genetica humana
 

 
 

GENETICA HUMANA

 
 

 

   
 

Una cuestion de tiempo

 

Más bien, los gerontólogos mediante la genetica trabajan para aumentar el número de años que una persona puede vivir siendo anciano y, sobre todo, lograr que esos años sean satisfactorios física y mentalmente. No se trata de prolongar la juventud posible humana, se trata de alargar la vejez sana.

Por fortuna, en este camino ya se lograron resultados sorprendentes. Un número amplio de intervenciones clínicas han demostrado su eficacia en el laboratorio para aumentar la esperanza de vida y de edad máxima de nematodos, insectos y roedores. Los primeros pasos en este sentido se remontan nada más y nada menos que a 1935, cuando se realizaron los experimentos pioneros en restricción calórica. Luego de aplicar en roedores técnicas de reducción de consumo de calorías, se demostró que éstos tendían a aumentar su longevidad en un 30 por ciento. En 1987 comenzaron los primeros experimentos de este tipo en primates no humanos. Todavía la mayoría de aquellos primates están vivos, por lo que no se tienen datos sobre la mejora de su supervivencia, pero todo hace prever resultados similares a los de los roedores.

Otro tipo de intervencion eficaz en animales fue la manipulacion genetica. Sobre todo, se han desarrollado dos tipos de trabajo : uno orientado a modificar las respuestas del IGF-1, un factor de crecimiento tipo insulina, en moscas de la fruta y nematodos. El segundo, estudia el modo de variar la producción de la hormona del crecimiento en ratones. En ambos casos, el resultado ha revelado un aumento de la esperanza de vida al nacer de los animales que va del 30 al 40 por ciento, que mas tarde seria aplicada en la genetica humana.
Sin embargo, los gerontólogos creen que no hay justificación para trasladar estos experimentos a seres humanos. Los hallazgos, más bien, deben entenderse como una señal de que es posible detener el envejecimiento mediante técnicas sencillas; pero, para el caso de los humanos, en lugar de intervenciones directas habría que encontrar métodos farmacológicos análogos menos invasivos. Es decir, a pesar de las promesas ofrecidas por la restricción calórica en roedores, no sería adecuado proponer como estrategia general que los humanos reduzcamos nuestro consumo habitual de calorías. Lo que los científicos buscan es una molécula que produzca los mismos efectos en nuestro organismo.

 

Genetica humana sin píldoras

Pero es de esperar que no sea necesario ir a la farmacia para elevar nuestras probabilidades de llegar a ser ancianos centenarios. Los estudios de la genetica detectaron parte del grupo de genes que interviene en la longevidad. Este tipo de genes puede encontrarse distribuido por igual en cualquier población humana. Sin embargo, las diferencias de esperanza de vida al nacer entre un pueblo y otro sugieren que los factores ambientales son determinantes a la hora de predecir cuánto vamos a vivir. Algunos científicos consideran que la especie humana está preparada genéticamente para superar los 100 años, pero que nuestros hábitos de vida reducen esta expectativa considerablemente. De ser cierto, la intervención más eficaz para lograr una vejez larga y sana sería reducir conductas como el tabaquismo, el alcoholismo, la drogadicción, la dieta no equilibrada, la contaminación, el contacto con productos tóxicos… Al menos en el mundo desarrollado, este tipo de cambios de actitud podría implicar un aumento de 10 años en la esperanza media de vida al nacer.

Eso no es un obstáculo para que la ciencia siga trabajando en el desarrollo de intervenciones directas contra los achaques de la edad. Además de las mencionadas estrategias de reducción calórica y manipulación genetica humana, existen hoy por hoy fudadas esperanzas en otro tipo de técnicas.

Una de las más celebradas es el aumento de la resistencia del organismo al estrés que producen factores como la oxidación, la radiación ultravioleta o el calor. Estas amenazas acumulativas producen evidentes deterioros en la función de muchos órganos que derivan en males propios de la vejez. Algunos estudios epidemiológicos apuntan a la posibilidad de que el consumo de vitamina E produzca un descenso en la probabilidad de padecer cáncer merced a su capacidad antioxidante. Sin embargo, la evidencia de laboratorio sobre roedores no es concluyente.

HORMONAS RECUPERADAS

Por el contrario, sí fue probada la eficacia de algunas técnicas de la genetica como es el reemplazo del estrógeno para aumentar el tiempo y la calidad de vida de mujeres postmenopáusicas. El estrógeno, por ejemplo, cuya actividad inhibidora de la formación de placas de de ateroma ha sido demostrada, reduce la incidencia de accidentes coronarios entre un 25 y un 50 por ciento.

Este tipo de estrategias se basan en la idea comúnmente asumida de que si durante la vejez se restauraran las cantidades de ciertas hormonas a niveles similares a los de la juventud humana, se mejorará el estado general de la persona mayor.

Es el caso de la dehidroepiandrosterona (DHEA), una hormona cuyos niveles descienden con el paso de los años. Aunque se ha propuesto reiteradamente el uso de esta hormona como panacea contra el envejecimiento, la verdad es que sus beneficios no dejan de ser equívocos, si bien es cierto que su uso presenta pocos efectos secundarios. Distinto es el caso de otras terapias hormonales como la inyección de melatonina que, a pesar de haber mostrado beneficio prometedores, está sometida a demasiados riesgos secundarios.

¿Entonces, en qué lugar se encuentra realmente la medicina antienvejecimiento? Los científicos parecen convencidos de que la barrera de lo 100 años es alcanzable si se combinan modificaciones en los hábitos de vida de los ciudadanos del mundo desarrollado con intervenciones farmacológicas concretas. Algunas de estas últimas son muy prometedoras. De hecho, se ha estudiado el efecto de la hormona del crecimiento sobre la salud de los mayores. Utilizada en animales de laboratorio mediante la genetica, la IGF-1 aumenta el tono muscular, disminuye el nivel de grasas y parece revertir ciertos cambios en la composición química del organismo propios de la edad. Lamentablemente, se ha detectado que cuando se usa a largo plazo, esta terapia puede tener efectos adversos. Por eso, los investigadores trabajan en el desarrollo de moléculas que generen este efecto sin producir reacciones inesperadas. Puede ser que sea prematuro decir que la hormona del crecimiento retarda la vejez, pero también es prematuro asegura que no lo hace.

CELULAS AL RESCATE

De lo que no cabe duda es del valor que pueden llegar a tener las terapias de reemplazo celular en el futuro. La vejez suele ir acompañada de la pérdida de volumen y función de ciertos tejidos, por ejemplo el cardíaco y el neuronal. La eficacia del uso de células madre embrionarias, fetales o de adulto ha sido más que demostrada a la hora de detener estos procesos en animales. La mala noticia es que estas técnicas todavía se encuentran en pañales y que, para en el caso de la humana, estamos lejos de poder abordar una estrategia que tenga en cuenta las potencialidades terapéuticas y los riesgos de rechazo propios de todo trasplante. La buena noticia es que cada vez se sabe más sobre este tipo de células. La ciencia no se detiene. Parece que se ha propuesto hacernos llegar a los 100 años a todos y, antes de que nos demos cuenta es posible que lo logre.

LA REVOLUCIÓN DE LA CIENCIA-- ¿FICCIÓN?

La mítica búsqueda de la fuente de la eterna juventud tiene su versión para este siglo, en los seguidores de una suerte de “religión científica” conocida como life-extensión (extensión de la vida). Cargados con grandes dosis de literatura médica y alentados por las promesas que algunos avances clínicos ofrecen, no son pocos los convencidos de que se puede actuar ya sobre nuestro cuerpo para garantizar un aporte extra de años a la vida.

Los seguidores de la life-extensión son asiduos compradores de productos de farmacia y llenan las estanterías de su casa con fármacos como la hormona DHEA, la melatonina o la vitamina E. Algunas de las moléculas que consumen forman parte del arsenal de complementos nutricionales que usan los deportistas de gimnasio para aumentar su masa muscular. La L-camitina, por ejemplo, es un estimulador energético similar a un aminoácido. Algunos estudios han sugerido que su consumo puede contribuir a aumentar la función mitocondrial de las células; que tiende a decaer en la vejez. Otro ejemplo es la coenzima q10, de la que aseguran que tiene efectos protectores contra las enfermedades cardíacas.

La mayoría de estas aseveraciones se basan en estudios parciales o están a la espera de ser realmente confirmadas por la ciencia, lo cual no impide que muchos fans de la life-extensión se llenen el estómago con píldoras de este tipo.

Más sorprendente aún es la propuesta de cirugía para proteger la vida que sale de las filas de este grupo. En concreto, una empresa estudia la posibilidad de someter al cuerpo humano a procesos de hipotermia ultraprofunda con el fin de de paralizar las funciones metabólicas del envejecimiento. La idea es congelar el cuerpo y mantenerlo “parado” durante el tiempo el tiempo que se quiera a la espera de que la ciencia consiga la curación para algunos de los males que hoy aquejan a la mayoría de los adultos mayores. Para tal fin, los científicos de dicha empresa proponen sustituir la sangre del cuerpo por una sustancia que se usa en los quirófanos para aumentar la presión sanguínea en caso de hemorragia masiva. Este producto no coagula a baja temperatura. Aunque parezca mentira, en esta empresa ya lo usaron con éxito en perros.

UNA VIDA LLENA DE CAMBIOS

Para conocer por qué envejecemos, lo primero que se requiere es saber cómo lo hacemos. Desde el punto de vista neuronal, este proceso está hoy mejor estudiado que nunca. Se sabe, por ejemplo, que a medida que aumenta la edad disminuye la masa celular nerviosa, lo cual puede provocar; a la larga problemas de atrofia medular. Incluso es posible que se experimente una disminución significativa del peso del cerebro en relación con el de un adulto joven. Estos y otros cambios físicos que son comunes en todos los individuos no están, sin embargo, directamente relacionados con la pérdida de funciones concretas como los reflejos o la memoria. El deterioro de estas habilidades no es igual en todas las personas y muchos factores ambientales y de de comportamiento influyen en ellos. En contra de lo que muchos creen, la ciencia no pretende lograr “jóvenes eternos”, sino hacer que la vida de los adultos mayores sea cada vez más larga y saludable; y para ello, la química, la biología y la medicina se dan la mano en el laboratorio de muchos investigadores.

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