Editorial | Panorama
Internacional Nº 9
Países |
|
Actualidad | ||
Declaraciones | ||
Polémica |
Manuel Agon
La atención pública mundial se ha concentrado últimamente en la agresión OTAN-imperialista contra Yugoslavia, comandada y orquestada por el imperialismo Yanqui. Después del juicio que se le siguió al presidente gringo Bill Clinton por mentir sobre sus aventuras sexuales, el salvaje bombardeo ha colocado de nuevo a la metrópoli del capitalismo internacional en el centro de la actualidad mundial. El siguiente artículo pretende recoger de manera aun superficial algunos de los elementos de la situación política norteamericana, con el objeto de darle un contexto más amplio a los hechos que hoy constituyen la lenta e inexorable marcha del mundo hacia la barbarie en manos de los actuales amos imperialistas. | ||
La situación política de los Estados Unidos es un reflejo del papel cada vez más siniestro y contrarrevolucionario del imperialismo a nivel mundial y esta marcada por el ataque cada vez más feroz de la burguesía norteamericana contra las masas de este país. Así, el gobierno norteamericano, los partidos políticos de la burguesía yanqui (Republicanos y Demócratas) y los grandes manipuladores de lo que eufemísticamente se llama la opinión publica norteamericana han sufrido un evidente desplazamiento cada vez más a la derecha en su esquema político e ideológico, en parte propiciado por la caída los países socialistas cuya existencia les impedía aparecer tan reaccionarios. La burguesía imperialista de los Estados Unidos hoy por hoy se siente tan fuerte y segura que la estrategia de la zanahoria y el garrote esta dando paso al desembozamiento descarado del garrote en todo momento y por cualquier razón. El gobierno yanqui se siente tan fuerte que el presidente Clinton es capaz de descargar un violento ataque armado contra el indefenso pueblo iraquí sencillamente para desviar el juicio político que se le sigue en el Congreso norteamericano, aprovechándose del principio según el cual cuando los soldados norteamericanos están peleando, nadie cuestiona al presidente. Y lo peor es que lo puede hacer impunemente. Semanas después lanza un bombardeo indiscriminado contra Yugoslavia, con el peregrino argumento de que se trata de un bombardeo humanitario y no solo no encuentra ninguna oposición de peso sino que incluso la izquierda norteamericana (socialdemócratas de todo pelaje, liberales defensores de los derechos humanos, ONGs, etc.) se constituyen en los más fieros defensores de la agresión para salvar al pueblo de Kosovo de la limpieza étnica Serbia.
¿Cómo puede ser posible esto en un país en el que en los años 70 las masivas movilizaciones contra la guerra del Vietnam, aunadas al inquebrantable heroísmo del pueblo vietnamita, lograron inflingirle al amo del mundo la peor derrota militar de su historia, una derrota militar de la que aun no se ha recuperado? ¿Un país que en los años 70 tuvo que reconocer por la fuerza de la movilización popular los derechos de las minorías y específicamente los derechos de la población negra? Hagamos un poco de historia.
Con la renuncia del presidente republicano Nixon en 1973 por el escándalo Watergate, la derrota imperialista en la guerra del Vietnam en el 75 y una crisis económica galopante que obligo a la masiva devaluación de la divisa norteamericana en 1971, el imperialismo yanqui había llegado militar, política y económicamente a una situación que amenazaba su supremacía a nivel mundial. Paralelamente la creciente situación revolucionaria a escala de todo el planeta no le daba tregua. El pueblo en armas en Nicaragua y en Irán le arrebato el control directo a los Yanquis sobre esos dos estratégicos enclaves y el incendio se extendía por Centroamérica y el medio oriente.
El presidente Jimmy Carter, líder de la fracción de derecha del Partido Demócrata, asumió el poder en 1977 unificando a la burguesía yanqui alrededor de un plan de contrarrevolución económica contra las conquistas de las masas a nivel interno y externo (expresada en los famosos planes de austeridad del FMI) y un plan político y militar de reacción democrática para desmontar la situación revolucionaria: esto es, endulzar el oído de las masas con toda esa verborrea sobre derechos humanos y paz para lograr aplicar los planes pero con anestesia, contando para ello con la ayuda de las direcciones reformistas, socialdemócratas, estalinistas y hasta el Vaticano. Si ello no funcionaba quedaba siempre la opción militar que se ensayo contra Irán, Nicaragua, Granada, Panamá, Irak y tantos otros países bajo Carter y sus sucesores Reagan y Bush.
Así mismo se inicio una política consciente de minar las bases de los países socialistas para prepararlos para la restauración capitalista, tarea en la cual contaron con la preciosa colaboración por acción y omisión de la burocracia estalinista. Sólo basta recordar que los países del este europeo, China y la URSS comenzaron a hipotecarse al FMI y que Castro le planteó a los sandinistas que no convirtieran Nicaragua al socialismo, cosa que ellos de todas formas no pensaban hacer.
A nivel interno esta ofensiva, iniciada por Carter y profundizada por Reagan, que se dio también en Europa y a la que Margaret Thatcher calificó de revolución conservadora, pero que no es ninguna revolución sino una verdadera contrarrevolución económico-política contra las conquistas de las masas, se expreso económicamente en un plan de recuperación de las ganancias de la burguesía yanqui cerrando importantes plantas metalúrgicas y automovilísticas donde el movimiento obrero se había hecho fuerte, trasladando la producción a las regiones de bajos salarios y pobre sindicalización en el sur o a las semicolonias en el sudeste asiático y Latinoamérica, principalmente México. Según las cifras que se manejan, en dos décadas se perdieron dos millones de empleos estables en el sector manufacturero, esto es dos millones de trabajadores sindicalizados menos. Se creó así una industria norteamericana de bajos salarios dentro y fuera del país, con el ingrediente adicional de una clase de trabajadores de segunda y tercera categoría, que no se sindicalizan, no tienen estabilidad y no gozan del salario mínimo y las garantías sociales.
Paralelamente se implementaron verdaderos planes de austeridad que recortaban el seguro social, la educación y otras garantías sociales (Welfare, subsidio de desempleo, programas contra la pobreza), que permitieron al gobierno imperialista recortar su déficit fiscal de tamaño astronómico, liberando recursos para rearmarse hasta los dientes (hasta las galaxias podríamos decir) y reconquistar su papel de gendarme hegemónico del orden burgués imperialista. [1]
Ciertamente hubo focos de resistencia a estos planes. Algunos sectores de la clase obrera norteamericana salieron a la lucha, pero dirigidos por una burocracia sindical colaboracionista y rabiosamente anticomunista que apoya sistemáticamente al Partido Demócrata, las luchas generalmente conducían al pantano de la concertación en el que los trabajadores aceptaban congelaciones e incluso disminuciones de salarios para conservar el empleo y salvar las empresas, encontrándose con que al cabo de uno o dos años de ceder y ceder conquistas, las plantas finalmente se cerraban del todo o si no de todas maneras los obreros cobijados por convenciones colectivas iban siendo reemplazados por trabajadores de segunda categoría sin garantías. La última gran lucha que selló la derrota coyuntural de los trabajadores norteamericanos fue la gran huelga de los controladores aéreos De allí en adelante no hubo una sola huelga victoriosa hasta 1997.
El plan económicamente rindió sus frutos para la burguesía: los EEUU han gozado de un período de crecimiento económico sin precedentes en cuanto a su magnitud y a su duración. La economía yanqui ha crecido a un ritmo de un 4% anual desde 1990, según los expertos gracias a una combinación de factores: menores tasas de interés, crecimiento de la productividad (sobreexplotación) y alto nivel de ganancias (producidas no sólo en la metrópoli, sino también repatriadas de lo que explotan las multinacionales en todo el mundo).
El aumento en la productividad en las empresas norteamericanas es muy importante. A comienzos de los '90 la productividad (la cantidad de bienes que produce cada trabajador por cada hora de salario pagada) aumentaba a razón de 1% anual. De 1995 a 1998 ha venido aumentando en un 2% anual. Los analistas económicos han vertido ríos de tinta explicando estos aumentos y las estrategias utilizadas para lograrlo. Las empresas están utilizando en mayor proporción trabajadores temporales vinculados como contratistas particulares sin horario fijo, sin prestaciones y por quienes las empresas no tienen que cotizar al Seguro Social. Si bien reciben un salario integral por horas un poco mayor que el mínimo, a la larga apenas logran redondear un salario mínimo si no son requeridos para trabajar de tiempo completo. Un empresario describe así esta practica de horarios acordeón:
Llamamos a Manpower (agencia de empleos temporales) a las 5 p.m. y a la mañana siguiente tenemos solo la gente que necesitamos para cualquier cantidad de tareas. Las horas se ajustan día a día, incluso en medio de un turno, de tal manera que nunca tenemos exceso de mano de obra. New York Times Marzo 22 de 1999). De esta manera se reducen los costos laborales y en este caso las cifras no mienten: en algunos sectores de la industria y sobretodo en los servicios 5 de cada 8 trabajadores (más del 60%) son trabajadores temporales. (New York Times, marzo 22/99).
En 1987 el valor total de las corporaciones que se cotizan en la bolsa de valores era de $2.5 trillones. Hoy es de $13 trillones (5 veces mas). El índice DOW-JONES de la Bolsa de Nueva York llego a 10.000 el 29 de marzo del 99 solo tres anos y medio después de pasar los 5.000. Las ganancias de las grandes corporaciones han llegado a niveles sin precedentes, permitiendo un proceso de grandes adquisiciones o fusiones en gigantescas megacorporaciones, que muestran una tendencia a la concentración del capital en aun menos manos. En el sector petrolero, por ejemplo, se han fusionado recientemente las corporaciones Exxon con Mobil; la British Petroleum con AMOCO y la Royal Dutch con la TEXACO. En el sector financiero el Deutsche Bank de Alemania ha iniciado la adquisición del gigantesco Banquers Trust de EEUU y la fusión del Citibank con Travellers Group, ha creado uno de los más grandes trusts financieros del mundo. También recientemente en el sector aéreo se fusionaron los gigantes Boeing y Mc Donnell-Douglas. Lo mismo ha sucedido en el sector de automotriz: Ford adquirió Jaguar, Volvo y Aston Martin (carros de lujo); Chrysler se fusiono con Daimler-Benz. Otros sectores como el de comunicaciones, químico, farmacéutico y alimentos han visto procesos similares. Pero como la crisis se asoma con el desplome de las economías asiáticas y los problemas de Brasil y Latinoamérica, en todos estos procesos, por cualquier lado que se mire, los paganinis han sido los trabajadores. Según informes periodísticos de Wall Street uno de las razones fundamentales de estas fusiones es el abaratamiento de los costos laborales. Esto comienza con despidos masivos. Johnson y Johnson ha anunciado el despido de 4.800 trabajadores, Boeing 48.000 en dos anos, Kellogs 7.000, la fusión Exxon-Mobil ocasionara 9.000 despidos y la de Citibank con Travellers entre 5.000 y 10.000 más un plan de congelación de salarios y recorte de prima por 5 años (New York Post, enero 28/99). En los primeros 4 días de noviembre de 1998 hubo 40.000 despidos en las empresas que se cotizan en la bolsa de valores de Nueva York! Senas de que el abismo se acerca.
Paralelamente las masas trabajadores sufrieron un raponazo increíble: el 100% del crecimiento económico de los EEUU desde 1979 hasta 1998 se lo embolsillo el 1%; sí, está leyendo bien: el 1%, más rico de la población. Hay una ciudad en la que el 50% de los niños vive en hogares que están por debajo de la línea de pobreza y hay 8.000 niños viviendo en las calles. No estamos hablando de Bogotá, Río de Janeiro o Nairobi, se trata de la ciudad más rica del mundo: Nueva York. Una mascota doméstica en los EEUU consume más calorías diariamente que el 70% de la humanidad.
A nivel mundial este proceso se expresa en el hecho de que el 20% más rico de la población mundial tiene el 86% del poder adquisitivo. Por eso es que la economía mundial sigue como un tren desbocado rumbo al abismo: la política económica a nivel mundial esta diseñada para favorecer a ese 20% de la población mundial. Con ello garantizan un 86% de realización al menos, mientras el otro 80% de la población mundial no entre en escena a reclamar lo que le corresponde.
La misma situación se da en el Medicare. Cada vez son menos los servicios cubiertos por el Estado y cada vez de peor calidad. Según un reciente estudio publicado por la «Families USA», en 1997, es decir apenas un año después de la aplicación de la reforma del Medicare aprobada por Clinton en 1996, 675.000 personas (60% de ellos niños), perdieron el derecho al Medicaid (seguro de salud) quedando totalmente desprotegidos. Las proyecciones estiman que esta cifra podría estar llegando a los 2 millones en 1999. Por otro lado, a consecuencia de la reforma los hospitales públicos tienen que autofinanciarse y esto los lleva a aumentar tarifas, contratar personal no calificado o cerrar sus puertas.
Según el columnista L.E. Nelson del Daily News de Nueva York (Enero 27/99) casi el 100% del superávit fiscal de 1998 (70 billones de dólares) provino de lo que el gobierno le descontó a los trabajadores por aportes a la seguridad social y no se gasto por el recorte de los servicios y la menor cantidad de personas que tienen derecho a esos servicios. Ya mencionamos que parte de ese superávit ira a engrosar el presupuesto militar. ¿Y el resto? En el congreso cursa una iniciativa para reducir el impuesto a la renta de la siguiente manera: el 1% más rico de la población recibiría una reducción de impuestos de 32%, el 10% más rico siguiente recibirían 62% de reducción y entre el resto (89% de la población) se distribuiría el 6% restante. En otras palabras, los trabajadores han pagado el superávit fiscal con sus cotizaciones a la seguridad social y a cambio les han desmejorado el servicio y su dinero va a ir a parar a los militares y a los ricos.
Las cosas comienzan a dejar de ser color de rosa para la burguesía. La crisis económica, el abismo, comienza a asomarse con el derrumbe de las economías asiáticas y los problemas en Brasil y otros países latinoamericanos. Los poderes de la anestesia que tenían al movimiento obrero norteamericano no dormido, sino sonando con las bondades de la concertación, el progreso de toda la nación y el bienestar del país comienzan a disiparse. En 1997 los teamsters (camioneros, talvez el sindicato más poderoso de los EEUU y uno de los más poderosos del mundo con un millón cuatrocientos mil afiliados) lanzaron una impresionante huelga contra la compañía UPS, transportadora de correo y valores. La burguesía se había acostumbrado a 13 anos de derrotas de todas las huelgas en los años 80s y 90s entre las que se destacan las de Hormell (empacadora de carnes), Caterpillar, trabajadores de la prensa de Detroit, la huelga de 20 meses en la siderúrgica Ravenswood la de Pueblo Steel. Pero en esta ocasión, por la combatividad de los huelguistas y por la gran simpatía que la huelga tuvo entre los demás sectores de trabajadores y la población, los patrones tuvieron que arrodillarse y esta lucha abrió una brecha por donde el movimiento obrero comenzó a respirar nuevos aires: En 1998 se multiplicaron las huelgas. Cabe destacar la huelga de 90 días de los 200.000 obreros (ojo la cifra parece increíble) de la planta Flint de General Motors, que al final triunfo y causo a la compañía perdidas por 800 millones de dólares. También se movilizaron y lograron importantes triunfos 90.000 trabajadores de las comunicaciones del Noreste (8 días), los pilotos de la Northwestern Airlines [ver recuadro] , maestros de secundaria en varios estados, 3.000 obreros de la metalúrgica Kaiser en Washington, Ohio y Louisianna, los reporteros de la ABC- Disney en Nueva York y finalmente la no tan exitosa huelga de los basquetbolistas de la NBA. Estos pocos ejemplos muestran que la clase obrera norteamericana está comenzando a despertar. Desgraciadamente el atraso político en el que esta sumida y la profundamente reaccionaria corrupta y colaboracionista burocracia sindical de la AFL-CIO que la controla son un impedimento casi que infranqueable para atreverse a pensar en un cambio en la situación de la lucha de clases en este país. No existe ni un asomo de alternativa de dirección ni siquiera independiente, mucho menos clasista o revolucionaria.
Una alta funcionaria de las Naciones Unidas comentaba con cierta gracia de que lo que más le impresionaba de sus continuos viajes al extranjero era que la gente creía que la vida en los Estados Unidos era como en la serie de televisión Guardianes de la Bahía o sea todos lindos, ricos y felices. Basta vivir algunos meses en las entrañas del monstruo imperialista para darse cuenta del futuro que le espera a la humanidad en las manos de tal amo. El monstruo transpira por cada poro las lacras del capitalismo imperialista. Un país que en su seno no ha logrado darle igualdad de derechos a la población negra, se presenta ante el mundo como el paladín de los derechos humanos. Un país donde las libertades democráticas y las oportunidades son para los que tienen con que comprarlas se nos quiere presentar como el paraíso de la igualdad. Un país que durante 20 anos viene conculcando las conquistas de los trabajadores y donde el trabajo semiesclavo de inmigrantes y presos es la gran innovación se nos quiere vender como la alternativa al socialismo. Muy por el contrario. Las masas del mundo y las masas norteamericanas en primer lugar tenemos que entender que el Nuevo Orden Mundial es la profundización de la miseria y la sobreexplotacion a sangre y fuego. La alternativa que los revolucionarios le planteamos al mundo Socialismo o Barbarie se confirma con cada paso que el monstruo da hacia el abismo. Por eso no cejaremos en nuestro esfuerzo por darle solución a la crisis de dirección revolucionaria construyendo el Partido Mundial de la Revolución Socialista.
NOTAS
[1] poner un solo ejemplo, el año 98 el superávit fiscal fue de 70 Billones de dólares (más o menos el 70% del producto interno de Colombia, ojo: en EEUU 1 billón son mil millones y no un millón de millones). El gobierno ya sabe en que se lo va a gastar: 12 billones de aumento en el presupuesto de defensa y aumento de salarios del 8% (la inflación en EEUU es del 1.5%) para ....los militares. Pero eso no es todo. Para financiar la agresión a Yugoslavia el presidente Clinton presentó un paquete adicional de aumento presupuestal para el sector militar de 6 billones de dólares (la guerra le cuesta a los EEUU $26.000 por minuto). Al Congreso de mayoría Republicana le pareció muy poco y le aprobaron 13 billones. Todos los recursos salen del superávit de la Seguridad Social).
Ana Polak
En las internas partidarias del 92, en las que se eligió al candidato a presidente de la República para las elecciones generales de mayo del 93, Oviedo fue quien organizó y dirigió el robo de urnas y votos a Luis María Argaña, seguro ganador. A raíz de este fraude, surgió como candidato oficial de la Asociación Nacional Republicana (ANR) Partido Colorado Juan Carlos Wasmosy, un empresario que se hizo multimillonario durante el stronismo, que compartía negocios con Oviedo, pero no tenía militancia partidaria.
Como comandante del Ejército, sacó los tanques a la calle ante la primera huelga general (en mayo del 94). Oviedo y Wasmosy cogobernaron poco más de dos años. Sin embargo, desde comienzos del 96 empezaron a manifestarse diferencias, que se hicieron cada vez más fuertes.
Estando aún pendiente la tarea impuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI) de privatizar las empresas estatales, fue agudizándose una crisis al interior de la burguesía y del régimen. La pelea era por acceder al poder y desde ahí dirigir la privatización. En este sentido se dividieron los sectores que en la ANR representaban intereses de diferentes países imperialista. Wasmosy al yanqui y Oviedo al alemán.
Las diferencias entre Oviedo y Wasmosy se hicieron cada vez más fuertes. Por influencia del presidente, una obra millonaria de construcción de un puente en el este límite con Argentina no le fue adjudicada a la empresa de Oviedo. La pelea entonces ya no era por el futuro, sino era por negocios del presente. Las divergencias llegaron a un límite con el intento de golpe militar de Oviedo, que comandaba el Ejército (arma más poderosa), en contra del gobierno de Wasmosy. Este le planteó negociación al general insurrecto. Su pase a retiro a cambio de ser nombrado ministro de Defensa.
El intento de golpe militar generó una movilización de jóvenes y sectores populares en Asunción la capital y los embajadores con el yanqui a la cabeza- cerraron filas alrededor de Wasmosy. La movilización y la presión internacional hicieron retroceder a Oviedo en su intento y accedió a la negociación planteada por el presidente. Sin embargo, habiendo sido pasado a retiro, la movilización exige a Wasmosy que no lo nombre ministro. De esta manera Oviedo queda fuera de la cadena de mandos y fuera del gobierno. Pero esto no afectó su carrera política. Al contrario, desde ese momento dedicó tiempo completo a la actividad política electoralista. Presentó la dupla Oviedo-Cubas para las internas del Partido Colorado que debía elegir los candidatos a presidente y vice presidente para las generales de mayo del 98. Aprovechándose de la miseria de amplios sectores de las masas, utilizó un discurso populista y triunfó en las internas de septiembre del 97, dejando en segundo lugar a la dupla encabezada por Argaña y, en tercer lugar, al candidato promovido por Wasmosy.
Tras el contundente triunfo obtenido por Oviedo, Wasmosy utilizó maniobras jurídicas para sacar de la escena al exgeneral. Convocó un Tribunal Militar Extraordinario (TME), el cual condenó a Oviedo a 10 años de prisión y a la pérdida de todos sus derechos como ciudadano, con lo que quedaría inhabilitado hasta el 2008.
Con esto, el Partido Colorado quedaba sin candidato, ya que el elegido mayoritariamente cayó preso. El oviedismo negoció con el argañismo y sacaron de la galera una nueva chapa, basándose supuestamente en disposiciones estatutarias internas de la ANR. De ahí surgió la dupla Cubas presidente Argaña vicepresidente.
El Movimiento de Reconciliación Colorada liderado por Argaña hizo oídos sordos a las consignas agitadas por el movimiento oviedista Unión Nacional de Colorados Eticos (UNACE), con tal de contar con el voto de su electorado. Así las consignas electorales coloradas fueron: Cubas al gobierno, Oviedo al poder y Tu voto vale doble (para que triunfe el Partido Colorado y por la libertad a Oviedo).
El Partido Colorado triunfó con el 54 % de los votos. Tres días después de asumir el gobierno, Cubas cumplió su principal promesa electoral: la libertad a Oviedo, por la vía de la conmutación de la pena. Desde ese momento empezó el gobierno de Cubas y Oviedo en el poder, tal como señalaba la consigna electoral colorada.
Dentro del Mercosur, Paraguay es el país más retrasado en cumplir con los dictados del imperialismo, es decir, con la aplicación de la llamada modernización económica: privatizaciones, achicamiento estatal y la contrarreforma laboral. El imperialismo y la burguesía necesitaban un gobierno fuerte, distinto al de Wasmosy (quien no gozó del apoyo partidario), para poder aplicar a fondo el plan económico del FMI. En ese sentido, Oviedo era el dirigente más fuerte, carismático y populista de la burguesía. Pero, no era el hombre del imperialismo yanqui.
La crisis se profundizó cuando Oviedo ganó, primero las internas de la ANR y luego, su candidato Cubas, las generales del 98. La oposición parlamentaria: Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) Partido Encuentro Nacional (PEN) y el Movimiento de Reconciliación Colorada de la ANR (MRC)), de la mano del imperialismo, buscó apartar al exgeneral.
Pero existía la permanente contradicción: como era el único líder que tenía la burguesía, no querían desprenderse totalmente de él, sino mantenerlo en reserva. Por eso los distintos sectores políticos tenían la línea de negociar con Oviedo, aun después de que Cubas violó la resolución de la Corte Suprema de Justicia, negándose a meterlo preso. El plan propuesto era que Cubas apresará a Oviedo y que luego el Parlamento en un plazo máximo de 6 meses le concediera de nuevo el poder de indulto al presidente y así poder liberarlo finalmente.
Argaña y su corriente política (el MRC) eran los más reticentes a negociar con Oviedo, por ser los que más cerca estaban del poder si lograban sacarse de encima al exgeneral golpista. Por eso insistían en el apresamiento de Oviedo. Pero éste, al ver la capitulación de la oposición, se negaba a volver a la prisión incluso por un día.
Desde septiembre del 97 (cuando trataron de robarle el resultado electoral a Oviedo) hasta la caída de Cubas, la mayoría de la burguesía, de los medios de comunicación, de los sectores sindicalizados y de la izquierda, veían la posibilidad de un golpe dirigido por Oviedo y la instauración de un régimen fascista. Desde el Partido Socialista de los Trabajadores dijimos que esto era poco probable, como mecanismo para destrabar la crisis. La vía elegida por Cubas fue la de violar las decisiones de los otros poderes (Parlamento y Poder Judicial) semiprotegido con algún ropaje legal y, por la vía de los hechos consumados, negociar un arreglo.
Si bien veíamos difícil la instauración en el presente contexto internacional- de un régimen fascista, caracterizábamos como autoritario al proyecto Oviedo-Cubas. Lo definíamos como un gobierno democrático burgués con fuertes elementos bonapartistas, que combinando la violencia con la negociación. El garrote para obligar a negociar.
Como confirmación esta caracterización, se dieron los atentados contra domicilios de parlamentarios, de miembros de la Corte Suprema de Justicia y las fuertes amenazas públicas a través de radios oviedistas a periodistas que tenían una línea de oposición al ex general.
La crisis se profundizaba, ya que la salida negociada que proponían la oposición y la Iglesia Católica no era aceptada por Oviedo y, por otro lado, el argañismo presionaba por el apresamiento. Por lo tanto, se puso en marcha el proceso de juicio político a Cubas, como una manera de forzar a Oviedo a negociar.
El oviedismo quedaba sin política. No aceptaban la negociación. Tampoco les era posible la salida golpista y la disolución del Parlamento que durante meses venían propagandizando por los medios de prensa afines a Oviedo- ya que no tenían la suficiente fuerza en las FF.AA. y tampoco contarían con apoyo del imperialismo y de los países de la región.
Además del oviedismo y el argañismo dentro del Partido Colorado, estaba un sector minoritario, conformado a partir de algunos parlamentarios que no adherían a ninguna de las dos principales fracciones, pero que en los hechos al apoyar al gobierno de Cubas pasaron a conformar la bancada oficialista. Este grupo colorado colaboró con el oviedismo los primeros tres meses de gobierno, pero en enero formaron un movimiento que intentaba constituirse en el cubismo, es decir un movimiento independiente de Oviedo y que se constituyera en base de apoyo al gobierno. Esta pequeña fracción colorada también formó parte de las idas y venidas al Palacio en la semana de la crisis de marzo, ofreciendo hasta último momento apoyo al presidente, si éste lograba despegarse del exgeneral. Pero no lo logró.
El 21 de marzo (dos días antes del asesinato de Argaña) se realizaron las internas para elección de organismos de dirección de los dos principales partidos burgueses de oposición (PLRA y PEN). En ambos perdió su respectivo oficialismo. En el PLRA cayó Laíno y en el PEN, Filizzola. Los dos estaban pagando el precio de la catastrófica derrota electoral de mayo del 98, para la cual los dos partidos presentaron la dupla Laíno-Filizzola, candidatos de la Alianza Democrática.
Dentro de los partidos de oposición burguesa, Laíno, eterno dirigente máximo del liberalismo, fue el mentor de la línea de negociar sin condiciones con el oviedismo. Y, para esta línea, lo secundaba Guillermo Caballero Vargas, el más importante dirigente del PEN, quien para sus internas impulsó la candidatura de Euclides Acevedo, en oposición al entonces presidente encuentrista Filizzola. Es decir que, dentro del PEN y del PLRA, el voto castigo en sus respectivas internas, no se dio hacia el movimiento que tenía una política más claudicante hacia Oviedo, sino al cual responsabilizó de la derrota electoral de mayo del '98.
Es importante señalar dónde se ubicaban los medios masivos de comunicación. De los cuatro diarios más importantes, dos eran abiertamente oviedistas y dos antioviedistas junto a la mayoría de los más importantes medios radiales y la totalidad de los televisivos.
Otra institución que siempre ejerció gran influencia en el ámbito nacional, la Iglesia Católica, mantenía una posición como la mayoría de la oposición: diálogo con el oviedismo, pero bajo la condición del cumplimiento de la disposición de la Corte (de apresar a oviedo), aunque fuera para luego indultarlo.
Por el lado del movimiento de masas, las centrales sindicales estaban paralizadas desde la última huelga general de mayo del 96, en cumplimiento del acuerdo hecho con Wasmosy. Y en los últimos meses de ese gobierno y durante los meses de Cubas, las centrales se han desprestigiado aceleradamente, por estar envueltas en el escándalo del vaciamiento del Banco Nacional de Trabajadores (BNT). Dicho vaciamiento, no es otra cosa que un robo descarado a los trabajadores, a quienes desde hace más de 15 años se les viene descontando compulsivamente el 0,5 % de su salario para lo que fue la integración del capital y posterior capitalización mensual. Este vaciamiento ha sido parte del acuerdo entre la dirigencia burocrática de las centrales y el gobierno de Wasmosy, beneficiando a éste y a otros sectores empresariales, y por la vía de la coima a los burócratas, que hoy se han constituido ya en una mafia sindical.
En el movimiento campesino, los dirigentes han venido burocrátizándose a pasos acelerados desde la primera gran marcha campesina realizada en el 94. Esta cúpula está muy vinculada a la Iglesia Católica y sobre todo a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), instituciones de las cuales depende económicamente a través de millonarios proyectos económicos.
El movimiento estudiantil durante la dictadura cumplió un papel protagónico, fundando una federación dirigida por activistas de izquierda, que peleó la dirección de los centros estudiantiles contra los movimientos oficialistas colorados. Ese movimiento universitario independiente echó a todos los decanos estronistas que dirigían las Facultades. Sin embargo, después de la apertura democrática, fue desintegrándose hasta desaparecer como organización.
Otro tipo de organización juvenil no existía, pues incluso los organizados como base de la Iglesia, que también cumplieron cierto rol en la lucha antiestronista, tenían una escasa presencia. Sin embargo a partir del gobierno de Cubas empieza cierto nivel de organización, aunque no todavía independiente, de la juventud. Se constituye una pequeña organización denominada jóvenes por la democracia, constituida por jóvenes de partidos políticos burgueses antioviedistas, que convocaron a algunas movilizaciones de vanguardia para protestar contra el gobierno. También se constituyó un encuentro de jóvenes dirigido por un sacerdote de la Iglesia Católica, denominado Parlamento Juvenil, que no llegó a movilizar pero sí ha venido aglutinando a un número importante de jóvenes.
Los partidos de izquierda, que hace 10 años atrás eran eje en la lucha antiestronista y que fueron copartícipes de la fundación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), han venido sufriendo un proceso de disgregación. En todas las organizaciones se han producido fraccionamientos y la retirada en masa de anteriores dirigentes e intelectuales que pasaron a ser espectadores de la lucha de clases, en el mejor de los casos y apéndices progresistas del régimen, en otros. Un minúsculo núcleo de ex activistas de izquierda que restó del estallido del Partido Democrático Popular- apoyó al oviedismo y algunos ex militantes de izquierda se alinearon claramente con el argañismo. El resultado de este proceso es un actual activismo de izquierda muy débil, sin ninguna incidencia importante en el movimiento sindical.
El imperialismo yanqui, temeroso de que la crisis económica pueda provocar mayores convulsiones sociales, es decir, que los trabajadores, campesinos y sectores populares se movilicen por sus necesidades, apuraba por el fin de la crisis política en las alturas del poder. Semanas antes del asesinato de Argaña, la embajadora yanqui Maura Harty, personal y públicamente, venía activando por destrabar la crisis. Visitó, en su domicilio particular, al vice presidente. Se entrevistó con el presidente de la Corte Suprema de Justicia. Y se dieron idas y venidas de los opositores a la embajada.
La descarada intervención del imperialismo yanqui en la vida política nacional se hacía ya una costumbre, que incluso era vista con simpatía por algunos sectores contrarios a Oviedo. Los yanquis, que habían apoyado y financiado a todos los dictadores sudamericanos, evidentemente no estaban preocupados por la posible pérdida de las libertades que traería el cumplimiento de las amenazas oviedistas. En realidad, estaban interesados en defender los intereses imperialistas, de las empresas yanquis que hace mucho no ganan las licitaciones, que han estado por fuera del negocio de las telecomunicaciones y que están ávidos por recuperar el terreno perdido. Más que preocupados por la significación económica de su pérdida de terreno, los yanquis no están políticamente dispuestos a ceder espacios a su competencia, el imperialismo alemán y las burguesías del sudeste asiático, con los cuales Oviedo estaba comprometido.
La presión de la embajadora iba por el acatamiento de la institucionalidad, por el combate al narcotráfico, la represión a la piratería, con la amenaza de la descertificación y para que bajen los impuestos al whisky y cigarrillos importados.
Como última táctica, para presionar a Oviedo, EE.UU. aparentemente tenía planeado atacarlo por su vinculación al narcotráfico, pues empezaron a lanzarse fuertes versiones referentes a que la gran fortuna lograda por el ex-general estaría ligada a este negocio. Con ese problema a cuestas se complicaba cada vez más el panorama a Cubas y Oviedo.
nte la imposibilidad de realizar un golpe y disolver el Parlamento, ante la falta de apoyo internacional, la presión de una de las más importantes instituciones, la Iglesia Católica, de la mayoría de los medios de prensa y ante la puesta en marcha del proceso de juicio político a Cubas, se fueron cerrando las posibilidades al oviedismo.
Si prosperaba el juicio político y Cubas era destituido, el vicepresidente Argaña debía asumir la presidencia. Esto podría significar la cárcel para el exgeneral. Con el asesinato, la vicepresidencia quedaba vacante, por lo cual debía convocarse a elecciones. En ellas, Oviedo creía asegurar el triunfo y en pocos meses más podría asumir fácilmente la presidencia. Y si no prosperaba el juicio político y al estar ocupada la vice presidencia por Oviedo o un seguidor de éste, Cubas podía renunciar. Por otro lado, muerto Argaña se destrababa uno de los principales obstáculos para continuar la negociación con la oposición, que daría impunidad a Oviedo. Por último, pero no menos importante: este golpe tenía como objetivo sembrar el terror en las masas, que si bien hasta ese momento habían estado relativamente desmovilizadas, podrían iniciar un proceso de resistencia ante la aplicación del paquete de medidas económicas de Cubas.
En la Cámara de Diputados debía contarse con dos tercios de los votos a favor del juicio político, para que Cubas fuera juzgado. Como el argañismo y la oposición no contaban con los votos necesarios, no podían tratarlo inmediatamente, quedando fijada la fecha para el 7 de abril. Mientras, un sector de la oposición seguía manteniendo la línea de negociar con el gobierno sin condiciones. Sin embargo, la embajadora yanqui, con su visita al presidente de la Corte Suprema, daba clara muestra de cuáles eran las condiciones para la negociación. Los partidos de la oposición y el argañismo adoptaron la línea yanqui: la búsqueda de la renuncia de Cubas.
El asesinato del vicepresidente Argaña, producido el 23 de marzo generó una indignación generalizada. La propaganda sistemática de las radios y periódicos del oviedismo, que habían estado llamando públicamente a asesinar dirigentes políticos y periodistas adversarios, empezó a concretarse.
A partir del día del asesinato comenzó a nuclearse frente al Palacio de Gobierno cierto número de manifestantes convocados por los jóvenes por la democracia, una pequeña y nueva organización conformada por las juventudes de partidos burgueses. El número no era aún significativo, seguía siendo de vanguardia.
Casualmente, para el mismo día en que fue asesinado Argaña, las organizaciones campesinas habían convocado a una movilización exigiendo la condonación de sus deudas con el Banco Nacional de Fomento. La marcha de unos 5 mil campesinos terminó frente al Parlamento, en donde estaba programado permanecer hasta lograr la aprobación de la ley. Si bien los manifestantes campesinos estuvieron frente a frente con los convocados por la juventud, por línea de la dirección campesina no se juntaron.
La Cámara de Diputados, que hasta el día antes no contaba con los votos necesarios para el juicio político a Cubas, como consecuencia del asesinato, logró reunir los votos y decidió tratar al día siguiente, 24 de marzo. La desesperación cundió en el oviedismo. Aumentó el número de manifestantes. Las centrales sindicales llamaron a huelga general indefinida, que aunque tuvo un acatamiento parcial, fue total en transporte de Asunción y del área metropolitana y en el gremio docente de todo el país.
Los campesinos, que hasta ese momento no se involucraron en la lucha democrática, dieron un giro, al negociar con los parlamentarios (quienes les aseguraron la aprobación de la ley de condonación a cambio de que apoyarán el juicio político). Desde el segundo día, los 5 mil campesinos se hicieron parte de la manifestación antigubernamental.
La concentración, aproximadamente 8 mil manifestantes organizó espontáneamente la seguridad de la plaza, la alimentación (con las donaciones recibidas) y los servicios de primeros auxilios de parte de los trabajadores de la salud.
Desde el segundo día, los oviedistas también convocaron a sus adherentes, con el objetivo de hacer frente a la manifestación democrática y para presionar a la Cámara de Diputados, que trataba el juicio político. Aquí sufrieron la primera derrota. No pasaron en el mejor momento- de quinientos manifestantes, a pesar de que los funcionarios públicos tenían permiso y eran estimulados a ir a la plaza. Y los diputados aprobaron la realización del juicio político.
La concentración oviedista se separaba por escasos 5 metros de los jóvenes y campesinos y en varias oportunidades hubo enfrentamiento directo. A medida que pasaban los días, la capacidad de convocatoria del oviedismo disminuía y se volvían más violentos.
La violenta represión desatada desde el primer día sobre los manifestantes, los empujó a defenderse organizando barricadas, con autos y camiones que fueron tumbados y se incendiaron vehículos del oviedismo. En Paraguay, por primera vez desde la instauración del régimen democrático-burgués, se llegaba a este nivel de lucha, resistiendo con piedras y honditas los ataques represivos.
En la mañana del viernes, los campesinos consiguieron la aprobación de la ley de condonación y regresaron al campo. Quedaron sólo un grupo simbólico de dirigentes y activistas. Sin embargo, el número de manifestantes en las plazas no disminuyó. Miles se iban incorporando y ya en los tres últimos días, la movilización se había convertido en mayoritariamente urbana.
El gobierno Cubas-Oviedo constataba que con las represiones desatadas entre el martes y el viernes y a pesar del retiro de la masa campesina, el número de manifestantes democráticos aumentaba. El viernes a la tarde se produjo la represión más violenta, barriendo con todo lo que a su paso encontraron, como un pequeño escenario montado, las carpas de descanso, etc. La consigna del gobierno era desalojar la plaza, para que ésta sea copada por los oviedistas, ya que al día siguiente la Cámara de Senadores debía tratar el juicio.
Con el fin de crear el terror, el ejército sacó tanques a las calles, que llegaron hasta los alrededores de las plazas, en donde permanecieron apostados. No consiguieron su objetivo, los jóvenes se replegaban por instantes y retornaban a la plaza. Los oviedistas, sin embargo, se retiraron del lugar. Fue para dar paso a una represión policial más dura, esta vez con armas de fuego, combinada con la acción de francotiradores apostados en los edificios cercanos. Durante más de 4 horas, los jóvenes resistieron la balacera. Las órdenes según denunció el ex ministro del Interior- venían directamente de Oviedo. Primero disparos en las piernas y cayeron los primeros heridos. Como no consiguieron disolver a los jóvenes, la siguiente orden fue tirar a matar. Los caídos al final de la noche, fueron con disparos en abdomen y cabeza. Cayeron los primeros 4 muertos.
Militares rodearon el Parlamento y consiguieron que los jóvenes se replieguen unos metros hasta la plaza frente a la Iglesia de la Catedral. A esas alturas, en la cúpula oviedista se producían fuertes diferencias, en torno a continuar con la represión. Aparentemente el presidente Cubas no estaba dispuesto a avanzar más, mientras otro sector como el del diputado Galeano Perrone agitaba para que disparen los tanques, que con eso se lograría que los jóvenes huyan como ratas.
El sábado 27, se abrió el juicio político en la Cámara de Senadores, que finalizaría hacia el lunes o miércoles. Con toda la masacre sucedida, los votos dudosos de algunos senadores se tornaron en contra de Cubas. Según informes que eran de público conocimiento, el oviedismo tenía programado otra gran represión para el domingo a la noche, con francotiradores y un contingente de garroteros que asaltaría la Catedral. Ante estas versiones, el Arzobispo de Asunción ordenó el retiro de los manifestantes. Mientras escasas personas lo acataron, más manifestantes acudieron a la Catedral.
En esa coyuntura, con la amenaza de más represión y los jóvenes que seguían resistiendo, se profundizó la intervención de la embajadora yanqui, de los embajadores del Mercosur y de la Iglesia Católica, con el Nuncio Apostólico a la cabeza. Idas y venidas de senadores y diputados, hasta que se dio a conocer la renuncia del presidente Cubas.
Conocida la renuncia de Cubas, unas 150 mil personas se agolparon en el centro de Asunción, festejando lo que consideraban un triunfo del pueblo. (Así como las movilizaciones de resistencia, que llegaron aproximadamente- a unas 10 mil personas). Ha sido la manifestación más grande de la historia del Paraguay, superando incluso a la concentración realizada cuando vino el Papa Juan Pablo II (que hasta ese momento había sido la mayor).
El saldo de esos días de lucha: 7 muertos y unos 800 heridos de balas, garrotes, bombas, objetos punzantes, etc., que podría haber sido mayor si no fuera por las barricadas organizadas.
Los partidos políticos burgueses apoyados por el imperialismo durante meses trataron de negociar con Cubas, tratando de doblegar a Oviedo. Le ofrecían, incluso apoyo al gobierno desde el Parlamento, pero no lograron convencer a Cubas que gobernaba bajo el mando del ex general. En la oposición había una propuesta minoritaria que era diálogo sin condiciones, pero la posición mayoritaria junto con el imperialismo y la Iglesia Católica era bajo una condición, el cumplimiento de la disposición de la Corte Suprema de Justicia lo cual significaba prisión de Oviedo, para luego indultarlo. Las diferencias en realidad eran de forma, porque todas las posiciones burguesas salvo quizá el argañismo- apuntaban a darle más temprano o más tarde- la impunidad al golpista. Pero, a pesar de ser de forma las diferencias, llegaron a tensar la cuerda hasta desembocar en la crisis de finales de marzo.
Fueron las masas movilizadas las que derrotaron al proyecto autoritario de Cubas-Oviedo. La lucha de las masas, las muertes y la resistencia que continuaba, doblegaron a Cubas. Pero debido a que las masas no tuvieron una dirección independiente y revolucionaria, el final de la lucha terminó siendo dirigida por el imperialismo, la burguesía y la Iglesia Católica, quienes condujeron el timón por los senderos de los acuerdos y de las instituciones burguesas. Es decir, una vez que Oviedo-Cubas constataron que para quedarse en el poder debían continuar con una masacre mayor, recién aceptaron las negociaciones planteadas por los partidos burgueses de oposición (con el argañismo a la cabeza) junto al imperialismo, las embajadas del Mercosur y el Nuncio Apostólico de la Iglesia Católica. De esta negociación surgió la renuncia del presidente. Es decir, en lugar de que Cubas, Oviedo y los dirigentes de su movimiento se rindieran y fueran metidos presos, aceptaron retirarse del poder a cambio de salir del país con su fortuna y los dirigentes oviedistas en libertad; aunque hoy, no sabemos por cuán breve o largo plazo, estén presos.
La mayoría de los partidos de izquierda no tuvieron una posición independiente de la burguesía en la crisis de marzo. Sólo agitaban por el juicio político y por la renuncia de Cubas. Sin embargo, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) -en un volante del 24 de marzo, distribuido al día siguiente del asesinato de Argaña- bajo la consigna Prisión para Cubas y Oviedo, Asamblea Nacional Constituyente para reorganizar el país dio una posición independiente. Decíamos en dicho volante:
El criminal atentado que acabó con la vida del Dr. Luis María Argaña es la culminación de la escalada violenta, propagandizada por la facción oviedista (¼) Denunciábamos la impunidad de la que venía gozando Oviedo, lo cual era posible por la capitulación de casi todas las corrientes de los partidos patronales y alertábamos sobre la necesidad de poner freno a la represión oviedista, porque si no lo detenemos se va a profundizar y extender asesinando dirigentes juveniles, sindicales, campesinos y del movimiento popular que luchan por sus reivindicaciones. También señalábamos que no podemos confiar en quienes dieron impunidad a Oviedo y permitieron su libertad. Todas las instituciones del régimen son responsables de la impunidad y de la aguda crisis política que sufrimos. Y planteábamos que: Consideramos que la salida a la presente situación no es el pedido de renuncia ni nuevas elecciones. La salida correcta es la destitución y apresamiento de Cubas y Oviedo y que los representantes de las organizaciones obreras, campesinas, populares y de todos los partidos políticos (parlamentarios y extra parlamentarios) electos democráticamente se constituyan en Asamblea Constituyente Soberana, con plenos poderes para reorganizar el país, discutir y resolver los principales problemas nacionales, empezando por la suspensión del pago de la deuda externa para destinar esos recursos a la salud y educación, condonación de la deuda de los campesinos pobres, expropiación de todos los latifundios y su reparto entre los campesinos sin tierra, aumento salarial para todos los trabajadores, apresamiento y expropiación de los bienes de los corruptos banqueros que vaciaron los bancos del país, expulsión del país de los agentes de la CIA, FBI, DEA y contra toda intervención imperialista. En esa Asamblea los socialistas del PST propondremos además que asuma el poder un gobierno obrero, campesino y popular que ponga fin a la miseria capitalista.
Terminábamos con la consigna: ¡Movilización popular y huelga general para destituir a Cubas, apresar a Oviedo y constituir una Asamblea Nacional Constituyente con plenos poderes!
Los grupos de izquierda tuvieron análisis para todos los gustos sobre los hechos de marzo: un sector, movido por el entusiasmo y guiado por la opinión pública dijo que se produjo una revolución democrática, porque se abortó la instauración de un régimen fascista, dictatorial. Se ganó por anticipado. El argumento es el marco para capitular a la conformación del nuevo gobierno de unidad nacional. Otro sector sostiene que las masas no tuvieron nada que ver con la caída del gobierno, que todo fue una maniobra palaciega protagonizada por el imperialismo y los partidos burgueses y la movilización fue sólo espectadora.
Con la caída de Cubas y el oviedismo del poder, no surgió un sector político (ni de la oposición ni del coloradismo) claramente hegemónico que por sí solo pudiera gobernar. La larga y profunda crisis política del Partido Colorado, en particular y del régimen, en general, ha desgastado de tal manera a los partidos políticos patronales, que al argañismo (apoyado por los seguidores de Wasmosy) no tiene la fortaleza para gobernar solo y enfrentar en el Parlamento tanto al oviedismo como a la oposición. Y menos aún si en medio de esto, las masas se movilizan exigiendo sus reivindicaciones. El planteamiento del argañismo a la oposición, para conformar el llamado gobierno de unidad nacional, no se debe a una vocación democrática (que no la tiene) sino a su debilidad y a la urgente necesidad de compartir responsabilidades con la oposición.
Lo que surge de esta coalición es un gobierno patronal débil, que no es de unidad nacional, sino patronal, porque es la coalición de grandes sectores empresariales para gobernar contra los trabajadores y el pueblo, es decir, para cumplir con los dictados del imperialismo y del empresariado: cumplir con las tareas que gobiernos anteriores han dejado pendientes, como la contrarreforma laboral y la privatización de las principales empresas estatales y el achicamiento del estado.
González Macchi entregó al PLRA dos ministerios: el de Relaciones Exteriores y el de Agricultura y Ganadería y al PEN, dos: el de Industria y Comercio y el de Justicia y Trabajo. Los tres últimos suelen ser junto con Salud y Educación los receptores de mayores conflictos sociales y se convierten, normalmente, en los ministros fusibles.
En general, a pesar del debate que existe en los medios de prensa referente a la vinculación del argañismo con el estronismo y sobre todo con relación a fervientes estronistas nombrados para el gabinete (como el ministro de Salud y el Obras Públicas), un sector importante de la población tiene grandes esperanzas en el nuevo gobierno. Pero al mismo tiempo, los sectores que estuvieron más involucrados en la lucha democrática, rápidamente, comenzaron a tener desconfianza en el gobierno.
Los trabajadores y el pueblo en general quieren que se acabe la crisis política, que el país empiece a andar y que los gobernantes atiendan las necesidades populares más imperiosas. Pero este gobierno está lejos de solucionar la crisis y mucho menos terminar con la miseria imperante.
Las masas, con los jóvenes a la cabeza, son conscientes que derrotaron a un gobierno gracias a su movilización, a su resistencia, a los heridos y muertos. De lo que todavía no son conscientes a pesar de cierta desconfianza- es que el nuevo gobierno es la unidad de los principales partidos patronales para aplicar el plan económico del imperialismo contra los jóvenes, trabajadores y campesinos. Una de las primeras medidas económicas de González Macchi es la reducción del impuesto a las bebidas alcohólicas y cigarrillos importados, exigida por la embajadora yanqui, para permitir el más fácil ingreso de los productos de EE.UU. al país.
Atendiendo a la profunda crisis económica, a la miseria existente en el campo y en las ciudades, más temprano que tarde, los obreros, campesinos y sectores populares tendrán que movilizarse contra las medidas del nuevo gobierno de unidad patronal.
Aunque el gobierno es débil, igual intentará derrotar a los trabajadores, aunque no sea inmediatamente con el garrote, lo será con la política de concertación o pacto social, del cual ya empezó a hablar el ministro de Justicia y Trabajo.
Los gremios empresariales, la Iglesia Católica, los partidos patronales, los medios de prensa y el imperialismo claman por la paz social. Esperan que, en el breve plazo, el gobierno negocie con los dirigentes sindicales y campesinos la desmovilización de las masas. Para lograrlo han nombrado como ministro de Justicia y Trabajo a Silvio Ferreira, quien hoy es un cuadro del Partido Encuentro Nacional, pero que hace 15 años fue un activista estudiantil de izquierda, de la camada de luchadores del Hospital de Clínicas y posteriormente dirigente de la CUT. Así mismo, el viceministro del Trabajo es un abogado que por muchos años fue asesor jurídico de la misma central.
El viceministro de Energía es Ricardo Canese, antiguo dirigente estudiantil independiente de la lucha contra el estronismo. Asesor de algunos sindicatos y de la CUT. Este viceministerio tiene que ver con la Ande, ente estatal en donde existe uno de los sindicatos más fuertes del país y que está en la mira de la privatización.
También el ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, el estronista Icho Planás, desde su primer día en el ministerio ha tomado contacto con las federaciones de choferes para dialogar. Todos los acercamientos son para conseguir la complicidad de los dirigentes de las centrales y grandes sindicatos para que dejen funcionar el llamado plan de reactivación que no contempla ni una sola reivindicación obrera.
El único ministro que está teniendo resistencia gremial es el de Salud, Martín Chiola, militante estronista que durante la lucha de Clínicas de la década del 80 tuvo un papel protagónico para la represión. Ante este nombramiento la Coordinadora Nacional de Gremios de la Salud, empujada por los sectores más progresistas y de izquierda de su dirección, se pronunciaron inmediatamente en su contra. Sin embargo, Chiola se dio una política sobre el gremio, creando divisiones en su interior y hasta un posible proceso de disgregación. El ministro se dio la política de doblegar a algunos dirigentes claves, ofreciéndoles cargos de confianza del gobierno, como la dirección de algunos hospitales. Algunos aceptaron los cargos y otros aún no se animan quizá por la presión de su base- pero están muy tentados. Para los sectores que no están dispuestos a transar, es decir para los que no quieren aceptar la zanahoria, este ministro viene utilizando ya el garrote, a través de persecuciones, despidos y amenazas.
Por su lado, los burócratas de las centrales sindicales están abiertos a la política de concertación. Al tiempo que buscan la impunidad por los negociados del BNT, pretenden beneficios económicos personales. Y ya están logrando ubicarse en cargos de confianza de las instituciones de gobierno, en los consejos (de salario mínimo, del Instituto de Previsión Social, empresas estatales, etc.). Han logrado volver a participar de los negociados de la Caja de Jubilaciones bancarias (millonaria entidad financiera que estuvo intervenida) y pretenden la reapertura del BNT, para volver a lucrar en éste.
El 13 de abril pasado, el presidente González Macchi presentó lo que denominan plan de reactivación económica, basado en préstamos externos, para el agro, para obras públicas, para servicios sociales. Plantean prestar 1.700 millones de dólares, con lo cual la deuda actual que es de 1.564 millones de dólares- se duplicará para el 2.006. Más deuda externa, en lugar de decir que para invertir en las grandes necesidades económicas existentes, como primera medida debemos dejar de pagarla.
Tampoco planteó un aumento salarial para los trabajadores públicos y privados, ni recategorizaciones para los trabajadores del estado, no planteó aumento del presupuesto para gastos sociales a cambio de disminuciones en los gastos militares o recortes en los salarios de parlamentarios o de los miembros del poder ejecutivo. Es decir, plantean reactivar la economía endeudándonos y pidiendo a los trabajadores que exijamos solución a nuestras necesidades económicas, mientras ellos (los parlamentarios, ministros, presidente de la República, directores de instituciones y miembros de consejos) siguen con sus millonarios salarios y la clase patronal reactiva sus ganancias.
Al principio quizá como parte de un discurso populista, al día siguiente de una lucha de masas- prometieron la no privatización de los servicios públicos de Ande (electricidad), Antelco (telecomunicaciones) y Corposana (agua). Pero a renglón seguido hablaban de la tercerización de algunas áreas, que sabemos no es otra cosa que privatizar por partes. Es decir, la política es la misma de siempre, sólo cambia el lenguaje.
Pero lo que es más importante aún es que toda la promesa de préstamo de la banca internacional, esos 1.700 millones de dólares, no existen aún. Están supeditados al cumplimiento de las tareas pendientes de Paraguay: contrarreforma laboral (que significa la reforma de la Ley 200 que rige la relación laboral del Funcionario Público y el Código Laboral, que rige la relación obrero patronal del sector privado), achicamiento estatal y privatización de las empresas del estado y sobre todo del IPS (ente previsional).
Debido a que la clase trabajadora y el pueblo están cansados de las peleas patronales y de la profundización de la miseria, surgen algunos sectores que quieren confiar en una supuesta buena perspectiva. A esos sectores les decimos que este gobierno no es de los trabajadores, no es el gobierno de los que lucharon en la plaza. Sigue siendo un gobierno patronal, al servicio del imperialismo y los empresarios y es el mismo que organizó la huida de Cubas y Oviedo.
Les decimos que no basta que estemos alertas o vigilantes, como algunos sectores dicen estar para disfrazar su confianza. No podemos posponer la lucha por el salario, por el empleo y por las reivindicaciones de los jóvenes. Es necesario de inmediato organizar un plan de lucha entre las organizaciones obreras, juveniles, vecinales, los sindicatos de la salud y educación, las coordinadoras y poner en perspectiva una huelga general, para derrotar el plan económico del gobierno de coalición patronal, por un inmediato aumento salarial, para frenar los planes de contrarreforma laboral, achicamiento estatal y privatizaciones, por tierra, trabajo y por las reivindicaciones estudiantiles como boleto estudiantil y reforma universitaria.
No podemos aceptar un presidente que nadie eligió, no podemos tampoco aceptar otra vez elecciones costosas e inútiles para votar a un candidato producto de transadas. La única salida verdaderamente democrática es que los sectores que lucharon contra el oviedismo se constituyan en una Asamblea Constituyente democrática y soberana, es decir, plenos poderes para discutir y resolver los principales problemas nacionales.
El PST plantea a los trabajadores y el pueblo que para salir de la grave crisis económica, debemos levantar un plan obrero, campesino y popular, opuesto a los planes del imperialismo que son implementados por los gobiernos patronales de cada país. Y este debe ser un programa:
Por aumento salarial y la escala móvil de salarios.
Para luchar contra la privatización de las empresas estatales y para combatir la corrupción y la ineficiencia de éstas, que pasen bajo control democrático de los trabajadores
Para combatir el desempleo: plan de obras públicas (viviendas, hospitales, escuelas y caminos) bajo control y dirección de los trabajadores. Que la semana laboral sea de 40 horas, sin reducción del salario.
No pago de la deuda externa y utilizar esos recursos para aumentar el presupuesto destinado a salud, educación y viviendas. Por la educación primaria, secundaria y universitaria gratuitas. Por el ingreso irrestricto a la universidad. Por la defensa de la salud pública y el aumento de su cobertura. Por un sistema estatal de construcción de viviendas verdaderamente gratuitas y no limitadas a la capacidad de pago de los beneficiarios.
Por la constitución de una empresa estatal única del transporte público, bajo control de los trabajadores, para acabar con el pésimo servicio a un alto costo y con la sobre-explotación de los choferes.
Para luchar contra las especulaciones del sistema financiero, por un banco estatal único.
Por la reforma agraria, legalización de las ocupaciones campesinas, expropiación de los latifundios y asistencia técnico-crediticia.
Contra las intervenciones políticas, económicas y militares del imperialismo, contra el yugo que nos impone el Mercosur. Por el fin de las maniobras militares conjuntas, por la expulsión de los agentes de la CIA, DEA, FBI y del Mosad de Paraguay.
Por la confiscación de los bienes de los jerarcas que vaciaron el Estado durante el estronismo y durante los gobiernos de Rodríguez, Wasmosy y Cubas. Expropiación de todas las propiedades del imperialismo. Juicio y Castigo a los dirigentes oviedistas, como autores morales, y a los autores materiales de los asesinatos contra los jóvenes de la plaza. Extradición de Oviedo, Cubas y todos los altos dirigentes oviedistas que huyeron del país. Juicio y Castigo a Stroessner y otros dirigentes de su gobierno que siguen gozando de impunidad. Castigo a los torturadores y asesinos de activistas caídos durante el régimen estronista y los gobiernos posteriores.
Les decimos finalmente a los trabajadores que para salir de la miseria capitalista, debemos luchar por un gobierno obrero, campesino y popular, que implemente medidas que transformen el sistema económico e inicie la construcción del socialismo en Paraguay y luche por el socialismo mundial.
Países | Editorial | |
Actualidad | ||
Declaraciones | ||
Polémica |