Decidió días después celebrar un banquete
y convidar al mismo a todos los que habían tenido la bondad de invitarle como
juglar. Hizo pregonar por todas partes la suntuosidad de la que iba a hacer
gala , de forma que los nobles quedaron sorprendidos pues pensaban que el rey
no disponía apenas de recursos, así que entre el ansia de un banquete y la curiosidad
acudieron todos en masa. A la hora señalada de la comida acudieron todos a palacio
y allí fueron introducidos en el salón real. Pero su asombro fue grande cuando
vieron que las mesas estaban vacías ya que en vez de deliciosos manjares sólo
había comida sencilla y unos cuantos trozos de pan con un jarro de agua para
cada uno. En la cabecera de la enorme mesa estaba sentado el rey armado con
su armadura de batalla y con una enorme espada desenfundada. Se sentaron en
silencio y aguardaron a que el rey rompiera con su voz tanto misterio, comenzaron
a comer, aunque a mas de uno se le atragantó el humilde pan campesino. Cuando
terminaron el rey les hizo pasar a una sala donde había una especie de púlpito
y las ventanas estaban tapadas con crespones negros . Al ver esto los nobles
comenzaron a sentir temor. El rey con enérgica voz comenzó a imponerles a cada
uno de ellos el castigo que hacía unos días habían impuesto para los dilapidadores
de la fortuna del juglar, una vez que hubo terminado, los aterrorizados nobles
que se vieron descubiertos, observaron como decenas de soldados entraban en
la dependencia armados y con ellos un sacerdote y un verdugo con una enorme
hacha.