Retrato de un corazón simple: Ally McBeal.
El eterno replay del canal 7
Los Sit-Coms, viaje a través del tedio.
Las ilusiones perdidas de Betty La Fea.
Tinelli vs. la ironía pos-CQC.
La tevé del 2001 apostó a un humor sustentado en la ironía escolar ("Medios Locos", "TV Registrada", etc). Mientras, Tinelli se volcó cada vez más a la izquierda, se burla de los programas del canal que lo aloja y terminó por ofrecer un humor tanto o más radical que el de Todo x 2 pesos.
Tuvimos que esperar a que arribara el humor irónico y cínico de los años '90s para darnos cuenta de que el de Tinelli era un mal muy menor. Que sus chistes patoteriles producían más carcajadas de lo que estábamos dispuestos a aceptar, que sus cámaras ocultas revelaban, a fin de cuentas, más solidaridad que mezquindades entre víctimas y victimarios.
CQC fue el clímax de ese humor bien noventas. Un humor que sobrevivió gracias a las burlas fáciles a un gobierno, el menemista, que en los hechos resultó un poco más serio que el de De la Rúa (y los que siguieron). Detrás de la respuesta rápida, los pergolinis mostraron en 10 años la convicción (un poquito exagerada) de que los políticos "son todos ladrones". Las cosas (la política, la economía) demostraron ser un poco más complejas.
Pergolini a la cabeza, entonces, les dio a las plácidas capas medias de nuestra sociedad (de pronto despiertas como ovejas en corralitos) lo que ellas esperaban: un ataque (autoritario, cómodo) a la "corrupción", a la "ostentación", a "la falta de cultura de sus gobernantes" (¿vio Menem, que dice leer a Sócrates?).
Tinelli, entretanto, se mantuvo imperturbable y supo sobrevivir a los '90s. Si los jóvenes conductores de CQC usaban trajes y se convencían de que traían inteligencia a la televisión, Tinelli portaba jean y camisa y le hablaba al suburbano (del sur, del oeste), al peruano, a la cajera de supermercado. Alcanzó a audiencias vastísimas sin agredirlas, sin justificarlas, sin hacerlas sentir, una vez apagado el televisor, "tan inteligentes como nosotros". Y supo entretener, lo que no es poco, sin chantajes ni sobreentendidos.