índice cronológico

        Imperio Antiguo (II)

        IV Dinastía    2613 - 2500

             La cuarta dinastía es la dinastía de las grandes pirámides, pero sería un error permitir que sólo las pirámides ocupasen nuestra visión de la época. Un factor verdaderamente importante de esta dinastía al igual que de la próxima fue el culto solar. Muy probablemente las enormes pirámides sean símbolos de ese culto. Mientras la popularidad del dios Ra aumentaba, lo mismo sucedió con la influencia de sus sacerdotes en Heliópolis, todo ello en detrimento del rey. A pesar de que los sacerdotes fomentaban la imagen divina de su rey, en algunos períodos éste pasó a segundo plano detrás del Alto Sacerdote. Uno de los ejemplos de la deificación real lo constituyen la composición de nombres reales a partir del nombre del dios Sol Ra (o Re) y el uso del epíteto "hijo de Re" que se encuentran a partir del reinado de Djedefre. Esta imagen divina no se vio favorecida por la costumbre de casarse fuera de la familia que los reyes de la IV dinastía adquirieron durante un período.
             Así como las pirámides alcanzaron su cenit durante esta dinastía, lo mismo sucedió con las artes creativas en otro campos, incluyendo la escultura, la fabricación de joyas y la pintura. A partir de ese momento se produjo un descenso gradual en estas disciplinas que finalmente levó a la anarquía debido a una combinación de factores sociales, económicos y religiosos. Aunque la civilización tuvo un despertar en la quinta dinastía, sus logros durante este período jamás alcanzaron los logrados durante la cuarta.
             Los reyes de esta dinastía, al igual que los de la tercera, procedían de Menfis, aunque según especifica en las versiones de Eusebio y Africano de la obra de Manetón, ésta última descendía de un linaje real distinto.

        Snefru (Snofru, Soris)    2613 - 2589
        El de la belleza

             Rey fundador de la cuarta dinastía, la más importante del Imperio Antiguo o Menfita. Hijo de Huni y una reina menor llamada Meresanj I. Al igual que sus predecesores, Snefru también era menfita, pero de un linaje real diferente, por lo que Manetón le consideró fundador de una nueva dinastía. El matrimonio de Snefru con una hija de Huni y por lo tanto hermanastra suya, llamada Heteferes I podría haber unido los dos linajes, consiguiendo así Snefru el derecho al trono. Según Manetón, Soris, el nombre que da al primer rey de la dinastía, reinó durante 29 años, aunque las pruebas actuales apuntan a que tan sólo fueron 24.

             Realizó victoriosas campañas contra los libios al oeste, los nómadas del Sinaí al este y los nubios al sur, donde fundó el campamento egipcio de Buhen que posteriormente sirvió como base para expediciones mineras y comerciales. Snefru también reforzó la administración creando la figura del visir.
             Se le conoce como el primero en confiar en las posibilidades del comercio marítimo egipcio, creando dos rutas, una hacia Fenicia y otra por el Mar Rojo. Aunque las expediciones eran poco frecuentes y había pérdidas en gente y naves, resultaban rentables. Datos procedentes de la piedra de Palermo dan cuenta de las expediciones al Líbano en busca de troncos de cedro utilizados para construir las puertas de los templos y las embarcaciones, y al Sinaí, en busca de turquesa. Da la impresión de que Snefru estuvo especialmente vinculado a esta zona, donde ya se realizaban excavaciones mineras desde la I Dinastía. Según una inscripción muy posterior en Uadi Maghara, Snefru fue adorado allí como un dios. En dos relieves contemporáneos cercanos al uadi se le representa en la tradicional postura atacante con el nombre de "golpeador de bárbaros".

             En el aspecto arquitectónico su deseo era superar a sus predecesores, terminó la pirámide de Huni en Meidum y construyó dos más en Dahshur, donde, contra lo que cabría esperar, trasladó la necrópolis real en detrimento de Menfis. La primera de las construcciones de Dahshur es conocida como la Pirámide Inclinada, debido al cambio de inclinación que sufre hacia la mitad de su altura: de 54°31’ pasa a 43°21’. A este respecto hay numerosas teorías, de las que la más plausible posiblemente sea la que relaciona este cambio con la experiencia adquirida con la desastrosa pirámide de Huni, la cual es probable se estuviera acabando al mismo tiempo que se construía la de Snefru. El derrumbamiento de los contrafuertes de la pirámide de Meidum podría haber convencido a los arquitectos de la Pirámide Inclinada de no sobrecargar tanto la nueva construcción, bajando el centro de gravedad. Sin embargo algunas pruebas sugieren que la pirámide de Huni se derrumbó durante el Imperio Nuevo, lo cual dejaría sin validez la teoría anterior.
             La Pirámide Inclinada es única entre todas las del Imperio Antiguo, ya que además de poseer la habitual entrada en el lado norte, característica de motivo religioso relacionada con las estrellas septentrionales, existe otra entrada hacia el oeste, de la cual se desconoce el porqué. Al igual que la de Meidum y la septentrional de Dahshur, no hay pruebas de que hubiera habido un sarcófago en su interior.
             La segunda de las pirámides de Dahshur, la Pirámide Roja, llamada así por el color de la caliza con que fue construida, ya presenta desde su inicio la inclinación de la parte superior de la Pirámide Inclinada. Es la más septentrional de las dos y aunque no hay pruebas, es probable que el rey fuera enterrado en ella. Las dimensiones de la base de la Pirámide Roja únicamente fueron superadas por las de su hijo y sucesor Jufu (Kheops) en Gizeh.

             Además de Jufu, Snefru tuvo seis hijos más con la reina Heteferes I. Como curiosidad cabe decir que Heteferes I fue la primera de la que se sabe fue embalsamada y momificada con el uso de natrón, un nuevo método ideado por los sabios de la Casa de los Muertos* , aunque es probable que se hicieran experimentos anteriormente, resulta inconcebible que, sabiendo la importancia que daban los egipcios a la momificación como preparación para la entrada en el más allá, aplicaran un método revolucionario con una reina sin haberlo probado antes.
             Es probable que la reina Heteferes fuera enterrada junto a su marido en Dahshur, pero la tumba fue saqueada. Los ladrones fracasaron pero destruyeron el cuerpo de la reina antes de que los guardias pudieran actuar. Por lo tanto se decidió trasladar el equipo funerario a Gizeh, cerca de la pirámide de su hijo, en una zona más segura, donde se hallaron en 1925, sin ningún rastro del cuerpo de la reina. Es probable que Jufu jamas supiera que había pasado con el cuerpo de su madre. Es probable que en el futuro se encuentre la tumba original de la reina en Dahshur, puesto que la zona aún está poco inspeccionada.

             Teniendo en cuenta el dominio sobre los recursos y la mano de obra que demostró Snefru durante su reinado, levantando dos pirámides (algo insólito) e incluso acabando la de su predecesor, es evidente que dejó a su hijo Jufu un reino consolidado y una gran herencia. Jufu llevó los logros de su padre todavía más lejos, al cenit de la construcción de pirámides.
             Por último una curiosidad: en el papiro de Westcar (actualmente en Berlín), escrito en el periodo hicso, se presenta a Snefru como un rey afable. Una historia narrada por el príncipe Baufre, hijo de Jufu, cuenta que un día Snefru andaba por palacio profundamente aburrido y llamó a su principal sacerdote lector, Djadja-em-anj, para que le buscara una solución. El sacerdote le aconsejó llevarse a las mujeres más hermosas de la corte a una excursión en barca por el lago. A Snefru le idea le encantó, y mandó que llamases a las jóvenes y que les diesen a cada una una red de pesca para cuando se hayan quitado la ropa. Al parecer el espectáculo encantó al rey. Este es el primer registro escrito donde se le da a las mallas un contexto erótico, que hoy en día ostentan las medias. Al perecer la excursión se vio interrumpida cuando a una de las jóvenes se le cayó un amuleto en forma de pez al agua. La chica se negó a continuar con la excursión, Snefru intentó calmarla ofreciéndole otro igual, pero ella quería la pieza original. De nuevo volvió a ser Djadja-em-anj, esta vez en su papel de mago real, quien resolvió el problema. Hizo separarse las aguas del lago y así la chica consiguió recuperar su joya.

         La Casa de los Muertos es el nombre con que se conocía el templo donde sacerdotes especializados efectuaban las momificaciones. A pesar de su carácter sagrado, los que trabajaban en ella eran a menudo marginados, posiblemente debido a lo que cuentan algunos escritos no oficiales. En ellos se narran toda suerte de barbaridades cometidas por los sacerdotes de la Casa de los Muertos: robo de objetos personales del difunto, canibalismo, necrofilia,...

        Jufu (Quéope, Kheops, Sufis I)    2589 - 2566
        Protegido por [Cnum]

             Sucesor e hijo de Snefru y de la reina Heteferes I. Al igual que su padre reinó durante 23 ó 24 años y él también parece haber realizado expediciones militares al Sinaí. Inscripciones en la roca de Uadi Maghara mencionan la presencia de tropas suyas en la zona, sin duda con la intención de proteger las preciadas minas de turquesa de los beduinos. También en la isla de Elefantina, en la primera catarata, se ha encontrado una inscripción ya muy gastada que indica que el rey también se interesó por el extremo sur del país debido a las canteras de excelente granito rojo de Assuán.

             El mayor logro de Jufu es la Gran Pirámide de Gizeh, la mayor de todos los tiempos y la única de la siete maravillas que todavía sigue en pie. Bajo las órdenes del maestro de obras Hemon, primo de Jufu, en cuya mástaba se encontró una magnífica estatua suya, trabajaron 100.000 personas y está formada por más de 2.300.000 bloques de piedra traídos de las canteras situadas en la primera catarata que se levantaron originalmente 146.6 metros de la base (en la actualidad mide 137.5 al perder parte de la punta), fue la construcción más alta del mundo durante 4500 años. Su inclinación es casi perfecta: 52°51’, la base es un cuadrado de 230 metros de lado con un error máximo de 20.3 centímetros, siendo su superficie de 5.7 hectáreas (unos 12 campos de fútbol). El peso medio por bloque es de unas 2.5 toneladas, siendo de hasta 15 toneladas los más pesados. En su origen estaba revestida de brillante caliza blanca de Tura, colocada en sentido descendiente, pero durante la Edad Media se extrajo gran parte de esta piedra para construir la ciudad de El Cairo. Herodoto citó cifras apócrifas de unos sacerdotes según las cuales se tardó 10 años en construir la calzada que une el templo del valle con el templo mortuorio y 20 años en levantar la pirámide. Se sabe que en el interior de la pirámide se eleva una enorme roca natural de dimensiones desconocidas. El coste total de la obra fue de 1600 talentos de plata (a la cotización actual unos 1000 millones de pesetas).
             Debido a la gran cantidad de personas que murieron en su obra, Jufu, al igual que su hijo Jefren, fue popularizado como un tirano. Esa visión se ve reforzada por la historia de Manetón, que dice que Jufu se ensoberbeció con los dioses, pero que después, arrepintiéndose, el "Libro Sagrado" de los Egipcios, que también cita Africano en su versión de Manetón, afirmando haber adquirido una copia en su visita a Egipto hacia el 220 d.C. Sin embargo, hoy en día no existe ninguna evidencia de la existencia de tal obra y mucho menos de que Jufu fuera su autor.
             La pirámide sigue siendo un misterio hoy en día. No se sabe qué técnicas se utilizaron para su construcción. Hay varias teorías, según una de ellas, se usó una gran rampa que se adentraba en el desierto, prolongándose y levantándose a medida que se erigía el monumento; según otra, la rampa se iba enroscando alrededor de la pirámide a medida que ésta crecía. Pero ninguna de las dos parece práctica. Herodoto afirma que se erigió en forma de terrazas y que se fueron colocando los bloques por los cuatro lados a la vez, ayudándose para ello de "unos ingenios hechos con troncos cortos". El arqueólogo Peter Hodges comprobó con cierto éxito el sistema, que sin duda es el más convincente.
             Alrededor de la pirámide, y sobretodo por el lado oeste, se hallan las tumbas de varios cortesanos, que esperaban servir al rey en la muerte como habían hecho en vida. En el lado este están las tres pirámides subsidiarias de las reinas de Jufu. Sobre una de ellas, la central, de 46 metros de lado, cuenta Herodoto que pertenecía a una hija del rey, a quien su padre había colocado en un prostíbulo para que recaudara fondos para la construcción de la Gran Pirámide. La princesa, además de cobrar por los servicios, pedía a cada uno de sus clientes un bloque de piedra, que después utilizó para levantar su propia pirámide. Por supuesto no hay nada que confirme esta leyenda, pero si parece cierto que la pirámide pertenece a una hermanastra de Jufu. La primera parece pertenecer a su hermana y esposa, y la tercera a otra hermanastra, la reina Henutsen. Junto a la pirámide se han realizado notables descubrimientos, como la tumba de la reina Heteferes I, madre de Jufu, o un barco de madera hallado intacto en 1954 cerca del lado sur.

             A Jufu le sucedió su hijo Djedefre con quien al parecer no se llevaba demasiado bien. Djedefre reinó poco tiempo y fue seguido de Jafre, también hijo de Jufu con la reina Henutsen, con quien tuvo un hijo y una hija más: Jufukaef y Jamerarnebty I. Existe asimismo otro hijo de madre desconocida llamado Baufre (el del relato de Snefru), que según sugiere un texto posterior a la cuarta dinastía también reinó un corto período, y dos hijos más con la reina Meritates: Kewab y Djedefhor (o HarDedef), que alcanzó fama de sabio en su época y parte de cuyas doctrinas han llegado a nosotros, a parte de dos hijas, las princesas Heteferes II y Meresanj II.

        Djedefre    2566 - 2558
        Resistente como Re

             Sucesor e hijo de Jufu. Tercer rey de la cuarta dinastía y primero en ostentar el título de "Hijo de Re", en este punto radica su mayor interés, ya que poco más se sabe de él. Al parecer su madre era una esposa secundaria de Jufu, posiblemente su matrimonio con su hermanastra Heteferes II sirviera para consolidar la sucesión. Además de ella hay noticias de otra reina llamada Jentetka.

             Construyó su pirámide 9 kilómetros al norte de Gizeh, donde su padre había construido la suya, en Abu Rawash, posiblemente debido a las desavenencias con Jufu, a pesar de las cuales parece ser que fue el encargado de completar la sepultura de su progenitor. A pesar de que la estructura está muy deteriorada, es evidente que se alejó de las construcciones megalíticas de sus antecesores volviendo a la técnica arquitectónica de la III Dinastía: una gran trinchera abierta terminada en un pozo vertical. Es posible que la falta de estructuras (del templo mortuorio solo se conserva la planta) se deba a que no le diera tiempo de acabarlas, haciendo simplemente un esbozo de lo que iba a ser.
             Existe, a un kilómetro y medio al sur de Gizeh, en Zauyet el Aryan, una estructura similar en la que se han encontrado dos nombres, uno el de Nebka (posiblemente el Zanajt de la III Dinastía), pintado en rojo sobre unos bloques, y otro el de Djedefre, grabado en una placa de esquisto. Es difícil saber a quien perteneció la construcción, que por el estilo se situaría cronológicamente cercana al reinado de Djedefre, pero actualmente se supone que perteneció a un oscuro rey de la IV Dinastía, no identificado y del que no se sabe el lugar que ocuparía cronológicamente en la sucesión de reyes de la IV Dinastía. Una posibilidad sería la de Baufre, hermano de Djedefre, que según algunos escritos posteriores habría reinado durante un corto periodo.
             Excavaciones francesas realizadas en 1907 en el emplazamiento de Abu Rawash sacaron a la luz una impresionante cabeza de cuarcita roja del rey con el tocado nemes, una pequeña estatua de su hijo Setka en postura de escriba (tuvo además una hija llamada Neferhetepes), además de la parte inferior de una estatuilla del rey y su esposa Heteferes II. La calidad de estas tres obras demuestran que la tradición artística de la IV Dinastía se consolidó durante su reinado.
        A Djedefre le sucedió en el uraeus su hermanastro Jafre.

        Jafre (Quefrén, Jefren, Rajaef, Sufis II)    2558 - 2532
        Que aparece como Re

             Cuarto rey de la cuarta dinastía, sucesor de su hermano mayor Djedefre. Al igual que a su padre Jufu, Manetón le llama Sufis y le atribuye un reinado de 66 años, algo por ahora no demostrable. De cualquier forma Jafre tuvo un reinado lo suficientemente largo como para construir un espléndido complejo funerario en Gizeh. La duración de su reinado seguramente fue de entre los 24 años que le atribuye el papiro del Canon Real de Turín a los 26.
             El país debió ser muy próspero durante su reinado, como lo demuestran las espléndidas mástabas de los nobles de su corte. En la tumba del príncipe Nekure, hijo del rey, está grabado en la pared el testamento del difunto, el único que se conoce de ese reinado. En él lega 14 ciudades a sus cinco herederos, los nombres de 11 de ellas llevan incorporado el de Jafre y los otros tres son ilegibles.

             Al igual que su padre Jufu, alzó una pirámide en Gizeh, un poco más pequeña que la Gran Pirámide, aunque el hecho de que esté sobre una pequeña elevación la hace parecer más alta. Se la denomina la Segunda Gran Pirámide de Gizeh y con sus 136.4 metros era originalmente 10.2 metros más baja que la de su padre, y aún hoy en día, después de que la Gran Pirámide haya perdido su punta, sigue siendo 1.1 metros más baja. La pirámide de Gizeh aún mantiene el revestimiento de caliza blanca de Tura en las hileras superiores, cerca del vértice. Su inclinación es ligeramente inferior a la de la pirámide de Jufu: 52°20’.
             Contrariamente a lo que se creía antiguamente, la pirámide no es completamente maciza y sin entradas, muy al contrario posee dos entradas en el lado norte, una a la altura del zócalo y otra a unos 13 metros por encima y desplazada del centro. Esta última entrada fue descubierta por el arqueólogo italiano Giovanni Belzoni en 1818 después de obtener el premiso para retirar unos escombros situados en la zona. Él mismo descubrió al entrar en la cámara mortuoria que los saqueadores y los árabes medievales se le habían adelantado. En la sala tan solo quedaba un sarcófago de granito rojo pulido con unos cuantos huesos de animales. El arqueólogo dejó grabada en la pared sur de la cámara su nombre y la fecha en negro de humo.

             Jafre también mandó construir una gran esfinge cerca del templo del valle. Al parecer se talló a partir de un afloramiento de roca caliza, restos de la extracción de bloques para la construcción de la Gran Pirámide de Jufu. La Gran Esfinge, de 20 metros de altura y 73 de longitud,  es un león tumbado con cabeza humana que representa a Re-Haracles, el dios solar al amanecer. Se cree que el rostro es el de Jafre, si así fuera sería el retrato real a gran escala más antiguo del mundo.
             En el 1419 a.C., once siglos después, el joven príncipe Tutmosis, quien posteriormente sería Tutmosis IV, faraón de la XVIII dinastía, tuvo un sueño en el que se le reveló que se le daría el trono como recompensa si libraba a la Gran Esfinge del suplicio de estar semienterrada por las arenas del desierto, y así ocurrió, tal como se explica en la estela que erigió a los pies de la esfinge. Cuando Napoleón llegó a Egipto en 1798, la esfinge volvía a estar semisepultada y tan solo asomaba la cabeza de la arena. Contrariamente a la opinión popular, la Gran Esfinge no perdió la nariz durante unas prácticas de tiro de la artillería francesa. En el 1380 d.C. fanáticos religiosos destruyeron el rostro y parte de la barba, un trozo de arenisca de un metro de altura tallada en forma de trenza, que fue encontrada por Giovanni Battiste Caviglia entre las zarpas de la esfinge en 1818.
             Actualmente se lleva a cabo un programa de control y conservación de la estatua, que se ha deteriorado mucho, principalmente debido a la pérdida de la protección que durante siglos ejerció la arena del desierto, y a la subida del nivel freático. También se llevan a cabo programas de restauración, utilizando los mismos métodos que se utilizaron hace 4500 años se intenta devolver a la esfinge su forma original.
             La Gran Esfinge pudiera ser la base del mito griego de las mujeres-león esfinges, que obligaban a descifrar un enigma a todo aquel que pasaba ante ellas, el precio de no descifrarlo era la muerte ("esfinge" en griego significa "el que estrangula").

             La disposición del complejo de Jafre (templo del valle, calzada, templo mortuorio y pirámide), sería un modelo a imitar durante todo el Imperio Antiguo. El templo del valle, construcción de una impresionante austeridad y la más grande que queda de ese periodo a parte de las pirámides, contenía al parecer una serie de hasta 23 estatuas de diorita como la encontrada por Auguste Mariette en 1860 en un pozo a la entrada del mismo. Se trata de una estatua sedente que representa al rey con un tocado nemes y es una de las mejores representaciones artísticas de la época (ver Ilustración 1).

        Jafre
        Ilustración 1:La estatua de diorita de Jafre, magníficamente trabajada y rica en detalles, encarna todos los ideales de la majestad divina: mirada serena, muculatura poderosa,... junto con símbolos del poder del faraón: las referencias al león y los mapas del Alto y el Bajo Egipto, uno a cada lado del trono. La presencia de Horus, el halcón, protegiendo con las alas al faraón, simboliza la monarquía.
         

             A Jefren le sucedió Menkaure, quien al parecer fue su hijo con su reina y hermanastra Jamerarnebty I, con quien además tuvo una hija llamada Jamerarnebty II. Además parece que también contrajo matrimonio con la princesa Meresanj III, hija de su hermanastro Kewab con su hermana y reina de su predecesor Heteferes II.

        Menkaure (Micerinos, Menqueres)    2532 - 2504
        Eterno como las almas de Re

             Quinto rey de la cuarta dinastía y seguramente hijo de Jafre con la reina Jamerarnebty I, aunque algunos le creen su hermano o incluso su tío. Manetón atribuye a Menqueres, su Menkaure, un reinado de 63 años, aunque en la actualidad se cree que gobernó 28 años.

             Mandó construir la "Pirámide Tercera" de Gizeh, la más pequeña de las tres. Teniendo en cuenta que su reinado fue bastante largo hubiera podido construir un monumento mucho mayor. De hecho el proyecto inicial era de una altura de unos 30 metros, aunque después se amplió hasta 70, menos de la mitad de la de Jufu. Las causas de su tamaño podrían encontrarse, según los expertos, en problemas políticos internos, provocados tal vez por la enorme presión sobre los recursos económicos y humanos que supusieron las obras de su padre y de su abuelo. Junto a la pirámide se hallan las tumbas subsidiarias, la mayor de las cuales pertenece a la reina Jamerarnebty II.
             Dice la leyenda que Menkaure fue castigado por los dioses por ser demasiado piadoso, ya que estaba escrito que Egipto debía pasar 150 años de penuria, como los de los reinados de Jufu y Jafre, que explotaron al pueblo con sus obras megalíticas. Así, un oráculo de la ciudad de Buto le dijo que como castigo a su bondad sólo reinaría seis años enteros. Menkaure, primero enfadado y luego resignado, se dedicó a disfrutar al máximo día y noche, intentando desmentir al oráculo viviendo 12 años en el tiempo de seis. Al parecer la profecía se cumplió y Menkaure murió a los 6 años de la profecía.
             Lo que seguramente más destacaba del acabado final de la pirámide de Menkaure fue el contraste entre el granito rojo de Assuán con que estaba construido el zócalo y la cobertura de caliza blanca de Tura de la parte superior. La entrada, que como es habitual da al lado norte (existe otra tapada perteneciente al primer proyecto de 30 metros de altura), conduce a una sala donde Howard Vyse encontró en 1837 un sarcófago de basalto sin tapa ni inscripciones grabado con el motivo de fachada palacial propio del Imperio Antiguo. Dentro del sarcófago se encontró un féretro antropomorfo que no correspondía a la época. Parece ser que el ataúd, y posiblemente también el sarcófago, fueron restaurados posteriormente, seguramente durante el período saíta, en los siglos VI y V a.C. Los objetos se enviaron a Inglaterra, al Museo Británico, por suerte en barcos diferentes, ya que el que transportaba el sarcófago se hundió durante una tormenta en 1838, poco después de zarpar del puerto de Livorno. En los últimos años se ha intentado encontrar el barco sumergido con ayuda de técnicas avanzadas, pero no ha habido suerte.
             Entre 1905 y 1927 una expedición conjunta de la Universidad de Harvard y el Museo de Boston dirigida por George A. Reisner trabajó en el emplazamiento de la pirámide. Reisner encontró una buena cantidad de estatuas de pizarra en el templo del valle y sus alrededores. Curiosamente la cantidad de estatuas halladas es muy superior a la de sus predecesores, en proporción inversa al tamaño de los monumentos. Entre las estatuas encontradas destaca una tríada formada por el rey, la reina Jamerarnebty II con los atributos de la diosa Hathor y una deidad de un nomo del Alto Egipto (ver Ilustración 2). También destaca una pareja real en una actitud cariñosa, con la reina rodeando con los brazos a Menkaure. Las numerosas estatuas encontradas están en diferentes fases de su acabado (esto apoyaría la versión según la cual el rey habría muerto de forma repentina), pero en aquellas que están finalizadas, se nota la pericia de los artesanos en el espléndido tallado y acabado de las formas, más teniendo en cuenta que el material con el que está hechas, pizarra, no es fácil de tratar.

        Tríada de Menkaure Ilustración 2: Tríada de Menkaure esculpida en esquito. Representa al faraón cogiendo levemente de la mano a la diosa Hathor, representada por los cuernos bobinos y el disco solar (se ha sugerido que podría ser la reina Jamerarnebti II tocada con los atributos de la diosa, lo que explicaría el gesto cariñoso). A la izquierda del rey se halla una de la divinidades protectoras de un nomo del Alto Egipto. El rey, que lleva puesta la corona del Alto Egipto, es de una belleza idealizada, pero con las facciones típicas de los faraones del Imperio Antiguo: mejillas y nariz regordetas, barbilla pronunciada y ojos saltones. Las mismas facciones se repiten en sus acompañantes, lo cual no es de extrañar si se trata de diosas, ya que el rey era el único que podía posar para representar la deidad.
         

             Le sucedió en el uraeus Shepseskaf, hijo suyo con una reina desconocida. A parte de él Menkaure tuvo dos hijos más de reinas diferentes, el príncipe Juenre con su hermana Jamerarnebty II, y la princesa Jentkaues con otra reina también desconocida. Precisamente de esta princesa partiría la V Dinastía al casarse con ella su primer rey, Userkaf.*

        Algunas fuentes hacen pensar en la posibilidad de que otro de los hijos de Jufu, Baufre, también reinase en algún momento de la dinastía, al cual pordría pertenecer el complejo situado un kilómetro y medio al sur de Gizeh, en Zauyet el Aryan, de un estilo parecido al de la pirámide de Djedefre y con el nombre de éste y el de Nebka en su interior.

        Shepseskaf    2504 - 2500
        Su alma es noble

             Último faraón de la IV dinastía, sucesor e hijo de Menkaure. En principio el heredero debería haber sido Juenre, pero posiblemente el príncipe habría muerto antes que su padre.
             La fortuna de los reyes de la IV Dinastía había caído en picado debido a las grandes construcciones realizadas, lo que queda patente durante el reinado de Shepseskaf. El nuevo rey rompió con la tradición de sus antepasados y fue enterrado en una mástaba con forma de gran sarcófago rectangular, conocida como Mastaba el Faraun, en vez de en una pirámide. Además su nombre no incluía la denominación del dios solar Re que había sido otra constante en los últimos tres reyes: Djedefre, Jafre y Menkaure.
             Su hermanastra Jentkaues, hija de otra reina conocida de Menkaure, decidió construirse un monumento parecido, pero esta vez en Gizeh. Jentkaues se convirtió en un personaje importante de la transición entre la IV y V dinastías, al casarse con Userkaf, quien sería el primer rey de la nueva dinastía.

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