 |
Una publicación electrónica
que cada 15 días y por medio de suscripción voluntaria
gratuita difunde temas relacionados con
la Gestión de Instituciones de
Salud.
NOTA DE INTERES
Buenos Aires, Argentina,
Jueves 22 Febrero 2007 |

Hallan una nueva fase de la memoria
En
el cuento de Borges, Funes el memorioso "no sólo recordaba cada hoja de
cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había
percibido o imaginado".
Funes era incapaz de olvidar hasta la más nimia de las trivialidades,
pero el cerebro del común de los mortales da un tratamiento diferenciado
a los recuerdos: aunque guarda algunos durante años, renuncia a otros a
los pocos días de haberlos adquirido.
¿Qué hace que algunos recuerdos persistan, mientras otros se desvanecen
en los laberintos de la memoria?
Un equipo de investigadores del Instituto de Biología Celular y
Neurociencias de la UBA empezó a responder esta pregunta. Descubrió que
un recuerdo sólo persiste en el tiempo si un cierto número de horas
después de haberlo adquirido, el cerebro sintetiza una proteína que
intervino en su formación.
"Se sabe muy poco acerca de lo que pasa en el cerebro para que un
recuerdo dure días, meses, años o toda la vida -explica Pedro
Beckinschtein, primer autor del trabajo que integra su tesis de
doctorado y acaba de publicarse en una de las más prestigiosas revistas
de la especialidad,
Neuron
-. Nuestra hipótesis era que tenía que pasar algo similar a lo que
ocurría cuando ese recuerdo se formaba."
En el nivel molecular, para adquirir información, es necesario que se
fabriquen nuevas proteínas en distintas regiones del cerebro. Los
investigadores se centraron en el hipocampo, una región del lóbulo
temporal. "En humanos se sabe que las personas que no tienen hipocampo
padecen amnesia y no pueden aprender cosas nuevas -detalla Bekinschtein-.
En los animales, que es necesario que se fabriquen ciertas proteínas en
esta estructura para que las conexiones involucradas en el aprendizaje
se estabilicen."
Trabajando con ratas de laboratorio, Bekinschtein y sus colegas (Martín
Cammarota, Lionel MüllerIgaz, Lía Bevilacqua, Iván Izquierdo y Jorge
Medina) descubrieron que doce horas después de producido el aprendizaje
hay una nueva ola de síntesis de proteínas en el hipocampo que determina
si ese recuerdo persistirá o no. Es una fase de la memoria -algo así
como una estabilización "diferida"- que aun no había sido descripta.
"Sin esas proteínas -aclara el investigador- los animales se acuerdan
perfectamente de lo que aprendieron durante 48 horas, pero a la semana
ya lo olvidaron. Una de esas proteínas resultó ser un factor de
crecimiento neuronal; es decir, una molécula que tiene que ver con el
reforzamiento de las conexiones entre las neuronas. Es el «factor
neurotrófico derivado del cerebro» (BDNF, según sus siglas en inglés)."
Para demostrarlo, los científicos entrenaron a las ratitas mediante un
sencillo procedimiento. Las dejaban en una plataforma de su jaula, pero
cuando bajaban, se encontraban con una grilla que les daba un golpe de
electricidad.
"Así, el animal aprende a no descender de la plataforma -dice
Bekinschtein-. Es un entrenamiento muy simple, muy rápido y muy
robusto."
Luego, interfirieron farmacológicamente en la cadena de sucesos
moleculares del cerebro. Para analizar la función del BDNF, les
inyectaron una molécula que bloqueaba la proteína, y según en qué
momento se interfería variaba cuándo y cuánto se acordaban los
animalitos. "Si la bloqueábamos cerca del momento de adquisición del
aprendizaje -explica Bekinschtein-, el recuerdo directamente no se
formaba. Ahora, si la bloqueábamos a las doce horas, los animales se
acordaban a los dos días, pero no a los siete."
De modo que esta nueva etapa es necesaria para que el aprendizaje tenga
"jerarquía", es decir, para que forme recuerdos perdurables. Es más:
según los investigadores, es posible que en el hipocampo se produzcan
episodios recurrentes de consolidación para que la traza de memoria se
mantenga. "Si yo interfiero con esta fase novedosa que estamos
describiendo, el recuerdo en el animal va a durar dos días -detalla
Medina-; de modo que resulta obvio que las proteínas que estamos
interfiriendo son necesarias para que duren."
"Lo interesante -agrega Bekinschtein- es que este proceso de
estabilización de los recuerdos permite que se puedan modular tiempo
después de que se formaron. Puede suceder que la adquisición haya sido
relativamente débil, pero luego ocurre algo que puede reforzarla de
alguna manera y hacer que ese recuerdo se guarde mejor."
Dado que los experimentos fueron realizados en animales, los científicos
aún no saben en qué momento exacto se verifica en los seres humanos esta
etapa clave para la consolidación de los recuerdos.
"A lo mejor no se da a las 12 horas, sino con el correr de semanas
-arriesga Medina-. Podría ocurrir que en los seres humanos los recuerdos
estén «sensibles» los tres primeros días, por ejemplo. Pero todavía no
lo sabemos, es pura especulación..." Cuando eso se determine
exactamente, en principio será factible modificar la duración de los
recuerdos, una posibilidad fascinante e inquietante al mismo tiempo. "Se
podrá manipular conductual o farmacológicamente la memoria. Por ejemplo,
será posible fabricar una pastillita que bloquee o estimule el BDNF para
bloquear o consolidar un recuerdo", imagina Medina.
Y concluye: "No sé adónde llegará esta perspectiva terapéutica, pero con
esta investigación comenzamos a descubrir cómo se estructura un
recuerdo. Sin este conocimiento no hay forma de intervenir. Para eso hay
que saber cómo se forma y se guarda en el cerebro y cómo hace para
perdurar".
Fuente: Por Nora Bär - de
la redacción de LA NACION
Accede al Resumen Semanal de Notas de Interés
desde el nuevo botón:
|