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Personajes de la escuela

 

40 años en la docencia

 

 Al cumplir 40 años en la docencia, el Dr. Esteban Vázquez nos habla acerca de su experiencia como rector del Colegio Victoria.

 

 A los 17 años se recibió de maestro normal. Al año siguiente comenzó la facultad donde estudiaría Derecho y paralelamente empezó a trabajar como preceptor en el mismo colegio donde había cursado sus estudios secundarios.

 Cuatro años más tarde, tomó las horas de Instrucción Cívica y empezó su desafío como profesor.

 

 Hace 16 años que es rector de nuestro secundario y en nuestra charla nos recordó cómo llegó al colegio.

 

 ... Me conocían. Sabían que yo estaba en los temas docentes. En ese momento yo era vice-rector de otro colegio en Don Torcuato. Me llamaron, tuve una entrevista y ahí convinimos. Para mí era un desafío lindo porque era crear algo que no existía. Eso fue a mediados del 86. Al año siguiente iban a inaugurar el primer año de la historia del colegio secundario.

 ...Llevamos doce promociones de bachilleres ya egresados o sea casi 140 chicos.

¿Le da mucho trabajo el tener toda la secundaria a su cargo?

 Trabajo y preocupaciones porque cuando uno trata de que el trabajo no se convierta en una rutina, y que el colegio no sea un colegio mediocre, sino que se destaque y felizmente lo hemos logrado, uno siempre tiene que mejorar las cosas... y eso da trabajo.

 Contrariamente a lo que ustedes puedan pensar, no son ustedes, los alumnos, los que más trabajo me dan.

 

 

 

 

 

 

  Da más trabajo modificar cosas del sistema, los adultos –algún papá o mamá, los mismos docentes, los supervisores...

  (Se queda pensativo, luego continúa). A mí, lo que más me gratifica de toda mi tarea son los alumnos.

 

  ¿Por qué decidió dedicarse a la docencia?

  No sé, es una pregunta complicada, supongo que cuando iba al colegio, me habrá gustado la actividad. ¡Hace ya tantos años que ni me acuerdo! Sí recuerdo haber tenido docentes a quienes les tuve mucho respeto y admiración.

  Supongo que es la vocación, algo con lo que uno nace... No puedo dar la explicación justa.

 

   ¿Qué recuerdos especiales guarda de todos estos años?

   Algunos alumnos en particular, un cariño muy especial por los chicos que estuvieron en la primer promoción del colegio (Año 91. Señala una foto grupal que cuelga en una de las paredes de su oficina).

   Recuerdo anécdotas, buenas y malas... (Se queda callado un segundo, como buscando en su memoria y luego sonríe.)

   Una vez, en la última aula donde ahora está tercer año -de esto hará 6 o 7 años- se produjo un cortocircuito donde van los tubos fluorescentes y donde está el encendido de la luz, un principio de incendio.

 Empezó a salir humo negro, fuerte, después llamas...

 

  Sacamos a los chicos del aula. Todo el mundo se asustó. Yo agarré uno de los matafuegos que hay ahí afuera... ¡Algo había que hacer! Me subí a una mesa, abrí el matafuegos y apagué el fuego. Pero cuando salí del aula vi un montón de sonrisitas burlonas. Yo estaba todo tapado de espuma y polvillo blanco... por poco me tenía que bañar. Yo estaba de un humor de perros, me quería comer a medio mundo. Nadie se animó a decirme nada pero todo el mundo se mataba de risa y disfrutaba de mi roña...

   Después de tantos años, ¿Qué satisfacciones le trae su trabajo?

   Este año cumplo 40 años en la docencia, casi nada ¿no? El día que yo no tenga más ganas de venir, de enfrentarme al trabajo, de dialogar con los alumnos, ese será el día en que me deje de dar satisfacciones. Me levanto todos los días a las cinco y media de la mañana, pero lo hago contento, feliz; me renueva, creo que nos hace sentir un poco más jóvenes. Estamos actualizados. Creo que estar en la docencia me da una gran ventaja: es poder tener un trato más acorde con mis hijos.

   ¿Qué es lo que más le gusta de este trabajo?

   Lo que más me gusta es cuando estoy en el aula. Lo que menos me gusta es esto que ven ustedes ahora (apunta a sus carpetas llenas de papeles). Lo que me gusta es el trato con los alumnos. Lamento profundamente no poder hacerme algún hueco para dictar clase.

   Agradecimos su tiempo y cuando nos retiramos pudimos ver cómo se sumergía nuevamente en los papeles y carpetas que llenaban su escritorio.

 

María de la Puerta

Agostina Perrone

Marisa Gabriel

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