Capitulo 1
En estos tiempos los padres no pueden darse el lujo de dejar andar a sus hijos solos por la calle, en estas épocas las calles estan muy duras y la gente mala ronda por todas partes. Hace mucho tiempo, no hace mas de 5 años, la gente de este lugar suele ver a un par de niños que caminan solos por la calle. Los niños están muy sucios y cuando alguien intenta educarlos o acogerlos desaparecen doblando la calle. A aparecen en el momento menos pensado y se van con el viento. Pero poca gente en verdad se acuerda que hace mas o menos cinco años ocurrió un crimen atroz terminando la calle. Solo unos cuantos ataron cabos y se dieron cuenta que dos niños quedaron huérfanos y a pesar que las instituciones se los llevaron para reasignarlos en hogares adoptivos siempre regresaban. El que regresaba primero era el mayor y dos días después aparecía el menor. La gente no sabe sus nombre pero sus apodos si asi se les puede decir son el hermano mayor que es el más alto de los dos y el chiquito que según se dice parece que es mudo.
A mi abuelita le gusta dejar comida en las noches por que piensa que esta gorda, por eso ella divide la comida en dos partes y la pone en dos tapers, envuelve los cubiertos de plástico con servilletas y las dejas detrás de la maceta de la entrada. A mi me gusta esperar a que vengan a comer, mi abuelita me dice que si quiero verlos me tengo que esconder para no asustarlos y que es mejor que no me vean por que de repente después ya no quieren volver y si es asi los pobres se quedarían de hambre. La pregunta de la mayoría es como le hago para saber tanto de ese par de niños si es que vivo hace poco aquí. La respuesta es bastante fácil. Yo también soy un niño y casi no conozco a nadie por acá, mis papas están de viaje por lo que estoy viviendo con mi abuelita que es la única persona por aquí que parece saber bastante de este par. A mi me gustaría hablarles pero mi abuelita como siempre me mete miedo. Pero ahora que son casi las 10 de la noche es tiempo de cumplir mi trabajo y dejar los tappers escondidos a que dentro de media hora mas o menos ellos vendrán a comer.
-“Takuya!! Apúrate hijo que ahorita vienen los chiquitos a comer!”
-“Ya voy abuelita!” – me pongo mis babuchas y voy corriendo. Bajo por las escaleras y coloco mi banquito detrás de la cortina que es el lugar donde me gusta verlos. Luego voy a la cocina y caliento bien la comida en el microondas y como es costumbre lo pongo detrás de la maceta. Por lo general cuando ellos vienen se sientan en el pórtico a comer y cuando terminan se van y regresan en diez minutos con los tappers limpios. Según mi abuelita lo lavan en su casa pero nadie sabe donde viven a ciencia cierta.
A medida que se acerca
la hora me pongo más impaciente. Pero me parece que ya los veo llegar.
SI mis ojos no me engañan son ellos. No, me equivoque, solo ha venido
uno, el mayor. Que le habrá pasado al otro? Se habrá enfermado?
El mayor se acerca y coge los dos tappers y se va... seguro va a ver a su
hermano. Me gustaría seguirlo pero no creo que a mi abuela le guste
mucho la idea que salga a estas horas. Supongo que ya mañana será.
Capitulo 2
Si tu vieras ese lugar jamás pensarías que alguien pudiera vivir ahí. Vagamente podrías reconocer que esas ruinas algún día fueron una casa. Las paredes estaban caídas y habían algunas habitaciones que no tenían techo. La puerta principal no se podía abrir por que al parecer estaba trabada o simplemente cerrada. La cocina tenía las mayólicas rotas y manchas oscuras en el piso salpicadas por toda la casa. Las habitaciones estaban llenas de tierra, las arañas habían conquistado la casa y sus telas estaban por todos lados, las polillas habían convertido la mayoría de los muebles en su hogar. Pocas habitaciones tenían luz.
Esa noche una sombra salía de ese lugar, caminaba por un camino al parecer mas que conocido, la sombra iba tarareando y pateando piedras, la sombra jugaba con los perros que custodiaban las casas del lugar hasta que por fin llego a su destino. La sombra al parecer conocía muy bien este lugar por que sin pensar mucho entro a la casa de su benefactor. Su olfato le decía que alguien se había tomado la molestia de calentarles la comida. Se agacho y a tientas empezó a buscar su alimento. Cuando lo encontró emprendió el camino de regreso no sin antes percatarse que alguien lo observaba. Como no tenía mucho tiempo cogió lo que encontró y se fue corriendo. La sombra se perdía en la oscuridad de la noche y aparecía debajo de la luz delatora de un poste que se atrevía a mostrar su ser a cualquiera que estuviera atento en ese momento. La sombra siguió su camino sin detenerse, no podía permitir que su hermano comiera frió.
Cuando llego a las ruinas que era su casa se dio cuenta que había pisado un insecto. Corrio a la parte posterior de la casa y se metío por una ventanita que al parecer daba al sótano de la vivienda. El lugar estaba muy frío así que se apresuro a buscar a su hermano.
-“Kouji? Ya llegue, soy yo. Traigo la comida.” – De las sombras surgio otra figura un poco mas pequeña que la anterior pero igual de delgada y desaliñada pero con un aspecto de enfermo.- “tenias razon, yo también sentí que alguien nos miraba, pero parece que no nos quiere hacer nada malo, solo es un curioso más. Ven apurate que la comida se enfría, aún tengo que devolver el envase”.- El niño se apresuro a acercarse. Ambos se sentaron alrededor de una mesita y empezaron a comer. A pesar que tenían cara de hambre no se comieron todo. Ellos tenían la costumbre de comer la mitad y lo otro lo guardaban en una cacerola vieja.
-“Come tu mitad Kouji, aún puedes comer un poco más”. – pero no comio más – “si no comes te vas a enfermar, te vas a morir y me vas a dejar solo así que come por favor” – el menor vio el taper y se le cayeron unas lágrimas, poco después comío un poco más. – “Gracias por hacerme caso” – El chico cogio los envases y los lavo luego se volvió a ir dejando solo a su hermano.
Cuando regreso su hermano estaba durmiendo. A el le parecía triste el aspecto de su hermano. Había algo extraño en él también. Ya eran mas o menos cinco años desde que había dejado de hablar, el sabía el motivo pero no sabía lo que había pasado exactamente, es más nadie había logrado sacarle una palabra a su hermano acerca de la que paso en la casa aquel día.
Flashback
El venía del colegio, su hermano se había quedado en casa por que estaba enfermo y su mamá se habia quedado con él. El venía corriendo por que sabía que había pasado algo malo... lo único malo era que no sabía que.
Entro corriendo y subió las escaleras principales tirando la maleta en la escalera. Entro al cuarto de su mamá y a primera vista todo estaba normal... hasta que se dio la vuelta y encontro manchas de sangre en la pared. Empezó a gritar “Mama!!! Kouji!!!! Donde estan?” pero nadie respondía. Bajo las escaleras y fue hacia la cocina, paso primero por el comedor y debajo de la mesa estaba Kouji pero su mirada estaba perdida y por mas que lo samaqueaba no obtenía ni una respuesta de el. La sangre... habian manchas de sangre en la ropa de su hermano, pero el piso estaba manchado de ese liquido rojo y la sangre se hacia mas fresca conforme llegaba a la cocina... tomo valor y empujo la puerta... nada en su vida lo había preparado para esa escena. Toda la cocina estaba bañada en sangre y su mama estaba encima de mesa pero su piel estaba extrañamente fuera de su lugar cuando olló a su hermano gritar... fue la ultimá vez que escucho algo de su voz...
Fin del Flashback
Ya habían pasado cinco años, cinco años hablando practicamente solo. Después del crímen los polícias llenaron la casa y empezaron a hacer investigaciones. A los dos los mandaron a un albergue mientras decidian que institución se haría cargo de ellos. A Kouichi, el hermano mayor, le preguntaron todo lo que había visto y todo lo que sintió al ver esa escena y que después de tanto tiempo aún no la podía olvidar... quien sería capaz de despellejar de esa manera a su mamá? Por que? EL problema era Kouji, al parecer según la policía el había visto todo y era precisamente por eso que no hablaba. Un monton de personas querían hablar con él pero el no decía nada, los medicos empezaban a decir que Kouji había bloqueado su voz y que ahora con el tiempo ya no era capaz de decir nada.
El problema de los niños fue cuando decidieron darlos en adopción. Nadie quería llevarse a dos gemelos por que es mucho trabajo, al principio fueron adoptados por familias diferentes pero los devolvían a la semana por que se ponían a llorar y al menos en el caso de Kouji las parejas afirmaban que ese niño estaba loco por su forma de mirar. Solo fueron dos veces cuando dos parejas decidieron adoptarlos a los dos. Al principio las cosas iban bien pero extrañamente empezaban a variar. En la estancia que tuvieron en esas casas Kouji no se podía acercar a la cocina y cada vez que veía un cuchillo se ponía a gritar como loco y no había quien lo callara... excepto Kouichi.
Pero decidieron escapar cuando una de esas parejas no aguanto mas y sin más preámbulos golpeo a Kouji por gritar. Los castigaron en sus cuartos pero Kouichi fue el que tomo la decisión de huir y a la noche los dos se salieron por la ventana. Estuvieron perdidos por 2 semanas pero una patrullero los encontró y los devolvió al hogar de niños. Cuando los separaban el que huía primero era Kouichi quien después averiguaba donde estaba su hermano y lo iba a sacar de donde estuviera y los dos regresaban a casa... a su casa. En estos ajetreos vivieron por cuatro años hasta que la gente se olvido de ellos y los dejó en paz aunque de vez en cuando la policía los paraba y los llevaba al colegio. Para evitar este tipo de cosas los chicos acordaron que irían al colegio sin necesidad de que los estuvieran parando... solo querían que los dejaran en paz. La gente acepto esto y los dejo en paz.
Ahora los chicos vivian solos en lo que alguna vez fue su hogar. SE alimentaban con lo que la gente buenamente les daba aunque la mayoría de días solo comían una vez. A veces la gente les dejaba bolsas de comida junto a la basura, otros les dejaban ropa vieja, libros y cosas asi. Pero ellos no agarraban todo. Ellos no eran los únicos de la calle. Había gente que venía antes que ellos y se apropiaban de esas cosas. Las unicas temporadas donde comían muy bien eran las temporadas de colegio donde el mismo colegio se encargaba de alimentarlos.
Algunos pueden pensar que el colegio más lo aprovechaba Kouichi por que el era el único que podía hablar pero la verdad lo aprovechaban los dos. Si bien Kouji no hablaba si podía responder mediante la escritura. Para la mayoría de niños era muy difícil sociabilizar con ellos dos por que no les gustaba parar con nadie. En los recreos solo se limitaban a sentarse uno frente al otro y se miraban las caras como contandose cosas o de lo contrario solo comían o se ponían a hacer las tareas ya que de noche preferían hacer otras cosas.
Al terminar el colegio se iban los dos a pasear, veian los patos, pateaban piedras, se iban al estanque y se bañaban ahí. Luego regresaban a su palacio destruído y con lo que quedaba de luz hacían sus trabajos y esperaban pacientemente la hora de salir a buscar su cena a la casa de la señora que le gustaba calentarles la comida. Esa señora tenía algo en especial... solo que no sabían que era con exactitud. Bueno para el era el fin de un día tenia que dormir... mañana empezaban el colegio una vez más y tenía la certeza que sería un gran día...
Capítulo 3
Takuya
Las vacaciones al fin habían acabado. La abuelita era una buena persona
pero estar con ella todo el día ya me comenzaba a aburrir. En el colegio
si bien me iban a cargar de tareas por lo menos conocería gente, podría
hacer amigos. Papá y mamá se iban a tardar en el viaje, por
lo menos unos seis meses para cerrar en negocio en Nueva York, así
que prácticamente iba a quedarme aquí todo el año, lo
que significaba que haría buenos amigos.
Este lugar era bonito, algo aburrido pero era simpático. La gente se levantaba muy temprano todos los días, los negocios abrían temprano y cerraban temprano. Los niños jugaban en la calle por las tardes y cuando hacía sol iban a jugar al estanque… al menos eso era lo que me decía mi abuela. Según ella en sus épocas todo era más bonito que ahora, ahora según ella la gente esta más arisca y ya no les importa las cosas buenas de la vida. A mi me gusta esta vida aquí aunque a comparación de la ciudad le falta acción.
El colegio era grande, todos los chicos de este sector iban a este colegio según tengo entendido. El patio es grande y como siempre lo primero que hago al entrar al colegio es ir a ver la cancha de soccer, me encanta ese deporte. Después mis pies se dirigieron a buscar mi salón. Encontré mi casillero y deje mis cosas, solo me quede con unos cuantos cuadernos para no cargar mucho. En mi salón habían varios chicos, todos muy amistosos, me reconocieron como el nuevo y trataron de hacerse amigos míos. Las chicas también eran muy bonitas en especial una chica que era rubia, ella fue la primera que me saludo y me dio la bienvenida a su salón.
Las clases comenzaron y la profesora me introdujo a los que no se enteraron cual era mi nombre, la verdad no eran muchos, la mayoría ya me conocía ahora. Ni bien me senté la profesora intentó iniciar las clases pero un golpe en la puerta la interrumpió. Se paró algo enojada y camino hasta la puerta, al parecer alguien había llegado tarde. Fui él único que intentó ver de quien se trataba, los demás más que curiosos estaban nerviosos. La profesora se quedo hablando un rato afuera con la persona que había tocado la puerta mientras yo intenté preguntarle a la rubia de mi costado que se llamaba Izumi, quien era el interruptor.
“Bueno… es normal que tu no los conozcas, son muy raros, uno más que el otro. Siempre llegan tarde, por aquí la mayoría les tiene miedo no por que sean malos sino por que como ya te dije son raros. Uno no habla, ese es él que los pone más nerviosos” – Izumi me contaba esto con los ojos más abierto de lo usual. Me preguntaba si serían los mismos niños de los que hablaba mi abuela, los que iban a comer a casa?
La profesora volvió a entrar al salón y esta vez aclare mis sospechas. Después de ella entraron los niños. Para mi antes de ese momento eran un par de sombras sin rostro, en la oscuridad no se les veía muy bien pero ahora a la luz se podía diferenciar sus facciones a pesar que eran gemelos. Los dos eran extremadamente delgados, sus pieles eran sumamente blancas como si no hubieran tomado sol nunca y a pesar de eso tenía los cabellos más negros de todo el salón. Lo más sorprendente de los dos eran sus enormes ojos azules a pesar que ninguno miraba fijamente, los dos parecían querer esquivar las miradas del salón. Pasaron por mi lado y se sentaron en las carpetas del final para evitar a la gente al parecer, se sentaron detrás de mí.
La clase comenzó, traté de prestar atención pero tenía ganas de hablarles y saber más de ellos, su vida, a pesar que no sabía casi nada se veía interesante. Por momentos trataba de hacer como que quería ver la decoración del salón por a tras para poder mirarlos y ver si me dirigían la palabra pero no resultó. El mayor de los dos miraba como si estuviera a punto de atacarlos, yo solo quería hablar, él menor en cambio prefería mirar el piso.
El recreo llegó y yo tome la decisión de hacerme amigo de los dos. Intenté pararme para dirigirme a ellos pero Izumi me detuvo.
“Creo que primero deberías saber más de ellos antes de tratar de hablarles. No lo digo de mala, lo digo por tu propio bien ya que no sabes como funcionan las cosas por aquí”
“Pero que tienen de malo, solo son un par de chicos, no pueden hacerme nada malo o si?”
“Ves que no sabes nada! Ven y te cuento, acompáñame al patio y te digo todo lo que sé!” – yo por sobre todo era curioso así que la seguí. Terminamos sentados en una de las bancas del patio de recreo y yo en todo momento esperando a que me contara lo que me prometió. – “Ahora si te cuento todo. No te lo podía contar cerca de ellos por que me ponen nerviosa”
“No son tan malos. No hacen nada malo… que yo hay visto al menos”
“Si, eso lo sé pero hay cosas que tu no sabes. Aquí se comentan varias cosas sobre ellos pero solo la dirección tiene el registro de su historia. Ellos no eran así antes, yo me acuerdo un poco de ellos. Me acuerdo más de Kouichi, incluso de Kouji cuando hablaba. Algo paso en su casa, un asesinato. Al parecer alguien mato a su mamá y el único que vio lo que paso fue Kouji, desde entonces no habla. Kouichi ese día había venido al colegio, había jugado conmigo y regresó a su casa. Es lo único que se de parte mía. La gente decía que los habían adoptado pero siempre se escapaban, dejaron de venir al colegio por una época pero después la policía los hizo regresar. Nadie sabe donde viven exactamente pero yo creo haber escuchado sonidos en la que fue su casa. Su casa era hermosa, llena de jardines y habitaciones amplias. Ahora esta totalmente destruida, nadie la quiere habitar por temor a los fantasmas, lo de los fantasmas no es seguro, para mi que son ellos haciendo bulla para que nadie entre”.
“Gracias por contarme eso pero aún no veo motivo para no acercarme a ellos” – eso pensaba yo. Esta bien que han tenido una infancia dura pero eso no quita que no deban de tener amigos.
“Si, puede ser pero ellos no quieren amigos. Si quieres intenta acercarte a ellos. No te harán caso, se alejaran de ti. Una vez un chico se les acerco y fue la primera vez que Kouji asustó a alguien, dicen que tiene una mirada horrible!”
“Me gustaría tomar en cuenta tu consejo pero… a mi me gusta comprobar esas cosas. Están solos por lo que tu me cuentas, necesitan un amigo, de repente si les insisto me aceptan”. – Me paré y me fui a buscarlos aunque sentía que ella venía atrás mío. – “Me quieres acompañar?”
“Bueno… si quiero, antes eran mis amigos pero me dejaron de hablar y yo preferí no insistirles… debí comprenderlos más” – ella también era una buena chica. Los dos fuimos a buscarlos aunque ella más o menos sabía donde podían estar. Caminamos hasta donde casi nadie iba, ese lugar era por el gimnasio pero la campana sonó y tuvimos que regresar al salón, hablaríamos con ellos más tarde.
En el salón empecé a pensar como podría hacer para intentar hablar con ellos y lograr que por lo menos uno me diga algo. Si quería una respuesta entonces tenía que trabajar con el mayor que era el que hablaba, pero como podía hacer para que me dirigiera la palabra? La clase seguía avanzando hasta que el menor, Kouji, comenzó a toser enfermizamente. Su tos paró la clase y llamó la atención de la profesora que se acerco a él. Su hermano estaba tratando de calmarlo para que no siguiera tosiendo más, mi oportunidad había llegado.
“Toma agua, esto te calmara la tos” – le alcance mi termo con jugo de naranja para que se calmara. Pero ninguno lo acepto, la profesora tuvo que ordenarle que tomara algo y con eso se le paso. Después del espectáculo todos pensamos que continuaría la clase pero la profesora lo mando a la enfermería y Kouichi lo acompaño. No regresaron al salón después de eso. Cuando termino la clase tanto Izumi como yo nos quedamos con la curiosidad sobre que había pasado y le preguntamos a la profesora.
“Esos chicos son un par de locos. Uno por venir al colegio enfermo y el otro por dejarlo venir. Aunque para mi los dos están locos por no dejarse adoptar y vivir mejor, por lo menos tendrían que comer!”
“Kouji esta enfermo?” – pregunto Izumi, al parecer las cosas eran tal y como ella y mi abuela me las habían contado.
“Si, por eso los mande a la enfermería. Los mandé a los dos para que los chequeen. No puedo mandar a uno solo por que sino no va, esos gemelos nunca se separan, creo que se morirían si alguien los mantuviera separados uno del otro por más de una hora”
“Profesora, podemos ir a verlos?” – me miro extrañada como si hubiera dicho algo extraño, fuera de este mundo. Después de un rato de procesar la información nos dejo ir no sin antes desearnos suerte.
En la enfermería la señora enfermera no creía la historia de que queríamos verlos. Al parecer no solo los alumnos les tenían miedo, los adultos les tenían algo más que un frío respeto, hasta cierto punto también miedo. Nos hizo pasar hasta el pasillo de camas, la última, tapada por un biombo era donde se encontraban los dos. Yo caminaba normal pero Izumi iba un poco con miedo tratando de sacar algo de valor perdido en ella misma.
A mi también me empezó a dar algo de miedo cuando llegue a su cama. Antes de hacer mi aparición preferí mirar de reojo, solo para evaluar un poco el terreno y ver si me aceptaban. Kouji estaba echado en la cama, al parecer dormido; su hermano Kouichi estaba a su lado sentado en una silleta mirando un libro. El se dio cuenta de mi presencia y me miro como si esperara algo.
“Solo vine a ver como estaban, me dejaron preocupado, a Izumi también… Como esta tu hermano… como esta Kouji?” – Me estaba evaluando, lo sabía por que al igual que me papá me miraba directo a los ojos como si tratara de leer mi mente. Luego bajo la mirada y siguió viendo su libro. – “No me vas a responder? Solo quiero saber si se encuentra mejor, nada más”
“El esta bien” – siguió viendo su libro, yo pensé que ya había forzado la situación bastante, al menos por hoy y me dispuse a irme cuando… - “Gracias por el jugo de naranja… hace tiempo Kouji no tomaba eso”
“De nada” – Izumi me jalo con una sonrisa y no dejo de jalarme hasta que llegamos otra vez al salón.
“Es increíble! Es la primera vez que habla y da las gracias a un completo desconocido! Has tenido bastante suerte, te felicito! De repente mañana puedas seguir hablándoles, quizás algún día puedas hacer que Kouji hable… eres un verdadero hacedor de milagros takuya!” – me sentía bien por lo que había hecho, en medio de todo sabía que podía hacer pero las palabras de Izumi me animaron más. Tenía razón, de repente yo podía hacer que volviera a hablar…
Kouchi
Termino el primer día de colegio. No me había dado cuenta que
mi hermano se encontraba tan mal, debí dejarlo en cama, no debí
llevarlo al colegio aunque por otra parte… por otra parte comimos de
una manera decente después de tiempo, Dios bendiga el almuerzo del
colegio. Esperé a que Kouji se despertara que fue justo cuando sonó
la campana, agarramos nuestras cosas y nos fuimos de la enfermería.
La enfermera me recomendó que dejara a Kouji en casa mañana
y que le diera algunas pastillas, como ella sabía que no teníamos
efectivo nos dio las pastillas de su propio botiquín.
Nos fuimos a casa para abrigarlo. La casa siempre estaba fría, la calefacción ya no funcionaba. Tenía que buscar abrigo para que mi hermano se mejore, lo único que podía hacer era buscar mantas al menos hasta que alguien nos regale algo de ropa que nos quede. Deje a Kouji en la cama y por primera vez después de tiempo me adentré en lo que fue nuestra casa. Aún podía recordar cuando todo funcionaba en casa, la luz iluminaba cada rincón de nuestra casa y el sol se atrevía a entra a la sala, el sol iluminaba nuestro cuarto que seguía en el segundo piso. Entré a nuestro cuarto a sacar algunas frazadas y cobertores. Encontré nuestros viejos juguetes, los aviones, los carritos, nuestros osos de felpa encima de nuestra vieja y empolvada cama. Me dio pena permanecer ahí por que todo me recordaba a mamá. Prendí la luz de la mesita de noche, aún funcionaba, ahí estaban mis canicas, nadie las había agarrado. Apague todo y salí de la habitación, camine pasillo arriba y me di con el cuarto de mamá. El olor a ella ya había desaparecido aunque sus cosas estaban igual de intactas. Sus perfumes medio llenos estaban encima de su tocador, su espejo, su foto y la nuestra.
Volví a salir, tenía demasiados recuerdos, volví a nuestro escondite en el sótano de nuestra casa. No habíamos podido mover nuestras cosas hasta ahí, por que todo era muy pesado, además no queríamos que nadie supiera que estábamos ahí, si lográbamos mover algo haríamos demasiado ruido, la gente sabría. En nuestro escondite las camas eran puros almohadones cubiertos con una sábana. El contacto de los almohadones con el piso eran pliegos de cartón que utilizábamos para que no nos pasara tanto frío a la espalda. En el sótano había un caño puesto ahí para hacer la lavandería, teníamos una estufa que a duras penas había estado funcionando aunque en el último invierno no había sido de gran ayuda. Teníamos también una mesita en la que solíamos jugar mientras acompañábamos a mamá a hacer la lavandería. Teníamos algunos cubiertos y platos, la mayoría eran de plástico pero eso no era importante. Teníamos luz de vela en las noches por que no queríamos utilizar la otra, teníamos miedo que dieran con nosotros y nos volvieran a poner en adopción.
Cuando regresé Kouji no estaba. Lo busqué en el sótano pero si no estaba ahí entonces estaba en la casa. Entre de nuevo a buscarlo, no sabía por que entraba si la casa le traía malos recuerdos. Lo encontré donde siempre lo encontraba, debajo de la mesa del comedor, junto a la cocina. Me senté a su lado, el estaba abrazando sus piernas.
“Sabes que te haces mal entrando aquí. Debiste quedarte en el sótano” – no me miraba, seguía abrazando sus piernas. Yo ya estaba algo cansado de su actitud, me daba cólera que no hablara, que no me dijera nada. Detestaba estar tanto rato sin hablar pero lo hacía por que en medio de todo no tenía remedio. Hoy por lo menos había hablado más de la cuenta, ese chico nuevo me había hablado, sentía como si tuviera voz de nuevo, como si fuera normal.
“Deberías tratar de hablar de vez en cuando, para que cuando tengas que hacerlo lo hagas, para que no se te olvide como hacerlo.” – no me respondía, ni siquiera me miraba – “Para que me digas ‘hermano me siento mal’, ‘me duele la cabeza’, dime algo, lo que sea! Estoy cansado que no hables!” – me sentía mal de gritarlo, sabía que en medio de todo no era su culpa pero me sentía tan frustrado. Levante mi mirada y los dos llorábamos. Lo único que salía de su boca eran gemidos, nunca una palabra. Nos abrazamos como siempre lo hacíamos después de discutir aunque el único que hablaba era yo. Volvimos a nuestro escondite, lejos de los malos recuerdos, lejos de lo que alguna vez fue nuestra vida feliz.
Estuvimos haciendo las tareas, le di sus pastillas a la hora que la enfermera me había indicado. Yo no dejaría salir a Kouji mañana al colegio, era mejor que descansara a pesar que el llorara, no lo dejaría salir. EL día en silencio pasa lentamente pero cuando uno esta acostumbrado pasa normalmente. Una vez más era la hora de salir a buscar comida, necesitaba alimentar bien a mi hermano. Lo deje en casa descansando en la cama mientras iba a la casa de la benefactora que era una ancianita que al parecer nos quería, tanto así que a diario nos calentaba la comida, los demás nos la dejaban fría. Su casa no estaba tan lejos de la nuestra así que era nuestra mejor opción.
Entre a la propiedad y busqué detrás de la maceta los tappers de comida. Esta vez no solo nos había dejado comida, tenía también dos vasos descartables con jugo de naranjas adentro. Una vez más tenía la sensación que alguien me miraba. Traté de hacerme el disimulado y ver si podía captar de donde venía la mirada, según mis instintos venía de la ventana de la señora pero no estaba segura. Si quería saber quien era necesitaba un plan. Hice como que dejaba algo junto a la maceta y me fui a esconder, si en verdad alguien me observaba saldría a ver que había dejado.
Espere un minuto detrás de la cerca esperando a que algo saliera hasta que la puerta de la anciana se abrió pero no salió ella, salió el chico nuevo del salón, el mismo que nos había ido a ver a la enfermería. Su abuela nos alimentaba a diario y ahora sabía quienes éramos. Nuestra única opción de comida caliente se había esfumado. Regresé a casa antes que la comida se enfriara, no le conté nada a Kouji para que comiera tranquilo pero a partir de mañana era mejor buscar comida en otra parte. Yo al menos no quería vivir de la caridad de nadie que me conociera, le daríamos lástima. Aunque por otra parte esa comida había sido la mejor parte de nuestros días desde hacía casi un año. Kouji estaba feliz con la comida, en especial con el jugo de naranja, era su favorito.
A la mañana siguiente me levanté temprano para irme al colegio, no levante a Kouji para que se quedara descansando pero aún así el solo se levanto. No iba a querer quedarse solo, por otra parte si lo llevaba la profesora se enojaría conmigo al igual que la enfermera. Sabía que Kouji me odiaría por lo que iba a hacer pero en este caso era lo mejor para él. A la hora de salir del sótano lo hacíamos por una ventanita, era la única salida. Yo salí primero y antes que saliera él tranque la ventana. Escuchaba como golpeaba la ventana y lloraba, nunca hablaba, quería ir conmigo.
“Lo siento hermano, pero es mejor que te quedes en casa descansando para que estes mejor y te dejen entrar en el colegio. No pasará nada, te lo prometo!” – no quise escucharlo más y salí corriendo al colegio. Sabía que no quería quedarse solo en casa, eso le traía recuerdos, tanto la casa como la situación. Regresaría del colegio tan pronto acabase con la comida de la cafetería. No le podía pasar nada en la casa, ahora estaba él solo, ya no había mamá ni nadie, no podría pasar nada.
Llegué temprano al colegio, los chicos recién empezaban a llegar. Si bien estaba solo sin mi hermano y se sentía incompleto por lo menos era un alivio. Podría prestar más atención, podría intentar hablar, ya no solo me quedaría en los recreos callado como siempre, podría intentar ser algo más normal cosa que no podía con mi hermano al costado. Me sentía con la conciencia sucia después de pensar en esto pero me daba cuenta que me perdía de muchas cosas por estar siempre pendiente de él. Lo quería mucho pero a veces me cansaba que no me hablara, me cansaba estar todo el día callado. Hoy sería yo mismo.
La profesora se sorprendió de verme tan temprano en el salón, todos se sorprendieron cuando notaron que no había venido con mi hermano, incluso el nuevo, que aún no sabía su nombre me pregunto por mi hermano, se notaba que sabía muchas cosas acerca de nosotros. Sabría él que éramos nosotros lo que comíamos las sobras de su casa? Me habría visto? Yo siempre me cuidaba de no mostrar mi cara a la hora que hacíamos eso. Siempre me cubría con un gorro.
A la hora del recreo el chico se volteó para hablarme, al parecer durante toda la clase había querido hacerlo. Me hice un poco al desentendido para tratar de ver si en verdad quería ser mi amigo o no. Creo que con todo esto me había olvidado como hacer amigos o al menos parecer amistoso.
“Se encuentra mejor tu hermano?” – me demoré en contestarle un poco.
“Si, gracias. Tu nombre es?” – quería saber su nombre
“Takuya. Tu eres Kouichi verdad?” – asentí con la cabeza. Vi que la gente estaba un poco sorprendida por el hecho que aceptara conversación con él nuevo, había sido muy arisco los últimos años. Izumi, mi antigua amiga de primer grado se acerco a nosotros, desde ayer ella también había querido buscarnos conversación.
“Kouji debe estar muy mal para haberse quedado en casa solo”
“Lo obligue a quedarse, él quería venir”
“Espero que se mejore y regrese mañana. Kouichi… yo… quisiera disculparme por alejarme tanto tiempo de ustedes… yo tenía un poco de miedo por todo lo que oía de… bueno… tu ya sabes” – si sabía bien a que se refería. También había sospechado lo mismo cuando dejamos de hablarnos pero después fuimos nosotros los que no quisimos hablarle ni hablar con el resto. – “Nos acompañas a comer algo a la cafetería?” – me estaban invitando a comer a la cafetería? No sabía si aceptar o no.
“Vamos, anímate!” – Takuya era totalmente diferente a Kouji. El era demasiado conversador y entusiasta… entonces si se parecía en algo a nosotros antes… recuerdo que antes éramos así, siempre hablando y riendo alrededor de mamá, jugando todo el rato… - “Estas ahí? Que dices? Te ánimas?”
“Esta bien” – me sentí culpable todo el rato, por divertirme mientras que Kouji estaba solo. A penas Kouji regresara al colegio trataría de acercarlo a Takuya, parecía un buen chico.
Hoy para mi fue un buen día de colegio pero tarde o temprano iba a terminar. Busqué la comida para mi hermano y regresé a casa. Takuya me quiso acompañar pero eso no podía permitírselo en especial por que no sabía si podía confiar plenamente en él. Tuve que dar varias vueltas para perderlo de vista así que no llegué muy rápido a mi casa. Busqué mi ventana y saqué la tranca que le había puesto en la mañana. Kouji estaba tirado en el piso, al parecer cansado de tanto llorar. Tenía los ojos hinchados y la cara húmeda. Apenas me vio se abalanzo contra mí y me tocaba la cara con locura fijándose si estaba bien o no.
“Ves? No paso nada malo. Tu estas bien, yo estoy bien. Mira te traje tu comida, debes tener hambre” – le alcance lo que le había traído del colegio. Comió muy lento, parecía como si no tuviera hambre pero comía solo para no echar a perder mi esfuerzo. – “Kouji…” – me miro con sus ojazos, bastante más tranquilo que cuando llegue. – “… hoy que estuve solo en el salón te extrañe mucho pero… pero pude hacer un amigo. Te acuerdas de la cara del chico nuevo?” – si se acordaba de él, Kouji se acordaba mucho de las caras – “pregunto por ti, comenzamos a hablar, con Izumi también, tiempo que no hablaba con ella” – seguía comiendo pero más lento que antes, sus ojos se empezaron a poner más tristes. – “Por que te pones triste? Pude hacer amigos! Años que no hablaba como hoy!” – creo que mi último comentario estuvo demás. Kouji dejo de comer se paro y se sentó en la cama improvisada. Me volvió a mirar y se señalo.
“Se que no es tu culpa, no quise decir eso. Me refiero a que por mucho tiempo nos hemos aislado, te acuerdas todo lo que hacíamos para que ya no se acercaran a nosotros? Ahora creo que nos portamos mal. Debemos tratar de ser más sociables… no crees?” – suspiro y me dio a entender como que estaba de acuerdo. Trató de sonreírme otra vez. Me acerqué a él y nos abrazamos de paso que trataba de tomarle la temperatura… aún estaba calenturado. Hicimos las tareas juntos, trate de explicarle lo que había dicho la profesora, el captaba muy rápido. Una vez más llego la hora de ir por la comida de la noche. Una vez más salí de nuestro escondrijo pero esta vez tomé otro rumbo. Busqué comida en otra parte, si me iba a hacer amigo de Takuya ya no recogería su comida.
Takuya
El segundo día de clases había sido muy bueno. Lo malo era que
Kouji seguí mal pero pronto mejoraría y seríamos todos
amigos. No sabía si decirle a la abuela que ya conocía la cara
de los niños que venían a comer en las noches, era mejor no
contarle por ahora por que sino era capaz de meterlo a la casa a comer por
la fuerza. Hoy también les puse jugo de naranja con la comida. Se las
calenté como de costumbre y la deje en el sitio de siempre. Agarré
mi banco también como lo hacía todos los días y me senté
a esperarlos. Pasaron las diez de la noche pero ninguno apareció, les
habría pasado algo? Las once de la noche y nunca vinieron. Mi abuelita
me pregunto si los niños ya habían venido, le dije que no, ella
solo meneó la cabeza y me mandó a dormir. Deje mis ventana y
me fui a mi cuarto.
A la mañana siguiente me fui temprano al colegio para ver si los veía pero llegué muy temprano. Los chicos empezaban a llegar poco a poco hasta que por fin los ví. Al parecer no les había pasado nada, Kouji se veía pálido pero creo que era por que se estaba recuperando. Traté de hablar con Kouichi pero la profesora llego ahí nomás y empezó la clase. Si la profesora no fuera tan estricta les habría hablado en ese momento sin importarme nada.
Me tuve que aguantar hasta el primer descanso para hablar con ellos, Izumi también se acerco a nosotros. Ella estaba tratando de enmendar sus errores pasados y trataba de que volvieran a confiar en ella.
“Hola Kouichi. Hola Kouji” – Kouichi nos sonrió pero Kouji solo nos miro con los ojos medio apagados. – “Kouji te ves un poco sin vida… comiste bien anoche?”
“Si, comimos bien Takuya, gracias” – Kouichi se apresuró en contestar, Kouji no iba a hacerlo.
“AH bueno… me alegro mucho. La comida es muy importante para el cuerpo, y para el resfríado no hay nada mejor que un jugo de naranja. Te gusta el jugo de naranja Kouji?” – Kouji parecía captar algún tipo de problema entre su hermano y yo… o almenos eso era lo que yo sentía.
“No, no tomamos jugo de naranja anoche”
“Pues deberían! Es muy importante eso…” – Kouji le jalaba el brazo a su hermano, parecía que hablaban de manera mental por que Kouichi le decía que si y no sin que nosotros oyéramos pregunta alguna. Al final Kouji se paro y se fue del salón.
“No eras la única caridad de la que vivimos. Ah… gracias por hacernos pelear!” – pelearon? Yo no oí nada. Me quede con las palabras en la boca y cuando intente salir a buscarlos no vi ni rastro de ellos. Nadie los vio salir y nadie vio para donde iban. Por otra parte Izumi estaba intrigada, ella no entendía nada, yo tampoco entendí mucho hasta que lo procese rápidamente. Le conté a Izumi lo que hacía mi abuela y ahora era mi hobbie y responsabilidad. Ella me dijo que a ellos no les gustaba que los vieran pedir caridad. Todos los que los conocían sabían que eran ellos pero nadie les decía nada, por eso nadie se atrevía a darles la cara. Entonces era por eso que a mi abuelita no le gustaba mirarlos cuando agarraban la comida. Trate de ponerme en sus zapatos y me di cuenta que había metido la pata, a mi tampoco me gustaría recibir caridad en especial de alguien de mi salón, me sentiría extraño.
Entonces Kouichi me había visto él otro día que salí, sabía donde vivía, sabía que los había estado observando desde hacía un buen tiempo, por eso ya no habían ido por la comida de mi abuela, ya no regresarían nunca a mi casa. Ninguno de los dos regresó al salón, al final del día solo regresó Kouichi por las maletas de ambos. Traté de rectificar mi error, de pedir disculpas por mi torpeza…
“No tienes por que disculparte, de todas formas le damos las gracias a tu abuela”
“Pero Kouji se enojo contigo!”
“Si pero ya se le paso. Además el de por si no habla así que no lo siento mucho”
“Volverás a mi casa por la noche? O irán a otra parte?”
“Ya no nos esperes más. Encontraremos otro lugar donde sentirnos cómodos…”
“No hay disculpas aceptadas entonces… de todas formas les guardaremos comida si se animan a regresar. A mi abuela le encanta separarles la comida, yo solo la calentaba y la ponía en la puerta”
“Has lo que quieras. Discúlpanos con ella, ya no la podemos aceptar. Dile que nos encantaba la comida y… gracias por calentarla a diario.” – Kouichi se fue corriendo. Desde la ventana lo vi reunirse con su hermano en la puerta he irse hacia el este… si ellos no iban a la comida, de repente la comida podía ir a ellos…
Baje las escaleras corriendo y traté de seguirles el paso sin que se dieran cuenta de mi presencia. Los seguía a una cuadra de distancia, daban muchas vueltas, quizás era para despistar a gente como yo, de repente me sentía y trataban de burlarme. Por fin doblaron por otra calle y cruzaron por un pasaje, saltaron el muro de un callejón y llegaron a otra calle, una calle bastante oscura, parecía como si el sol no la quisiera alumbrar. En esa calle habían varias casas pero entraron a una casona vieja y destrozada. La casona tenía unos jardines salvajes, parecía que nadie vivía en esa casa desde hacía tiempo… pero de pronto recordé lo que me había contado Izumi… esta debía ser su casa… donde vivían antes… y donde aún seguían viviendo. Lo último que vi de ellos fue que caminaban al patio de atrás, corrí sin hacer mucho ruido por que habían varias ramas tiradas.
Cuando llegué al patio de atrás no los vi, estaba seguro que los iba a encontrar hasta que escuche sonidos de cosas, sabía que estaban cerca pero no detectaba de donde hasta que vi la ventana pegada al piso, una ventana que al parecer era de un sótano. Me agaché para corroborar mi creencia y los encontré. El lugar era amplio aunque un poco oscuro, como mi curiosidad era inmensa me atreví a bajar y explorar un poco su mundo. Creo que yo era la única persona que había descubierto esto. A pesar de ser amplio y oscuro estaba todo ordenado y limpio, para el colosal tamaño del lugar las cosas parecían pequeñas como la mesa por ejemplo, era una mesa de niños de color azul, la cama estaba en el piso y el colchón era bastante deforme, las tazas, platos y cubiertos eran de plástico y el lugar tenía olor a guardado. EL lugar era bastante frío, con razón Kouji estaba enfermo. Empotrado en la pared había una especie de estantería, ahí estaban dobladas las frazadas y algunas cuantas ropas. Algo me parecía extraño del lugar… donde estarían los gemelos?
No los veía por ninguna parte del cuarto ahora. Solo había un hueco en la pared aparte de una puerta cerrada, se habrían escondido de mi? Entre por el agujero que era la salida más segura hasta que llegue a una especie de sala de grandes proporciones pero estaba bastante oscura. A mi no me da miedo la oscuridad, lo que me da miedo es lo que pueda estar escondido en ella. Busque los interruptores y prendí las luces. La casa era más bonita de lo que me había imaginado. Iluminada era otra cosa, seguía explorando la casa, habitación a la que entraba prendía luces, se veía que la familia de los gemelos había sido adinerada alguna vez. La cocina era todo un lujo, grande, llena de estantes y refrigeradores que probablemente ya no servían por el desuso. El comedor era una mesa larga y pulida, suave como una seda pero cubierta de una gruesa capa de polvo. La sillas eran de la misma madera y acolchonadas en la parte del asiento.
Buscaba por todas parte pero no encontraba a los gemelos. Estarían en el segundo piso? No lo sabría si no iba a dar un vistazo. Las escaleras eran tipo caracol todita en algún material bastante parecido al mármol si es que en verdad no era mármol. La escalera era iluminada por una inmensa araña de cristal. En el segundo piso habían varios cuartos. Un pasadizo oscuro los unía a todos. Todas las habitaciones a las que entre era iguales pero solo una parecía ser el dormitorio principal. Era una cama grande con un tocador repleto de cosas de mujer, cosas que mi madre también tenía como sus perfumes y collares. Un ropero lleno de ropa de mujer, al parecer ellos no tenían padre, nadie me había hablado de su papá. Salí del cuarto, no sabía por que pero me daba una sensación de profunda tristeza. Había un cuarto más al final del pasadizo, la puerta estaba entre abierta. La abrí un poco más prendiendo la luz para que nada me sorprendiera de pronto.
Era un cuarto de niños. Dos camitas bien mullidas estaban al medio de la habitación con muñecos en los estantes y juguetes en las cómodas. Roperos pequeños como para niños menores de siete años. Colonias de bebes, cepillos de niños, baño para niños. Pero no había rastro de ellos. Me voltee para salir de la habitación y buscar en otra parte pero los dos estaban parados en el marco de la puerta, sus caras estaban molestas, creo que había metido la pata otra vez.
“Ya revisaste todo? Estas contento de ver todo ahora? Feliz? Ya nos encontraste!”
“Los seguí para ver donde vivían ya que ustedes conocen donde vivo. Ahora estamos a mano” – con eso trate de salir del paso hasta que se me ocurriera una mejor idea para mi mal comportamiento.
“Nosotros jamás te seguimos a tu casa, solo íbamos cuando estaba tu abuela sola, tu eres nuevo por estos lares, ni siquiera sabíamos de tu existencia. Te metes a nuestro sótano, nos asustas, nos haces entrar a la que fue nuestra casa, entras también, revisas todo, prendes las luces y encima te quejas?”
“Me extraña que teniendo una casa tan linda no vivan en ella. Me extraña que teniendo una casa tan grande y costosa no la vendan y compren comida y un hogar decente. Me extraña que rechacen ayuda de quienes los quieren ayudar a encontrar un nuevo hogar. A ustedes les hace falta un hogar y esto es solo una casa antigua y vieja!” – Kouji se veía nervioso por los gritos, parecía querer llorar, se tapaba las orejas lo más que podía.
“No tenías por que gritar, nadie esta gritando!” – si, tenía razón pero cuando la gente me alzaba la voz me ponía así. – “A Kouji no le gusta que griten. A los dos no nos gustan los entrometidos”
“Disculpas, no quise gritar. Pero… tomen el consejo, busquen un lugar mejor para vivir”
“No hay un lugar para nosotros si eso es lo que tanto te esmeras por saber. Nadie nos quiere por nuestros pasados ni por nuestras caras. Todos buscan otras cosas como vender nuestra casa y cosas así. Preferimos morir de hambre a vender lo único que tenemos”
“Bueno, como ustedes quieran. Lo mio es un consejo de la gente que los ve y no pueden hacer nada por ustedes. Deberían tratar de buscar una mejor calidad de vida, al menos eso es lo que siempre dice mi papá”
“Y tu crees que no queremos eso? Kouji, por que no vas a apagar las luces de la casa antes que alguien sepa que estamos aquí?” – Kouji miro el piso y salió del cuarto apagando cada luz que había prendido antes. Kouichi y yo nos quedamos a oscuras en la habitación. – “Mira, yo pienso que tu no haces esto de malo, lo haces por que no sabes, no sabes como la mayoría. Yo quiero un hogar y quiero dejar de preocuparme de todo pero mi vida no es así pues. La gente que nos adopto no lo hizo por que nos quisieran lo hicieron por la plata. Chicos herederos que no pueden administrar la plata por que son menores de edad, los que nos adopten se quedan con todo hasta que cumplamos mayoría de edad”
“Entonces…”
“Nadie nos trataba bien, nos querían separar, la plata se dividía en dos pero igual no nos gustaba eso de vivir separados. A mi me trataban mal, a Kouji peor por lo mismo que no habla, no se puede defender como los demás. Nadie sabe que vivimos aquí, por eso vivimos en el sótano que esta en la parte posterior de la casa, nadie ve nada. Ahora tu vienes y prendes todas nuestras luces, no podemos permanecer mucho tiempo aquí hasta que se enfríen las cosas. Es por eso que no debes meterte en las vidas ajenas, entiendes?”
“Lo lamento mucho, es que yo en verdad quería ayudar. Los seguí para traerles la comida más tarde, no quiero que mi abuela pierda su hobbie, ella me contó de ustedes y a mi me dio curiosidad, ella siempre me decía que era mejor no mirarlos pero soy medio terco, por favor discúlpenme!”
“No te preocupes, ya paso” – me sonrió, al fina me habían perdonado. “ven conmigo, vamos a ver a Kouji, no me gusta dejarlo mucho rato solo” – los dos bajamos a oscuras, ya no me deba tanto miedo el encontrar algo malo al final de las escaleras o algún pasillo. Volvimos por el hueco de la pared al sótano. Kouji estaba sentado en el piso, en lo que se suponía era una cama. Me senté en una de las silletitas que tenían alrededor de la mesa y Kouichi se sentó en otra.
“Kouji, esta bien que se quede Takuya un rato?” – Kouji miro un momento el piso y luego acepto con un movimiento de cuello. – “Kouji, por que no intentas hablar?” – negó con la cabeza. Kouichi me miro como diciéndome que de verdad él no podía hablar, como pidiéndome alguna idea.
“Pero… no te sale la voz o no quieres?” – Kouji me miro más serio y miro al piso.
“Eso es algo que solo el lo sabe pero no me dice nada. Para mi que ya se olvido”
“Puedo intentar algo?” – Kouji me dio permiso con la mirada aunque un poco asustado. Yo me le acerqué hasta ponerme a su lado. – “Te va a doler un poco pero quiero sacarme de dudas… puedo?” – kouji miro a su hermano pero Kouichi se lo dejo a su opción. Me miro una vez más y me dio permiso. Yo agarré su brazo y le remangué el polo. Hice algo que había aprendido en el colegio que era agarrar de la muñeca y con la otra mano torcer la piel, eso le debía doler lo suficiente como para hacerlo gritar o decir algo pero lo único que logré fue hacerle un moretón y sacarle algunas lágrimas, no dijo nada. Al parecer era verdad lo que decían, su voz ya no quería funcionar.
Hice una prueba más, puse mi mano en su garganta y le pedí que tratara de decir algo. Por lo general cuando uno hace eso la mano siente las vibraciones de las cuerdas vocales, eso significa que su voz esta ahí y esta siendo usada. En el caso que no se sientan las vibraciones entonces ya es más serio, lamentablemente la voz de Kouji estaba perdida en alguna parte, definitivamente no estaba en sus cuerdas vocales.
A partir de ese día nos hicimos amigos, ellos ya no andaban solos en el patio, Kouichi era más sociable y Kouji por lo menos intentaba sonreír a pesar que sus ojos seguían tristes, Izumi estaba totalmente impresionada con el cambio al igual que el resto del colegio. A pesar de todo los gemelos no regresaron a la casa de mi abuela, ellos preferían empezar a buscar por otra parte, pero yo siempre les llevaba la comida al colegio y por insistencia lograba que comieran. No engordaron ni un gramo pero por lo menos ya no estaban tan pálidos y espectrales como el día en que los conocí.
TBC