La cuarta dinastía es la dinastía
de las grandes pirámides, pero sería un error permitir que
sólo las pirámides ocupasen nuestra visión de la época.
Un factor verdaderamente importante de esta dinastía al igual que
de la próxima fue el culto solar. Muy probablemente las enormes
pirámides sean símbolos de ese culto. Mientras la popularidad
del dios Ra aumentaba, lo mismo sucedió con la influencia de sus
sacerdotes en Heliópolis, todo ello en detrimento del rey. A pesar
de que los sacerdotes fomentaban la imagen divina de su rey, en algunos
períodos éste pasó a segundo plano detrás del
Alto Sacerdote. Uno de los ejemplos de la deificación real lo constituyen
la composición de nombres reales a partir del nombre del dios Sol
Ra (o Re) y el uso del epíteto "hijo de Re" que se encuentran a
partir del reinado de Djedefre. Esta imagen divina no se vio favorecida
por la costumbre de casarse fuera de la familia que los reyes de la IV
dinastía adquirieron durante un período.
Así como las pirámides alcanzaron
su cenit durante esta dinastía, lo mismo sucedió con las
artes creativas en otro campos, incluyendo la escultura, la fabricación
de joyas y la pintura. A partir de ese momento se produjo un descenso gradual
en estas disciplinas que finalmente levó a la anarquía debido
a una combinación de factores sociales, económicos y religiosos.
Aunque la civilización tuvo un despertar en la quinta dinastía,
sus logros durante este período jamás alcanzaron los logrados
durante la cuarta.
Los reyes de esta dinastía, al igual
que los de la tercera, procedían de Menfis, aunque según
especifica en las versiones de Eusebio y Africano de la obra de Manetón,
ésta última descendía de un linaje real distinto.
Snefru (Snofru, Soris)
2613 - 2589
El de la belleza
Rey fundador de la cuarta dinastía, la más importante del
Imperio Antiguo o Menfita. Hijo de Huni y una reina menor llamada Meresanj
I. Al igual que sus predecesores, Snefru también era menfita, pero
de un linaje real diferente, por lo que Manetón le consideró
fundador de una nueva dinastía. El matrimonio de Snefru con una
hija de Huni y por lo tanto hermanastra suya, llamada Heteferes I podría
haber unido los dos linajes, consiguiendo así Snefru el derecho
al trono. Según Manetón, Soris, el nombre que da al primer
rey de la dinastía, reinó durante 29 años, aunque
las pruebas actuales apuntan a que tan sólo fueron 24.
Realizó victoriosas campañas
contra los libios al oeste, los nómadas del Sinaí al este
y los nubios al sur, donde fundó el campamento egipcio de Buhen
que posteriormente sirvió como base para expediciones mineras y
comerciales. Snefru también reforzó la administración
creando la figura del visir.
Se le conoce como el primero en confiar en
las posibilidades del comercio marítimo egipcio, creando dos rutas,
una hacia Fenicia y otra por el Mar Rojo. Aunque las expediciones eran
poco frecuentes y había pérdidas en gente y naves, resultaban
rentables. Datos procedentes de la piedra de Palermo dan cuenta de las
expediciones al Líbano en busca de troncos de cedro utilizados para
construir las puertas de los templos y las embarcaciones, y al Sinaí,
en busca de turquesa. Da la impresión de que Snefru estuvo especialmente
vinculado a esta zona, donde ya se realizaban excavaciones mineras desde
la I Dinastía. Según una inscripción muy posterior
en Uadi Maghara, Snefru fue adorado allí como un dios. En dos relieves
contemporáneos cercanos al uadi se le representa en la tradicional
postura atacante con el nombre de "golpeador de bárbaros".
En el aspecto arquitectónico su deseo
era superar a sus predecesores, terminó la pirámide de Huni
en Meidum y construyó dos más en Dahshur, donde, contra lo
que cabría esperar, trasladó la necrópolis real en
detrimento de Menfis. La primera de las construcciones de Dahshur es conocida
como la Pirámide Inclinada, debido al cambio de inclinación
que sufre hacia la mitad de su altura: de 54°31’ pasa a 43°21’.
A este respecto hay numerosas teorías, de las que la más
plausible posiblemente sea la que relaciona este cambio con la experiencia
adquirida con la desastrosa pirámide de Huni, la cual es probable
se estuviera acabando al mismo tiempo que se construía la de Snefru.
El derrumbamiento de los contrafuertes de la pirámide de Meidum
podría haber convencido a los arquitectos de la Pirámide
Inclinada de no sobrecargar tanto la nueva construcción, bajando
el centro de gravedad. Sin embargo algunas pruebas sugieren que la pirámide
de Huni se derrumbó durante el Imperio Nuevo, lo cual dejaría
sin validez la teoría anterior.
La Pirámide Inclinada es única
entre todas las del Imperio Antiguo, ya que además de poseer la
habitual entrada en el lado norte, característica de motivo religioso
relacionada con las estrellas septentrionales, existe otra entrada hacia
el oeste, de la cual se desconoce el porqué. Al igual que la de
Meidum y la septentrional de Dahshur, no hay pruebas de que hubiera habido
un sarcófago en su interior.
La segunda de las pirámides de Dahshur,
la Pirámide Roja, llamada así por el color de la caliza con
que fue construida, ya presenta desde su inicio la inclinación de
la parte superior de la Pirámide Inclinada. Es la más septentrional
de las dos y aunque no hay pruebas, es probable que el rey fuera enterrado
en ella. Las dimensiones de la base de la Pirámide Roja únicamente
fueron superadas por las de su hijo y sucesor Jufu (Kheops) en Gizeh.
Además de Jufu, Snefru tuvo seis hijos
más con la reina Heteferes I. Como curiosidad cabe decir que Heteferes
I fue la primera de la que se sabe fue embalsamada y momificada con el
uso de natrón, un nuevo método ideado por los sabios de la
Casa de los Muertos* , aunque es probable que se hicieran experimentos
anteriormente, resulta inconcebible que, sabiendo la importancia que daban
los egipcios a la momificación como preparación para la entrada
en el más allá, aplicaran un método revolucionario
con una reina sin haberlo probado antes.
Es probable que la reina Heteferes fuera enterrada
junto a su marido en Dahshur, pero la tumba fue saqueada. Los ladrones
fracasaron pero destruyeron el cuerpo de la reina antes de que los guardias
pudieran actuar. Por lo tanto se decidió trasladar el equipo funerario
a Gizeh, cerca de la pirámide de su hijo, en una zona más
segura, donde se hallaron en 1925, sin ningún rastro del cuerpo
de la reina. Es probable que Jufu jamas supiera que había pasado
con el cuerpo de su madre. Es probable que en el futuro se encuentre la
tumba original de la reina en Dahshur, puesto que la zona aún está
poco inspeccionada.
Teniendo en cuenta el dominio sobre los recursos
y la mano de obra que demostró Snefru durante su reinado, levantando
dos pirámides (algo insólito) e incluso acabando la de su
predecesor, es evidente que dejó a su hijo Jufu un reino consolidado
y una gran herencia. Jufu llevó los logros de su padre todavía
más lejos, al cenit de la construcción de pirámides.
Por último una curiosidad: en el papiro
de Westcar (actualmente en Berlín), escrito en el periodo hicso,
se presenta a Snefru como un rey afable. Una historia narrada por el príncipe
Baufre, hijo de Jufu, cuenta que un día Snefru andaba por palacio
profundamente aburrido y llamó a su principal sacerdote lector,
Djadja-em-anj, para que le buscara una solución. El sacerdote le
aconsejó llevarse a las mujeres más hermosas de la corte
a una excursión en barca por el lago. A Snefru le idea le encantó,
y mandó que llamases a las jóvenes y que les diesen a cada
una una red de pesca para cuando se hayan quitado la ropa. Al parecer el
espectáculo encantó al rey. Este es el primer registro escrito
donde se le da a las mallas un contexto erótico, que hoy en día
ostentan las medias. Al perecer la excursión se vio interrumpida
cuando a una de las jóvenes se le cayó un amuleto en forma
de pez al agua. La chica se negó a continuar con la excursión,
Snefru intentó calmarla ofreciéndole otro igual, pero ella
quería la pieza original. De nuevo volvió a ser Djadja-em-anj,
esta vez en su papel de mago real, quien resolvió el problema. Hizo
separarse las aguas del lago y así la chica consiguió recuperar
su joya.
La Casa de los Muertos es el nombre con que se conocía el templo donde sacerdotes especializados efectuaban las momificaciones. A pesar de su carácter sagrado, los que trabajaban en ella eran a menudo marginados, posiblemente debido a lo que cuentan algunos escritos no oficiales. En ellos se narran toda suerte de barbaridades cometidas por los sacerdotes de la Casa de los Muertos: robo de objetos personales del difunto, canibalismo, necrofilia,...
Jufu (Quéope,
Kheops, Sufis I) 2589 - 2566
Protegido por [Cnum]
Sucesor e hijo de Snefru y de la reina Heteferes I. Al igual que su padre
reinó durante 23 ó 24 años y él también
parece haber realizado expediciones militares al Sinaí. Inscripciones
en la roca de Uadi Maghara mencionan la presencia de tropas suyas en la
zona, sin duda con la intención de proteger las preciadas minas
de turquesa de los beduinos. También en la isla de Elefantina, en
la primera catarata, se ha encontrado una inscripción ya muy gastada
que indica que el rey también se interesó por el extremo
sur del país debido a las canteras de excelente granito rojo de
Assuán.
El mayor logro de Jufu es la Gran Pirámide
de Gizeh, la mayor de todos los tiempos y la única de la siete maravillas
que todavía sigue en pie. Bajo las órdenes del maestro de
obras Hemon, primo de Jufu, en cuya mástaba se encontró una
magnífica estatua suya, trabajaron 100.000 personas y está
formada por más de 2.300.000 bloques de piedra traídos de
las canteras situadas en la primera catarata que se levantaron originalmente
146.6 metros de la base (en la actualidad mide 137.5 al perder parte de
la punta), fue la construcción más alta del mundo durante
4500 años. Su inclinación es casi perfecta: 52°51’, la
base es un cuadrado de 230 metros de lado con un error máximo de
20.3 centímetros, siendo su superficie de 5.7 hectáreas (unos
12 campos de fútbol). El peso medio por bloque es de unas 2.5 toneladas,
siendo de hasta 15 toneladas los más pesados. En su origen estaba
revestida de brillante caliza blanca de Tura, colocada en sentido descendiente,
pero durante la Edad Media se extrajo gran parte de esta piedra para construir
la ciudad de El Cairo. Herodoto citó cifras apócrifas de
unos sacerdotes según las cuales se tardó 10 años
en construir la calzada que une el templo del valle con el templo mortuorio
y 20 años en levantar la pirámide. Se sabe que en el interior
de la pirámide se eleva una enorme roca natural de dimensiones desconocidas.
El coste total de la obra fue de 1600 talentos de plata (a la cotización
actual unos 1000 millones de pesetas).
Debido a la gran cantidad de personas que
murieron en su obra, Jufu, al igual que su hijo Jefren, fue popularizado
como un tirano. Esa visión se ve reforzada por la historia de Manetón,
que dice que Jufu se ensoberbeció con los dioses, pero que después,
arrepintiéndose, el "Libro Sagrado" de los Egipcios, que también
cita Africano en su versión de Manetón, afirmando haber adquirido
una copia en su visita a Egipto hacia el 220 d.C. Sin embargo, hoy en día
no existe ninguna evidencia de la existencia de tal obra y mucho menos
de que Jufu fuera su autor.
La pirámide sigue siendo un misterio
hoy en día. No se sabe qué técnicas se utilizaron
para su construcción. Hay varias teorías, según una
de ellas, se usó una gran rampa que se adentraba en el desierto,
prolongándose y levantándose a medida que se erigía
el monumento; según otra, la rampa se iba enroscando alrededor de
la pirámide a medida que ésta crecía. Pero ninguna
de las dos parece práctica. Herodoto afirma que se erigió
en forma de terrazas y que se fueron colocando los bloques por los cuatro
lados a la vez, ayudándose para ello de "unos ingenios hechos con
troncos cortos". El arqueólogo Peter Hodges comprobó con
cierto éxito el sistema, que sin duda es el más convincente.
Alrededor de la pirámide, y sobretodo
por el lado oeste, se hallan las tumbas de varios cortesanos, que esperaban
servir al rey en la muerte como habían hecho en vida. En el lado
este están las tres pirámides subsidiarias de las reinas
de Jufu. Sobre una de ellas, la central, de 46 metros de lado, cuenta Herodoto
que pertenecía a una hija del rey, a quien su padre había
colocado en un prostíbulo para que recaudara fondos para la construcción
de la Gran Pirámide. La princesa, además de cobrar por los
servicios, pedía a cada uno de sus clientes un bloque de piedra,
que después utilizó para levantar su propia pirámide.
Por supuesto no hay nada que confirme esta leyenda, pero si parece cierto
que la pirámide pertenece a una hermanastra de Jufu. La primera
parece pertenecer a su hermana y esposa, y la tercera a otra hermanastra,
la reina Henutsen. Junto a la pirámide se han realizado notables
descubrimientos, como la tumba de la reina Heteferes I, madre de Jufu,
o un barco de madera hallado intacto en 1954 cerca del lado sur.
A Jufu le sucedió su hijo Djedefre con quien al parecer no se llevaba demasiado bien. Djedefre reinó poco tiempo y fue seguido de Jafre, también hijo de Jufu con la reina Henutsen, con quien tuvo un hijo y una hija más: Jufukaef y Jamerarnebty I. Existe asimismo otro hijo de madre desconocida llamado Baufre (el del relato de Snefru), que según sugiere un texto posterior a la cuarta dinastía también reinó un corto período, y dos hijos más con la reina Meritates: Kewab y Djedefhor (o HarDedef), que alcanzó fama de sabio en su época y parte de cuyas doctrinas han llegado a nosotros, a parte de dos hijas, las princesas Heteferes II y Meresanj II.
Djedefre
2566 - 2558
Resistente como Re
Sucesor e hijo de Jufu. Tercer rey de la cuarta dinastía y primero en ostentar el título de "Hijo de Re", en este punto radica su mayor interés, ya que poco más se sabe de él. Al parecer su madre era una esposa secundaria de Jufu, posiblemente su matrimonio con su hermanastra Heteferes II sirviera para consolidar la sucesión. Además de ella hay noticias de otra reina llamada Jentetka.
Construyó su pirámide 9 kilómetros
al norte de Gizeh, donde su padre había construido la suya, en Abu
Rawash, posiblemente debido a las desavenencias con Jufu, a pesar de las
cuales parece ser que fue el encargado de completar la sepultura de su
progenitor. A pesar de que la estructura está muy deteriorada, es
evidente que se alejó de las construcciones megalíticas de
sus antecesores volviendo a la técnica arquitectónica de
la III Dinastía: una gran trinchera abierta terminada en un pozo
vertical. Es posible que la falta de estructuras (del templo mortuorio
solo se conserva la planta) se deba a que no le diera tiempo de acabarlas,
haciendo simplemente un esbozo de lo que iba a ser.
Existe, a un kilómetro y medio al sur
de Gizeh, en Zauyet el Aryan, una estructura similar en la que se han encontrado
dos nombres, uno el de Nebka (posiblemente el Zanajt de la III Dinastía),
pintado en rojo sobre unos bloques, y otro el de Djedefre, grabado en una
placa de esquisto. Es difícil saber a quien perteneció la
construcción, que por el estilo se situaría cronológicamente
cercana al reinado de Djedefre, pero actualmente se supone que perteneció
a un oscuro rey de la IV Dinastía, no identificado y del que no
se sabe el lugar que ocuparía cronológicamente en la sucesión
de reyes de la IV Dinastía. Una posibilidad sería la de Baufre,
hermano de Djedefre, que según algunos escritos posteriores habría
reinado durante un corto periodo.
Excavaciones francesas realizadas en 1907
en el emplazamiento de Abu Rawash sacaron a la luz una impresionante cabeza
de cuarcita roja del rey con el tocado nemes, una pequeña estatua
de su hijo Setka en postura de escriba (tuvo además una hija llamada
Neferhetepes), además de la parte inferior de una estatuilla del
rey y su esposa Heteferes II. La calidad de estas tres obras demuestran
que la tradición artística de la IV Dinastía se consolidó
durante su reinado.
A Djedefre le sucedió en el uraeus su hermanastro Jafre.
Jafre (Quefrén,
Jefren, Rajaef, Sufis II) 2558 - 2532
Que aparece como Re
Cuarto rey de la cuarta dinastía, sucesor de su hermano mayor Djedefre.
Al igual que a su padre Jufu, Manetón le llama Sufis y le atribuye
un reinado de 66 años, algo por ahora no demostrable. De cualquier
forma Jafre tuvo un reinado lo suficientemente largo como para construir
un espléndido complejo funerario en Gizeh. La duración de
su reinado seguramente fue de entre los 24 años que le atribuye
el papiro del Canon Real de Turín a los 26.
El país debió ser muy próspero
durante su reinado, como lo demuestran las espléndidas mástabas
de los nobles de su corte. En la tumba del príncipe Nekure, hijo
del rey, está grabado en la pared el testamento del difunto, el
único que se conoce de ese reinado. En él lega 14 ciudades
a sus cinco herederos, los nombres de 11 de ellas llevan incorporado el
de Jafre y los otros tres son ilegibles.
Al igual que su padre Jufu, alzó una
pirámide en Gizeh, un poco más pequeña que la Gran
Pirámide, aunque el hecho de que esté sobre una pequeña
elevación la hace parecer más alta. Se la denomina la Segunda
Gran Pirámide de Gizeh y con sus 136.4 metros era originalmente
10.2 metros más baja que la de su padre, y aún hoy en día,
después de que la Gran Pirámide haya perdido su punta, sigue
siendo 1.1 metros más baja. La pirámide de Gizeh aún
mantiene el revestimiento de caliza blanca de Tura en las hileras superiores,
cerca del vértice. Su inclinación es ligeramente inferior
a la de la pirámide de Jufu: 52°20’.
Contrariamente a lo que se creía antiguamente,
la pirámide no es completamente maciza y sin entradas, muy al contrario
posee dos entradas en el lado norte, una a la altura del zócalo
y otra a unos 13 metros por encima y desplazada del centro. Esta última
entrada fue descubierta por el arqueólogo italiano Giovanni Belzoni
en 1818 después de obtener el premiso para retirar unos escombros
situados en la zona. Él mismo descubrió al entrar en la cámara
mortuoria que los saqueadores y los árabes medievales se le habían
adelantado. En la sala tan solo quedaba un sarcófago de granito
rojo pulido con unos cuantos huesos de animales. El arqueólogo dejó
grabada en la pared sur de la cámara su nombre y la fecha en negro
de humo.
Jafre también mandó construir
una gran esfinge cerca del templo del valle. Al parecer se talló
a partir de un afloramiento de roca caliza, restos de la extracción
de bloques para la construcción de la Gran Pirámide de Jufu.
La Gran Esfinge, de 20 metros de altura y 73 de longitud, es un león
tumbado con cabeza humana que representa a Re-Haracles, el dios solar al
amanecer. Se cree que el rostro es el de Jafre, si así fuera sería
el retrato real a gran escala más antiguo del mundo.
En el 1419 a.C., once siglos después,
el joven príncipe Tutmosis, quien posteriormente sería Tutmosis
IV, faraón de la XVIII dinastía, tuvo un sueño en
el que se le reveló que se le daría el trono como recompensa
si libraba a la Gran Esfinge del suplicio de estar semienterrada por las
arenas del desierto, y así ocurrió, tal como se explica en
la estela que erigió a los pies de la esfinge. Cuando Napoleón
llegó a Egipto en 1798, la esfinge volvía a estar semisepultada
y tan solo asomaba la cabeza de la arena. Contrariamente a la opinión
popular, la Gran Esfinge no perdió la nariz durante unas prácticas
de tiro de la artillería francesa. En el 1380 d.C. fanáticos
religiosos destruyeron el rostro y parte de la barba, un trozo de arenisca
de un metro de altura tallada en forma de trenza, que fue encontrada por
Giovanni Battiste Caviglia entre las zarpas de la esfinge en 1818.
Actualmente se lleva a cabo un programa de
control y conservación de la estatua, que se ha deteriorado mucho,
principalmente debido a la pérdida de la protección que durante
siglos ejerció la arena del desierto, y a la subida del nivel freático.
También se llevan a cabo programas de restauración, utilizando
los mismos métodos que se utilizaron hace 4500 años se intenta
devolver a la esfinge su forma original.
La Gran Esfinge pudiera ser la base del mito
griego de las mujeres-león esfinges, que obligaban a descifrar un
enigma a todo aquel que pasaba ante ellas, el precio de no descifrarlo
era la muerte ("esfinge" en griego significa "el que estrangula").
La disposición del complejo de Jafre (templo del valle, calzada, templo mortuorio y pirámide), sería un modelo a imitar durante todo el Imperio Antiguo. El templo del valle, construcción de una impresionante austeridad y la más grande que queda de ese periodo a parte de las pirámides, contenía al parecer una serie de hasta 23 estatuas de diorita como la encontrada por Auguste Mariette en 1860 en un pozo a la entrada del mismo. Se trata de una estatua sedente que representa al rey con un tocado nemes y es una de las mejores representaciones artísticas de la época (ver Ilustración 1).
Ilustración 1:La estatua
de diorita de Jafre, magníficamente trabajada y rica en detalles,
encarna todos los ideales de la majestad divina: mirada serena, muculatura
poderosa,... junto con símbolos del poder del faraón: las
referencias al león y los mapas del Alto y el Bajo Egipto, uno a
cada lado del trono. La presencia de Horus, el halcón, protegiendo
con las alas al faraón, simboliza la monarquía.
A Jefren le sucedió Menkaure, quien al parecer fue su hijo con su reina y hermanastra Jamerarnebty I, con quien además tuvo una hija llamada Jamerarnebty II. Además parece que también contrajo matrimonio con la princesa Meresanj III, hija de su hermanastro Kewab con su hermana y reina de su predecesor Heteferes II.
Menkaure (Micerinos,
Menqueres) 2532 - 2504
Eterno como las almas de Re
Quinto rey de la cuarta dinastía y seguramente hijo de Jafre con
la reina Jamerarnebty I, aunque algunos le creen su hermano o incluso su
tío. Manetón atribuye a Menqueres, su Menkaure, un reinado
de 63 años, aunque en la actualidad se cree que gobernó 28
años.
Mandó construir la "Pirámide
Tercera" de Gizeh, la más pequeña de las tres. Teniendo en
cuenta que su reinado fue bastante largo hubiera podido construir un monumento
mucho mayor. De hecho el proyecto inicial era de una altura de unos 30
metros, aunque después se amplió hasta 70, menos de la mitad
de la de Jufu. Las causas de su tamaño podrían encontrarse,
según los expertos, en problemas políticos internos, provocados
tal vez por la enorme presión sobre los recursos económicos
y humanos que supusieron las obras de su padre y de su abuelo. Junto a
la pirámide se hallan las tumbas subsidiarias, la mayor de las cuales
pertenece a la reina Jamerarnebty II.
Dice la leyenda que Menkaure fue castigado
por los dioses por ser demasiado piadoso, ya que estaba escrito que Egipto
debía pasar 150 años de penuria, como los de los reinados
de Jufu y Jafre, que explotaron al pueblo con sus obras megalíticas.
Así, un oráculo de la ciudad de Buto le dijo que como castigo
a su bondad sólo reinaría seis años enteros. Menkaure,
primero enfadado y luego resignado, se dedicó a disfrutar al máximo
día y noche, intentando desmentir al oráculo viviendo 12
años en el tiempo de seis. Al parecer la profecía se cumplió
y Menkaure murió a los 6 años de la profecía.
Lo que seguramente más destacaba del
acabado final de la pirámide de Menkaure fue el contraste entre
el granito rojo de Assuán con que estaba construido el zócalo
y la cobertura de caliza blanca de Tura de la parte superior. La entrada,
que como es habitual da al lado norte (existe otra tapada perteneciente
al primer proyecto de 30 metros de altura), conduce a una sala donde Howard
Vyse encontró en 1837 un sarcófago de basalto sin tapa ni
inscripciones grabado con el motivo de fachada palacial propio del Imperio
Antiguo. Dentro del sarcófago se encontró un féretro
antropomorfo que no correspondía a la época. Parece ser que
el ataúd, y posiblemente también el sarcófago, fueron
restaurados posteriormente, seguramente durante el período saíta,
en los siglos VI y V a.C. Los objetos se enviaron a Inglaterra, al Museo
Británico, por suerte en barcos diferentes, ya que el que transportaba
el sarcófago se hundió durante una tormenta en 1838, poco
después de zarpar del puerto de Livorno. En los últimos años
se ha intentado encontrar el barco sumergido con ayuda de técnicas
avanzadas, pero no ha habido suerte.
Entre 1905 y 1927 una expedición conjunta
de la Universidad de Harvard y el Museo de Boston dirigida por George A.
Reisner trabajó en el emplazamiento de la pirámide. Reisner
encontró una buena cantidad de estatuas de pizarra en el templo
del valle y sus alrededores. Curiosamente la cantidad de estatuas halladas
es muy superior a la de sus predecesores, en proporción inversa
al tamaño de los monumentos. Entre las estatuas encontradas destaca
una tríada formada por el rey, la reina Jamerarnebty II con los
atributos de la diosa Hathor y una deidad de un nomo del Alto Egipto (ver
Ilustración 2). También destaca una pareja real en una actitud
cariñosa, con la reina rodeando con los brazos a Menkaure. Las numerosas
estatuas encontradas están en diferentes fases de su acabado (esto
apoyaría la versión según la cual el rey habría
muerto de forma repentina), pero en aquellas que están finalizadas,
se nota la pericia de los artesanos en el espléndido tallado y acabado
de las formas, más teniendo en cuenta que el material con el que
está hechas, pizarra, no es fácil de tratar.
Ilustración
2: Tríada de Menkaure esculpida en esquito. Representa al faraón
cogiendo levemente de la mano a la diosa Hathor, representada por los cuernos
bobinos y el disco solar (se ha sugerido que podría ser la reina
Jamerarnebti II tocada con los atributos de la diosa, lo que explicaría
el gesto cariñoso). A la izquierda del rey se halla una de la divinidades
protectoras de un nomo del Alto Egipto. El rey, que lleva puesta la corona
del Alto Egipto, es de una belleza idealizada, pero con las facciones típicas
de los faraones del Imperio Antiguo: mejillas y nariz regordetas, barbilla
pronunciada y ojos saltones. Las mismas facciones se repiten en sus acompañantes,
lo cual no es de extrañar si se trata de diosas, ya que el rey era
el único que podía posar para representar la deidad.
Le sucedió en el uraeus Shepseskaf, hijo suyo con una reina desconocida. A parte de él Menkaure tuvo dos hijos más de reinas diferentes, el príncipe Juenre con su hermana Jamerarnebty II, y la princesa Jentkaues con otra reina también desconocida. Precisamente de esta princesa partiría la V Dinastía al casarse con ella su primer rey, Userkaf.*
Algunas fuentes hacen pensar en la posibilidad de que otro de los hijos de Jufu, Baufre, también reinase en algún momento de la dinastía, al cual pordría pertenecer el complejo situado un kilómetro y medio al sur de Gizeh, en Zauyet el Aryan, de un estilo parecido al de la pirámide de Djedefre y con el nombre de éste y el de Nebka en su interior.
Shepseskaf
2504 - 2500
Su alma es noble
Último faraón de la IV dinastía,
sucesor e hijo de Menkaure. En principio el heredero debería haber
sido Juenre, pero posiblemente el príncipe habría muerto
antes que su padre.
La fortuna de los reyes de la IV Dinastía
había caído en picado debido a las grandes construcciones
realizadas, lo que queda patente durante el reinado de Shepseskaf. El nuevo
rey rompió con la tradición de sus antepasados y fue enterrado
en una mástaba con forma de gran sarcófago rectangular, conocida
como Mastaba el Faraun, en vez de en una pirámide. Además
su nombre no incluía la denominación del dios solar Re que
había sido otra constante en los últimos tres reyes: Djedefre,
Jafre y Menkaure.
Su hermanastra Jentkaues, hija de otra reina
conocida de Menkaure, decidió construirse un monumento parecido,
pero esta vez en Gizeh. Jentkaues se convirtió en un personaje importante
de la transición entre la IV y V dinastías, al casarse con
Userkaf, quien sería el primer rey de la nueva dinastía.