Capítulo 5: Make me cut the Distance
El avión iba cruzando el mar… la gente era diminuta al igual que los carros y los edificios; la ciudad iba también desapareciendo poco a poco a medida que las nubes ganaban terreno… lo único que se veía con claridad era el mar que era de un increíble color azul… Azul… la casaca del equipo tenía color azul…
Que pensarían de mí ahora? Ya tenían que haberse dado cuenta que no iría al partido y probablemente la entrenadora ya les había avisado que no me volverían a ver a menos que mis papas me regresaran a Japón cosa que iba a estar más que difícil.
En fin ya nada podía hacer. Ni bien el avión había levantado las ruedas esos problemas quedaron muy lejos de mí y ya no tenía la necesidad de resolverlos a menos que regresara… no me querrían ver… era más que seguro… había traicionado al equipo, los había traicionado a todos…
El partido de hoy estaba considerado como uno de los más esperados por que además de enfrentarnos contra otros colegios también jugaríamos contra Hyotei… por eso el capitán estaba confiando en mí para ayudarlos en la victoria… todos estaban esperanzados en mí… y yo sabiendo eso no pude hacer nada… el capitán tenía razón, ellos merecían saberlo de boca mía antes de enterarse de esa manera el mismo día del partido.
Pero ahora que estaba lejos de alguna forma u otra estaba pagando mi castigo. Para mi no había nada peor que tener un viaje largo y agotador al lado de un niño llorón y mi papá. Pero ellos dos no eran los únicos niños. En el avión también viajaba un bebe que por los sonidos y las mecidas típicas de cada vuelo no dejaba de llorar y eso a mi me traía los nervios de punta.
Por más que quisiera dormir no podía y cada vez que el avión se empezaba a acostumbrar a cierta tranquilidad mi papá hacía algo y no me dejaba dormir. Podía ser algo que se acordó o que tenía hambre, que antes de salir había comprado el último número de su revista de chicas en poca ropa o simplemente el hecho que estaba aburrido y yo como siempre era su fuente de entretenimiento, en verdad nada a lo que no estuviera acostumbrado ya.
Pero papá y el bebe llorón no eran los únicos que no me dejaban dormir. La aeromoza pasaba cada cierto rato con bebidas o la comida, ponía películas aburridas y no me dejaba dormir. Mamá y Nanako por otra parte se deshacían haciendo planes para la estancia de Nanako allá en América. Era la primera vez que mi prima iría para allá. Se quedaría con nosotros y asistiría a la boda de mi otra prima cuya cara aún no recordaba pero después de la ceremonia ella regresaría para Japón y viviría sola en esos departamentos para señoritas.
Quien como ella que podría regresar a seguir con la vida que había escogido mientras que yo aún seguiría atado a mis padres por unos cuantos años más. De me mamá no tenía muchas quejas más que se excesiva preocupación por mí. Se tenía que preocupar por que la mayoría de tiempo yo estaba en manos de papá… eso si era de temer. Mamá pasaba más tiempo en la calle cerrando negocios o buscando nuevas cosas. Solía llegar tarde a casa y a veces cuando tenía tiempo pasaba un rato con sus amigas para cuchichear según papá.
Papá siempre había sido harina de otro costal. EL vivía con lo que el deporte le había dado y eso para él era más que suficiente. Por eso siempre estaba en casa o buscando algo en que entretenerse y fue en una de sus ociosidades cuando decidió hacer de mí un profesional. No estaba en desacuerdo con eso… aunque al principio la idea de practicar toda el día no me gustaba mucho. Según mamá deje muchas cosas importantes para mi edad por seguir a papá en eso pero con los años le cogí el gusto y a decir verdad ya no puedo vivir sin eso.
Desde que tenía memoria papá me había perseguido con las pelotas y la raqueta. AL principio no le daba a nada pero después… bueno después aprendí a hacer muchas cosas. Gracias a las prácticas gané muchas copas y trofeos y fue por esas cosas que papá me metió en Seigaku… así fue que conocí a los chicos.
SI al principio no fui muy sociable con ellos poco a poco me fui soltando pero con quien tuve más confianza fue con Momo… por su culpa llegando a casa tendría que regalar mi bicicleta… no tendría ánimos como para montarla. No sabía si tendría ánimos de jugar con papá aunque a la larga terminaría cediendo como siempre. No podría comer sushi sin tanto escándalo a mí alrededor como lo hacía en el restaurante de Kawamura… No podría tomar fotos pensando en Fuji o en la necesidad de acariciar tranquilo a Karupin sin acordarme de Eiji. Sería difícil tomar cualquier jugo sin recordar los dolores que sentía cuando Inui me obligaba a tomar sus preparaciones. Las serpientes en Animal Planet carecerían de gracia sin escuchar ese sonido que hacía Kaoru, o oír la preocupación de Oishi cada vez que me sintiera mal… él ahorita me estaría consolado… pero a quién no podría olvidar jamás era al capitán…
De Tezuka había aprendido muchas cosas como a jugar como yo mismo… su silencio era como una conversación larga solo a base de miradas… sus ojos podían dar órdenes como propinar un castigo o la sencillez de una felicitación por algún logro… Su bofetada siempre me recordaría muchas cosas… había sido como un autógrafo de despedida en mi mejilla… una última lección.
Tantas cosas daban vueltas en mi cabeza que si en algún momento hubiera podido dormir no lo hubiera hecho. Casi ni comí, tampoco dormí ni hable… simplemente me senté en ese lugar hasta que el avión volvió a soltar sus ruedas para aterrizar como normalmente lo hacía.
Cuando bajamos fuimos a buscar las maletas… miles de maletas desfilaban ante nuestros ojos esperando a que alguien las recogiera. Maletas de todos los tamaños, formas y colores pero ninguna de esas maletas era la mía. La mía paradójicamente salió al último escondida dentro de dos tremendas maletas… casi aplastada por ellas.
Todo el camino a casa tampoco hablé… preocupé más a mamá cuando llegamos y le dije que quería salir a pasear antes que descansar. Al entrar a casa para dejar las maletas nos dimos cuenta de algo… la casa que estaba abandona hacía unos cuantos meses ahora estaba llena de polvo y poblada por arañas. Las arañas habían hecho de nuestra casa su hogar, un hogar donde habían vivido por tiempo sin insecticidas o alguien que rompiera sus nidos… pero su hogar ahora era nuestro y como tal tuvo que ser limpiado.
Yo me fui a la cochera que era el lugar más polvoriento de la casa. Miles de ojos de araña me miraban amenazantes como esperando a que me atreviera a botarlas… con mis manos destruí algunos de sus hogares mientras buscaba la escoba para llevársela a mamá… pero en mi búsqueda encontré mi bicicleta…
Mi bicicleta al igual que toda la casa tenía demasiada tierra encima, sus llantas se habían desinflado por el desuso y los aros estaban algo oxidados. Si así lo hubiera querido no podría manejar la bicicleta en ese estado, tendría que llevarla a reparar antes. Encontré la escoba junto a mi bicicleta y la cogí con mi mano derecha mientras la izquierda acariciaba el asiento… al tratar de irme del lugar mi pantalón se enredo con la patita de sostén y me fui de cara… Yo que había estado buscando un pretexto para estallar y por fin lo había encontrado…
Con la escoba descargue mi ira golpeando a la bicicleta que nada tenía la culpa. Las telas de araña se movían sin cesar por el aire que ocasionaba cada vez que movía la escoba al viento. Golpee todo lo que estaba a mi alcancé como es bote de la basura o las latas de pintura que estaban apiñada a un rincón, el maletín de las herramientas de papá que al caer de la repisa en la que estaba hizo un gran escándalo.
Mientras destruía todo lo que había a mi paso me di cuenta de algo. Yo no estaba enojado con mis papas por el hecho que me hubieran sacado de un lugar donde me sentía muy cómodo y seguro. No estaba enojado por que mi prima, a quien no conocía, estuviera contando conmigo para su boda, no. Yo estaba enojado conmigo por jamás decirles nada a mis amigos, por haberlos abandonado de esa manera, por no haber sido valiente y demostrarles cuanto me importaban. Estaba enojado por que a pesar que aparentaba tanta madurez yo era solo un niño que no sabía gran cosa y dejaba mi vida a cargo de mis papas… estaba enojado por dejarme tratar como una marioneta… yo no era un títere… no era un muñeco, no era su juguete.
Con todo el escándalo que arme era obvio que mis papas viniera a ver que pasaba conmigo pero para cuando llegaron al garaje mi ira ya no era desquitada contra los objetos del lugar, al contrario, ellos me encontraron golpeándome la cabeza contra la pared. No podía dejar de hacer eso por mucho que me doliera, sentía que de esa manera por lo menos podría estar algo más tranquilo.
Papá se acercó a mí y me aparto de la pared que mi cabeza aún no podía romper. Sentía los ojos a estallar, nunca me había sentido así en mi vida, nunca había perdido nada, jamás de esa manera. Mamá se acerco a mí para ver como estaba, yo por mi parte necesitaba algo de aliento y sin pensarlo dos veces abracé a mi mamá para desconcierto de ella. Hacía muchos años que había dejado de hundir mi cabeza entre sus brazos y ocultar mi cara en sus hombros. Las lágrimas salían sin la mínima intención de tratar de ser discretas.
Creo que eso asustó a mamá por que yo no era de portarme así y mucho menos llorar. Yo solo había sabido llorar cuando era niño por alguna tormenta y raras veces por alguna herida. Mamá me daba algunas palmaditas en la espalda como para tratar de calmarme y hacerme hablar aunque en el fondo ella sabía lo que me pasaba… ella siempre sabía lo que me pasaba.
Más calmado regresé a mi cuarto… y me tiré a mi cama. El cansancio se apodero de mí y me hizo dormir… hasta el día siguiente en que ese bendito rayo de luz se coló por mi ventana…
o-o-o-o-o-o-o-o
Cuando desperté me sentía cansado cosa rara por que sentía que había dormido como piedra. Los ojos los sentía hinchados y la garganta me ardía. Baje al primer piso solo para encontrar a mi papá tirado en el sofá leyendo algunas de sus revistas. Me fui a la cocina por que recién empezaba a tener hambre pero cuando abrí la refrigeradora no había absolutamente nada comestible. Había algo que parecía haber sido un vegetal verde pero ahora estaba convertido en una masa viscosa y repugnante. El olor más fétido de la refrigeradora era definitivamente un pedazo de queso que ahora estaba verde. Mi primera acción fue frenar a mi boca y tapar mi nariz… esas cosas me provocaba náuseas.
Abrí los anaqueles para buscar algo más comestible de lo que había encontrado en la refrigeradora pero lo más provocativo que encontré fue la comida de Karupin y para mí el paté para gatos no era algo que me diera buen sabor.
-“Tu mamá y tu prima fueron de compras por que no hay nada que comer… siento que muero…”
-“Entonces por que no lo haces de una vez?” – no estaba de ánimos para soportarlo hoy y la falta de alimento en mi estómago no ayudaba en lo más mínimo.
-“Ayer estabas más cariñoso… parecías un gato abandonado…” – me quería buscar pelea… siempre lo hacía en los momentos menos apropiados.
-“Toma un consejo y déjame en paz si? No tengo ánimos para soportar tus niñerías hoy!” – agarré una pelota y salí de la casa. Caminar en estos casos me calmaba más que estar en reposo.
Mis piernas caminaban como si ya supieran a donde llevarme. Al principio no me daba cuenta hacia donde iba, por momentos veía gente y por otros era yo quien andaba en una calle desértica pero poco a poco iba recordando el lugar y hacia donde me dirigía.
No había un lugar mejor para relajarme que el malecón cerca de la casa. Para llegar ahí habían dos modos. Uno era por donde había ido que es una parte poblada de calles y veredas y la otra manera de llegar era a través del bosque… un área no tocada por el hombre felizmente. A mi me gustaba ir por el bosque siempre y cuando fuera de noche o quizá cuando realmente tuviera muchas ganas de caminar.
Me puse a ver el mar… era increíble que ayer lo hubiera sobre volado. Me gustaba el mar pero lo que no me gustaba era que esa masa de agua estuviera entre mis amigos y yo… si, estábamos a un océano de distancia. Si ahorita me pusiera a nadar cuanto tiempo demoraría en llegar allá? Quizá no pudiera nada ni un día aunque también podía flotar…. Pero si flotaba me demoraría más… nunca llegaría para el torneo…
-“Si te vas a lanzar por ahí para nadar y llegar allá te demorarías bastante… además con las justas sabes nadar!” – ahí estaba otra vez papá burlándose de mí.
-“Quizá hubiera aprendido más a nadar si me hubieras inscrito en más cursos de natación en vez de practicar de noche y de día conmigo no crees?”
-“Vaya… hoy si que te has levantado de malhumor…”
-“Bueno y que quieres? No creo que hayas venido hasta aquí solo para mirar el mar o si?”
-“Bueno a decir verdad solo estoy aquí por que tu mamá esta desesperada buscándote y si no te encuentra va a botar mis revistas… además tu tía y tu prima van a venir a visitarnos… tu tienes que estar ahí” – mamá lo había obligado entonces – “Apúrate y entra al carro que tu mamá nos esta esperando en casa con el almuerzo por que es muy tarde como para tomar el desayuno!” – papá me empujaba con dirección al carro así que no me quedaba otra más que subir e ir a casa.
El camino a casa fue silencioso por mi parte pero toda la bulla aparte del motor del carro era ocasionado por él. Trataba de provocarme una conversación pero yo lo ignoraba en parte por que no quería pelear pero por otra parte por que me faltaban energías.
Cuando llegamos a casa las visitas ya habían llegado y tanto mamá como Nanako estaban sentadas en las mesa comentando cosas que solo las mujeres pueden hablar. Si había lago que admirada de ellas era la facilidad para encontrar un tema de conversación o hacer que algo tan pequeño como una servilleta tomara un rol importante en un evento.
Cuando la tía me vio la recordé. Mamá tenía razón si las conocía pero también recordé el motivo por el cual la había borrado de mi memoria. A mi tía le encantaba apachurrar gente más bajita que ella, o sea gente como yo y niños, y apretar las mejillas hasta deformarlas. Mi tía tenía la mala costumbre de dar abrazos de oso, de esos que te quitan la respiración y casi te destruyen los huesos. Una vez me dio un abrazo tan fuerte que cuando después quise jugar con papá no podía sostener la raqueta. Bueno esta vez no fue la excepción. La vi saltar desde el sillón donde estaba sentada y acercarse a mí con cámara lenta… sus brazos se extendían a lo largo y poco a poco se iban juntando conmigo al medio… poco a poco invadía mi espacio y mis huesos se apiñaban unos contra otros cuando sus brazos dieron vuelta alrededor mío.
-“Mamá deja a Ryoma que lo vas a dejar sin aire!” – pero la reacción de mi otra prima, la que se iba a casar, vino muy tarde por que ya no sentía mi cuerpo y definitivamente ya no tenía aire en los pulmones.
-“Pero es tan rico! Mira como a crecido!” – la tía me soltó pero ahora sus dedos apretaban mis mejillas juntándolas y estirándolas sin cesar… a lo lejos podía oír a mi papá riéndose a mandíbula partida… al instante comprendí por que me había ido a buscar… el quería esto… mamá no se veía preocupada por mí.
Cuando la tía por fin me dejo ir se volvió a sentar y a seguir hablando. Por momentos se veía tentada a volver a apretarme y otras veces amenazaba de palabra el apretar mis mejillas que seguían hinchadas y sumamente adoloridas.
Entre esas conversaciones me entere por que mi prima contaba conmigo. Nunca había sido muy apegada a ella ni ella a mí así que no entendía por que me quería ahí. SU propósito era que yo llevara los anillos por que de toda la familia yo era el menor o como ella mejor lo describía.. “Tu eres el mas chiquito tanto en edad como de tamaño”
No solo me sentía mal sino más como utilizado. No tenía la culpa que mis huesos no quisieran crecer y eso que había hecho varias cosas para aumentar de estatura; desde tomar mucha leche como Inui me lo había recomendado hasta hacer deportes y estiramientos pero todo había sido en vano.
Pero no fue la única cosa que me enteré… La boda no sería ahí sino en Nueva York así que dentro de poco todos volveríamos a viajar y seguramente ya nos quedaríamos ahí para pasar las Navidades… mi vida era un asco.
Nos quedamos con la tía casi todo el día. Almorzamos con ella, cenamos con ella… mis mejillas no podían vivir en paz con ella cerca mío. Al final del día tenía la cara adolorida por que a la hora que se fue y trate de huir para que no me apretara papá me cerró el paso y mi salida a la salvación. Esa no se la iba a perdonar nunca.
Mamá me dio un par de días para que descansara del viaje pero después de eso me mandaría de vuelta al colegio para que no perdiera más clases. Yo no entendía mucho eso concepto de perder clases por que con lo que ya había aprendido no me volverían a hacer falta las clases acá. Además para que me volviera a inscribir al colegio si dentro de poco volveríamos a viajar para que yo vaya al otro colegio por Nueva York. Mi vida últimamente se había convertido en puros viajes… como esperaran que me adaptara a un lugar?
Bueno los días iban pasando y yo volví al colegio. Las clases si bien eran algo más entretenidas que en Seigaku, me enseñaban cosas que ya sabía o que ya había aprendido. Los chicos del colegio eran normales y ninguno parecía notar mi presencia. Todos tenían diferentes cosas que hacer como pasear a sus perros o reunirse en alguna cafetería para jugar en las máquinas o tomarse algún refresco. A ninguno le interesaba otra cosa más que eso pero yo no les iba a dar importancia así que también empecé a ignorarlos, siempre funcionaba.
Aparte del colegio cada semana tenía que ir a la casa de una señora para probarme el traje para la boda de mi prima. Odiaba ir a ese lugar por que todo olía a viejo. La señora era de las que coleccionaban muñequitos de tamaño casi microscópico y los ponía en estantes para que todos miraran. Era una colección impresionante sobre todo por la cantidad de muñequitos que ella tenía.
Cada vez que iba los sábados me hacía esperarla por lo menos una media hora sentado en su sala con todos sus muñequitos mirándome. La señora también tenía un perro feo de raza chica que cada vez que reencontraba sentado en la sala venía a morderme la media y a veces cuando estaba loco intentaba morderme. Supuse que debía ser por mi olor a gato, después de todo pasaba bastante tiempo con Karupin para que todo su olor y esencia se me impregnara.
Cuando por fin la señora bajaba preparaba sus cosas y me mandaba al baño a ponerme el traje que estaba haciendo. El traje era bonito para que pero no me gustaba probármelo a cada rato y también que a la hora de hacer los ajustes la señora me hincara con los alfileres…. Eso me dolía, nunca había sido muy amigo del dolor y las cosas complicadas, era algo que simplemente me sacaba de quicio.
Para sacarme el traje también era un suplicio por que tenía que hacerlo con cuidado para no hincarme más de la cuenta. Al final de la sesión la señora siempre me recordaba que tenía que volver a visitarla al siguiente fin de semana… yo por otra parte no veía la hora en que se casará mi prima para ahorrarme sufrimientos innecesarios.
Bueno que más puedo decir que el tiempo paso volando y sin que me diera cuenta una vez más ya estaba subido en el avión rumbo a Nueva York. Me gustaba más Nueva York… había más gente, más acción. No conocía a tanta gente por aquí tampoco y no sabía si la gente de mi colegio se acordaría de mí…. Es más si regresaba a Seigaku seguro ellos tampoco se acordarían de mí.
El aeropuerto también me traía muchos recuerdos por que fue precisamente de ahí donde partí hacía Japón. Me había gustado pensar que ese lugar me traía suerte pero ahora me acercaba más a lo que era la prisión familiar por el lado de mis tíos. Toda la familia del lado de mamá se congregaría en esta ciudad para la boda de mi prima… iba a ser una larga semana.
Durante la semana antes de la boda estuvimos abocados es algunas cosas. Cuando llegamos a la casa descubrimos que no estaba tan llena de polvo como la otra por que cada cierto tiempo una persona contratada por mamá se acercaba a limpiarla y para hacerle mantenimiento, mencioné que la casa de Nueva York era la favorita de mamá? Era la casa más grande de las dos que teníamos y la vista también era fabulosa. En mi opinión las casas de Long Island eran las más bonitas pero para mí la nuestra era la mejor. Si bien no teníamos una cancha como la de California por lo menos teníamos un jardín más amplio donde en su momento papá había colocado una red para poder jugar.
Un punto bueno también era que el colegio no estaba tan lejos de casa y con una bicicleta o incluso caminando podía llegar a tiempo. El colegio era grande y al igual que otros tantos sitios a donde había asistido en este tampoco me recordaban mucho y los que sí sabían de mi instinto natural por alejarme de la gente y mimetizarme entre la fauna estudiantil.
Cuando uno va creciendo puede llegar a hacerse respetar en el colegio por muchas cosas. Por allá me respetaban por jugar muy bien al tenis y ganar prestigio para el colegio pero no todos los lugares eran como Seigaku. Acá en América mi respeto se basaba básicamente en ser huraño y poco sociable lo que lograba de todas formas su cometido de alejar a la gente de mí… aunque siempre hay algún despistado que intentaba hacerme el habla, no lo podía matar por su falta de información.
Pero en todos los lugares siempre había gente que trataba de pisar a otros para imponerse… eso para mí también era por demás normal. En el colegio esa gente tenía el nombre de Mark. Mark era ese tipo de chicos que usando un empujón lograban hacer valer su voluntad y alejar más gente de lo que yo podía. Sus empujones dolían, podía dar fe de eso pero no podía hacer nada para defenderme dentro del colegio… eso podría ocasionar problemas mayores y la complicación jamás fue algo que practicara en mi vida.
Mi negativa a la pelea no era de su agrado e incluso en clases su provocación excedía límites y comenzaba a acabar con mi paciencia. Como mi paciencia tenía un límite, uno que poca gente lo conocía Mark nunca supo donde parar hasta que perdí los estribos cuando empezó a jugar con mi raqueta…
FLASHBACK
-“Oye… por que siempre cargas tu raqueta? Acá en el colegio no hay cancha de tenis… o has venido acá a darte la gran cosa?” – me cogió desprevenido cuando saco mi raqueta de mi maleta que colgaba en mi espalda. Empezó a agitarla al aire de manera tan torpe que constantemente la golpeaba contra los casilleros… si seguía así me la iba a romper…
-“Si vas a ser tan torpe mejor déjala, la podrías romper…” – trataba de razonar con él sin perder la calma ni desesperarme por que eso podría romper mi imagen de frescura.
-“Preocupado por tu raqueta roja? Es tu favorita acaso?” - traté que no me importaran sus palabras pero cuando comenzó a golpearla más duro perdí mi paciencia y salte encima de él… - “Vaya… veo que es tu favorita… trata de alcanzarla…” – una vez más mi tamaño me dio una tremenda desventaja. Yo trataba de saltar tan alto como podía para poder llegar a alcanzarla pero cada vez que la tenía cerca se me escapaba entre los dedos.
Todo el mundo veía la escena pero nadie era capaz de hacer nada, después de todo a nadie le importaba mis cosas, menos yo. La campana sonó y la gente empezó a alejarse del lugar. Cansado de tantos juegos Mark tiro la raqueta con fuerza estrellándola contra la pared y de ahí de frente cayó al bote de la basura. La poca gente que estaba ahí todavía rompía en carcajadas mientras caminaban hacia sus salones. Yo por otra parte no iría a clases si no rescataba mi raqueta de la basura.
Metí mi mano a la basura olvidándome del asco que sentía por el olor. Como no veía el fondo comencé a tantear hasta que algo me cortó. Alguien había botado una lata cortada ahí pero eso no me importó y seguí buscándola hasta que la encontré. Cuando saqué mi brazo pude darme cuenta de los cortes que me había hecho… pero la raqueta solo estaba algo golpeada nada más.
FIN DEL FLASHBACK
Los arañones y heridas las curé en mi casa. Pero soportar a Mark y sus idioteces eran como soportar a papá con las suyas o a mi tía persiguiéndome para que vaya a las prácticas de la boda.
Un buen resumen de la semana podría ser ese pero me falto decir algo. Ryoga vino también a la casa. El ya tenía su propio lugar en medio de la ciudad pero a veces venía a visitarnos y que mejor excusas para el que el dichoso matrimonio que me tenía enfermo.
Para su mala suerte cuando el llego yo estaba con el ánimo en el suelo y no tenía ganas de hablar con nadie, el me encontró tirada en mi cama boca abajo como últimamente lo hacía cada vez que regresaba a casa…
-“Hey chibisuke… que te pasa?”
-“Tengo sueño… déjame dormir” – intenté botarlo pero al parecer no me hacía caso.
-“Vamos a jugar… tengo ganas de jugar!” – como vio que mi cuerpo no cambiaba de posición comenzó a jalarme fuera de la cama hasta que me sacó de ella. Me arrastró hasta llegar a las escaleras donde casi me baja cargado, a este punto ya no podía ofrecer ningún tipo de resistencia.
Durante las dos últimas semanas no había jugado a nada, solo me dedicaba a pasear mi raqueta de un lado a otra a ver si me entraban las ganas… admito que eso fue algo que preocupo a papá por que a pesar de sus provocaciones no acepté a jugar con él. Mamá también estaba preocupada y comenzaba a especula que podría estar atravesando un cuadro de depresión; por eso mismo decidió mantenerme todo el tiempo ocupado y por eso mismo cada vez que llegaba a casa solo quería dormir.
Para alguien de mi edad era matador pasar toda la tarde en una iglesia practicando todo para que ese día salga perfecto. Peor practicar con el traje puesto… estaba demasiado acostumbrado a la ropa deportiva y no me acostumbraba a la corbata y los zapatos de vestir.
El jugar con mi hermano me despabiló un poco aunque por falta de practica estaba algo más lento… si el Tezuka me hubiera visto así era más que seguro que no me dejara jugar. Cometí varios errores y al final terminó ganando él algo que me deprimió un poco más pero después me recordé que casi no había jugado últimamente.
Al finalizar el partido con mi hermano me llevo a su moto y me saco de la casa para dar una vuelta según él por la ciudad. Yo sabía que la idea no había partido de él sino de mi mamá que quería que hablara con alguien y lógicamente con ellos no iba a ser. Ryoga me llevo por las principales avenidas hasta el parque central para comernos un helado como lo hacíamos antes de mi viaje.
Nunca fuimos muy unidos pero en algunas ocasiones parecíamos serlo. Siempre había habido peleas, nunca demasiado fuertes pero el siempre había sido e que me dejaba de hablar y yo… bueno yo le seguía la corriente. Me era extraño que me llevara a comer un helado… ya no me sentía tan chiquito como para eso.
-“Y como te sientes?” – lo mire y volví mi mirada para el helado. Sabía a donde iba la conversación así que preferí evitarla. – “Habla de una vez…”
-“No tienes tacto para esto verdad?”
-“Tu tampoco chibisuke… cuéntamelo todo”
-“Ya lo sabes, papá y mamá te lo deben haber contado todo así que no creo que pueda aportar nada más a tu investigación”
-“Entonces si los extrañas tanto por que no haces nada en vez de estar lamentándote como un sonso? No creí que fueras tan tonto…!”
-“Para ti es fácil por que ya no tienes la obligación de seguirlos a donde te lleven… yo si…”
-“Si lo sé… pero eso es también por que nunca te has arriesgado a hacer tus cosas solo… completamente solo. Desde lejos ellos te ayudan y te hacen las cosas, alguna vez lo has hecho solo? Tu no saldrías de casa si no tuvieras algún tipo de seguridad… nunca te has liberado… jamás huirías de la casa!” – tenía razón… las únicas veces que salía era por que tenía un lugar a donde ir… tenía la casa del árbol que papá rompió cuando intentó espiarme… tenía los lugares donde se podía jugar solo… pero nunca me había alejado demasiado de casa…
Cuando volví a verlo el ya no estaba más a mi lado. Estaba solo en el parque y sin ningún tipo de dinero en mi bolsillo como para regresar a casa. Tuve que caminar desde la cuadra 89 hasta la 59 y de ahí caminar otras seis cuadras más para poder llegar al puente y cruzarlo a pie. Cuando por fin estuve en Long Island de nuevo se me ocurrió la idea de pedir un taxi pero si tomaba uno lo pagarían mis papas y eso demostraría una vez más que seguía dependiendo de ellos. Por otra parte ya era de noche y para cuando llegara a casa sería mucho más tarde pero era un reto que tenía que cumplir.
A casa llegue algo más que cansado solo para encontrar a Ryoga tirado al lado de mí papá mirando al cielo. Cuando los dos estaban aburridos me fastidiaban a mí así que para evitarlos pase en silencio y me metí a la cocina solo para que mi mamá me interrogara como ya se le empezaba a hacer costumbre.
-“Donde estabas? Ryoga nos dijo que te quedaste en el parque… por que no pediste un taxi si no tenías plata?” – preguntas, preguntas y más preguntas, sabía de su preocupación pero en algunos casos ya era excesiva; yo era grande y podía cuidarme solo… acaso eso era tan difícil de entender?
Acepté todos los reproches y me fui a mi cuarto. Me quedé pensando en lo que me dijo mi hermano pero no encontraba una solución… para volver necesitaba pedir permiso que nunca me iban a dar. Para volver necesitaba plata para pagar el pasaje y yo más de cincuenta dólares no tenía y mamá jamás me compraría un pasaje y menos cerca de la Navidad y mi cumpleaños. Una posible solución era trabajar pero si así lo hiciera no ganaría mucho, o al menos no lo suficiente como para un pasaje a Japón… que horrible era ser menor de edad…
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El día de la boda llego y toda la iglesia se lleno. Había practicado tantas veces la caminata que me empezaba a dar vergüenza caminar así. Afuera de la iglesia hacia frío pero adentro la temperatura estaba más elevada. La boda al final de cuentas salió bien y todas las tías de las cuales solo sabía sus nombres se acercaban a mí a pellizcarme los cachetes… quizás si cobraba por pellizcada podía sacar dinero para mi pasaje… quizá me haría millonario.
La recepción estuvo bien también y a la larga todos se divirtieron. En un momento de la fiesta todos bailaban menos yo así que me eche en la mesa para dormir después de todo ya había pasado la medianoche y yo estaba acostumbrado a dormir bien. Varios familiares se me acercaron para saludarme y desearme un feliz cumpleaños. Algunos me dieron regalos pero no los podía abrir hasta la navidad así que juntes mis cajitas envueltas y me entretuve observándolas y adivinando que podía haber dentro de ellas. Llegamos a la casa casi a la hora del desayuno para dormir, ya era el 22 de diciembre y el avión de Nanako saldría hoy en la noche.
Papá y mamá la llevaron al aeropuerto mientras que yo seguía durmiendo en la casa acompañado de Ryoga que veía películas en la sala familiar. Por el clima parecía que iba a nevar. Nanako regresaría a Japón y yo seguiría aquí prisionero de mi casa… que desilusión… Comencé a tirar las cosas de mi escritorio y a golpear mi cabeza con pequeños golpes contra la pared pero entre las cosas que tire estaban mis regalos… se enterarían que los abrí antes de Navidad? Que tendrían dentro? De repente una miradita no me haría ningún daño…
Prendí la lámpara de mi escritorio y puse mis siete regalos en fila… Uno era ropa… pero los demás eran sobres casi planos… se me vino una idea a la cabeza… una carta quizá o una tarjeta… un estuche blando… que sería?
La mayoría de los seis empaques restantes veían con una pequeña carta junto con dinero… todas las cartas se disculpaban por no haberme regalado nunca nada en mi vida y como era navidad y un día antes mi cumpleaños entonces la plata me podía ser útil para comprarme lo que quisiera en especial por que ninguno de ellos conocía mis gustos.
Contando toda la plata hacía una buena cantidad de plata aunque no sabía si me alcanzaría para un pasaje… un pasaje?... lo que había estado esperando era un pasaje y ahora tenía la plata… pero si no me alcanzaba la plata para el pasaje? Tendría que vender algo para tener más plata y lo de mayor valor que tenía era…
Diez minutos después estaba en un tienda empeñando mis trofeos… todos mis trofeos de oro… algún día los recuperaría o ganaría otros… eso ya no me importaba mucho. El señor de la tienda no me dio un montón de plata pero por lo menos era algo más… ahora juntando todo hacía un total de mil cuatrocientos dólares… eso debía ser más que suficiente.
Cuando volví a casa encontré que mis papas aún no habían llegado y que Ryoga estaba profundamente dormido en el sillón de la sala… era mi mejor oportunidad… Agarré una de mis maletas y metí unas cuantas cosas… entre al cuarto de mi mamá y busqué mi pasaporte y mis visas… Karupin me seguía por todas partes y me miraba esperando a que lo llevara en mi maleta… no podía dejar a mi mejor amigo fuera de esto así que lo metí a él y su plato de comida junto con alguna de sus galletas. También empaqué ago de comida como una bolsa de pan de molde, unas galletas y dos latas de gaseosa…
Al salí de la casa Ryoga se despertó… nos miramos un rato y luego me sonrió para seguir durmiendo… le devolví la sonrisa y atravesé la puerta. Me volví a montar en la bicicleta y pedalee lo más que pude hasta llegar al aeropuerto. En el estacionamiento tiré mi bicicleta y corrí hasta el counter… por suerte ni mamá ni oyaji me vieron. Pero había algo con lo que no había contado… no tenía un pasaje y no podían venderme ninguno por que ya no habían más vuelos…
-“Si quieres te puedo dar uno con escala en Chicago… que sale dentro de tres horas mas pero… tu papá tiene que venir a comprarlo… solo me quedan tres asientos...”
Necesitaba a alguien mayor de edad pero el pasaje me salía más cómodo que viajando en vuelo directo… quien podría comprarme el pasaje? Busqué a alguien con la mirada tratando de evaluar quien podría comprarme el pasaje a cambio de un par de billetes… encontré a un chico de edad cercana a la de Ryoga… los chicos por unos cuantos dólares hacían muchas cosas…
Convencía a uno que me compró el pasaje y tres horas mas tarde estaba rumbo a Chicago, de ahí tenía que esperar una hora más para salir a Japón… pronto el océano se haría más corto… ya no faltaba nada…
Me quede dormido esperando al avión que salía de Chicago para Japón pero cuando desperté tuve miedo que el avión hubiese salido sin mí. La aeromoza me despertó por suerte solo para decirme que tendría que regresar más tarde por que todos los vuelos habían sido cancelados hasta que el clima mejorase.
-“Pero… yo no vivo aquí… mis papás me esperan en Japón y mis tíos me subieron al avión para Chicago… ellos son de Nueva York… no puedo esperar aquí a que mejore el clima?” – una pequeña mentira no haría daño a nadie…
-“Oh… hay gente que también se quedará esperando al avión, la mayoría son turistas… quédate aquí entonces te traere una manta… cuantos años tienes?” – mire mi reloj… ya era 23…
-“Doce pero dentro de poco tendré trece…”
-“Mi hijo tiene once… quiere leche?” – tenía sed pero que ella me diera leche me hacía sentir como un niño de seis años…
-“No gracias… me comprare una gaseosa en la máquina expendedora, no tiene por que preocuparse” - la aeromoza dejo mi lado y fue a informar a los demás pasajeros que al igual que yo habían estado dormidos.
Tenía mala suerte… eso ya estaba dicho. La aeromoza volvió con una manta para mí y se sentó a mi lado. Al principio no sabía por que se sentaba a mí lado si había varios asientos libres a mí alrededor hasta que ella misma me dijo la respuesta. Resultaba que los menores de edad no podían viajar solos a menos que encargaran al niño a un tutor durante el vuelo y como yo viajaba solo entonces la responsabilidad recaía sobre las aeromozas.
Ella tenía que ver entonces que yo subiera al avión y que bajara de él sano y salvo hasta que mis papas me recogieran en el siguiente aeropuerto. Mi mentira entones se pondría en jaque cuando llegara a Japón por que mis papas ni siquiera sabían que yo me estaba yendo de viaje.
Los vuelos se paralizaron hasta por casi seis horas pero mientras que reprogramaban mi vuelo y todo mi avión no saldría antes de las cuatro de la tarde. Para las cuatro de la tarde mi mamá me estaría buscando como loca por todos lados pero según tenía entendido no podría pasar parte a la policía hasta dentro de 24 y para entonces yo ya no estaría acá sino allá. Adivinaría ella hacía adonde huí? Ryoga me delataría? Sabría Ryoga hacia a donde me dirigía?
Muchas preguntas me daban vueltas en la cabeza mientras paseaba por el aeropuerto con Karupin siguiéndome. Felizmente le había empacado algo de comida para él por que en el aeropuerto no vendían nada de comida para gatos. La aeromoza también me seguía a muchas partes y a veces me detenía para que no fuera por ciertas zonas lejos de su visión aguileña.
Para subir al avión ella me agarró de la mano y me sentó en la parte de primera clase donde podría ella y todas sus compañeras cuidar mejor de mí. La primera clase era un servicio para reyes por que éramos los primeros en ser alimentados y nos daban más mantas y frazadas. Las películas esta vez fueron algo más entretenidas que de costumbre pero no podía relajarme por más que quisiera. Ahora podría estar haciendo lo que yo en verdad quería hacer pero había algo que yo había pasado por alto… estaba regresando a ver a mis amigos pero ellos me querrían ver?
Y si no querían verme? El capitán debía seguir enojado conmigo… no volvería a dirigirme la palabra… Momo… el seguro tampoco querría verme… y los demás… Sentí ganas de querer bajarme del avión pero como estaba en pleno vuelo no podría ser…
-“Te pasa algo? Te mareaste Ryoma?” – la aeromoza trataba de tranquilizarme…
-“Quiero vomitar…” – me alcanzaron una bolsa de papel y me la pusieron en la cara. Sentía un escalofrío y unas gotas de sudor que congelaban mi cara pero aún así me negaba a vomitar delante de tanta gente… preferí irme al baño con mi bolsa para sentirme mejor y al final me tranquilicé un poco.
-“Primera vez que te mareas en un vuelo? Es difícil, suele pasar…” – todas me daban ánimos y poco a poco me dormí escuchando sus voces… durmiendo se me pasaban las cosas…
o-o-o-o-o-o-o
Cuando baje del avión no sabía que hacer. Joanne, la aeromoza me tenía agarrado de la mano buscando a mis papas que nunca iban a llegar. Tenía que ocurrírseme algo sino me descubriría…
-“Mira!” – Señale a un cartel – “Ese es mi apellido… me han mandado a alguien para que me recoja… ya me puedes dejar ir!”
-“Esta bien… vamos” – se acercó conmigo hasta el chofer con un cartel de apellido Hibiki
-“Usted es el señor Hibiki?”
-“Mi papá… llévame a mi casa de una vez por favor!” – le entregue mi maleta tratando de mantener la frescura en mi rostro y le di las gracias a Joanne. Me despedí de ella y me fui con el chofer hasta doblar la esquina de ese pasillo. – “Me puedes devolver mi maleta por favor? Tengo que ir al baño y tengo que sacar algo de ahí… espérame donde nos encontramos con tu cartel en alto para verte” – el chofer regreso hasta donde me había recogido y yo aproveche para huir.
Lo mande de vuelta con su cartel para que buscara al verdadero señor Hibiki, no iba a dejar a nadie sin su medio de transporte. Me fui un rato al baño y de ahí al duty free para ver si encontraba alguna lata de atún para Karupin que tenía hambre. Mientras le daba algo de comer me di cuenta de la hora… habían pasado ya dos horas de la medianoche… ya era mi cumpleaños.
Busqué un teléfono público y llamé al único teléfono que me sabía de memoria… pero sonaba y sonaba y nadie contestaba. Volví a marcar pero cuando estaba a punto de colgar pude escuchar su voz al otro lado del auricular… se escuchaba tan cerca…
-“Moshi moshi?” – la voz de Momo sonaba hiperactiva como de costumbre pero no supe que decirle y de miedo colgué.
No podía quedarme a vivir en el aeropuerto para siempre, tendría que salir pero a donde? N recordaba el teléfono ni la dirección donde Nanako estaba, además si me veía sabría que me había escapado y me acusaría con mamá. Mi prima en estos momentos no era una opción… otro lugar que conocía era el templo… seguiría deshabitado?
Como se me había ocurrido regresar si no sabía exactamente que iba a hacer? Esperé a que Karupin terminase de comer para volver a meter en la maleta y salir de ahí. A las tres de la mañana estaba caminando por toda la autopista buscando un paradero de buses. No recordaba que la autopista fuera tan grande pero felizmente estaba entrenado para hacer mucho ejercicio así que no me cansé tan rápido. Apenas pude tomé un bus que me dejo muy cerca de donde vivía antes.
La casa estaba tan igual como la dejamos solo que las puertas seguían cerradas, al parecer nadie la habitaba por el momento. Como no tenía la llave trepe por el muro como ya lo había hecho antes. Entre por una de las puertas laterales y prendí la luz para ver mejor.
La casa estaba casi tan llena de polvo como lo había estado las casas de América pero a diferencia de ellas esta no había tenido tiempo de hospedar a tantas arañas en su interior. Deje mi maleta a un lado y solté a Karupin. Recién se daba cuenta donde estábamos… miré mi reloj… recién eran las siete de la mañana y yo por lo general a esta hora dormía… me moría de sueño por que no había dormido bien en las últimas 48 horas. Como no tenía donde dormir ahí mismo en la sala tire la maleta y recosté mi cabeza en ella… la casaca me mantenía calientito… mis ojos se cerraban lentamente…
o-o-o-o-o-o-o
Cuando desperté fue por que Karupin comenzó a ronronear en mi cara… miré el reloj y ya eran las seis de la noche. Tenía una buena cantidad de plata como para comprar algo de comida así que salí a comprar. Se me había olvidado por completo que mi cumpleaños ya iba a acabar y eso también significaba que la Navidad ya iba a empezar…
En las tiendas la gente se abastecía de cosas ricas para comer en la nochebuena. Unos compraban su pescado, otros carne de cerdo, vegetales… los olores que despedían en cada casa eran deliciosos y me recordaban a la cena navideña que preparaba mamá cada año… cocinar el pavo era su especialidad… bueno en realidad no solo era una cena navideña… era también mi cena de cumpleaños…
Entre a una de tantas tiendas y compre algunas cosas para karupin y un sándwich de pavo para mí con una botella de gaseosa. Me compre también un postre pequeño por que como era mi cumpleaños estaba antojado de un dulce. Cuando llegué a la caja para pagar el pedido vi que Momo entraba también a la tienda… no sabía donde esconderme así que me tapé con una revista mientras traía la capucha de mi polo hacía mi cara. Momo paso a mi costado pero no paso nada por lo que supuse no se dio cuenta de mi presencia… mi intención era hablar con él pero en ese momento no me acordaba de nada coherente para decirle.
Cuando salí de la tienda caminé hacia la casa con cuidado de no toparme con nadie conocido. Con la capucha en la cara tenía que mirar por debajo de ella para no chocarme con nadie y evitar que algún carro apurado pasara por encima de mí. Con esta técnica pude evitar varios carros pero lo que no pude evitar fue cruzarme con tres personas y justo estas tres personas eran algo así como una prueba de fuego para mí. Por la misma avenida por la que cruzaba estaban cargados con algunos regalos Fuji Syusuke, Inui Sadaharu y Eiji Kikumaru… uno más perspicaz que el otro…
Cuando pasaron por mi lado comencé a sudar frío pero por ahí pude escuchar algo de su conversación…
-“Si… ese chico se parece bastante a ochibi… por el tamaño desde luego!”
-“Estas en lo cierto Eiji… yo estoy 99 seguro que ese chico podría ser el doble de Echizen… son casi idénticos…”
-“Si, tienen razón pero yo creo que es muy difícil de encontrar dos personas iguales… en todo caso…” – pase por su lado y estando casi a diez pasos lejos de ellos y pensando que mis problemas habían acabado escuche… - “Ryoma!” – si Fuji esperaba a sorprenderme y que volteara estaba muy equivocado… no caería en su trampa así que seguí caminando lo más rápido que pude para alejarme de ellos.
Cuando llegue a mi casa tiré la bolsa por el aire para que cayera al otro lado. Luego salté yo. Karupin estaba ahí esperándome pacientemente… le serví su comida y me senté a su lado…
-“No creo que sea un buen cumpleaños pero por lo menos hasta ahora me voy saliendo con la mía no?... valdría la pena cantarme a mi mismo?” – puse una vela encima de mi postre y lo prendí con un encendedor que había comprado…
-“No tiene sentido verdad?” – Karupin me miraba como si quisiera decirme algo… yo con todos mis años viendo con él jamás lo había visto con esa cara… parecía triste por mí… - “No estes triste… yo estoy feliz por haber cortado mis cuerdas… es bonito ser libre…” – pero Karupin no parecía muy convencido por mis palabras… - “Que te parece si vamos al desfile por Navidad? Me pareció haberle escuchado eso una vez a Eiji senpai… hasta Kaoru decía que era bonito” – comí mi postre pero deje mi sándwich para la medianoche antes de acostarme nuevamente. Me puse mi chalina y mis guantes y salí con Karupin a ver el desfile…
Hacía más frío que antes de salir a comprar. La gente llegaba al lugar en carro. Bajaban adultos, señores mayores, niños, bebes. Venían en grupos de familias, amigos, enamorados, clubs… todos apilados alrededor de la calle mientras pasaban algunas carrozas. Lo más bonito eran los fuegos artificiales pero al primer estallido Karupin se escapó de mis brazos y salió corriendo asustado. Lo seguía tan rápido como pude pero para él era más fácil correr con tanta gente a su alrededor.
-“KARUPIN DETENTE!” – le gritaba pero por minutos lo perdía de vista hasta que otra vez volvía a parecer. Los estallidos de los fuegos artificiales eran cada vez más potentes y más seguidos…. No debí traer a Karupin a esto me repetía constantemente en la cabeza… si algo malo le llegaba a pasar sería mi culpa…
Después de lo que me pareció una eternidad lo perdí completamente de vista… no sabía que hacer… a quien acudir o pedir ayuda… la policía nunca me ayudaría a encontrar a mi gato en medio de tanta gente…
-“KARUPIN!” – seguía sin aparecer y mi tranquilidad se estaba acabando… este era el peor cumpleaños de mi vida… - “KARUPIN! Ven por favor… por favor…” – sentía que mi voz se entrecortaba y mi garganta me ardía sin razón.
-“Buscabas a este gato?” – me di la vuelta lentamente sobándome los ojos con las manos para darle las gracias a quien sea que lo hubiera encontrado y me lo hubiera traído… no me detuve a escucharlo bien cuando me hablo y tampoco reflexione en nada… cuando me dí cuenta era Momo quien tenía a Karupin entre sus brazos… las explicaciones y las disculpas abandonaron mi cabeza y solo me puse a llorar… - “Deja de llorar… tranquilízate!”
No me podía tranquilizar y tampoco podía dejar de llorar… estaba lejos de mis papas, era mi cumpleaños, estaba cansado, se había perdido mi gato, me había asustado por que cualquier cosa le podía haber pasado aparte de mi cargo de conciencia por abandonarlos y por haber dejado mi casa preocupando seguramente a mí mamá… era demasiado… al principio no lo había querido afrontar pero en verdad era un niño, un estúpido niño que aún necesitaba a sus padres y no podía vivir sin ellos…
-“Lo siento, lo siento, lo siento mucho… perdón… no fue mi intención… perdón…!” – me caí de rodillas y comencé a pedirle perdón… nunca había hecho nada parecido pero tampoco me avergonzaba por ello.
-“Eres un tonto ya lo sé pero deja de hacer eso que no es necesario… párate… te llevaré a tu casa… tus papás deben estar esperándote”
-“No estas enojado conmigo Momo senpai?”
-“La verdad al principio si me dolió que no me dijeras nada” – su tono de voz al principio era normal pero después se volvió algo duro – “Yo supuse que nos teníamos confianza y supuse que como amigos me contarías esas cosas. No me gusto enterarme de esas cosas por la boca del capitán cuando debiste ser tu quien debió decirnos eso…”
-“Lo sé… varias veces el capitán me dijo lo mismo… pero no me atreví”
-“De eso todos nos dimos cuenta… en fin vamos? – comenzó a caminar con Karupin en los brazos como para que lo siguiera… caí en la cuenta de algo… Momo era mi amigo y él quería que le contara las cosas…
-“Momo… no es necesario que me lleves a mi casa… nadie me espera ahí” – Momo paró en seco a lo que yo también me detuve.
-“Como es eso que nadie te espera… tus papas han salido acaso?”
-“No… ellos nunca regresaron conmigo… me escape” – se quedó un rato callado, seguro procesando la información que le acababa de dar. – “Mis papas me dejaron en mi cama hace dos días en Nueva York… yo me escapé y me vine para acá”
-“Eso no esta nada bien Echizen… tus papas deben estar preocupados por ti… te deben estar buscando”
-“Es lo más seguro pero yo me tome el riesgo y me vine a verlos… quería disculparme por haberme ido sin avisar…”
-“Vamos a mi casa… de ahí llamaras a tus papas… deben estar mas que preocupados”
-“No es necesario… no te preocupes yo…”
-“Tu nada! Eres menor de edad como se te ocurre hacer eso! Yo soy mayor que tu y tengo que ver que estés bien sino será mí culpa! Ahora vamos a casa!” – se había enojado conmigo otra vez… en estos casos lo que había aprendido era que debía seguirle los pasos a donde quiera que estos fueran.
Llegamos de nuevo a su casa así como el día antes de irme de viaje. Su casa estaba llena de adornos navideños y también tenía olor a comida. Momo avisó que había llegado y me dejó sentado con Karupin en el sillón de la sala mientras entraba a la cocina… seguro le iba a contar todo a su mamá. Al poco rato salieron los dos y la señora se paro delante de mí con cierta cara de enojo que después se vio opacado por su sonrisa.
-“Dame el teléfono de tus papas para llamarlos!” – le di el teléfono y me volví a sentar en el sillón. La mamá de Momo hablaría con mis papas primero y después me pasaría con ellos. La señora al principio trataba de tranquilizar a mi mamá repitiéndole la frase “esta aquí con nosotros” a cada rato. Luego la señora me llamó para que hablara… tenía miedo de decir algo por que sabía que escucharía un grito que desgarraría mi oído… pero no escuché ningún grito… al contrario… mi mamá estaba llorando y a mí se me destrozo el corazón…
-“Lo siento… tenia que hacerlo” – ella no me dijo nada más y me paso con mi papá
-“Enano donde demonios te habías metido! Nunca había visto a tu madre tan preocupada! Casi la matas del susto!” – quise contestarle pero alguien le quito el teléfono
-“Hey Chibisuke!... DONDE TE HABÍAS METIDO?”
-“Tu me viste que me iba… no te acuerdas?”
-“Si pero pensé que te ibas a la casa de un amigo o a pasear con tu maleta… nunca me dijiste que te irías en un vuelo a Japón!” – pensé que lo había entendido… con razón todos estaban preocupados… nadie sabía donde me había metido. – “La próxima vez por lo menos deja una nota… ah si… feliz cumpleaños aunque ya se este acabando tu día… que tal la pasaste?”
-“No fue mi mejor día pero por lo menos estoy bien”
-“Me imagino… sería bueno que te portes bien mientras serenamos a mamá… cuando regresas?”
-“El pasaje solo es de un mes… aunque puedo cambiarlo para antes creo…”
-“Aprovecha el tiempo entonces y te vemos en un mes… adiós” – Ryoga colgó el teléfono. Había venido aquí a pedir disculpas y ahora tenía que pedirle disculpas a mi mamá también.
-“Ryoma… por que no nos dijiste que hoy era tu cumpleaños?” – al principio no caí en la cuenta de que me hablaban por que me había quedado pensando en casa hasta que todos comenzaron a abrazarme y desearme un feliz cumpleaños…
-“Quien pensaría que una enano cargoso cumpliría años tan cerca de la Navidad? Para mi que tu debiste nacer en Halloween!” – su comentario no me molestó por que ya había escuchado cosas parecidas antes pero su mamá le mandó un coscorrón.
-“No le digas eso que aún es su cumpleaños! A nadie le gusta que e digan esas cosas!” – Nuriko le siguió regañando.
-“Bueno chicos vamos a la mesa de una vez o prefieren comer más tarde? Ryoma no quieres dormir un poco antes de la medianoche?” – no me sentía tan cansado ahora, sentía que tenía algo de energías.
-“No gracias… por ahora no tengo mucho sueño” – Momo me jalaba hacia el jardín mientras su mamá se metía a la cocina…
-“Mamá ya regresamos, vamos a comprar!”
-“No demores mucho Momo… mira que ya es bastante tarde!” – Momo me sacó de su casa y me llevo a caminar por ahí.
-“A donde vamos?” – tenía curiosidad ya que las cosas se habían arreglado entre los dos.
-“Pues es lógico vamos a ver a los chicos…!” – mis pies se estancaron en la acera de la calle. –“Que te pasa?”
-“No podría ser mañana por favor? Hoy no…!” – Momo me miro tan duro que tuve que desviar mi mirada. Sus manos jalaron de la mía y siguió el rumbo que ya había trazado. La casa más cercana era la de Kaoru y la de Eiji y Fuji que quedaban bastante cerca la una de la otra. Sin darme cuenta llegamos a la de Fuji. Momo se acercó y toco la puerta mientras yo trataba de hacer un acto de desaparición y mimetizarme con los arbustos.
-“Momo! Que haces acá?” – Fuji miro mejor y un poco más allá y se dio cuenta de mi presencia… - “Ya sabía que aparecerías pronto… mi hermana me lo dijo en las cartas… siempre acierta sabes? Quieren pasar?”
-“Solo veníamos a visitarte un rato y desearte una feliz Navidad y…” – con su brazo me jaló hacia delante entre el y Fuji
-“Lo siento mucho” – agache mi cabeza. – “No fue mi intención completamente ire sin decir nada a nadie…”
-“Saaaaaa…. No te preocupes Echizen… no deberías gastar tus disculpas en mí por que yo no me ofendí tanto como otros… verdad Momo?” – Momo se puso algo rojo por el comentario y luego Fuji continuo – “Con el que debes tener más cuidado es con Eiji que te extraño mucho y Tezuka… con él especial cuidado.”
-“Si… eso aún no te lo había dicho Echizen… el capitán sigue algo molesto contigo…” – era algo que me lo había imaginado desde que mi avión me alejo de ellos y del torneo…
-“Verdad… y como quedó lo del torneo?” – pregunté con apuro.
-“Momo no te dijo nada de eso aún… ya veo…” – no sabía por que pero sentía que gozaba haciendo larga su respuesta pero eso solo fue una impresión al parecer… al escuchar poco a poco las palabras de Fuji sentía que mis temores se hacían realidad - “Perdimos el torneo Echizen… ganó Hyotei esta vez…”
Capitulo 6: Break the ice
Cuando escuché las palabras de Fuji sentí como si alguien me hubiera tirado un baldazo de agua congelada encima o como si me hubieran enterrado en la nieve mientras estaba calentito en mi mundo feliz. Varias veces había pensado que eso jamás podría suceder por que en el equipo todos había practicado bastante como para ganar para que de pronto vinieran a ganarnos… ellos seguro también habían entrenado pero… no era justo bajo ningún ángulo… o al menos para mí.
-“Echizen? Sigues ahí?” - Momo pasaba su mano por enfrente de mis ojos tratando de volver a llamar mi atención pero yo seguía absorto mirando cierto punto en otro mundo. – “Tu sabes que nunca tienes que darle mucho crédito a Fuji verdad?” – sus últimas palabras si lograron sacarme del trance y poder enfocarlo con la mirada. Fuji como siempre había logrado su cometido de hacerme quedar como un tonto y engañarme con sus palabras que a principio no sonaban muy lógicas pero al ver la seriedad y convicción con las que las decía era claro que era verdad.
-“Con esas cosas no se juega Fuji senpai!”
-“Es muy gracioso verte preocupado sabes?” – Fuji metió la mano a uno de sus bolsillos como buscando algo
-“Se te perdió algo Fuji senpai?” – Momo también había notado la manera casi maniática con la que Fuji buscaba en sus bolsillos.
-“Pensé que tenía mi cámara en mi bolsillo… me hubiera gustado tomar una foto de tu cara… parecía como si te hubieran dado una muy mala noticia” – Fuji no paraba de reírse… su broma le había quedado bastante bien y para otras circunstancias me hubiera reído también a carcajadas pero era de mí de quien se estaba burlando.
-“hablando de estas cosas… que hora es Fuji senapai?” – Fuji remangó su chompa y miro divertidamente su reloj.
-“Pues son once y media… se quedan o tienen que regresar ya a sus casas?”
-“Noooo! Tenemos que regresar sino mi mamá me va a matar a mi!” – el grito de Momo perforó mi oído, ya me había dado cuenta que la autoridad máxima en su casa era su madre a pesar que tenía una cara muy amable. Momo estiró su mano para despedirse de Fuji en un fuerte apretón.
-“Y tu Echizen? Te esperan en tu casa? SI quieres te puedes quedar?”
-“A mí también me esperan… pero dentro de un mes. Voy a estar en la casa de Momo” – Fuji no entendió mi comentario al principio pero después sonrió… lo habría comprendido?
-“Entonces los veo mañana como hacíamos quedado Momo?” – pero su pregunta se quedó colgada en el aire por que Momo ya me arrastraba como si fuera una cometa hacia su casa. Si corríamos a este paso llegaríamos antes de las doce. Nunca había pasado mi cumpleaños corriendo de un lado para otro.
Cuando llegamos a su casa todos estaban sentados en la sala. Por primera vez en mi vida pude conocer al papá de Momo. Los dos eran iguales, estaban cortados con la misma tijera y quizás una de las diferencias más saltantes era el poblado bigote que llevaba el señor encima del labio.
La costumbre en la casa de los Momoshiro era cenar primero e irse a dormir, ellos abrían los regalos a primera hora en la mañana. Eso era raro para mí por que en mi casa primero comíamos, abríamos los regalos, jugábamos un rato y luego dormíamos casi todo el 25 o solo nos despertábamos para comer. Además por mi cumpleaños también hacíamos algunas cosas.
Mientras todos hablaban y se reían de las cosas que habían hecho yo trataba de recordar todo y también trataba de recordar este momento. Si bien no estaba con mi familia como de costumbre esta manera de pasar Navidad tampoco era mala. Mis ojos sin querer miraron el reloj… recién eran la una y media de la madrugada y todos seguían comiendo…
-“Y tu que sueles hacer en tu cumpleaños? O que haces en Navidad en tu casa con tus padres?” – la mamá de Momo trató de hacerme hablar después de notar que estaba demasiado callado.
-“Es bueno cumplir años un día antes de Navidad?” – preguntó Nuriko
-“Piensas que quizá debiste nacer en Halloween?” – continuó Momo pero sus demás preguntas fueron cortadas por una severa mirada de su mamá.
-“Me dice Momo que tu no eres de acá… que tal es América en épocas de fiesta?” – Bueno Nueva York era totalmente diferente a Japón.
-“Es muy diferente. Mi familia solo come y abre los regalos en la misma noche pero muchas familias esperan hasta la mañana siguiente que se supone llega ‘Papa Noel’”
-“Tu creías en papá Noel? Aquí Momo creyó en él hasta los diez años no?” – Momo trataba de callar a su mamá pero era demasiado tarde por que ahora todos nos reíamos. – “Las niñas también… no, ellas se dieron cuenta a los nueve” – ahora eran ellas las que trataban de callar a su mamá.
-“No te escapes de la pregunta Ryoma! Hasta cuando creíste?”
-“Hasta los seis aunque ya tenía mis sospechas antes” – Momo se quedó boquiabierto pero después me puso esa mirada como ‘me estas mintiendo’ – “Es verdad… todo fue culpa de mi papá… es demasiado inútil para estas cosas…
Flashback
Lo podía recordar muy bien. La mañana del 24, justo cuando cumplía seis años decidí jugar en el desván mientras mis papas regresaban de comprar algunas cosas para más tarde. Como siempre Ryoga estaba demasiado ocupado en sus cosas como para prestarme atención y evitar que me acercara a ese lugar.
A mamá no le gustaba que entrara allá por que había demasiado polvo y me podía hacer daño. Pero en el desván habían cosas muy interesantes… había ropa antigua y trajes típicos que para entonces no sabía de donde eran. El vestido de novia de mi mamá estaba exhibido en una vitrina escapándose del olor ha guardado y el polvo que carcomía el lugar.
Ese lugar me atraía mucho por que siempre que Ryoga entraba salía disfrazado de algo y cuando yo pedía para probármelo, así supiera que me quedaría inmenso nunca me dejaban. Esta entonces era mi oportunidad de explorar todo el lugar. Encontré juguetes viejos y gastados, algunas fotografías antiguas… cosas aburridas hasta que algo ilumino mis ojos…
No sabía leer bien aunque había aprendido algunas letras pero lo que si podía reconocer eran las letras que significaban ‘Papa Noel’. Pero no entendía que podría tratar esa caja… la caja no estaba en el piso como las demás… esta estaba en la cima de un anaquel pegado a la pared. Miré a mi alrededor hasta encontrar unas escaleras pequeñas… las moví hasta ponerlas a la altura de la caja y comencé a trepar.
A pesar que llegue a la cima de la escalera aún no conseguía llegar a tocar la caja. A situaciones difíciles medidas drásticas… tomé algo de valor y trepe el anaquel con cuidado. En mi camino hacia la cima bote algunas cosas como una caja pesada, debí haber hecho mucha bulla por que no paso mucho rato hasta que entró Ryoga a sacarme de mi pequeño aprieto.
No había llegado a la cima a ver que era lo que tenía la caja pero una vez en el piso vi lo que había botado que era el mismo objeto que había alertado a Ryoga. En su momento no le presté atención y simplemente me hice de la vista gorda para huir antes que Ryoga me regañara.
Cuando papá y mamá llegaron Ryoga les contó lo que había sucedido, fue entonces cuando me mandaron llamar. Los dos estaban terminando de guardar las compras en la refrigeradora mientras yo intentaba sentarme en uno de los bancos altos de la isla en medio de la cocina. Era demasiado pequeño y no podía llegar a menos que me pusieran un ascensor así que mamá decidió darme un empujoncito y subirme al banco.
-“Que hacías allá abajo Ryoma?”
-“Quería buscar algo para jugar…” – contesté con toda inocencia
-“Y que haces trepado en ese anaquel jovencito? Estabas tratando de caerte el día de tu cumpleaños?”
-“Quería ver que había en las cajas… sabían que hay una caja que dice papá Noel? Que es? Puedo ver?” – me paré en el banco y comencé a saltar de modo hiperactivo. Pero la cara de papá es ese momento palideció y mamá abrió los ojos como platos… eso significaba que había algo prohibido ahí adentro… un tesoro tal vez?
-“Esos son los adornos con la cara de Papá Noel que yo guardo para arreglar la casa. Y esa caja ahora esta vacía por que los adornos están en la sala” – contesto mamá tratando de seguir ocultando lo que fuera que hubiese ahí dentro.
-“Puedo jugar con la caja vacía entonces?” – la puse en aprietos…
-“Claro! Nanjiroh por que no vas al desván y traes la caja vacía para que tu hijo pueda jugar?” – mi papá comenzó a correr hacía la parte de debajo de la casa mientras yo bajaba del banco – “A donde vas Ryoma?”
-“Voy a verificar que no me hagan trampa… papá es capaz de vaciar la caja y yo quiero ver lo que hay ahí dentro, sino no tiene sentido” – traté de correr pero las manos de mamá sujetaban los tirantes de mi overol y hacían que corriera en el mismo lugar. – “Por que no me dejas ir a ver?”
-“Por que no hemos discutido tu castigo jovencito… tu sabes que no tienes permiso para ir allá abajo… te has podido caer, te has podido hacer daño. Además tu eres medio alérgico y debiste quedarte mirando televisión o jugando con tu hermano!”
-“Serías capaz de castigarme el día de mi cumpleaños? Eso no es justo!” – pero a mamá no le importó y me volvió a sentar en el banco que ahora ya no era un banco de charla sino uno de acusados. Mamá como jueza castigadora era severa y seguro me esperaba un cumpleaños aburrido…
-“Pues la verdad que te mereces un castigo. No deberías dudar de tu papá y tampoco deberías comportarte así… debes aprender a ser más educado.” – mamá miraba a todos lados de la cocina como buscando algo… - “Tu castigo será…” - se fue hacia un lado y me trajo una tablita de picar y un cuchillo de plástico. – “… vas a lavar las lechugas, las vas a cortar con esto y las vas a poner en este tazón… las quiero cortadas en tiritas para la ensalada de la noche”
-“Ninguno de los chicos del jardín tiene que cumplir un castigo el día de su cumpleaños. Por que nos quedamos en casa? No podemos hacer una fiesta?”
-“Ya te expliqué Ryoma que es un poco complicado hacer fiestas ahora por que los demás están con sus familias esperando la Navidad… otros se han ido de viaje… nadie va a poder venir” – me trató de explicar por quien sabe que número de vez mi mamá. Había cierto tono de tristeza en su voz. Los cumpleaños de Ryoga caían en verano y comíamos helado y nos íbamos a un parque si es que no invitaba a sus amigos a la casa. Por que yo no podía tener un cumpleaños divertido?
-“Por que se me ocurrió nacer un día antes de Navidad?” – me baje del banco y me trepé a otro para lavar las lechugas.
-“Aquí esta la caja Ryoma… pero a que vas a jugar con ella?” – papá estaba lleno de polvo y se veía cansado.
-“Demoraste mucho en traerla a pesar que estaba vacía… ya no la quiero… llévatela!” – papá no podía creer lo que le había dicho pero el castigo también me había puesto de mal humor.
Cuando acabe de hacer eso me fui a encerrar a mi cuarto. Me puse a jugar con una pelota mientras la lanzaba contra la pared o el techo… hacía mucho frío como para abrir la ventana y salir implicaba pelarme de frío por que toda la calle estaba cubierta de nieve. Mamá tampoco me dejaría salir con este frío… me senté en el marco de mi ventana a mirar como Ryoga y otros chicos se divertían con la nieve… se veía divertido…
Salí de mi cuarto y en su propio dormitorio mis papas dormían… no se darían cuenta si salía a jugar con la nieve o si? Corrí a mi cuarto y me puso mis botas y mis guantes, agarré una casaca y salí por la puerta de la cocina directo hacia el patio posterior donde había nieve más nadie jugaba.
Me senté en una esquina y comencé a formar bolas de nieve… una tras otras hasta que tuve una pirámide. Hice una bola más grande, como de mi tamaño y le puse unas orejas de gato. Se veía medio raro pero no era tan mal. Junto a la manguera por donde papá también guardaba la podadora de césped encontré la misma caja que había botado cuando me trepe al anaquel… y las botas negras estaban heladas… agarré las bolas de nieve y rellene las botas con eso…
Con las bolas de nieve restantes las puse en una carreta que teníamos y las lleve hacia delante. Ryoga estaba escondido detrás de un muro de nieve que el mismo había formado y estaba atento al vecino de al frente que estaba colocado en la misma posición que él. Sin hacer mucho ruido me acerqué a él y le lancé una de mis bolitas… lo asusté tanto que se paro y el juego tuvo que parar. Me cogió del brazo y me llevo dentro de la casa.
-“Mamá no quiere que salgas por que te vas a enfermar!”
-“Y por que si tu puedes salir?”
-“Soy mayor y no me enfermo tan rápido como tú, además no tienes edad para jugar a la guerra con nieve” – fui discriminado una vez más en mi día. Ryoga me llevo a mi cuarto y saco las botas y los guantes. – “Voy a guardar tus botas para que no vuelvas a salir… y si quieres hacerlo entonces despierta a mamá para que te de permiso” – despertar a mamá no era buena idea y fastidiarla por algo que ya sabía no tendría permiso era una perdida de tiempo. No me quedó otra más que bajar al primer piso y ver televisión…
Ya para la noche cenamos como siempre y luego papá salió a visitar a sus amigos mientras mamá se quedaba con nosotros abriendo los regalos. Había algo que no me cuadraba y eran las risitas tontas de Ryoga mirándome de reojo mientras abría sus regalos. Mamá también cada vez que podía me sonreía y no sabía si quería hacer las paces conmigo o estaba esperando a que pasara algo.
Cuando me toco abrir mis regalos se oyó un chirrido en la cocina y luego la puerta de la misma se abrió… a la sala entró algo que no se parecía mucho a la imagen de papa Noel que tenía en mente.
-“Hohohohoh!” – todos voltearon a ver mi cara… pero acaso creían que era estúpido?
-“Sácate eso… oyaji!” – me paré a su lado y le metí un golpe en el estómago
-“Ah! Que te pasa niño no me reconoces?”
-“Te dije que te saques esas botas… las llene de nieve en la tarde y estas mojando la alfombra de mamá!” – mamá recién se percataba que su alfombra se estaba malogrando. – “En la mañana vi tus botas en el desván, no tengo que ser un genio para no darme cuenta verdad? Ahora dame mi regalo para queme vaya a dormir que tengo sueño”
-“Ryoma! Si lo sabías por que no lo dijiste antes? NO tenías por que rellenar de nieve las botas de tu papá! No te dije que no podías salir a jugar con la nieve!” – Mamá dejo de gritarme y volteó a ver a papá – “Nanjiroh te dije que escondieras bien las cosas! Y al menos ponte bien el disfraz!” – luego volteó donde Ryoga que no paraba de reír – “Te dije que vigilaras a tu hermano!”
Todos se pusieron a gritar… a mi esta cosa de la Navidad ya no me gustaba tanto como otros años. Era algo aburrido aunque no iba a negar que la pelea se pusiera divertida a cada segundo.
-“Basta!” – gritó mi mamá tranquilizándolos a todos a la vez. – “Ryoma… te has portado muy mal hoy pero mañana hablaremos de eso. Ryoga también estarás castigado… no saldrás más tarde a jugar y Nanjiroh… quítate esas botas que malogras mi alfombra!”
Al final todos nos fuimos a dormir castigados. Admito que me extralimite esta vez pero no iba a permitir que me trataran como si todavía fuera un bebé o un estúpido. Mi castigo al día siguiente fue pensar lo que hice mirando a la pared de mi cuarto… sin pelotas en la mano, sin nada en que distraerme…
Fin del Flashback
Definitivamente esa había sido una mala Navidad aunque había sido gracioso todo el alboroto que armé.
-“Me enteré de la falsedad de papa Noel por un descuido de mis papas. El cumpleaños cerca de Navidad es feo por que nunca puedes hacer fiestas por que la mayoría de tus amigos están ocupados o están de viaje… y los regalos… solo recibes uno”
Todos se quedaron con la boca abierta… pero luego siguieron hablando. No tuve la necesidad de contarles los pormenores de mi descubrimiento acerca de papa Noel. Al final de todo limpiamos las cosas y nos fuimos a dormir. Momo me paso su sleeping para dormir. Me acomodé a un lado de su cama con Karupin enroscado dentro de la bolsa de dormir.
-“Ryoma… por que regresaste?” – esa fue la primera pregunta que debió hacerme pero no sé por que no la hizo… habría sido por que es tan volado como yo? O tal vez estaba esperando a que yo mismo le dijera sin escuchar la pregunta?
-“Yo… no sé exactamente por que regrese… supongo por que no pude con mi conciencia… no sé…”
-“No sabes? Uno no gasta plata comprando un pasaje si no tiene un motivo”
-“Bueno… creo que yo…” – y las siguientes palabras salieron de mi boca de manera muy rápida y casi imperceptible al oído humano pero aún así Momo las llego a escuchar aunque no entendió gran cosa…
-“Que dijiste? Dilo más despacio y un poco más alto que no te he escuchado” – Si las había entendido solo que quería escucharlas mejor y sus cometarios eran solo para fastidiarme. Me daba un poco de vergüenza repetirlas de manera más clara por que no eran del tipo de cosas que yo decía normalmente.
-“Esta bien… Creo que los extrañe mucho… pero creo que solo es un sentimiento que me nace en Navidad… no te lo creas del todo!” – le contesté pero no espere que mis palabras desencadenaran un ataque risa por parte de él. – “No recuerdo haberte contado un chiste”
-“Es que das risa con tu cara toda seria… la verdad deberías verte!” – lo miré como esperando a que acabara de reírse – “Bueno adultito, sería bueno que te rieras de tus propias gracias pero creo que eso es algo que va en contra de tu carácter. Mejor duérmete por que más tarde iremos a ver a los chicos”
-“De eso quería hablar Momo senpai…” – Momo me miró con cara de pregunta ladeando su cara hacía la derecha… a veces tenía gestos de mascota – “Estas seguro que será buena idea? O sea… no sé si los demás me quieran ver… después de todo me porté muy mal con ustedes…” – Momo levantó su mano y me hizo una seña como para que dejara de hablar.
-“No deberías preocuparte por eso por que estoy seguro que todos se alegraran cuando te vean aunque algunas caras no lo expresen muy bien… el caso es que no pasara nada así que despreocúpate!” – para Momo todo era sencillo por que él no era el que estaba en aprietos y tampoco se sentiría incómodo yo… Yo tenía miedo… - “No tengas miedo… después de todo ahora ya tienes trece años no?” – si… trece años pero por dentro me sentía como un chiquito de seis…
o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o
Había perdido la noción del tiempo y del espacio… sentía que flotaba como si el viento me llevase cual cometa. Los tumbos de aire remecían mi cuerpo y por momentos sentía esa sensación de vacío al caer. Una sacudida me trajo de nuevo a tierra firme pero cuando abrí mis ojos no pude reconocer el lugar. Me demoré un buen rato en recordar que no estaba volando en un avión, que no estaba en América con mi familia y tampoco estaba solo.
Karupin también se había levantado por mi culpa y ahora pasaba su cola por mi cara dándome cierta sensación entre cosquillas y picazón en la nariz. Momo por otro lado seguía durmiendo en su cama en una posición descrita mejor como araña aplastada. Estaba totalmente estirado para los cuatro lados de su cama y tenía una pierna colgando muy cerca de mi estómago. Tenía suerte que no me hubiera pateado aunque si había experimentado por segunda vez con él sus ronquidos en plena madrugada.
Mientras que se despertaba me quede mirando el techo. No se oía ningún ruido en la casa como para decir que alguien más se hubiera despertado ya. Me gustaba ver el techo de las habitaciones… las imperfecciones de los techos podían formar figuras… era cuestión de buscarlas. Una vez una psicóloga me dijo que me abstraía con facilidad y que mi capacidad de imaginación muchas veces era desperdiciada… no me importaba desperdiciarla si tenía la oportunidad de jugar tenis.
En el tiempo que la familia de Momo se levantaba pude encontrar muchas figuras en el techo. Había algo que se parecía mucho a un oso sacando a un pez del río pero la mitad de esa misma figura formaba otra con otro par de líneas dando una forma similar a un olmo de copa ancha pero si lo veías de otra manera parecía una fotografía de la bomba atómica. Pero de todas las figuras que encontré la que me gusto más fue una que se parecía a un gato durmiendo pata arriba…
Cuando Momo decidió levantarse se fue al baño para darse una ducha, luego me dio el turno para asearme. Yo estaba acostumbrado a tomarme enormes cantidades de tiempo en la tina de mi casa, después de todo solo éramos tres personas y cuando venía Ryoga éramos cuatro. Pero esta casa era diferente por que había otras personas que también querían bañarse y no me podía demorar mucho así que traté de hacerlo en el menor tiempo posible.
Cuando regresé al cuarto de Momo lo hice envuelto en una toalla inmensa que el mismo Momo me había dejado en el baño. Como era de esperarse él ya estaba vestido y terminando de arreglar su habitación para salir. Yo no era del tipo de personas que estaba acostumbrado a que me vieran desnudo a la hora de vestirme, podía soportar que me vieran en los vestidores con ropa interior pero sin nada? Momo por otra parte seguía mirándome de reojo esperando a que terminara de una vez.
-“En verdad eres bien enano… lo que es raro es que tu papá si es alto… cuando planeas crecer?”
-“Cuando dejes de burlarte de mi crecimiento estancado”
-“Bueno sería bueno que crecieras de una vez por que cada vez sigues quedándote más enano” – preferí hacer caso omiso a su último comentario y bajamos a tomar un snack por que ya era demasiado tarde para un desayuno. Luego de eso salimos a ver a los chicos que dicho sea de paso no sabía a donde se iban a encontrar.
-“A donde es que tenemos que ir Momo senpai?” – mientras salíamos de la casa pude darme cuenta que la temperatura había descendido unos grados por lo menos por que mi cabellos que seguía algo húmedo parecía haber adquirido escarcha con solo caminar una cuadra. La Navidad esta vez no había sido blanca pero si bastante fría… si mis predicciones no se equivocaban nevaría en cualquier momento y yo no había traído mis botas conmigo.
-“Vamos a encontrarnos en la casa de Oishi. Nos dijo que sus papas saldrían como a esta hora a visitar a sus parientes y él se quedaría en casa” – La casa de Oishi… seguro que Eiji llegaría primero si es que no se le adelantaba él que viviera más cerca de la casa del mismo Oishi… pero quien vivía cerca de su casa?
-“La casa de Oishi queda cerca de la de Kawamura? O me equivoco?”
-“Te equivocas. La del capitán Tezuka es la que le queda más cerca!” – sentí como si en vez de comida hubiera comido piedras… sentía muy pesadas esas piedras a cada paso que dábamos y nos acercábamos a la casa de Oishi.
Dudé en estar ahí parado mientras Momo tocaba la puerta. La angustia me invadía a cada segundo que pasaba ahí esperando a que alguien abriera la puerta pero cuando vi que por fin la puerta se abría tuve ganas de correr. Crucé los dedos para no encontrármelo ahí… quería pedirle perdón por haber huido pero si lo veía ahora no encontraría las palabras…
Pero la puerta se termino de abrir y el mismo Oishi tuvo que frotarse los ojos dos veces para poder creer que me veía.
-“Echizen!”
-“No grites mucho que queremos que sea una sorpresa para el resto!” – Oishi al toque se tapo la boca con su mano y rió silenciosamente haciéndonos un gesto para que continuáramos caminando dentro de su casa.
-“Con que a esto se refería Fuji… la verdad es una gran sorpresa que regresaras… nos asustaste ese día por que ya era hora de inscribirnos y tu no aparecías en las canchas… Inu tomo tu lugar pero todo el mundo quería verte jugar!”
-“No fue mi intención preocuparlos… en serio es que…” – Oishi pareció haber sentido mi miedo y solo me tomo de los hombros y me abrazó como un hermano… el se preocupaba mucho por todos.
-“No te preocupes… el capitán nos explico todo pero yo creo que debiste avisarnos de todas maneras… Eiji estuvo triste por una semana casi… hasta que Fuji le dijo que según su hermana tu regresarías… al parecer acertó con su lectura de cartas!”
-“Mi hermana nunca falla!” – Fuji apareció a nuestras espaldas y nos hizo saltar del susto – “Ah… ya veo que llegaron ustedes dos… adentro hay gente que se muere por verlos… en especial a ti Ryoma…” – la sonrisa de Fuji me parecía más maligna que nunca
-“Sabían que iba a venir?” – me puse blanco
-“No… pero será una linda sorpresa cuando te vean entrar… ahora!” – de un empujón me hizo pasar por la puerta aleatoria de la sala de Oishi y me di de cara con los demás.
Ahí en la sala sentados tomando un jugo de extraño color estaban Inui y Kaidoh en un sofá, en el piso tirado como tratando de sacar algo de su maleta estaba Eiji y exactamente al costado de donde me encontraba estaba Kawamura sempai…
Mi primera reacción fue respirar por que no veía al capitán por ningún lado pero la primera reacción de Kikumaro sempai fue saltar encima mío apretándome por los días que no había podido hacerlo y dejándome sin suficiente aire como para respirar.
-“Eiji lo vas a matar, suéltalo!” – Oishi trataba de sacármelo de encima pero Eiji estaba verdaderamente emocionado y estaba aferrado a mi como una garrapata felina.
-“Nya…Es que hace tiempo no lo vemos… al menos déjame estrujarlo un poquito más Oishii!”
-“Eiji… si lo matas no lo podrás estrujar más tarde” – escuché que Fuji le susurraba eso al oído – “No querrás eso verdad?” – Kikumaru sempai parecía estar pensando seriamente en las palabras de Syusuke pero poco a poco comenzaba a ejercer menos presión hasta que por fin llego a soltarme.
-“Nyaaa ochibi no pienses que te has liberado de mí! Aún me la debes y me la cobraré!” – me paré del suelo alfombrado y traté de arreglarme
-“Saluda a los demás Echizen” – me codeaba Momo. Me había olvidado por completo del resto que aún tenían caras de asombro. Que decir en estos casos?
-“H…o…l…a” – descubrí que aún no era capaz de mirarlos a la cara.
-“Echizen que bueno que regresaste! Pensé que nunca te volveríamos a ver… te fuiste sin despedirte de nosotros… por que?” – fue una pregunta sencilla la que me hizo Kawamura sempai, pero era tan sencilla que no sabía como responderla…
-“Conociendo a Echizen hay muchas probabilidades que se haya ido sin despedirse por que no quería hacerlo… o e equivoco” – milagrosamente Inui estaba ayudándome a responder algo que yo no era capaz de hacer así que solo afirme con la cabeza.
-“Pshhhh… No es eso algo cobarde?” – nadie más habló… no podía esperar a que alguien me defendiera de algo que era verdad. Yo había sido un cobarde y tenía que enfrentarme a ello tarde o temprano.
-“Siento mucho haberlos decepcionado a todos… en verdad no pude hacerlo…” – siendo algo arrogante era increíble que me disculpara ante ellos de ese modo y sobre todo que lo reconociera de ese modo… era algo poco común para mí al igual que todas las cosas que estaba haciendo últimamente… huir de casa a otro país sin avisar, tratar de vivir solo en una casa deshabitada, pasar mi cumpleaños y Navidad lejos de mi casa… reconocer que era un cobarde debía estar entre mis prioridades en este viaje pero por sobre todo pedirles perdón por abandonarlos en una fecha importante y no despedirme de ellos.
-“Bueno dejémonos de formalismos… Ryoma se fue pero ya regresó y se quedará un mes con nosotros así que no tenemos por que hacerlo sentir mal… verdad Oishi sempai?” – Momo trataba de desviar el tema para evitar hacerme sentir mal… el después de todo era quien más me conocía y con el que mejor me llevaba… éramos amigos.
-“Claro! Además hoy es Navidad así que deberíamos estar felices y contentos!” – la voz de Oishi animaba a todos a relajarse
-“Por cierto Oishi… y Tezuka no va a venir? Aún no llega” – Fuji le preguntó. Era extraño ver a todo el equipo reunido pero sin el capitán… yo solo esperaba que las cosas sean sencillas con él también.
-“Ah cierto! Antes que todos ustedes llegaran hablé con él y me dijo que no iba a poder llegar a tiempo por que tenía cosas importantes que hacer con su familia así que él nos vería otro día”
-“Bueno… seguro nos veremos con él la próxima semana para reanudar las prácticas” – a Fuji lo noté algo triste por eso… según tenía entendido ellos eran muy cercanos tanto fuera como dentro de las canchas.
-“Nyaaa que empiece entonces la comida! Nya Oishiii puedo traer la torta?”
-“Claro!”
-“Espera Kikumaru sempai… yo te ayudo!” – Momo dejo mi lado para ir a ayudarlo pero no fue el único… Oishi y Fuji fueron con ellos. Se necesitaban a tantas personas para traer una simple torta?
A mi en cambio me dejaron solo con Kawamura, Kaidoh e Inui. Kawamura sempai se paro y me jalo con él para sentarme en uno de los sillones mientras Inui sacaba un vaso extra del aparador y me servía algo de la jarra que estaba encima de la mesa… tenía un color medio liliáceo.
-“Ya que no estuviste por un tiempo tú serás él primero en probarlo. Es mi nueva receta que tiene frutas y vegetales, además le eche algo de dulce para que no se quejen que esta amargo como paso la última vez… pruébalo… ” – Inui me estaba acercando el jugo a la cara para obligarme a tomarlo mientras yo trataba a que el sofá me comiera para evitar tener que tomarlo… no tenía escapatoria y no podía retroceder más… estaba acorralado…
-“Detente Inui! No lo hagas tomar eso!” – el grito nos llamo a todos la atención y volteamos para ver que pasaba y por que Oishi trataba de detener a Inui pero fue algo tarde por que él solo se limitó a empujar un poco el vaso contra mi boca y yo muy estúpidamente la abrí sin ponerme a pensar que no debía hacerlo.
El jugo no sabía amargo… tampoco ácido y mucho menos dulce… no se que le habría echado pero de alguna manera me estaba quemando la garganta. Alguien debería encargarse de supervisar lo que fuera que le pusiera a sus menjunjes y verificara si eran aptos para el consumo humano y menores de edad.
Eiji vino corriendo con un vaso con agua para que se me fuera la sensación ardorosa mientras todos le gritaban a Inui que no era conveniente que cada vez que preparara algún nuevo jugo nosotros tuviéramos que probarlo… no éramos sus conejillos de indias después de todo.
Pero después de que me repuse, previa visita al baño para lavarme la boca por que el sabor lo seguía sintiendo vino la “sorpresa”. Una vez más estaba sentado en el sofá con Inui muy lejos de mí a pedido de Kikumaru sempai. Esta vez una torta entro a la sala con trece velas… al parecer la torta no era para mí por que ellos no sabía que había regresado y mas bien era una torta navideña con chocolate rojos y verdes y las letras de Merry Christmas pero eso era lo de menos.
-“Pero mi cumpleaños fue ayer!”
-“Si, lo sabemos pero como no te vimos y no sabíamos que ibas a regresar… sino te hubiéramos traído una de chocolate…” – Oishi lucía algo incomodo con la decoración de la torta pero eso a mi no me importaba en lo más mínimo.
-“Gracias! Es perfecta… Oishi sempai!” – no sabía exactamente por que era… yo odiaba mi cumpleaños pero esta vez me gusto. Me gustaba la reunión improvisada, la torta navideña, pero sobre todo estar todos reunidos… que más podía pedir? Pero mientras me cantaban para soplar las velas se escucho un timbre y en plena canción Kaidoh sempai, que estaba más cerca de la puerta fue a ver quien era. Yo estaba apunto de soplar las velas cuando entro el capitán…
TBC….
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