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Algunos autores, como
Haynes,
no están de acuerdo con la realización de reuniones privadas,
porque consideran que no debe haber secretos. Otros, como por ejemplo Sara
Cobb, prefieren comenzar con reuniones privadas, y son muy cuidadosos acerca
del contenido revelado en estas reuniones. Perry Itkin, mantiene el secreto
en tal forma, que toma nota de los contenidos que la parte acepta que sean
llevados a la reunión conjunta.
Coincido con esto últimos dos
autores en cuanto a la confidencialidad de lo revelado en privadas, así
como de la conveniencia de realizar este tipo de reuniones. En los casos
de mediaciones en familias que están transitando un divorcio, o
sea que muy probablemente el vínculo conyugal va a disolverse y
en el futuro no compartirán muchos temas, considero que es absolutamente
válido mantener secretos entre ambos. No debemos de confundir a
los secretos con las mentiras, son dos cosas diferentes.
El principio de la confidencialidad
se ve afectado por la "violencia doméstica". El mediador debe tener
claro cuál es el tipo de violencia que debe ser denunciada a las
autoridades y por lo tanto levantada la confidencialidad. Las cuestiones
de género de los mediadores juegan un papel muy importante es esta
decisión.
La capacidad del mediador para mantener
la confidencialidad requiere el desarrollo de una habilidad a la que he
llamado confidenciabilidad. Ésta es una de las fuentes de
estrés del mediador.
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