¿A quiénes se aplica?
A los niños en
casos en que los bloqueos afectivos se traducen en dificultad
escolar, en trastornos de conducta, del aprendizaje, enuresis,
rabietas, fobias, etc.
En
los adultos encontramos por ejemplo angustia, depresión, mal
relacionamiento con pareja, hijos, duelos, adicciones, crisis
existenciales, de identidad, vocacionales, etc.

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