempo se alejo de ahí corriendo, saltó una baya y cayó de bruces, se paró, lo estaban siguiendo. Abrió los ojos y estaba fuera de la estación, corrió calle abajo hasta que no pudo más. Mañana volvería a tomar el tren temprano por ahora era mejor buscar un lugar donde dormir. El parque era una buena opción. Se acurrucó en una banca y cerró los ojos.
A la mañana siguiente se levantó cansado por la mala posición en la que había dormido. Se incorporo al suelo y movió su mano al lado izquierdo para agarrar su maleta pero esta ya no estaba. A Kouji no le dolía el hecho de que le hubieran robado la maleta por los lápices o los libros sino por que en la maleta estaban los cuatro pedazos de fotografía de su mamá. Ya no podría recobrar eso nunca más, de repente después de un tiempo la imagen de su mamá se borraría de su memoria, aunque de eso no estaba seguro. Abatido regresó a la estación de trenes, tenía diez minutos para abordar el suyo y regresar a casa. Caminaba hacia el tren cuando una mano lo detuvo. Uno de los guardias de la estación lo había parado.
-“Eres tú el chico que se quedó ayer a dormir en una de las bancas?” – Kouji solo atinó a mover la cabeza en afirmación – “No había necesidad que salieras corriendo. Aquí tenemos un lugar para la gente que no abordó el tren, te quería llevar a una de las camas pero te fuiste corriendo" – era oficial, su loca carrera había sido por la puras y lo peor había perdido un recuerdo familiar. Kouji abordó el tren de regreso a casa. Para ser el primer día de vacaciones la cosa era bastante aburrida, pero lo más seguro era que su día se pondría peor por el hecho que no llego a dormir a su casa, lo castigarían por eso.
Dicho y echo, cuando llego a su casa su nueva mamá lo recibió con un super abrazo pero al dar unos pasos más allá su papá lo recibió con una merecida cachetada que lo tumbo al piso. – “Donde demonios estuviste? Nos tenías preocupados a los dos! Por que no llamaste, por que rayos no llegaste a dormir?” – eran demasiadas preguntas en un corto tiempo, además aún no le llegaban las ideas al cerebro después del golpe aunque ya podía sentir su mejilla roja de dolor. Mil ideas empezaron a atosigarse en el cerebro pujando por salir pero solo una, y no la mejor, salió de su boca… o mejor dicho de sus manos. Lo único que atino fue tirarle los tickets de tren a su papá.
-“Estuve en varias partes pensando por que mi vida es así. No me acuerdo como llegue hasta donde llegue pero para regresarme fue el problema. Perdí el tren y dormí en la calle. Me robaron la maleta y aquí estoy. Cansado, hambriento y harto de las cosas que me pasan. Y TU SIN SABER NADA VIENES A RECLAMARME ALGO? CÓMPRAME UN CELULAR PARA COMUNICARME MINIMO!” – era hombre muerto. Se veía que su papá quería matarlo por lo que le había contestado pero era la verdad. Para la suerte de sus mejillas solas lo mandaron a su cuarto para que arregle sus cosas. Al principio estas palabras no tuvieron sentido pero cuando llego a su cuarto se hicieron mas obvias. Tenía como 5 cajas grandes de mudanza. Bajo corriendo al primer piso para pedir algún tipo de explicación y agarrar un pan o algo por que tenía más hambre que nunca.
-“Si hubieras llegado antes te lo hubiera explicado mejor. Pero las cosas son así. Tengo un nuevo empleo en la parte norte del país. Estuve buscando un trabajo como este desde hace un tiempo. Un chico hace un tiempo me dijo que lo mejor para ti sería dejar de viajar tanto. Este trabajo me ofrece un contrato de dos años así que nos instalaremos por allá por un buen tiempo. Te gusta?” – la idea era buena, era justo lo que siempre había querido, dejar de mudarse tan seguido pero…
-“Por que le tienes que hacer caso a una persona ajena a la casa cuando te he dicho eso miles de veces antes? Por que esperas a que por fin haga un amigo para separarme de este lugar? No me quejo de tu trabajo pero si por que no me haces caso si soy yo quien te he ido siguiendo como una sombra por todo el país. Es injusto” – Musashi sabía que era verdad pero ya no había vuelta a tras tampoco. Iniciarían una nueva vida.
-“Apúrate entonces que la mudanza viene en dos horas” – Kouji subió a su cuarto a arreglar sus cosas. Pidió permiso para despedirse de Jumpei. Para su sorpresa la casa de Jumpei también estaba en iguales condiciones.
-“Yo también me voy a mudar pero yo me voy a Tokio. Toma mi nueva dirección para que me escribas así también yo sabré la tuya.” – por lo menos los dos se mudaban, algo más tenían en común. La mudanza de Jumpei vendría al día siguiente por él.
Ya para el medio día su carro seguía a los camiones de mudanza. Él con su papá y su esposa iban en el carro familiar. Obviamente a él lo habían sentado a tras con las demás cosas demasiado delicadas como para ir en el camión de la mudanza. El viaje fue bastante aburrido, sus papas trataban de divertirlo pero él sentía que algo malo pasaría pronto. Estaba mirando la carretera, tratando de distraerse con el paisaje cuando de pronto sintió como poco a poco perdía el control de su cuerpo. Le pareció graciosa la sensación y de pronto se desconecto. Estaba consciente que ya no dominaba su cuerpo pero entonces por que salía una voz de su boca…
-“Se muere… esta mal otra vez… la abuela!” – Kouji no entendía sus propias palabras solo sabía que se sentía mal por alguien, sintió como lágrimas humedecían su cara. Trató de tomar el control otra vez y lo logró. Era como si volviese a estar en el carro. Clarito había sentido el olor a hospital. Miró a adelante y su papá estaba pálido.
-“Pero si tu no tienes abuela Kouji.” – la señora estaba entre preocupada y extrañada. Pero tenía razón, él no conocía la existencia de ninguna abuela, salvo que su papá no le halla dicho nada cosa que le hacía bastante sentido.
-“Tiene razón. Tu no tienes ninguna abuela Kouji.” – La cara de su papá no era la misma. Había algo más en esa mirada. Su papá sintió que le venía la pregunta y para evitarla salió del carro con su celular en mano. Se vio por el espejo que llamaba a alguien pero parece que no había nadie ahí. Regresó al carro y todos se quedaron callados. Kouji se sentía cansado tanto que se quedó dormido y no se despertó hasta que llegaron al barco. Al parecer el trabajo de su papá estaba en la otra isla del Japón.
Cuando volvió a abrir los ojos el carro estaba detenido al frente de una casa que a decir verdad se veía interesante. Tenía un jardín amplio, nomás la casa era antigua, de repente era eso lo que le gustaba, el estilo de la casa. Entró y vio a sus papas que ya estaban acomodando las cosas en la casa. Buscó sus cajas y empezó a buscar su nueva habitación. Encontró una que le gustó mucho. Tenía ventana a la calle con terraza y la puerta era una mampara de vidrio, eso significaba sol desde el primer minuto del día. Tenía un closet grande y un buen espacio como para poner hasta un sillón.
Empezó a acomodar sus cosas, la gente de la mudanza le armo la cama, el escritorio, y el velador, el solo se encargaba de poner sus cosas en su lugar. Cuando termino se dio cuenta que le faltaba algo, recordó que era. La foto de su mamá ya no la tenía. Aparte de haber sido rota se la habían robado en su maleta. Dio un suspiro profundo y bajo al primer piso para ayudar cosa que así se olvidaba por un momento su descuido. Como en toda familia en el primer día uno nunca acaba de arreglar la casa, las mudanzas son pesadas y complicadas. Al principio nunca encuentras lo que buscas por mas que lo hayas marcado. Les llevo como dos días y medio dejar la casa ordenada y limpia. El miércoles su papá recién fue a trabajar. Por su parte Kouji se dedicaba a ver el paisaje, sacar a pasear al perro que de un momento a otro había crecido repentinamente y de paso empezaba a conocer la nueva zona en la que ahora vivían.
Si antes se quejaba de la ciudad ahora se podía quejar de la naturaleza. Se demoraría mas en llegar al colegio. La zona era medio campesina, no era que no le gustara es que había demasiada tierra y eso implicaba limpiar más seguido. Kouji recién estaba empezando a reaccionar que viviría en este lugar más tiempo de el que el hubiera pensado. Dos años con este estilo de vida, si se volvían a mudar después de esos dos años le sería difícil acostumbrarse otra vez, pero no había remedió, el estaba destinado a seguir a su papá hasta el infierno si es que le ofrecían trabajo ahí.
Si había algo bueno del lugar definitivamente era el cambio de gente. La gente del pueblo era mucho más amable que la gente de la ciudad. Eran más conversadores, no habían peleones por que más se dedicaban a trabajar que a otra cosa. Empezó a conocer más personas pero de todas formas sintió las miradas el primer día. Después se dio cuenta por que. En toda esa región sus ojos eran los únicos azules. Pero no se sentía tan solitario, también tuvo la oportunidad de ir al área urbana de la región. Parecía una mini ciudad por que era la cuarta parte de Tokio. Sus papas hicieron las compras para la semana el martes, aprovecho para ver el colegio al que asistiría a partir del lunes. Era increíble lo rápido que pasaba el tiempo, pronto conocería gente nueva y a medida que ese día se acercaba las mariposas se empezaban a mover más rápido en su estómago.
Sin darse cuenta de pronto ya era sábado otra vez. Ese día se levantó cansado. Sacó a pasear al perro como de costumbre pero se cansó, y eso que no había corrido mucho. El pecho le latía rápido y la respiración se le hacía cada vez más lenta, tenía que admitirlo, le costaba respirar. Se sentó en la tierra para descansar mientras el perro le lamía la cara. Cuando recobró fuerzas se levanto y juntos volvieron a la casa. Se fue a dormir a su cuarto a esperar que la comida estuviera lista. Su papá solía venir a almorzar por que su horario era mas holgado y toda la gente estaba acostumbrada a regresar a su casa a comer. Kouji sintió el ruido del carro en la puerta de la casa. Se puso sus sandalias y bajo a poner la mesa. Otra vez al bajar las escaleras se empezó a agitar, trató de ignorar eso y siguió con su tarea. Puso el mantel, los individuales, los cubiertos, los vasos. Su papá ya se había sentado en la mesa y su esposa ya había servido los platos y estaban en la cocina listos para ser llevados a la mesa por Kouji.
Kouji entro a la cocina, en una mano llevaba su plato y en la otra la ensalada. Por un momento pensó que se había tropezado con su zapato pero después de dio cuenta que era otra vez la respiración la que lo molestaba. Sonaron platos rotos en la cocina…
-“Kouji deja de jugar y ven de una vez a comer!” – pero Kouji no respondió. Kouji estaba muy ocupado tratando de respirar cogiéndose la garganta y tratando de ponerse de pie. Una de las manos puesta en el piso le estaba empezando a sangrar lo que lo asusto más y en la desesperación no podía respirar. Trató de hacer bulla para que vinieran a ayudarlo.
-“No te pares, seguro que quiere llamar la atención”
-“No creo que sea eso Musashi. Kouji no haría eso”. – los dos se pararon y fueron a la cocina. La intuición de Tomoko era cierta. Kouji estaba tirado en el piso con un pedazo del tazón en la mano chocandolo contra un pedazo del plato, la comida regada por todas parte y el arroz rosado por la sangre. Musashi se arrepintió de sus palabras y llamó por el móvil a la ambulancia mientras Tomoko trataba de darle aire a Kouji. La ambulancia no tardó en venir y se lo llevaron al hospital más cercano. Kouji solo sentía que se iba a morir, se sentía frío, pero se sentía acompañado por alguien… vio su cara.. era una mujer mayor que le abría los brazos, era un abrazo especial, no quería soltarla pero ella lo dejaba ir, caía… hasta que choco con la almohada.
Cuando abrió los ojos de nuevo ya se sentía mejor aunque un poco triste y decaído a pesar que no sabía por que. El cuarto era diferente al suyo y por el olor se dio cuenta que era un hospital. A lo lejos oía la voz de su papá que hablaba acaloradamente con un señor… doctor seguramente. Decía algo pero no entendía muy bien, aguzó el oído…
-“Como que esta bien? Si esta bien entonces por que estoy aquí? Usted mismo dijo que casi se moría y para eso fueron los exámenes!”
-“Si es verdad señor pero los exámenes dicen que el niño esta mas sano que yo. No sabemos que pueda haberle ocasionado ese para respiratorio” – casi se muere? Paro respiratorio? La cosa aparentemente había sido grave entonces. – “Ahora lo volveré a revisar y después de eso ya se lo podrá llevar a casa. Eso es todo” – el doctor entró a la habitación y lo encontró despierto. – “A ver… tu eres Kouji. Eres un caso raro por que no te encontramos nada malo. Como te sientes hoy?”
-“Bien eso creo. Aunque estoy un poco cansado.”
-“Te acuerdas si te atoraste con algo, estabas comiendo algún tipo de caramelo, no se, cualquier cosa?”
-“No nada. Recién íbamos a comer, yo estaba llevando los platos a la mesa y de pronto me empezó a faltar el aire, no se por que. EN la mañana había sentido fatiga pero nada más”. – el doctor tomo unos datos en su cartilla.
-“La próxima vez que te sientas mal avisa con tiempo. Por los exámenes no tienes nada así que ya te puedes ir. No mas cuando llegues a tu casa descansa un poco, toma las cosas con calma ok?” – acepte aunque no sabía muy bien por que si había hecho mis cosas lentamente.
No paso mucho tiempo y ya estaban camino a la casa los tres. La mano de Kouji iba vendada por que al caer lo había hecho encima de los platos rotos pero no había sido nada grave. Apenas puso un pie en la casa y lo mandaron a descansar a su cuarto. Kouji se echo en su cama y se puso a mirar el techo. No podía saber por que se sentía tan triste. Tenía la sensación de haber perdido algo muy importante. Había visto una cara en especial, la de una mujer que lo abrazaba pero no sabía quien era y a decir verdad ya no recordaba también su cara. No paso ni media hora y su papá subió con su cena, se la dejó en el velador. Kouji no quería comer, tenía la cabeza en otra cosa, era como si hubiese encontrado un universo paralelo en su cabeza.
A la mañana siguiente volvió a recordar sus nervios por que se le venía el primer día de clases. Detestaba ser el nuevo pero también ya se le había hecho costumbre ser el centro de atención. Se prometió tratar de llevarse bien con todos en su salón y asi fue. Haciendo un cuadro comparativo mental a Kouji le fue muy bien en ese colegio, conoció bastante gente, hizo algunos amigos, se podría decir que su vida ahí fue normal pero lo bueno nunca dura lo suficiente. Los dos años volaron de sus manos y a sus 10 años volvió a la isla grande a la parte de nagasaki donde otra vez volvería a ser el nuevo.
Capítulo 4: La luz de mi existencia
El carro de papá se movía rápido aunque para mi iba en cámara lenta, poco a poco veía como iba desapareciendo el pueblo, gente que se portó muy bien conmigo, no era que todos me odiaran es que de repente yo solo me hacía detestable o como decía el psicólogo ‘todo estaba en mi cabeza’. Abandonamos esa isla que nos albergo dos largos años, dos años en que deje de ser el chico nuevo del colegio, dos años donde veía gente ingresar y yo seguía ahí. Dos años mas conviviendo con mi papá y su esposa que había aprendido no era mala, me quería en medio de todo, yo también le había cogido cariño pero seguía sin decirle mamá por la simple razón que ella no lo era. Por este pequeño problema me gane muchos pleitos con mi papá que para mi desgracia si lo es, lo quiero mucho pero por carácter no nos llevamos del todo bien.
Por que no me llevo bien con el? EL quiere que yo sea el chico modelo, que sea amigo de todos (lo trate pero no pude por que estoy acostumbrado a no serlo), quiere que le diga mamá a su esposa cosa que no puedo hacer por que ella no es mi mamá, quiere que haga deportes y sea parte de un equipo para tener más amigos, problema para mi por que ya no quiero más amigos y no soy muy bueno en los deportes, en lo único que destaco es en kendo por que el psicólogo recomendó que para liberar mi ira me vendría bien algo así. En lo único que si pude complacerlo es en que soy bueno en los estudios, quien lo diría no, sobretodo por que la gente cuando me ve piensa que soy un vago, esa gente me da risa.
Bueno volvimos a la isla principal, puedo ver gente de algunos pueblos, no me había dado cuenta pero al estar al norte mi piel se había aclarado por el frío, la gente del sur era mas bronceada. Ahora mi familia se muda a Osaka, no me acuerdo mucho de este lugar pero me anima que por lo menos no es un lugar completamente desconocido para mi. A la mitad del camino hicimos una parada por que se acabo la gasolina del carro. Con papá tuve que caminar hasta la siguiente estación gasolinera mientras Tomoko cuidaba el carro en medio de la carretera. De regreso nos pesco la lluvia y para colmo de males no habíamos llevado ningún tipo de impermeable, yo estaba con una casaca sumamente delgada y mi papa con una algo mas gruesa que la mía pero no tanto. Caminar bajo esa lluvia y sin protección fue horrible por que las gotas heladas se metían por mi cuello y me mojaban mas de lo que ya estaba. Habremos durado en la lluvia como media hora por que un carro que pasaba por ahí se apiado de nosotros y nos dio jaló hasta nuestro carro. Todo mojado me metí al carro y empece a buscar algún tipo de abrigo para papá y para mi. Encontré dos casacas para calentarnos, se sentían muy bien. Aún así papá encendió la calefacción del carro. Me quede dormido el resto del camino.
Cuando desperté seguíamos viajando, me sentía medio mareado, me senté y me vi por el espejo, me había quedado dormido con el cabello mojado. Tomoko se dio cuenta y con su mano me tomó la temperatura, según ella estaba empezando a resfriarme, tuvimos que parar en una farmacia para comprarme unas pastillas y tomar un buen desayuno. Me ordenaron descansar cosa rara por que no podía hacer gran cosa ahí dentro del carro así que hice lo único que pude hacer y me quede dormido. Para cuando volví a abrir los ojos ya estabamos en Osaka y mi dolor de cabeza se había ido también.
El camión de la mudanza nos había dejado las cosas desordenadas asi que todo el día nos la pasamos poniendo todo en su lugar. No acabamos en un día, nos tomaron dos dias completos para arreglar todo. Después de esos días me mandaron al colegio, y volví a convertirme en el chico nuevo. Debo decir de después de tiempo me volvía a sentir raro, había con ganas de hablar y ser una persona diferente pero apenas puse un pie en el colegio con mi papá se me fueron todas esas ganas. Mientras hablabamos con la directora mi papá pavoneaba de mis buenas notas y estaba empeñado en resaltarle a la directora que había aprendido hasta la multiplicación y división en primer grado todo para tratar que la directora no le prestara atención a las notas de los otros colegios donde había estado que decían que era un busca pleitos y ese tipo de cosas que hacen que la gente piensa mal de ti.
Cuando la directora me dejo en mi salón supe que me tendría entre ceja y ceja. Me hubiera gustado decirle que en verdad no fui yo el culpable sino la gente de mi salón pero en estos casos las directoras se dejan llevar mucho ppor las opiniones del resto. Entre al salón y lo primero que escuche fue esa típica frasesita ‘el nuevo’. Me sentí chiquito una vez más y casi sin notarlo la gente me empezaba a mirar con miedo. Había empezado con mal pie el día. Como siempre suelo hacer el primer día me gusta destacar por lo que se, pero a estos chicos no les importo mucho el hecho que yo supiera mas que ellos, eso me agrado, me sentía mejor.
Para la hora del recreo un grupo de chicos se acercaron a preguntarme si quería jugar con ellos. Abrí mi boca sin darme cuenta y automáticamente salió un NO, por que habría dicho que no? A… ya lo recorde! No soy bueno en los deportes por eso no me gusta jugar para que después no se burlen de mi. De donde sale tanto miedo? Tengo temor a la burla, a que se rían de mi, a hacer algo incorrecto. Para final del día todo el salón sabía que era el tipo de chico que es mejor dejarlo solo. Unos pocos trataron de acercarse a mi después del primer día pero todos fallaron en sus intentos. Después nadie más quiso volver a intentarlo, no los culpo, yo tampoco querría hablar con alguien que me trata como la suela del zapato, la gente no quiere que la traten mal, quieren ser amigos.
Como parte del ritual papá me fue a recoger para preguntarme como me había ido en mi primer día, solo le dije un ‘bien’ y de la nada supo que no le gustaría lo que le iba a decir.
“Ese ‘bien’ no me convence. Tu has hecho algo que no debiste haber hacho seguro. Dímelo antes que me llamé la directora y me lo cuente, quiero estar preparado”
“Que poca fe en mis palabras. No hice nada malo, nunca hago nada malo, simplemente dejo de hacer cosas nada mas.”
“Entonces que dejaste de hacer” – cada palabra que decía papá conducía mas tenso que nunca. Aquí tenía que optar por una decisión o bien le decía a mi papá que no había hecho amigos por mi mal humor lo que lo pondría de muy mal humor a él o le inventaba algo como no limpie los borradores y justo me tocaba a mi lo que también lo enojaría ya que se supone eso era mi responsabilidad. – “Y bien? Dime pues que paso?”
“Nada, si te lo digo me vas a gritar y ahorita estas manejando, nos podemos chocar!”
“DIMELO!”
“Le puse chicle al asiento de la profesora”
“TU QUE!”
“Ves? Te enojaste”
“Dime de una vez que hiciste. No voy a mover el carro hasta que me lo digas, no me importa si me arrestan.” – estaba hablando en serio. La gente ya empezaba a tocarle la bocina. Esos ruidos me desesperaban, me sentía mal…
“Maneja!”
“Dime entonces!” – mas bocinas, ruido, gente gritando, me faltaba el aire…
“NO HICE AMIGOS! CONTENTO? AHORA ARRANCA POR FAVOR! Me desespera el ruido!” – me sentía mal pero por lo menos logré que papá arrancara. No me hablo el resto del camino hasta que bajo del auto sin decirme nada, cerro la puerta de la casa fuerte detrás de él. Me seguía sintiendo mal, cogí mi maleta y baje del carro despacio, me senté en la puerta a pensar un poco, no podía sacarme el ruido de las bocinas de la cabeza. Recobré el sentido y entre a la casa. Tomoko me recibió la maleta y tapándome con su cuerpo trataba de hacerme pasar hasta la cocina sin que me viera papá.
“Ven aquí que tenemos que hablar” – seguí la voz hasta la sala y me sente como un acusado ante el tribunal. – “Que te digo siempre?”
“No es tan fácil sabes? No es fácil pararse al frente de un salón y decir tu nombre como si fueras un animal de circo, contestar tantas preguntas como, quien eres? De donde vienes? Que haces? Nunca me he sentido cómodo con eso y tu lo sabes.”
“Entonces dime como otra gente lo hace? Que tiene esa otra gente que no tienes tu?”
“Una vida sedentaria quizas!”
“Vete a tu cuarto” – me di al vuelta y me fui. Esta charla era común con mi papa. Sabía que esto pasaría por eso el día anterior había guardado unos panes en mi velador por si me daba hambre. Mientras subía escuche como Tomoko me defendía pero mi papá es terco como una mula y en ese caso no la iba a escuchar. Mi papá era bueno, lo que pasa es que no me entiende, no sabe lo que pienso, no sabe nada de mi. Mas tarde Tomoko abrió la puerta de mi cuarto y me pasó mi comida, al parecer mi papá se había ido a dormir temprano. Le agradecí a Tomoko por la comida, si ella tenía un hijo con mi papá sería una gran mamá, ojala me siguiera queriendo como lo hace ahora, con un hijo mas le dará mas atención al suyo que a mi, era lo más seguro.
EL tiempo paso y decidí acostumbrarme a este estilo de vida poco a poco, habían indicios que nos quedaríamos por lo menos un año aquí. De esos doce meses yo ya iba gastando cuatro. Ya llevaba 4 meses en Osaka y había logrado que los chicos me respetaran, nadie me fastidiaba pero tampoco nadie me hablaba. Era algo así como un elemento radioactivo en el patio. En cuatro meses mi papá no había tenido quejas de mi comportamiento solo felicitaciones por mis notas cosa que lo había llenado de orgullo y había dejado de fastidiarme con ese rollo de que tengo que hacer amigos.
En mis ratos libres me gustaba estar en casa, leyendo como siempre, a veces practicaba un poco de kendo yo solo por que no conocía a nadie mas por mi casa. Este día en especial se me había ocurrido practicar un poco en el jardín de la casa. Salí temprano pero apenas toque el jardín sentí que algo no estaba bien, sentí que alguien nos observaba, mire a todas partes pero no detecte ningún ojo entrometido. Preferí no prestarle atención a ese hecho y seguí practicando. Tomoko salió a regar el jardín y después de un rato entró. Antes de irse me dijo que la comida estaría lista en un momento pero no le hice caso. Yo seguí con lo mio como siempre. Después de 10 minutos volvió a salir a llamarme, entre, sentí otra vez como esos ojos se clavaron en mi espalda y me pusieron los pelos de punta. Tomoko volvió a llamarme así que fui a comer, ya estaba acabando cuando me di cuenta de algo…
“Deje al perro afuera, lo voy a meter” – salí corriendo a traerlo, me había estado acompañando allá afuera. Cuando abrí la puerta estaba junto a la reja de la entrada, olfateando a alguien, sería a la persona que me estaba mirando? Saqué mi cabeza para ver pero no vi a nadie, tuve que ir a traer al perro por que no quería obedecer, estaba raro, el no es amistoso con la gente extraña.
No volvieron a pasar cosas raras otra vez hasta el día de hoy que regrese al colegio. Como siempre iba con pesadumbre, había cogido cariño a despertarme tarde pero tenía que salir sino me castigarían por tardanza. Otra vez volvía a tener la sensación de que alguien me miraba y seguía. Varias veces voltee para tratar de capturar a alguien con la mirada pero no encontré a nadie. Me estaría volviendo loco? Me apresure y entre al colegio. Me senté en mi carpeta a la mitad del salón a esperar a la profesora. Ella llegó, al parecer había un alumno nuevo o eso fue lo que escuche por las chicas que cuchicheaban delante de mí, por lo menos ahora ya no soy yo el nuevo. Sería mi imaginación o el efecto de la mirada se me había quedado pegado, sentía que acaparaba la visión de alguien, alguien que se sentaba al fondo, sería del chico nuevo? Toda la clase me miraba, no me quitaba un ojo de encima hasta la hora de recreo que me escabullí entre la gente y logre llegar hasta el patio. Busque mi banca y me senté, la gente sabía que mientras leía no debían fastidiarme.
Estaba absortó en mi lectura cuando comenzaron las miradas otra vez. Esta vez ya no detecte una sino varias, incluso sentí como la gente me señalaba con el dedo, que estarían diciendo de mi? Agucé el oído. Oía todo tipo de versiones acerca de mi, ya le estaban contando todo sobre mi al nuevo, seguro advirtiéndole que no se metiera conmigo. Un timbre de voz bastante agudo llegó hasta mi oreja, era la voz de Yoshi, la chica más chismosa del salón, sabía la vida de todo el mundo, no sabía como hacía para descubrir todas esas cosas de la gente, incluso cosas privadas, lo más probable era que sabía un montón sobre mi, ella me daba miedo de lo que pudiera decir.
Luego escuche pasos, pasos que se acercaban a mí, pasos que se detenían y ojos que se clavaban en mi cabeza. No planeaba mirarlo, no podría, Yoshi seguro le habría contado un montón de cosas.
“Hola mi nombre es…” – la mejor alternativa en este caso era no dejarlo hablar, si no decía nada nadie se enteraría nada y si aun así quería hablar con el entonces lo harían en un lugar aparte donde nadie pudiera oírlos.
“No me interesa como te llames solo aléjate que me tapas la luz del sol y no puedo ver bien!”
“Pero…” – no me interesó escuchar nada mas, si quería hablar que hablara solo entonces. Me pare y me fui de mi lugar, felizmente poco después sonó la campana y todos regresamos al salón. Había sido muy grosero con él pero no tenía otra alternativa o si?
Traté de no darle mucha importancia a ese asunto pero aún así me seguía incomodando las miradas en clase. Debió ser él el que me miraba constantemente o los demás, miradas inquisidoras, seguro no les había agradado mi comportamiento, quizás así las chicas dejarían de mirarme y de cuchichear cada vez que me ven pasar por los corredores. Al final de la clase agarré mis cosas y me fui tan rápido como pude. Camine y camine sin un rumbo fijo, aún sentía que alguien me miraba pero a pesar de que volteaba para ver si encontraba alguien con características de fisgón la calle estaba vacía. Debía estar volviéndome loco o paranoico. Traté de relajarme un poco, busqué un parque para ver a la gente pasear, eso me relajaba un poco por que me ponía a fantasear. Patético pero me daban ganas de soñar, que pensaría mi papá si supiera esto? Seguro se espantaría y trataría de cambiar mi mentalidad.
En el parque encontré un grupo de niños jugando en las cajas de arena, se veía tan pacífica la escena. Recordé que me gustaba jugar con la arena, jugaba solo por que no me gustaba estar con el resto, a parte no podía conversar con extraños, eso me enseñaron en el nido. Seguí caminando y encontré otro grupo de chicos, debían ser más o menos de mi edad y jugaban con la pelota, se veía divertido, me daban ganas de jugar, pero no los conocía, no me podía meter si no me llamaban. Noté que uno de los chicos se fue, quedaba un cupo… pero no me anime a tomarlo, otro chico de por ahí tomo la posta… y aquí viene lo que siempre me decía mi papá, sus palabras me retumbaban como un disco rayado ‘No te quedes’, ‘no seas tímido’, ‘has nuevos amigos’. El consejo era bueno pero tenía la maldita costumbre de nunca seguirlo.
No se cuanto tiempo me habré quedado ahí pensando, según mi percepción del tiempo no mucho pero según el reloj de mi muñeca me había quedado como dos horas en esa posición. Miré al cielo y ya estaba empezando a oscurecer. Me esperaba un sermón en casa. Me aleje lo más rápido que pude tratando de pensar en una excusa lo suficientemente buena y sobre todo que fuera creíble. Que podía ser? La primera idea fue decir la verdad: ‘Papá me quede pensando en el parque y cuando me di cuenta ya era tarde’ o una mentira que era algo que me podía salvar el pellejo, algo como: ‘Papá por fin hice amigos y me quedé jugando con ellos en el parque!’ podía ser una buena noticia para el pero era muy poco creíble dado que yo no juego. Otras ideas cruzaron por mi cabeza también como me quede en el colegio para limpiar, me quedé ayudando a un compañero aunque esa tampoco me la iban a creer.
Por fin llegué a casa, no había tomado una decisión. Opte por decirle la primera que se me viniera a la cabeza de acuerdo a su estado de ánimo, mucho dependía yo de eso. Entré a casa esperando a que no me hicieran mucho caso, cerré la puerta despacito y camine de puntitas pero el grito de mi papá me puso los pelos de punta.
“KOUJI! Que horas son estas de llegar! No sabes que tienes que llamar antes cuando vas a llegar tarde?” – mala suerte, ha tenido un mal día en el trabajo pero aún así que culpa tengo yo? Por que siempre se las desquita conmigo?
“Si lo sé pero se me hizo tarde. Lo siento”. – supongo que con una disculpa se arreglara todo.. no? En estos casos siempre era mejor dejarlo tranquilo para que se relajara y pensara mejor. Seguí subiendo las escaleras para perderme en mi cuarto que en estos casos actuaba como santuario y me mantenía alejado de papá.
“Escúchame cuando te hablo! Parece que a ti no te importa nada de lo que sucede en la casa. Tu mamá estaba preocupada por ti, debes llamar!” – parece que papá estaba más alterado que de costumbre y lo peor de todo era que hablaba estupideces.
“Cuantas veces te voy a repetir ELLA NO ES MI MAMÁ! Mi mamá murió cuando yo nací PUNTO!” – Estaba hirviendo como el agua, igual que mi papá, al parecer en medio de todo somos iguales por más que odie admitirlo. El calor se me bajó de la nada al ver a Tomoko empezar a llorar, sé que era duró para ella escuchar eso pero era la verdad, así lo sentía yo. Tuve ganas de disculparme en el acto con ella, no fue mi intención hacerla sentir mal en ningún momento pero papá me sacaba de las casillas. Pero mis disculpas se quedaron en eso, una simple intención por que mi papá me pegó una de sus famosas cachetadas según el para hacerme ver lo malo que había sido. Si fui malo, pero como dije no fue mi intención. Me paré y seguí caminando, no iba a permitir que papá me siguiera hablando y requintando con la cabeza caliente. Sentí que me seguía pero como todo desgraciado tenía buena suerte, y la persona que herí sin querer me defendió en la escalera. Pude llegar a mi cuarto con mi mejilla roja y adolorida y mis ánimos por los suelos.
Cerré la puerta tras de mí y me senté en mi cama. Inconcientemente abrí el primer cajón de mi velador y saqué el marco vacío, traté de imaginarme la cara de mi mamá, de aquí a un tiempo empezaba a sentir que me estaba olvidando de su cara. Vi mi cara reflejada en el vidrio del marco, el golpe me dolía cada vez más. Deje en marco encima del velador y fui a mi escritorio. Del cajón saqué una regla de metal fría y me la puse en la cara para que bajara la hinchazón, no podía ir por hielo por que mi papá aún estaba despierto. Sería el golpe de mi papá que había acabado con la sensación de que alguien me miraba o era mi imaginación? Había sido malo, estaba arrepentido, quería llorar pero no podía. Mi maldad había herido a Tomoko. Estire mi brazo y lo vi tan blanco con la otra mano me di un golpe usando la regla de metal que ahora estaba caliente y ya no servía para bajarme la hinchazón. Me dolió, tanto como le dolieron a Tomoko mis palabras, tanto como le dolería a mi mamá saber que me porto mal. Decidí que un golpe no ea suficiente, me di tantas veces con la regla que me brazo se puso rojo pero pare de hacerlo cuando Tomoko tocó mi puerta.
Tapé mi brazo con mi casaca y la dejé entrar. Había venido con hielos para mi cara, me sentí peor que antes. Ella no me miraba directo a los ojos, solo me puso el hielo en la cara. Si había alguien avergonzado ese debía ser yo.
“Lo siento. No quise decir eso allá abajo. En verdad no fue mi intención hacerte sentir mal. Fui un tonto. Me perdonas?”
“No te preocupes Kouji. No es justo que se te obligue a decir lo que no sientes. No soy tu mamá pero te quiero como si lo fueras”. – Este era el día de hacerme sentir mal creo – “Por las disculpas no te preocupes, te comprendo, yo pase por lo mismo cuando mi papá se volvió a casar. Yo debo ser una molestia para ti, yo soy más bien la que te pido disculpas por ponerme a llorar como una tonta, no fue mi intención hacer que tu papá reaccionara así”. – se levanto y se fue de mi cuarto. Una vez más me quede solo y peor que nunca.
A la mañana siguiente volvió el día de colegio. Mis palabras debían ser como dagas por que hoy no supe nada del chico nuevo, es más no fue a clases. Traté de averiguar algo pero sin levantar sospecha. Agucé mi oído una vez más para ver que se decía. Por supuesto no hice caso a los chismes y me fui directo a escuchar fuentes más confiables como Yoshi que estaba como siempre hablando rápido con su amiga del costado.
“Me enteré el nombre del nuevo! Se llama Kouichi Kimura! Parece que se mudó por aquí ahora último pero ayer solo vino para conocer una escuela y si le gustaba el ambiente vendría aquí!”
“Si pero no creo que vuelva. Después de haber sido ignorado por Minamoto va a ser bien difícil verlo otra vez por aquí”
“Puede que tengas razón pero igual no pierdo las esperanzas. No se si lo viste bien pero yo logre ver sus ojos! Son muy bonitos…” – La información más importante fue que al parecer no regresaría y todo era por mi culpa! Era una gran imbécil. Espere a que empezaran las clases para estar seguro que no regresaría y así fue, no vino. La gente en el recreo se alejaba de mi más que nunca, tanto miedo me tenían? A la salida me fui de frente a mi casa, no quería que el espectáculo de ayer se volviera a repetir.
Ya en casa me puse a pensar como podría subirle el ánimo a Tomoko. Ella parecía como si se hubiera olvidado por completo del incidente de ayer. Papá cuando llegó no me saludó, tampoco me dirigió la palabra, me estaría castigando con indiferencia? Podría soportarlo? Traté de hablarle para disculparme también con él pero no me respondió. Era igual de terco que yo. La cena transcurrió en silencio de ultratumba. Como papá no me hablaba traté de llamar su atención contando en voz alta como me había ido en el colegio y los exámenes que me habían entregado pero lo único que logré fue que me pidiera sal que estaba a mi costado. Al final el se paró y se fue, Tomoko me hizo una señal diciéndome que ya se la pasaría, aún así no era justo que me ignorara de ese modo.
Me fui a mi cuarto a hacer mis tareas como siempre, solo el perro vino a hacerme compañía. Tomoko tenía razón, si papá no me quería hablar por ahora no lo haría pero tarde o temprano me tenía que volver a resondrar, eso estaba en su naturaleza.
Al día siguiente regrese al colegio, me sentía cansado, sería por que estaba a mitad de semana? El camino al colegio se me hizo largo por el sol, demasiado calor me cansaba pero aún así logre llegar. Fui a los casilleros a dejar mi zapatos de calle. Pero cuando lo abrí encontré un sobre. Se habrían equivocado al dejarlo aquí? Lo mire bien pero decía mi nombre. No pude con la curiosidad y lo abrí. Tenía un papel escrito, lo saqué.
Hola Kouji
Quiero hablar contigo por que sé muchas cosas de tu pasado, cosas que
no sabes e involucran a la persona de la foto. No te puedo decir más
por que me parece que sería mejor contándotelo en persona ya
que es algo delicado.
Podríamos vernos el viernes a las 9 pm en la estación del tren? Hazme saber si esa hora te conviene dejando el sticker verde pegado en tu casillero, así sabré sino ponme una hora en el sticker, yo puedo a cualquier hora después de las 7.
Ah me olvidaba, esa foto es un regalo mio para ti, espero te guste ya que me entere que perdiste la tuya.
Nos vemos el viernes entonces…
No tenía nombre, quien sería? Que cosas sabría de él? Persona de la foto? Metí mi mano otra vez al sobre y toque un papel fotográfico, saqué la foto. La persona era mi mamá! Pero que información acerca de mi mamá se refería esta persona? Que relación tendrían? O habrían tenido por que ella ahora estaba muerta. Nueve de la noche… si iba poder… así no me dejarán de todas formas no iba a faltar. Pegué el sticker en mi casillero y con plumón escribí: Ahí estaré
Ya solo faltaban un par de días teniendo en cuenta que el miércoles recién estaba comenzando… tenía un motivo ahora para resistir la semana.
TBC...