EL VERSO
CON RIMA Y MEDIDA


 
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   AUTÉNTICA POESÍA    


    En esta página encontrarás las siguientes poesías:

  • Una noche en la peña de "El Quejío"
  • El tren de la vida

      • UNA NOCHE EN LA PEÑA DE "EL QUEJÍO"
         

          Sobre la silla de enea
          descansaba la guitarra.
          A tragos se saborea
          el vino que hay en la jarra.
           
          Las paredes están llenas
          de los maestros del cante,
          de inolvidables escenas
          de momentos importantes.
           
          El cuarto de los cabales
          se va llenando de gente,
          los saludos fraternales
          inundan todo el ambiente.
           
          -
          ¿Dónde has pasado estos días?
          -Hemos ido hasta El Rocío.
            Hay ecos de Andalucía
          en la Peña de "El Quejío".
           
          -¿Qué tal ha estado este año?
          -¿Este año...?   ¡Vaya tela!
          Créeme que no te engaño:
          la gente del millón cuela.
           
          La amistad llena el ambiente;
          la sala queda pequeña;
          sigue llegando más gente
          que son nuevos en la Peña.
           
          El clima ya se caldea;
          sigue circulando el jarro.
          Hay uno que carraspea
          con el humo del cigarro.

          Los pinchitos de tortilla,
          la manzanilla y el fino,
          picantes las banderillas.
          Dan ganas de beber vino.
           
          La calle se halla desierta,
          la escarcha está laborando,
          el frío llama a la puerta
          y el cante lo está parando.
           
          Silencio que toca el niño.
          No cantéis, que hay que escucharlo.
          La muda seña de un guiño
          nos invita a valorarlo.
           
          Solemne se hace la noche,
          con un  ¡olé!  que desgarra
          y un fandango pone el broche
          al solo de la guitarra.
           
          Después vienen Alegrías
          Sigueriyas, Peteneras,
          Caracoles, Bulerías,
          Tangos, Tientos, Carceleras...
            


          Aparecen cuatro niñas
          con el traje de volantes
          y los que estaban, se apiñan
          y se callan un instante.
           
          Se ensayan las sevillanas
          y canta toda la gente;
          tocan guitarras ufanas
          que alegran todo el ambiente.
           
          Embriagador derroche
          de jazmines y rocío.
          ¡Qué bella fue aquella noche
          en la Peña de "El Quejío"!
           
                                              __________
                                                             Abril 1993

 

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          EL TREN DE LA VIDA

        Infancia. Primavera. Retoño de la vida,
        las verdes esperanzas, los más azules cielos,
        los cuidos maternales de mimos y desvelos,
        el cálido regazo, la patria más querida,
         
        -
        ¡Yo quiero ser cigarra! ¡No quiero ser hormiga!
          Los juegos y la escuela, cromos y caramelos.
        Las flores que se abren, esos primeros vuelos...
        torpes primeros pasos; la primera salida.
         
        Amigos para siempre, perfumes imborrables.
        ¿Dónde estarán mis libros, mi pluma, mi pelota?
        ¿Y mis primeros versos al dorso de un cuaderno?
         
        Mañanas soleadas, doradas, memorables,
        una abeja que liba, un manantial que brota
        y un recuerdo florido con vocación de eterno.
         

         
         
        Verano. Vacaciones. Maduran los frutales;
        despiertan los sentidos al sol del mediodía
        y la cigüeña vuela al nido que solía.
        De verdes a dorados se tiñen los trigales,
         
        las ninfas de las fuentes juegan con los cristales
        del agua y sus destellos son soles de alegría.
        Las bochornosas noches, los prolongados días,
        los estrellados cielos, efluvios de jarales...
         
        Los cantos de cigarra en calurosas siestas,
        los juegos de los niños detrás de una cancela;
        florecen las muchachas, despiertan los amores
         
        que surgen de las bodas, los juegos y las fiestas.
        En un baúl perdidas las fotos de la abuela
        de cuando en otros tiempos derramaba fulgores.
         
         
         
        Amarillos de otoño. El cielo ceniciento
        pregona una llovizna. Una tardía rosa
        en el rosal se mece y una hormiga afanosa
        regresa con la carga a su oscuro aposento.
         
        El olmo de mi calle se ha puesto amarillento
        y vuelve a desnudarse en la tarde ventosa;
        en un rincón se ha muerto la bella mariposa
        y al amor de la lumbre se cuenta un viejo cuento.
         
        Regresan los pastores con sus grandes rebaños;
        de la bodega salen aromas de los mostos;
        ocres, pardos, se han vuelto los recuerdos de antaño;
         
        bajan los aguaceros por senderos angostos
        y Ceres se ha dormido igual que cada año
        y sueña dulcemente con lejanos agostos.
         
         
          
          
        Ha llegado el invierno, la nieve lo pregona;
        blanco pañuelo cubre la cúspide morada
        de la lejana sierra. Se escucha la balada
        que el hambriento rebaño triste lamento entona.
         
        Aves invernadoras sus nidos abandonan
        y engrosan armoniosas la innúmera bandada,
        su flecha al sur apunta al fin de la jornada;
        y un gris a mi cabeza le pinta una corona.
         
        A lo lejos se escucha que un tren silbando viene,
        yo estoy aquí esperando en un banco sentado
        de la cuarta estación. Dispuesto, preparado,
         
        ligero de equipaje ya nada me retiene,
        ya nada obstaculiza mi último viaje
        en el último tren. Es todo mi bagaje.
          
          
                                                         ___________

                                                                          Febrero 2001

         

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