LEYENDAS PINILLANAS
No te asustes, pero Pinilla es un mágico lugar lleno de leyendas, que como todas, tienen siempre algo de verdad y algo de místico y fantasioso. Pinilla de Buitrago esta llena de historias de Reyes Moros, cadáveres misteriosos, casas embrujadas, criptas secretas y viejos pasadizos, además de una gran tradición de brujería y sacrificios celtas. Además, la leyenda del despoblado de Riomoros...
*La leyenda de Prado de Reymoro
Cuenta una leyenda popular que en el primer prado que se haya a la izquierda según se coge la carretera hacia San Mamés, en la época que ésta era Tierra de Nadie y cuando comenzaba por el norte la Reconquista cristiana, un alto cargo musulmán, rico y adinerado, posiblemente visir o rey pequeño, enterró en dicho prado un tesoro lleno de oro y diamantes, con la intención de volver a recogerlo cuando las tornas cambiaran. Como no cambiaron, el tesoro quedó escondido a lo largo de los siglos, y se sucedieron numerosos intentos de recuperarlo y cambiar la fortuna. El último ocurrió en la década de los 70 del pasado S.XX, cuando un aficionado a buscar metales paseó infructuosamente su aparato detector por todo el prado. En verano, un lugareño nos cantó una canción que decía así:
¡Rey Morillo,
Rey Morillo,
que te has llevado
mi Tesorillo!
* La Casa del Cura
La casa del cura es un tétrico caserón abandonado hace muchos años, (y que durante muchos años fue la única casa del pueblo que tenía retrete) situada al borde de la carretera que lleva a San Mamés, en el cual vivían los curas que progresivamente iban llegando a Pinilla. Durante la guerra civil fue el cuartel general de los milicianos republicanos en el pueblo. Posteriormente fue refugio de animales, y en ella había viejos libros, extraños dibujos en las paredes y hasta una armadura que, misteriosamente, desapareció. Los jóvenes del pueblo la utilizaban para gastar bromas y hacer espiritismo, hasta que una vez una voz gutural (en los años 70) hizo huir despavoridos a todos ellos. Posteriormente, todos los jóvenes que han intentado entrar han salido aterrorizados y nunca han sabido explicar por qué. A principios de los noventa, otro ruido atemorizador comenzó a salir por las noches de la casa, algo así como chillidos, ruidos. Todo el pueblo decidió envalentonarse y averiguar unidos el origen de estos gritos: era una lechuza que había hecho de la casa del cura su hogar. La casa fue cerrada oficialmente en la pasada década, pero aún se erige como una mole terrorífica.
La Casa del Cura.
*Sacrificios Celtas y las Piedras Malditas
En el camino que lleva a los Tendales encontrará el caminante enormes aglomeraciones de peñascos con musgo, peñascos que se extienden por todo el territorio pinillano. Según se rumorea, en estos peñascos tenían lugar los sacrificios de los pueblos celtíberos, aunque no disponemos de ninguna prueba. Sí podemos recomendar un viaje a Sieteiglesias, un pueblo vecino de Lozoyuela, donde la iglesia esta situada sobre una gran montaña de piedra y se pueden observar cavidades en la misma que supuestamente hospedaron restos humanos. Esta gran montaña de piedra debió ser un lugar considerado sagrado por los antiguos.
* El Cadáver Misterioso
En los años posteriores a la construcción del pantano, y cercanas las fiestas del pueblo, un vagabundo portugués llegó a Pinilla, tras haber sido visto en los pueblos vecinos. Estuvo varios días rondando y un día dos jóvenes del pueblo (uno de ellos era Pedrín, el padre de Pedrito) que estaban pescando, lo vieron desaparecer entre el río. A los dos días, estos mismos jóvenes vieron su cadáver flotando, y avisaron a la Guardia Civil. Cuando ésta llegó, y a la espera de que llegara el juez de Torrelaguna, los guardias ordenaron a los dos jóvenes velar el cadáver en la vieja escuela, sin que nadie se enterara, pues era el baile de la Santísima Trinidad y no querían que se tuviera que aplazar. Cuál no sería la sorpresa de éstos cuando, en mitad del anochecer, el cuerpo inerte tumbado sobre la mesa se incorporó hasta casi sentarse, saliendo los dos jóvenes despavoridos y casi con ataque al corazón. Eran los gases que quedan en los cuerpos de los ahogados, que producen este tipo de reacciones que tanto nos asustan a los profanos en materia médica.
* La Cripta y los Pasadizos
Un vecino salvaje y vividor de la vida, nos lleva contando desde hace muchos años que en el pueblo existen, bajo la tierra, grutas naturales que los antiguos utilizaban para esconderse o esconder sus riquezas, y que una de las entradas esta en algún lugar desconocido de la iglesia. Para creer o no. También hemos oído decir que en la Plaza de la Fuente, a la salida de la Iglesia, existió antiguamente un cementerio, y hay quien asegura que, siguiendo la antigua costumbre cristiana, yacen bajo la iglesia cuerpos de antiguos pinillanos.
Lo que sí es cierto es que en el hueco de la antigua puerta de la iglesia hay una gran ventana que durante años guardó el cuerpo de un sacerdote, en un ataúd de plomo. Cuando los milicianos republicanos llegaron, sacaron el ataúd y lo fundieron en la antigua fragua del Tío Severiano, que se encontraba a la entrada del pueblo (hoy la casa de Pedrito).
* ¿El 1er. Cementerio?
Hay quien afirma que en la plaza de la fuente, a la salida de la iglesia, estuvo el primer cementerio de Pinilla, siguiendo la antigua costumbre de enterrar a los muertos junto al templo. No tenemos pruebas, pero hay queda una pista para investigar.
* Las Brujas de Pinilla
Las mujeres de Pinilla siempre han sido y serán un poco brujas.
Pero también se habla de mujeres que hablan lenguajes extraños, que conocen pócimas secretas y hechizos misteriosos, y que alguna vez al año, cerca de San Juan, se reúnen en un prado secreto, entre seis árboles, y hacen sus conjuros... No es broma.
*El Despoblado de Riomoros
Hace muchos años existió otro pueblo entre Pinilla y Gargantilla, un pueblo más pequeño que se llamó Riomoros. sale en todos los archivos históricos de la zona que se conservan. Los restos existen, hay que buscarlos, pero los viejos del lugar dicen que es un lugar maldito, por culpa de una historia de amor que terminó sangrientamente....
*La Sierra Misteriosa y el Valle de las Batuecas
Este hecho acaeció al vendedor británico de biblias George Borrow y lo contó en su libro La Biblia en España (1824):"Encontrándome con un barbero, me explicó los límites de las montañas de Guadarrama:-"Señor, esta cordillera tiene sus secretos, algo ocultan sus profundos escondrijos, pues ha de saber que la cordillera es muy ancha y puede andar por ella días y días sin llegar a término. Muchos se han perdido en ella y no ha vuelto a saberse nada de su paradero. Cuentan que en ciertos sitios hay lagunas habitadas por monstruos tales como serpientes corpulentas más largas que un pino, y caballos de agua que a veces salen de allí y cometen mil estropicios. Es cosa averiguada que , allá lejos, hacia el oeste, en el corazón de la montaña, hay un valle maravilloso, tan estrecho que en él sólo se le ve la cara al sol en pleno mediodía. Este valle permaneció desconocido durante miles de años, nadie soñaba su existencia. Pero, al cabo de mucho tiempo, unos cazadores entraron casualmente y, ¿sabe lo que encontraron, caballero? Encontraron una pequeña nación o tribu de gente desconocida, que hablaba una lengua ignorada y que acaso vivía allí desde la creación del mundo sin tratarse con las otras criaturas humanas, y sin saber de la existencia de otros seres cerca de ellos. Caballero, ¿no ha oído hablar nunca del valle de las Batuecas? Se han escrito muchos libros acerca de ese valle y de sus habitantes. A mí me enorgullecen esas montañas, caballero, si yo fuera hombre independiente, sin mujer y sin hijos, compraría una burra como la de usted y me iría a recorrer esas montañas hasta descubrir todos sus misterios y haber visto las maravillas que contienen"-".
* La leyenda de la sierra de la mujer muerta
No quisiéramos meter en la página de leyendas de Pinilla otras que no fueran del pueblo. Pero incluimos ésta, que hemos extraído del libro "Pueblos con Leyenda de la Comunidad de Madrid", porque la Sierra de la mujer muerta forma parte intrínseca del paisaje de Pinilla y de todos los pueblos de alrededor. Para el autor de esta página es, además, su montaña preferida.
La leyenda dice así: en la antigüedad había un pueblo (quizás Puebla de la Sierra) cuyo jefe era muy violento pero también querido por sus vecinos. Este jefe estaba viudo y tenía una hermosa hija, a la que guardaba como un tesoro. Un día, llegaron dos caballeros de un país lejano, y que hablaban un lenguaje extraño (propio de su país). Uno era muy fuerte y el otro era muy delgado. Según se acercaban al pueblo, observaron a una mujer desnuda bañarse en un riachuelo. La mujer miró al más fuerte y éste a ella, y una indudable fascinación mutua surgió entre ellos. Después volvieron a encontrarse en el pueblo, ya con todos los vecinos mirando a los desconocidos viajeros. Pese a la diferencia de lenguas, los vecinos les agasajaron como buenamente pudieron y los viajeros permanecieron más tiempo en el pueblo del que tenían proyectado. Y fue, precisamente, porque el amor entre el viajero y la hija del jefe crecía cada minuto, cada segundo. Como todos sabéis, el amor no puede medirse de ninguna forma con los instrumentos de la razón (eso lo dice el autor de esta página). Pero sigamos. El viajero y la mujer decidieron contraer matrimonio, y que ella se fuera con los viajeros a recorrer el mundo. Esto fue como una puñalada para el jefe del pueblo, aunque no lo exteriorizó, y decidió llevar adelante la ceremonia. El día fijado, con todos los preparativos dispuestos y con ella vestida de novia, su padre la montó en un caballo y la subió a las montañas, donde la mató. No podía hacerse a la idea de lo que sería su vida solo y sin su hija. Cuando el viajero la comenzó a buscar y finalmente halló su cadáver, comenzó a llorar y a maldecir, y enterrándola, de un manotazo creó la sierra con la figura de su amada muerta. Y prosiguió su camino. Y es que este viajero era Hércules, el dios, y se encaminaba a crear la ciudad de Segovia.
Perfil de la mujer muerta, cuyo pico es la peña de la Cabra (1896 metros sobre el nivel del mar), y a sus pies, el pantano de Riosequillo.