No es danza individual ni colectiva el Bailecito, sino de pareja; de pareja que no se toma o enlaza, es decir, de pareja suelta; e independiente, porque la acción de los dos compañeros no se relaciona con la de los otros que bailan al mismo tiempo, a menos que se convenga la coordinación de dos parejas, "en cuarto". Por su carácter figura entre las picarescas y apicaradas.
Esta danza se nos presenta con el pasado oscurecido por los siguientes hechos: la voz bailecito, diminutivo del sustantivo genérico con que se designa la acción de bailar, es, en este caso, el nombre propio de la danza en cuestión y, por lo tanto, causa de confusiones; en plural y con la locución determinativa "de tierra" o "de la tierra" (bailecitos de tierra), se empleó antes en Bolivia y Perú para designar a todas las danzas picarescas locales; con las voces determinativas, (bailecitos) se usó con el mismo amplio sentido en dichas repúblicas, y conservó en la Argentina del centro y del oeste, durante el siglo pasado, la misma capacidad de referencia a todos los bailes picarescos; en fin, bailecito de tierra, en singular, fue rótulo de la danza que nos ocupa, de donde bailecito a secas (por perdida de la locución determinativa), para el Bailecito propiamente dicho; en Jujuy, además independientemente, la voz bailecito se aplicó a otra danza distinta -al Gato- en una vasta zona del centro argentino.
El Bailecito, propiamente dicho, se bailó y se baila mucha hasta hoy, socialmente - no por influencia de los tradicionalistas -, sólo en parte de las provincias de Jujuy y Salta (norte).
Por metástasis, por débiles y precarios saltos, la música de un verdadero Bailecito norteño se instaló hacia la primera década de este siglo en la ciudad de Santiago del Estero y alcanzó alguna notoriedad y dispersión; un par de ellos, prolíficos en variantes, asentaron en los valles de Tafí, Tucumán; otro, en el valle de Belén, Catamarca, y alguno más en la ciudad de Salta. Creo que este trasplante no fue más que una simple migración o porteo circunscripto y precario, pues, según mis datos, no tuvo mayor trascendencia. En Tafí, donde hasta hoy se baila, en Santiago, en Salta y en Belén, donde se bailó un poco, se encuentran versiones coreográficas muy semejantes entre sí, pero alejadas de la forma jujeña actual. Suelen llamarlo Bailecito, "Bailecito o Boliviana" y Boliviana simplemente. Algunas variantes se asemejan a las de Ecuador. Concretamente: hace cosa de medio siglo, el Bailecito jujeño emprendió vacilante expansión; ambiente social adverso malogró la tentativa y quedaron restos en una pequeña zona al sur de la suya propia.
La voz bailecito, como rótulo de todas las danzas picarescas, fue general en Perú y Bolivia durante un siglo. Es evidente que tal nombre con la misma lata acepción se empleó también en la Argentina de todo el centro y el oeste, y es muy probable que haya venido a principios del siglo pasado, sino antes, con varias danzas picarescas, incluso el Gato mismo.
La aplicación del nombre de Bailecito al Gato es antigua y amplia. Quienes lo aplican tienen generalmente, conciencia plena de que llaman Bailecito al Gato mismo, y hasta emplean ambos nombres a un tiempo: "Bailecito o Gato". Salvo los lugares afectados por la frustrada invasión jujeña, la dilatada región en que Bailecito es sinónimo de Gato desconoce el verdadero Bailecito norteño y seguramente lo desconoció siempre. Esta región, con la provincia de Córdoba por centro, comprende parte de San Luis, San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero, probablemente Santa Fe, y hay un dato de Entre Ríos que espera confirmación.
El arqueólogo y etnógrafo francés Charles Wiener, que anduvo por Perú y Bolivia hacia 1877, nos habla de las diversiones de los limeños y dice: "Se danza desde el vals hasta la chilena, el baile de tierra y la zamacueca".
Nótese que el autor habla del bailecito de tierra, no como de un género de danza, sino como de una danza determinada.
Carlos Walker Martínez, encargado de negocios y escritor chileno, funcionario o viajero por nuestros países, cuenta que en La Paz, Bolivia, ocurrió un suceso impresionante. El 20 de Marzo de 1875 se amotinó el pueblo e incendió y tomó el palacio de Gobierno, en que se habían refugiado los ministros. Todo el día duro la lucha. Por la noche estalló la euforia de los vencedores: abrazos, bebidas, brindis... "i, lo que es más singular y curioso, bailaban los oficiales i amigos entre sí bailecitos de la tierra"... "al reflejo de las llamas del incendio y en medio de los numerosos cadáveres desparramados en la plaza".
El doctor H. A. Weddell, miembro de la expedición de Castelnau (1843-1847), es explícito. Habla del bailecito en singular, y también de las danzas nacionales o bailecitos en plural.
Weddell fue a un gran baile que el comandante militar ofreció al presidente, también en Tarija. A fiesta empezó y se mantuvo consumiendo cuadrillas, valses y contradanzas. "Más tarde les llegó el turno -dice el viajero_ a los bailecitos, donde figuraron particularmente los danzantes que hasta entonces no habían desempeñado sino un papel puramente pasivo. Lo que yo vi esa tarde -añade Weddell- me convenció de que se debería hacer un esfuerzo para introducir el bailecito en todas partes, desde que él permite a todos los jóvenes reunidos en un baile tomar al menos una pequeña parte, sin que sea necesario que se les haya hecho, al efecto, alguna invitación especial".
Después copia "una de las mil coplas que se cantan para acompañar estas danzas":
"Ocho y ocho, diez y seis,
y veinticuatro, cuarenta".
(etc.)
El mismo doctor Weddell hizo un nuevo viaje a Bolivia y asistió en La Paz a un baile. Fue en 1851 y empezó con una cuadrilla; la reunión fue animándose, y luego comenzó -escribe el viajero- una nueva fase del baile: "Las danzas nacionales o bailecitos fueron introducidas. Estas no tienen verdaderamente mérito sino cuando son bailadas en caliente, si puedo decirlo así. Tienen entonces cierto lenguaje que en vano se buscaría cuando los danzantes tienen la cabeza fría y reposada".
"Los bailarines -prosigue- no son ordinariamente más que dos o cuatro por cada bailecito, pero no son ellos los únicos que toman parte. Llega un momento (se llama este pasaje de la danza el zapateado), en el cual a una señal de los músicos (jaleo!) toda la sala empieza a batir palmas a compás, a agitarse y a excitar con la voz y los gestos a los bailarines".
Coreográficamente, el Bailecito tiene el mismo origen que sus hermanos picarescos: una antigua generación de danzas europeas se extiende por el continente y adquiere aquí fisonomía tan característica, que el desprendimiento del grupo progenitor se produce y la distinción se impone: danzas del país.
Musicalmente, estos bailes adquieren las formas y estilos dominantes en cada lugar. El Bailecito, en particular, utiliza generalmente la música criolla del Perú y Bolivia, con sus pies ternarios, su cuarta aumentada, su paralelo de terceras y su armonía de charangos, guitarras y arpas con repiqueteo de bombos.
Dijimos al comienzo que una melodía de Bailecito, desprendida de Jujuy, se había instalado en Santiago del Estero. Es ésta la primera que se difunde en Buenos Aires, y fue notada por don Andrés A. Chazarreta. Aparece antes entre las ilustraciones del artículo La musique populaire en Argentine, que publica Leopoldo Lugones en la Revue Sud-américaine (París 1914), con brevísimo comentario técnico y, después, en el primer Álbum Musical del propio colector (Buenos Aires 1916), y en el libro El Payador que el mismo Lugones publica en nuestra ciudad, también en 1916, con versión castellana del artículo anterior.
Don Manuel Gómez Carrillo da, cuatro años después dos Bailecitos de Humahuaca, Jujuy, en su primer álbum (1920), y el segundo (1923), incluye el popular de Santiago del Estero que Chazarreta dio en 1916 (con distinta grafía y con una introducción jujeña), y otro de Humahuaca. En el mismo año de 1923 publica Chazarreta en su Tercer Álbum un nuevo Bailecito sin indicación de procedencia. Poco tiempo después, este mismo del Tercer Álbum citado, fue oído al dúo tradicionalista Lombardi - Beltrame por don Vicente Forte y publicado en la serie Cancionero Popular Argentino. Posteriormente lo reprodujo don Andrés Beltrame en el Cuaderno Sexto de su serie. En 1929 don Juan Andrés Pérez entrega en su Álbum un Bailecito que coordinó sobre la base de un tema que oyó en Salta o Jujuy. Los autores de otros que aparecen después no dicen si son populares o propias creaciones.
Nosotros -Isabel Aretz, Silvya Eisenstein y yo- recogimos para el Instituto de Musicología cerca de cuarenta Bailecitos en Tucumán, Salta y Jujuy. Isabel Aretz publicó cinco en su obra sobre Tucumán, uno de ellos para orquesta de cuerdas con piano, y nosotros grabamos y dimos notación de uno de Salta, el mismo que reaparece aquí armonizado. Se lo tomé al señor José María López. La versión documental sólo difiere de ésta para escolares, en que sus cuatro dosillos se convierten en corchea - negra o negra - corchea para facilitar la lectura, y el texto popular ha sufrido modificaciones.
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