Para los Judíos antes de Jesús, había muchas restricciones, pero también había “salidas” a los problemas de la carne, debido a que no tenían aún al Espíritu Santo ni vivían bajo la gracia sino bajo la ley de Moisés exclusiva para los israelitas. Ofrecían sacrificios, pagos de "ojo por ojo" o pagos en especie por una ofensa.

Si una mujer se casaba y el marido se daba cuenta de que no era virgen, podía darle carta de divorcio (Deuteronomio 24.1) con lo que el hombre quedaba libre de volverse a casar, no así la mujer repudiada.
Si la casada era acusada de adulterio pero lo negaba, debía beber aguas amargas preparadas por el sacerdote, y si le hacían mal es que era culpable, siendo desterrada y quedando infértil. (Números 5).
Pero si la atrapaban en el acto, la pena era muerte a pedradas. (Levítico 20.10)

Cuando Jesús dice: “lo que Dios juntó no lo separe el hombre.” Los fariseos le preguntaron:
”¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla?” Y Él les dijo:
Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.
Sus discípulos al escuchar esto le dijeron a Jesús: "
Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.” (Mateo 19.8-10)

Jesús no autoriza el divorcio por infidelidad, sino que estaba hablando de cuando el recién casado se daba cuenta de que su mujer no era virgen o que había hecho algo impuro antes de casarse. Esto es una mala interpretación o traducción, pero en todo caso, Jesús esta hablándole a fariseos, Judíos que pecaban de religiosidad y que no lo reconocían como su Mesías.
Para ti y para mí, que vivimos bajo la gracia, Jesús nos dio muchos mandamientos nuevos que reemplazan los de la ley Judía, y ninguno de ellos es algo parecido a “poder no perdonar al cónyuge por infiel y tener entonces permiso para volver a casarnos”. Esto no cuadra con las enseñanzas de Jesús.

Jesús nos enseñó algunas cosas que muchos prefieren ignorar, queriendo justificarse en una sola versión de los 4 Evangelios, una donde se cita la ley de Moisés.

Lo que Jesús dice sobre el divorcio en Mateo 19.4-6 es muy simple:
"¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre." 

Quienes aplican esa ley mosaica sobre el divorcio, la cual Jesús ratifica no sin regañar ("
por la dureza de vuestros corazones", es decir, porque no saben perdonar, por no tener a Cristo en el corazón, Mateo 19.8), olvidan que esa misma ley Judía dice antes que si tienes relaciones premaritales con una joven, debes de casarte con ella y nunca podrás dejarla, para no deshonrarla.

Infidelidad.

Hay muchas causas de infidelidad, la principal parece ser la insensibilidad del cónyuge, que viene a ser el resultado de la falta de dominio propio, de ponerme yo antes que a mi pareja.  Esto lleva a faltar al compromiso de honrarla y de ponerla antes que a uno mismo, y además, existe una altísima correlación entre haber tenido relaciones sexuales de novios y la infidelidad de uno o de los dos.

La infidelidad no es usualmente causa de divorcio sino la consecuencia de una falta de compromiso con Dios y con el cónyuge, lo cual deriva en la infidelidad de este sin ser esto justificado, es la misma pobreza espiritual la que los orilla a esto.

Pero volviendo al Evangelio de Mateo, vemos que al ser cuestionado por esos fariseos (quien cuestiona sobre el divorcio, quien quiere justificarlo, viene a ser como fariseo, buscando safarse con la ley en la mano) Jesús dice:
"Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera".
Aquí Jesús les esta diciendo lo que en la ley (Deuteronomio) estaba escrito, no que así quisiera él que fuese, pues Marcos y Lucas nos relatan las cosas de forma diferente:
"En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo,  y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio" Marcos 10.10-12, y en Lucas 16.18 es muy similar, no hacen mención al adulterio,que como ya vimos, no era lo que Jesús dijo sino que es más bien fornicación, inmoralidad antes de casarse.

Luego, sus mismos discípulos le dicen: "
Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse".
Y Jesús les responde: "
No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado"
Lo cual ya sabemos, que la puerta es estrecha, que no todos los que le dicen Señor Señor le verán, pues no es fácil seguir Sus mandamientos como Él nos pidió.


Pecar de pensamiento.
Jesús dijo que hemos cometido adulterio desde que con la mente deseamos a otra persona, así que quien acusa a su cónyuge de adulterio tendría que comprobar su adulterio, pero para poder juzgar ("
quien este libre de pecado tire la primera piedra") y pedir el castigo de la ley, tendría que asegurar que no a cometido pecado también, no a nosotros sino a Dios, y como con tan solo "desear" ya hemos adulterado, me gustaría encontrar a una persona tan libre de pecado como para no haber pecado con la mente y a la vez, tan farisea como para no poder perdonar como Jesús dijo, hasta 70 veces 7 y no a cualquiera sino que a "su propia carne".

Quienes quieran sacar a colación la ley descrita en Deuteronomio, deberán ver con cuidado lo que dice además sobre no poder entrar en la congregación del Señor si se es bastardo o si le faltan ciertos miembros a su cuerpo... por eso es mejor vivir no bajo la ley de los Judíos sino por Cristo.

Si un soltero conoce a una divorciada y esta le asegura que su marido le fue infiel y que por eso se puede volver a casar, ¿puede confiar en esa argumento?  ¿No estará sumándose al pecado de otros? Y pero aun, perdiéndose del plan perfecto que Dios tenía para su vida.


El Perdón.
Pablo nos recuerda lo que hay que hacer ante una ofensa, sea cual sea, en 1a. Corintios 7.10-11:
"Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer."
Esto debe de aplicar por igual para hombres y mujeres, perdonar así como queremos que Dios nos perdone, así como Jesús nos enseñó.

Cuando entre dos Cristianos en matrimonio existe la salida del divorcio, sea por adulterio o por otra razón, lo de ser una sola carne viene a ser una burla, pues el compromiso es hasta que la muerte nos separe o que vuelva Cristo, no hasta que uno sea infiel o que ya no se toleren.

Traer el mal del mundo a la congregación en lugar de llevar el bien a ellos.
Muchos Cristianos quieren hoy quedar bien con la gente que asiste a sus congregaciones, "ganar adeptos" o justificarse ante su pecado, a no seguir toda la enseñanza COMPLETA de Jesús, y por eso dicen frases como "no creo que Dios quiera que este solo después de mi divorcio, Dios dijo que haría ayuda idónea" pero se olvidan de todo lo demás que dijo Dios, y se olvidan de que Jesús, Juan el bautista y Pablo, por nombrar solo a ellos ahora, fueron solteros por llamado de Dios, y que Pablo dijo que "mejor sería para muchos no casarse".

Nuestro paso por este mundo es muy rápido, nuestra ciudadanía no es aquí sino en los cielos, hagamos honor a esa herencia que hemos adquirido por misericordia de Dios y gocémonos en la esperanza de una vida eterna que hará parecer esta vida terrenal como de unos segundos solamente.

De que nos servirá llenar las congregaciones con personas que no han podido comprometerse con Dios, que no han podido ceder a Dios su derecho al matrimonio esperado Su voluntad, y sobre todo, aquellos que no escucharon la voz de Dios y se casaron con quien no debían o bajo circunstancias no aceptables para Dios y que ahora, años después, le ruegan que nos los deje solos.


Al nacer de nuevo en Cristo, todo se borra.

Nacer de nuevo en el espíritu al recibir a Cristo no es excusa para olvidar el pasado, pero algunos dicen que "todo es hecho nuevo" es que nos olvidemos de lo que hicimos antes de ser de Cristo.
La Palabra dice que somos hechos nuevas creaturas, pero nuestras responsabilidades y las consecuencias de nuestros hechos pasados no se borran.
Si fui ladrón y me convierto, sigo debiendo el dinero a quienes robé y sigo debiendole a la sociedad el castigo que me gané, aunque Dios me haya perdonado, lo cual si ocurre además de hacer que deje de ser como fui.

Decir que los que se convierten a Cristo pueden ignorar sus votos matrimoniales de cualquier tipo es predicar un falso evangelio. Quien viene a Cristo, tiene que poder ser tan lleno de Espíritu Santo y valiente para reconocer si esta viviendo en pecado, y si es necesario, terminar una relación para buscar la reconciliación con su verdadero cónyuge, de quien no puede ser "separado por el hombre".

Si estas pasando por esta prueba, no dejes de pedir ayuda al Señor y no te conformes con encontrar alguien que te diga lo que quieres escuchar.

Casamiento solo por lo civil

Mucho creen que si solo se casaron ante un juez, no en una Iglesia, pueden divorciarse y casarse por "la iglesia". Pero no nos casamos con Dios sino con una persona, y a Dios le basta esuchar nuestros votos matimoniales dichos el uno al otro para considerarlos "oficiales".

Somos nosotros los que al hacer nuestros votos matrimoniales, decimos "hasta que la muerte nos separe, en las buenas y en la malas", etc. Eso es un voto, y cuando hacemos un voto ante Dios o la autoridad, Dios lo escucha y lo toma muy en serio, como dice en Eclesiastés 5. 4,5:
"
Cuando hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque a Dios no le agradan los necios. Cumple tus votos: Vale más no hacer votos que hacerlos y no cumplirlos."

Justo cuando Jesús hablaba del divorcio, dijo también: "
Cuando ustedes digan 'sí', que sea realmente sí; y cuando digan 'no', que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno." (Mateo 5.37)
Así es que cuando hacemos votos antes un juez, sacerdote o pastor, se queda grabado en la mente de Dios y no podemos borrarlo y la Biblia dice que seremos "necios" si creemos lo contrario.

Se acabó el amor
Pablo escribió que el amor es eterno, porque Dios es amor, y además dijo en Romanos 8:
¿Quién nos separará del amor de Cristo?” ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada?...
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir,
ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro...
Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien."



Y ¿quién ama a Dios? El apóstol Juan escribió:
“El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor...
Amados, si Dios así nos ha amado, también debemos amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se ha perfeccionado en nosotros...
Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él...  
Si alguno dice: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él:
«El que ama a Dios, ame también a suhermano»
(1ª Juan 4)

El amor no se acaba, como tampoco podemos borrar los votos hechos, porque dice la Escritura que de toda palabra que sale de nuestra boca nos va a pedir cuentas Dios.
La infelicidad de tu amigo no se va a acabar cuando pueda estar con otra persona que cree amar, la felicidad no está en nadie ni nada, solo en tener a Cristo en el corazón, no en nada que este afuera de nosotros.
Su responsabilidad ante Dios son su esposa e hijos. Anteponer alguien sería ser egoista, porque estamos aquí para buscar la voluntad de Dios y hacer el bien a otros, no buscar primero nuestro bien, de eso se encarga Dios y si metemos la mano nosotros, le estorbamos.

En amor de Cristo,
Daniel Ordaz C..
Jesús y el Divorcio
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El Divorcio por infidelidad
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