EUROPA NA MOCHILA / E. Vázquez Pita
anécdotas de mochileros
Vuelta a Estados Unidos y Canadá en bus con Ameripass en 20 días. NYC-Boston-Washington

El periodista Enrique Vázquez Pita (autor del libro Europa na mochila) cuenta algunas de sus mejores anécdotas de viaje como mochilero por Europa durante los viajes realizados entre 1994 y 2000. Algunas han sido publicadas en el libro.

Los interesados en contar su historia para que figure en este apartado y sirva de recuerdo para su peña de amigos pueden enviar un e-mail con sus aventuras a evpita@yahoo.es.

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Zona G: Dormimos en la pensión más sórdida de Roma (David / Tenerife)
¿Qué ocurre cuando te quedas tirado en la estación de Roma a medianoche? David y su peña de amigos de Tenerife cuentan cómo dieron con la pensión más cutre y siniestra de la ciudad eterna. Ahora se ríen pero, en 1999, lo pasaron bastante mal. (ir a anécdota)
ÍNDICE DE ANÉCDOTAS
Zona A
Amistad
En una cocina de Escocia halló a una amiga (Peter Friesberg) (1999)
Irlanda y Reino Unido
Dormir
Accidentada noche en la playa de una isla de Escocia (Juanpa) (2000)
   
Zona B
Dinero
Suerte en una máquina tragaperras de un ferry sueco (2000)
Suecia, Noruega y Finlandia    
   
Zona C
Mochilas Mil problemas con las taquillas en Berlín (2000)
Austria, Suiza, Alemania y Dinamarca    
   
Zona D
Compras
Regateo por una Matriuska (2000)
Polonia, Croacia, Chequia, Hungría y Eslovaquia    
   
Zona E
Dormir
Tirados en el pasillo de un vagón (2000)
Francia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda    
   
Zona F
Turismo No vemos amanecer en unas dunas en el Sahara porque ...llueve (1999)
España, Portugal y Marruecos    
   
Zona G
Dormir
Dormimos en el suelo de la estación de Tesalónica y, para echarnos, nos riegan con manguera (1998)
Italia, Eslovenia, Grecia y Turquía
Noche de odisea en Roma (1999)
   
Zona H
   
Yugoslavia, Macedonia, Rumanía y Bulgaria
Revisor
Amenazan con apearnos en Rumanía si no pagamos el visado (2000)
   
   
Otros
   
     
LAS ANÉCDOTAS DE INTERRAIL
Zona A
Amistad En una cocina de Escocia hallo a una amiga (Peter Friesberg)

En 1996 yo pasé con el InterRail a Escocia en un mismo pueblo muy pequeño (lejos de todo) y donde había un Yout Hostel... Yo me quedé allí durante tres días y era ya fuera de temporada (a finales de septiembre).

Al segundo día, fui a la cocina, y lo que pasó fue increíble: Una amiga que vive simplemente a dos apartamentos de mi casa estaba sentándose allí y estaba haciendo la comida. El mundo es tan pequeño ;) Hay tantas cosas que pasan durante cada gira...

También cuando fui en tren a Escocia con mi hermano, el tren simplemente paró porque las vías se inundaron (parecía que el tren se había transformado en un submarino)... Era una buena imagen. Así que allí nosotros no podríamos seguir viajando. Y tuve que esperar durante horas. Íbamos a llegar tarde a la noche en Inverness (donde está el lago Ness) para coger el tren. El jefe de la estación se dirigió a nosotros y nos dijo que podíamos dormir dentro de la estación en un cuarto de la oficina, y a la mañana siguiente vino y nos mostró que los byhis del pueblo poseen automóvil privado... ¡fue realmente bueno!! (continúa)

Juanpa y Quique
Dormir
Accidentada noche en la playa de la isla de Iona en Escocia

6 de agosto 2000.Isla de Iona. A eso de las seis de la mañana comenzó a llover. Era llovizna, de la que moja poco a poco, pinga a pinga. El agua se filtraba por el interior del saco y la esterilla estaba empapada. Acostarse junto a un muro fuera buena idea para poderse proteger de la brisa del mar pero, por mala suerte, no contabamos con un chaparrón a las cuatro de la mañana.

Los dos mochileros tuvimos que vencer la pereza y salir del caliente saco. Nos levantamos del suelo a prisa y corrimos a gran velocidad, calados, hasta unos bancos situados, irónicamente, bajo el porche de la oficina de turismo de Torm (Escocia). "¡Qué viaje más cutre!", protestabamos mientras nos acomodabamos en posición fetal para que los pies nos entrasen dentro del banco.

Apoyamos la cabeza en una mochila de asalto y dormimos. Desde que salimos de Irlanda, todo nos salía al revés. Éste era el quinto día de viaje y parecía que hubiera pasado una eternidad. Nos dolía todo, estabamos hambrientos, sonñolientos y débiles. Pero aún teníamos mucho por delante. Cuando escampó ya había amanecido. Habíamos tenido suerte de que el viento del mar no nos diera de frente. Por suerte, nadie nos había llamado la atención. Eso de estar en un país extraño imponía. Era la primera vez que dormíamos en el viaje a la intemperie. Era una sensación extraña porque parecía como si mil ojos les mirasen.

Peor fue al día siguiente, en la isla de Iona.. Perdimos el ferry de vuelta y no había camas en toda la isla. En realidad, una escocesa nos ofreció una cama para dos por 16.000 pesetas (96 euros) y nos pareció un timo, teniendo en cuenta que debíamos echar a suerte quien dormía en el suelo. Al final, para ahorrar, encontramos una playa cerca del pueblo. A medianoche, llegó la mala suerte: nos despertó la lluvia pero nos daba pereza salir del saco. Luego empezó a diluviar. El agua no se filtraba en los sacos pero un caracol subía ya por mi frente. Al final, vencimos la pereza y buscamos refugio en unos aseos.

Zona B
Dinero
Suerte en una máquina tragaperras de un ferry sueco

Ferry Helsinki-Estocolmo (agosto 2000). Tras quince días de viaje, hacíamos un crucero por el Báltico. Nos impresionó la salida desde Helsinki. Las alemanas seguían a lo suyo, leyendo libros acostadas en las esterillas. Fuera había muy buen ambiente, con un montón de italianos rondando a unas polacas. Decidimos salir del compartimento -el más barato del buque- y pasear por la zona comercial, unos pisos más abajo.A lo mejor teníamos suerte y conocíamos a alguien. En cubierta hacía mucho viento y no valía la pena subir.

Las vistas del mar Báltico serían igual de buenas si estuviesemos sentados en una silla en las cafeterías de la planta siete. Pero no teníamos dinero. Ni una sola corona sueca. Así que dimos un paseo por la zona de juegos, a curiosear. Vimos como un niño hacía rico a sus padres en las máquinas tragaperras. Juanpa, distraido, tocó por azar unos botones y, ante el asombro de ambos, comenzaron a salir monedas. Un alemán que estaba cerca nos felicitó. Rápidamente, fuimos a comprar al supermercado del ferri. Aquella era una tarde de suerte.

Con 20 coronas ganadas en la máquina tragaperras compramos queso, galletas, chocolate y agua. Como único lujo, unas patatas con ajo. Al pagar en la caja, vimos a los jóvenes italianos y alemanes que compraban latas de cerveza. Nosotros teníamos tanta hambre que los miramos escandalizados, pensando en que malgastaban su dinero en alcohol.

Luego, volvimos al piso de los mochileros y oímos mucha juerga. Los italianos habían invitado a cervezas a las polacas y celebraban una divertida fiesta. (Quique y Juanpa)

Zona C
Mochilas Mil problemas con las taquillas en Berlín

Llegamos a Berlín a las 7 de la mañana. Fuimos a asearnos a los lavabos de pago y luego pretendimos dejar las mochilas en las taquillas para poder dar una vuelta por la ciudad libres de peso. Primero, nadie nos quería cambiar monedas y tuvimos que comprar unos croissants y pizzas para tener cambio. ¡Pero todas las taquillas estaban fuera de servicio!

Encima, el guardia jurado pasó de nosotros durante una hora. Como vimos que atendía a otros afectados, nos pegamos como lapas a él hasta que nos arregló el problema. (Berlín, agosto 2000)

Zona D
Compras
Regateo por una Matriuska

En Praga, los precios para turistas están por las nubes. Pero descubrí un pequeño comercio junto al cementerio de la sinagoga de Praga donde las matriuskas estaban a buen precio.

Pero no me decidí porque pensé que en Rumanía los precios aún estarían más baratos.En realidad, en Rumanía no vendían casi nada. ¡Me quedé sin las matruskas!

Zona E
Dormir
Tirados en el pasillo de un vagón de Bruselas a Hamburgo

Nos encontramos de nuevo a la sueca en Bruselas. La chica había hecho el mismo trayecto que nosotros pero a la inversa y ahora regresaba a Estocolmo. Nosotros íbamos hacia Noruega, por lo que parte del camino lo hariamos juntos. En Bruselas, tomamos un tren hacia Hamburgo pero ya no quedaba sitio en los compartimentos. Luego, se sumó un noruego que andaba con una bota de vino de Pamplona. Al lado, teníamos a una pareja mexicana.

Lo malo era que el compartimento estaba reservado y en la siguiente estación nos echaron del sitio. Y no quedaban más libres. Así que los cuatro tendimos las esterillas a lo largo del pasillo y nos tumbabamos. Sentíamos el paso de las botas de los pasajeros pero eso no me impidió dormir. A medianoche, un revisor negro se puso a hablar con la sueca. Como le hablaba en alemán, daba la impresión de que nos iban a echar del pasillo.

¡Pero no! El amable revisor abrió un compartimento de literas que estaba libre (y que nos hubiera costado una pasta) y nos dejó dormir toda la noche. Durmimos a pierna suelta. Y ya en Hamburgo, la sueca nos dejó plantados en el andén y se fue con el noruego. C'est la vie!

Zona F
Turismo Vemos amanecer en unas dunas en el Sahara y llueve

Marruecos, 1999 ¿Qué pasa cuando cinco gallegos duermen en una haima para madrugar y presenciar el espectacular amanecer en las dunas del Sáhara, en la frontera argelina?

Pues que, inexplicablemente, después de siete años de sequía, se pone a llover y las nubes tapan el sol.¡ Los hombres de la lluvia habían llegado!.( Su, Joselu, Manuel, Juanpa y Quique)

Zona G
Dormir
Dormimos en sacos en el suelo de la estación de Tesalónica y, para echarnos, nos riegan con manguera

Grecia, 1998. No hay nada más arrastrado que la vida de mochilero, sobre todo en Grecia, donde los pasajeros los echan a patadas para ocupar sus asientos. Al llegar a Tesalónica, los guardas dejaron bien claro que no se podía dormir dentro de la estación.

Así que dormimos en los sacos en el porche, junto a otros mochileros y a mendigos. Pero al amanecer, un operario llegó con una manguera y nos regó a todos para que nos fuéramos y dejáramos la puerta libre.

Esta anédota está publicada en el libro Europa na mochila

Dormir Nos quedamos tirados en la estación y tuvimos que dormir en la pensión más sórdida de Roma. Enviada por David y Peñita de Tristán (Tenerife / 27 abril 2003) - / dsimovar@hotmail.com
Antes de quedarnos tirados en la estación de Roma sobre las doce de la noche de un martes del mes de agosto de 1.999, cinco amigos y yo decidimos hacer caso a uno de los muchos receptores de turistas que se ponen a ofrecer alojamiento barato, y maldita la hora porque cuando llegamos allí resulta que era un lugar de putas y drogadictos en el lado más oscuro de Roma por lo que nos acojonamos un poco. Pero una vez entramos por la puerta del edificio, el cual tenia un estado deplorable casi desahuciado, nos encontramos con el primer problema, ya que el ascensor era muy pequeño, sólo cabía una persona con mochila por lo que empezaron las risas....jejejeje. Después de tardar un ratito en subir todos hasta el tercer piso pasamos a la recepción donde estaba un hombre esperando por nosotros porque había recibido el toque de su pinche, y cual fue nuestra sorpresa que nos fijamos en aquel tío que parecía moribundo debido a su posible adicción a la droga dura, concretamente heroína, hasta que un amigo mío pudo certificar este hecho al verlo en plena acción pinchándose..ufff ¡qué chungo! Resulta que ya habíamos pagado con anterioridad por lo que tuvimos que aguantar una de las peores situaciones en nuestra vida durante una noche por no quedarnos en la calle, aunque yo no se si hubiera sido mejor.Cuando pasamos a la habitación resultó ser un cuarto que parecía un zulo con tres literas viejas donde podíamos dormir los seis en pleno mes de agosto, así que imagínense la odisea de noche. Para colmo las literas no tenían sábanas y teníamos que sobar en colchones en estado deprimente por lo que yo decidí coger mi aislante y dormir en el suelo sin tocar el mismo ningún momento.¡lo juro! Antes de echarnos a dormir hablamos del tema con los ánimos bastante enrarecidos y apostamos por descansar unas horas hasta que abriera el metro y después aprovechar para salir pitando de ese dantesco panorama.Afortunadamente hoy en día es una anéctoda de la cual nos descojonamos cada vez que nos reunimos los partícipes de esta aventura: la peñita de tristán en Tenerife(Tomás, María, Chino, Hara, Alex y David).Todos nosotros sabemos que es una oportunidad que si puedes debes aprovechar porque es de los pocos viajes que marcan para toda la vida.Un saludo.
Zona H
Revisor
Amenazan con apearnos en Rumanía si no pagamos 33 dólares*

23 de agosto. (Transilvania. Rumanía) Aquel día ya no podíamos más. Nos dolía todo, no podíamos con la mochila, teníamos sueño porque en el tren nos habíamos acomodado en un compartimento con siete personas, una famila con tres niños. Para colmo, un revisor nos pidió visado y, como no teníamos, nos advirtió que deberíamos pagar 33 dólares cada uno para poder salir del país. ¿De dónde sacaríamos la pasta?

Llegamos a Brasov a las cinco de la mañana, hora en la que ya había mucho bullicio en las calles, como en Atenas. Teníamos miedo en aquel caótico país, cuyos edificios de lujo los recubrían con bloques de hormigón con los que se suele vallar las fincas. Aunque el casco antiguo, de estilo alemán, estaba bien cuidado. En un hotel, los empleados nos dejaron depositar nuestras mochilas. Luego cambiamos pesetas por dólares a precio de oro. Pero, tras dar muchas vueltas, encontramos el bus que los llevaría a Bram, el castillo de Drácula.

El bus fue una tortura más porque teníamos que ir de pie soportando un calor de tormenta. Aquello parecía interminable. Pero el paisaje compensaba el sufrimento. Allá, al fondo, estaban los Cárpatos, unas montañas negras y repletas de abetos, y con fortalezas en la cumbre. Abajo, pueblos medievales de tejado de pizarra.

El castillo de Drácula sólo tenía mobiliario del siglo XVIII, 300 años despúes que la historia del siniestro príncipe Vladimir. Y los souvenirs eran un poco cutres. Decepcionados, salimos justo cuando estalló una tormenta.

En el tren de regreso, una familia de etnia gitana se apropió del compartimento que habíamos reservado. Como les pedimos nuestras plazas, el más mayor, que llevaba sombrero se rieron en nuestra cara, corrieron las cortinas y golpearon el cristal. No paraban de reírse, sabedores de que sus burlas serían impunes puesto que nosotros éramos extranjeros. Muertos de miedo, recogimos las mochilas y seguimos buscando otros compartimento, pero estaba todo lleno. Luego, vimos que toda la familia había abandonado los asientos y, al cruzarnos con ellos, nos saludaron efusivamente. Volvimos rápidamente a nuestros sitios, que estaban ocupados de nuevo. El matrimonio húngaro que lo ocupaba insistía en que era suyo. Pero, pudimos apoyas las mochilas hasta que llegase y el revisor lo aclarase.

Mientras, hablamos con una joven rumana que sabía italiano. Como íbamos algo harapientos nos aseamos para pasar la noche en el compartimento. A medianoche, y ya en la frontera, el revisor nos confirmó que era nuestro asiento pero nos pidió los 33 dólares del visado para salir. Pusimos cara de pena y yo alegué que éramos unos pobres estudiantes que no teníamos dinero y, por eso, pedíamos "un precio especial". El revisor dudó y fue a consultar. El húngaro nos miró: "si fuérais pobres, no tendríais dinero para viajar desde tan lejos". Sonreímos.

El revisor regresó y nos hizo un gesto para que pagáramos. Nosotros insistíamos en que no teníamos dinero. Entonces, el agente agarró las mochilas y las arrastró hacia el suelo: "Si no tenéis dinero os apeáis aquí". Pero la rumana intervino: "No, por favor, espere". El revisor dudó y vio como yo sacaba el dinero del bolsillo. No nos íbamos a quedar abandonados en una estación perdida de Rumanía. Así que pagué y el revisor sonrió y nos dio las buenas noches. Juanpa agradeció a la rumana su intervención. El húngaro comentó a su esposa : "¡Les pedïan 33 dólares!¡Qué caro!". Luego, comprobamos que era el precio exacto para un visado en España, que es obligatorio para entrar en Rumanía.

* Nota: en 2003 se suprimió el visado para los viajeros de la UE en Rumanía. Actualmente, Rumanía admite la entrada a los viajeros que muestren el DNI o pasaporte.

Otros