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Luis de la Torre
Los acontecimientos del 21 de enero de 2000 serán recordados por largo tiempo y por la mayoría de los ecuatorianos, cuando la lucha y movilización de los campesinos e indígenas, con el apoyo de un sector de los militares, derrocaron al gobierno de Mahuad. | ||
Estos hechos se suman a otro similar, el derrocamiento del gobierno de Bucaram, el cual también sabía lo que debía hacer y cómo lograrlo, esto es, robarle los recursos al Estado para entregarlos a sus amigos y cumplir al pie de la letra los planes económicos impuestos por el FMI y el Banco Mundial. El ejemplo de las poderosas movilizaciones, en Ecuador y las rebasó los límites del país y ha servido para que en países como Bolivia y Perú, la lucha de las masas ha puesto en jaque los planes de hambre del imperialismo y provoque una crisis en los gobiernos de Banzer y Fujimori; el primero en jaque por las poderosas movilizaciones populares, utilizando el bloqueo de carreteras básicamente; y Fujimori, además de las permanentes luchas, el escándalo desatado por el superministro Montesinos, estuvo a punto de ser derrocado.
De estos acontecimientos podemos sacar una primera conclusión; los planes económicos de ajuste, dictados por el FMI, posible detenerlos e inclusive derrotarlos es con la única herramienta eficaz, la movilización y la lucha de los sectores más pobres, trabajadores, campesinos, estudiantes, indígenas y pobladores.
Desgraciadamente, las luchas populares que derrocaron a Mahuad y Bucaram, culminaron con la entrega del poder a los mismos políticos de siempre, representantes de sectores burgueses ligados al imperialismo, quienes, montados a caballo de las protestas, colocaron en el poder a sus lacayos, con el objetivo de detener las movilizaciones y seguir aplicando y profundizando el plan social, político y económico, impuesto por el imperialismo.
De esta dura y triste realidad debemos extraer una segunda conclusión: carecemos de una verdadera dirección clasista y revolucionaria que se movilice unitariamente por el objetivo estratégico: la toma del poder por parte de los sectores obreros, campesinos e indígenas pobres. Además, una verdadera dirección revolucionaria debe distinguir entre quiénes son los verdaderos aliados de esa gran marcha social, a fin de evitar a los oportunistas, como es el caso de los militares llamados progresistas y rechazar a los partidos de centro izquierda, quienes privilegian su política de acuerdos con el gobierno y la burguesía, conduciendo la lucha hacia la concertación y la democracia burguesa, con lo cual frena la dinámica de las huelgas, privilegian la participación electoral y las gestiones en las instituciones del Estado y pactan con los gobiernos de turno, a cambio de migajas, asistencialismo barato a niños y mujeres, dinero para sus organizaciones, cargos públicos, reconocimientos parciales de su cultura y etnias, etc.
El propio movimiento marxista está desbastado por el fenómeno revisionista, el cual consiste en una adaptación a la derrota del movimiento obrero y popular y, expresa un escepticismo sobre la capacidad de la clase obrera para recuperarse y retomar el camino de la movilización con independencia de clase para la toma del poder y la instauración del socialismo. Es el reflejo en la ideología de la tremenda presión del imperialismo y la burguesía hoy triunfante. El revisionismo presenta posiciones extremas al declarar obsoletos e incluso históricamente equivocados, los principios del marxismo revolucionario como la definición clasista de la sociedad, del estado y la necesidad de la dictadura del proletariado de Marx, el partido bolchevique de Lenin, el carácter internacional y permanente de la revolución socialista en la época imperialista y la concepción transicional del programa de León Trotsky.. (Avanzada Socialista No.151)
De este modo, el imperialismo norteamericano, aprovechando el descontento y el rechazo popular a los gobiernos desprestigiados por la corrupción, y ante la carencia de una verdadera dirección clasista, se enseñorea en la aplicación de sus planes políticos, económicos y militares, para descargar todo el peso de la crisis del capitalismo en los hombros de millones de pobres del mundo, quienes vemos día tras día, deteriorarse hasta límites insospechados, la salud, la educación, el trabajo.
Uno de los elementos fundamentales para comprender los fenómenos que ocurren en el mundo y en nuestro país desde los años 60, es la crisis económica crónica del sistema capitalista. Si bien coyunturalmente se han producido signos de recuperación, como sucede hoy con la economía norteamericana en estos últimos diez años, esta recuperación se produce fundamentalmente por un aumento de la masa de plusvalía extraída de los trabajadores más pobres del mundo, la cual frena o revierte momentáneamente la caída de la tasa de ganancia. Sin embargo, cada aumento enorme de la masa de plusvalía, si bien recupera la tasa de ganancia y permite superar la crisis coyuntural, prepara una crisis mayor, debido al aumento descontrolado del capital, el cual busca inversiones donde obtenga mayores ganancias, y como la masa de plusvalía sigue igual y el capital ha aumentado, la cuota de ganancia baja terriblemente, originando una nueva crisis. Y es que una gran masa de la sobreacumulación de capital, no se invierte en la producción, se transforma en capital especulativo, usurero, chulquero, como el caso de la deuda externa, a los países más pobres obligando a incrementar su endeudamiento y por consiguiente su dependencia, lo que provoca históricos déficit de la balanza de pagos, cuando un gran porcentaje de sus reservas se destinan a los pagos de las obligaciones externas.
Pero el imperialismo no se detiene solamente con la exigencia del pago puntual de una deuda externa injusta e impagable, sino que exige la privatización de los recursos naturales como el petróleo y el gas; utiliza al país como conejillos de Indias para su invento de la dolarización; impone a través de las organizaciones mundiales de comercio, cuotas mínimas de exportación, provocando el deterioro de los términos de intercambio comercial; presiona por la apertura de la economía para el ingreso y salida sin restricciones de productos que controlan sus multinacionales; utiliza los capitales y ganancias llamados golondrinas que, como sucedió con Mahuad, frente a la crisis política, levantaron el vuelo hacia otros países, y provocan un masivo retiro de millones de dólares, etc.
Las cifras de la crisisEn los 529 días de gobierno de Mahuad al servicio del imperialismo y los banqueros, el desastre fue total. El dólar subió de 5.400 sucres a 25.000; la inflación pasó del 35% al 70% y el desempleo del 9.2% al 16.9%; el subempleo creció del 39.8 al 55.1%; en 1999 se suprimieron 642 mil plazas de trabajo y 155 mil personas perdieron su trabajo; las tasas de interés subieron del 54.3% en agosto 98 al 62% en diciembre del 99; los salarios se redujeron de $155 al inicio del gobierno a $53 en su caída.La quiebra dolosa del sistema financiero, la fuga del país de 12.000 millones de dólares en 1999, el feriado bancario y el congelamiento de los depósitos, el aporte millonario a la campaña de Mahuad por parte de banqueros que ya tenían serios problemas de liquidez y buscaban la protección del gobierno a los atracos de los fondos de cientos de miles de clientes... |
El imperialismo apuntó a la privatización del petróleo, proceso que va a grandes pasos; se está entregando a empresas transnacionales la construcción del oleoducto para crudos pesados, a un costo de 600 millones de dólares, el gobierno a su vez devolverá el valor invertido con la entrega por 20 años del oleoducto, el cual transportará alrededor de 400 barriles diarias. Las FFAA presentaron una propuesta con 46 millones de dólares por debajo de la más barata, pero el gobierno lo descartó con un pretexto burocrático y provocó un malestar dentro de los militares y el rechazo de los partidos de la oposición.
En definitiva, el plan privatizador de Noboa sigue imparable y su gobierno se va robusteciendo desde que se inició. Los roces de los sectores burgueses, se producen al calor de la aplicación del plan económico del imperialismo, no quieren quedarse fuera de la repartición de la masa de dinero que está produciendo el alto costo del petróleo: han ingresado 48 millones de dólares desde abril y los préstamos internacionales.
Los partidos burgueses, sobre todo el PRE (Bucaram) y el PSC (Febres Cordero) están enfrentados continuamente en el Congreso, no por desacuerdos sobre fondo de las leyes económicas enviadas por el ejecutivo para su aprobación, sino por asegurar los resultados de las próximas elecciones presidenciales. Noboa tomó cierta distancia del conflicto del Congreso y aprovechó para aplicar substanciales leyes económicas, verdaderas máquinas trituradoras de la economía popular. La política llamada de flexibilidad laboral está arrebatando las conquistas del movimiento obrero como el derecho a organizarse sindicalmente en 1988 se suscribieron 388 contratos colectivos de trabajo, para 1997 se redujeron a 188; aumentaron a niveles inéditos el ritmo de trabajo, la contratación por horas y la polifuncionalidad de los trabajadores sin reconocimiento extra a su salario. Toda esta situación ha provocado la emigración de más de 300.000 ecuatorianos, que engrosan el ejército de asalariados y explotados en diferentes partes del mundo. La privatización de las servicios sociales y médicos, así como el recorte de los gastos del estado en salud, educación, vivienda e infraestructura, han deteriorando la calidad de vida de los millones de ecuatorianos, reapareciendo viejas enfermedades endémicas como la tuberculosis, el paludismo, el cólera, la desnutrición.
El imperialismo norteamericano, utilizando como pretexto la lucha contra el tráfico de drogas sigue interviniendo de manera directa en los países latinoamericanos, y sigue abierta la posibilidad de que los agreda militarmente si se resisten a cumplir sus mandatos económicos, políticos y militares. Esta perspectiva se hace mucho más probable si se sigue profundizando la crisis económica latinoamericana, si se siguen desarrollando las luchas y movilizaciones de campesino, de los trabajadores estatales y el movimiento obrero Luis Herrera, Narcotráfico.
La política de la ConaieEn términos generales podemos afirmar que la política de la dirección de la CONAIE y el resto de organizaciones populares, sigue la misma de antes del 21 de enero de 2000, está «jugando a dos bandas», por un lado acepta las negociaciones y por otro, reclama sobre las medidas del gobierno. Esta política de franca traición y colaboracionista, la cuerda que le servirá para ahorcarse. Además el gobierno cierra su margen de negociación, en la medida que cuente con todos los elementos políticos y económicos para avanzar con el Plan.La política de Noboa hacia la CONAIE ha sido de invitarles al diálogo, a «tentarles» con algunas políticas de asistencialismo, inclusive nombró a un «socialista» en el Ministerio de Bienestar Social, el cual ofrece dar paso a la aprobación de programas de caridad en beneficios de las comunidades indígenas, la creación de un fondo, desayuno a niños y madres embarazadas, etc. La tentación ha sido tan grande que la CONAIE, luego del fracaso del paro de septiembre, se apresuró a sentarse en la mesa de negociación con Noboa, para buscar salidas reales a la crisis , sin importar que el resto de pobres y explotados sigan en su larga trayectoria al hambre y a la miseria. Además de aceptar el diálogo, la CONAIE, para ocultar su traición, «exige» al gobierno la no aplicación de la dolarización, el descongelamiento de los depósitos, la amnistía a los militares que participaron el 21 de enero; sectores indígenas cristianos, levantan un programa rechazando la base imperialista en Manta, por la clausura del Congreso y la incautación de los bienes de los dueños de los bancos que quebraron. |
El imperialismo, que gasta más de $300 billones al año en seguridad nacional, lo que incluye defensa, inteligencia, diplomacia, ayuda económica y militar, mantener cientos de miles de tropas en el exterior, conservar cientos de embajadas y misiones diplomáticas de todo tipo y escuchar millones de llamadas, no satisfecho con la aplicación de su plan en los niveles económico y político, impulsa y aplica el denominado Plan Colombia , con el pretexto de combatir el narcotráfico y la guerrilla, y como bien lo señala Luis Herrera, es un agresivo aparato militar dirigido a la intervención contrarrevolucionaria en nuestro continente.
En el Ecuador, con la complicidad del gobierno de Mahuad y ahora con Noboa, la base militar en la ciudad de Manta, que cuenta con sofisticados avances tecnológicos de espionaje, se convierte en verdadera cabeza de puente para el Plan Colombia . Este apoyo logístico militar garantiza desde un país vecino certeras intervenciones militares, sean éstas de los ejércitos colombiano o ecuatoriano. Pero no es sólo eso, como todas las bases militares yanquis, representan una política del imperialismo para el resto del mundo. A los cínicos políticos de la burguesía ya no les importa el cacareado argumento de la defensa de la soberanía nacional para rechazar la base militar yanqui en Manta. Hoy el concepto de soberanía se ha depreciado y cada vez está condicionado a la forma como un estado se desenvuelve en sus políticas nacionales. Si un gobierno prueba no estar en capacidad de salvaguardar a sus ciudadanos, el imperialismo reemplaza con sus fuerzas militares los puntos estratégicos. Entonces, como sucede con el Plan Colombia, la comunidad internacional, léase el imperialismo, actúa en el nivel diplomático, utilizando persuasión, sanciones, ayuda, o con la fuerza, bajo la bandera de la intervención humanitaria: derrotar al narcotráfico y a la guerrilla colombiana. Una de las razones principales por las que hemos centrado tanta atención en Colombia es porque nos damos cuenta de la amenaza potencial que los problemas de ese país representan para toda la región . Thomas Pickering, Colombia, un problema hemisférico. El Universo, 29/09/2000
Los gobiernos de Clinton y de los países más ricos de Europa, buscan un reconocimiento internacional de esta visión modificada a sus intereses de la soberanía y, la aceptación de intervenciones militares donde se les cante la gana. Lo anterior comprendería la construcción de consenso a escala regional y el ejercicio del dominio por parte de un solo actor, el ejército norteamericano.
El Plan Colombia prevé la participación de más de 10000 hombres dotados de los más sofisticados elementos de guerra, apoyados logísticamente por la base de Manta, pero el Plan no se circunscribe a Colombia, se extendió hacia los países vecinos y está provocando un éxodo de campesinos refugiados de la zona de guerra. Un agricultor que siembre maíz puede obtener, por hectárea, un ingreso de entre 60 y 100 dólares, el que siembra coca, en la misma hectárea, puede ganar cuatro mil dólares. Se calcula que en Colombia se dedican al cultivo de coca, amapola y marihuana unas 800.000 personas. En el Putumayo, frontera de Colombia y Ecuador, se cultivan alrededor de 54000 ha. de coca. La política del gobierno de Noboa sobre el problema fronterizo norte ha sido incrementar la movilización de tropas y la aplicación de un plan de ayuda económica, supuestamente para atender a los movilizados. La inversión del imperialismo en el Plan Colombia, 1250 millones de dólares, además de 700 millones de Europa y Japón, ha provocado que la burguesía exija al gobierno de Noboa la suscripción de acuerdos para recibir las migajas de la ayuda, con el pretexto de construir vías de ingresos y proyectos de vivienda.
Acaba de finalizar la visita de Pastrana al Ecuador; las visitas casi continua, entre los dos presidentes, reflejan la necesidad de tener una política de conjunto frente al Plan, lo que significa que las burguesías de los dos países están al tanto del dinero que pueden repartirse y que los dos ejércitos coordinan una estrategia militar, tipo pinza, para los narcos y la guerrilla; además, tratan de buscar algunas soluciones a la serie de problemas que se están originando en la frontera, siendo la más importante la ambiental, por la acción de la fumigación a los cultivos de la coca, verdadera arma química, lo cual provoca la muerte de cultivos de consumo humano o su contaminación, y lo más grave, el envenenamiento de ríos y cuencas hidrográficas, utilizadas por los campesinos para consumo personal y riego.
Pero al imperialismo no le interesa para nada el deterioro del medio ambiente ni las consecuencias en la salud de los pobladores de ambos países. En palabras del ideólogo militar del Plan se podría resumir: Más aún, el aumento reciente del cultivo de narcóticos y el narcotráfico en Colombia, relacionados con el control paramilitar y la guerrilla en el sur de esa nación, es una amenaza mucho mayor para la región que los temores de la violencia en ese país cruce las fronteras . Thomas Pickering, Ibid.
No al pago de la deuda externa. No a los acuerdo con el FMI y demás organmismos de la banca imperialista. Que los excedentes del precio del petróleo se reinviertan en la salud, educación y trabajo.
Por el congelamiento de los precios de los productos y servicios básicos. No a los planes de ajuste del FMI, por la escala móvil de salarios.
No a la flexibilización laboral y leyes que supriman los derechos y conquistas laborales. Que los trabajadores asuman el control de los dineros del Seguro Social.
No a la privatización de la educación y la salud. Mayor presupuesto para las áreas sociales.
Que las transnacionales paguen los impuestos. Para evitar quiebras fraudulentas, control obrero sobre la contabilidad de los bancos y financieras. Expropiación y cárcel para los funcionarios y banqueros corruptos.
Defensa de los recursos naturales y el medio ambiente frente a la voracidad de las transnacionales.
No al Plan Colombia y fuera las tropas yanquis de la base militar de Manta.
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Eugenio Greco
El objetivo de estas notas es señalar una diferencia importante con la manera en que se plantea la cuestión del partido en el artículo "Consecuencias y lecciones de la caída de los Estados Obreros", de Patricio Vallejo, publicado en Panorama Internacional 9 (julio de 1999). | ||
Tiene razón el camarada cuando dice que el partido centralizado es necesario en todas las situaciones de la lucha de clases, tanto para tomar el poder como para enfrentar a la contrarrevolución fascista, y también en los paríodos intermedios entre uno y otro polo de la lucha de clases. Junto con defender el programa revolucionario y al marxismo-leninismo-trotskismo como ideología-ciencia revolucionaria de nuestra clase, ésta debe ser una propaganda permanente y sistemática de nuestra organización. Y es muy correcto hacerla desde todos los ángulos: el teórico, el histórico y el que brota de las experiencias inmediatas de la lucha de clases.
Nuestra crítica tiene que ver con que, en párrafos muy importantes de su artículo, Vallejo separa una de las características del partido leninista-trotskista, el centralismo, de sus otras características: que ese centralismo es democrático y que está al servicio de un programa revolucionario . De esta manera, convierte al centralismo en un valor en sí mismo , y esto lleva a distorsiones muy profundas cuando el camarada extrae conclusiones políticas, hace referencias y pronósticos históricos e introduce categorías teóricas.
Como punto de partida de su teoría, Vallejo recurre a esta cita de nuestro maestro y fundador, Nahuel Moreno:
Fíjense lo grande que es Lenin por lo del partido centralizado. Hoy día, entre todos los que tomaron el poder, no ha habido un solo partido que no fuera centralizado. Inclusive exageradamente centralizado, burocrático, sin democracia, pero centralizado. En cambio, un partido no centralizado, abierto, no ha tomado el poder en ningún lugar. Para tomar el poder se requirió disciplina (Nahuel Moreno, Escuela de Cuadros - Argentina 1984, Crux, Buenos Aires, 1992, pág. 27).
Pero luego "estira" (abstrae, generaliza y eleva a un "absoluto" antidialéctico) esta verdad de a puño hasta convertirla en su contrario.
La posguerra demostró que son posibles las revoluciones que llegan a la expropiación aunque no tengan al frente un partido revolucionario. Sin embargo no hay posibilidad de tomar el poder y estabilizar sin partidos centralizados, tengan las direcciones que tengan. Sin partidos centralizados reconocidos, la única resolución posible de las crisis políticas es hacia la democracia burguesa. Así como la clase usa el punto de apoyo de la organización sindical para poder salir a la lucha, cuando estallaron crisis las masas se apoyaron en partidos centralizados para hacer revoluciones que estabilizaron un nuevo régimen. El corrimiento de la mayoría de los partidos obreros y los partidos-ejército guerrilleros hacia la socialdemocracia, y el consecuente cambio en el carácter de sus partidos, reducen las posibilidades de que las crisis se transformen en revoluciones que estabilicen regímenes (énfasis nuestro) .
Aunque en otras partes del artículo se diga lo contrario, en esta conclusión teórico-histórica se está diciendo que, en la posguerra, la existencia de partidos centralizados aunque fueran contrarrevolucionarios fue un factor relativamente progresivo , ya que permitió "tomar el poder" y "llegar a la expropiación", mientras que hoy su inexistencia (el "cambio de carácter" de "los partidos obreros y los partidos-ejército guerrilleros") "reducen las posibilidades de que las crisis se transformen en revoluciones que estabilicen regímenes".
La verdad histórica y teórica es exactamente la opuesta. El hecho de que los partidos centralizados stalinistas y los partidos-ejército guerrilleros hayan dirigido los procesos revolucionarios de la posguerra es lo que causó la derrota que hoy estamos sufriendo los trabajadores en todo el mundo.
Vallejo dice: " Nuestra corriente atribuyó el boom económico de posguerra a la traición del stalinismo". Y así fue: hubo boom económico porque, siguiendo las órdenes del Kremlin, emanadas de sus pactos con el imperialismo en Yalta y Potsdam, los PC de Francia e Italia en lugar de hacer la revolución , que estaba a la orden del día desde el punto de vista político y militar, aplicaron centralizadamente la política de sostener gobiernos burgueses y disciplinar a la clase obrera para que trabajara hasta reventarse para levantar la economía capitalista mientras Stalin "construía el socialismo en un solo país", la URSS. Así se perdió la oportunidad de asestar una derrota de consecuencias históricas al sistema capitalista en uno de sus centros mundiales, la Europa imperialista.
Pero hay mucho más. Esos partidos, si bien dirigieron los triunfos de la revolución socialista que condujeron al nacimiento de nuevos Estados obreros después de la Segunda Guerra Mundial, impidieron, con su política traidora, muchísimos más triunfos que estaban al alcance de la mano, desde, Francia e Italia hasta Portugal, El Salvador y Sudáfrica, y fueron responsables de sangrientas derrotas, como las de Indonesia y Chile. Esos partidos disciplinaron a las masas para que no terminaran de derrotar al imperialismo cuando éste quedó temporalmente paralizado después de Vietnam. Esos partidos reprimieron a sangre y fuego los procesos de revolución política contra la burocracia stalinista en Berlín, Hungría, Checoslovaquia, Polonia... Esos partidos fueron en muchos casos la cabeza dirigente de la restauración del capitalismo en los ex Estados obreros, es decir, de la derrota más tremenda que ha sufrido el proletariado mundial en este siglo. Y podríamos seguir y seguir dando centenares de ejemplos, con los que Vallejo no dudamos que está de acuerdo.
Por eso no compartimos la conclusión del camarada sobre qué significó la existencia de esos partidos contrarrevolucionarios centralizados durante la segunda posguerra. Es cierto que una combinación excepcional de circunstancias históricas condujo a que en la posguerra algunos partidos contrarrevolucionarios centralizados se vieran obligados a "ir más allá", tomar el poder y expropiar a la burguesía en contra de su propio programa y política . Pero la verdad histórica y teórica es que el gran ascenso de posguerra ha sido derrotado precisamente por la existencia de esos partidos contrarrevolucionarios centralizados que dirigían al movimiento de masas.
Lo progresivo era el ascenso revolucionario, no esos partidos. Ellos no fueron un factor relativamente progresivo por el hecho de ser centralizados, sino un factor absolutamente contrarrevolucionario . Y allí donde tomaron el poder, expropiaron y "estabilizaron regímenes", pusieron todos los recursos del Estado obrero (desde China y Corea hasta Cuba y Vietnam) al servicio de la "coexistencia pacífica" con el imperialismo para "construir el socialismo en el propio país" y cortar de cuajo el proceso de revolución permanente internacional. Por eso Moreno llamaba a esos partidos centralizados la "sífilis del movimiento obrero".
Que las crisis no lleguen a revoluciones se explica , no sólo por la agudización de la crisis de dirección revolucionaria sino, porque cada vez hay menos partidos centralizados como punto de apoyo de las masas para la toma del poder ...
¿Cómo se superará esta etapa reaccionaria? Como el proceso mundial es desigual y combinado, el cambio provendrá, como siempre ha ocurrido, por una ruptura nacional y no por un proceso evolutivo, económico o de otro tipo. Debemos centrarnos entonces en un seguimiento de las situaciones nacionales, en especial donde haya partidos centralizados o donde por procesos objetivos se formen vanguardias (énfasis nuestro).
Nuevamente aparece el partido centralizado (no importa si su programa es revolucionario o no) como un factor progresivo para la lucha de clases, capaz de generar un cambio de conjunto en la etapa (es decir en la relación de fuerzas entre las clases a escala mundial) vía la toma revolucionaria del poder por ese partido en un país.
Nosotros creeemos que a los trabajadores hay que decirles exactamente lo contrario. Si ya en el ascenso revolucionario esos partidos jugaron el rol nefasto que hemos descrito, en el actual retroceso mundial y con el giro a la derecha de la última década, su existencia es aun más nefasta. Donde más fuertes sean los partidos centralizados que hoy dirigen sectores del movimiento obrero y de masas, más difícil será el triunfo de ninguna revolución. Y si llegan a tomar el poder, inmediatamente pactan con el imperialismo, como ha hecho Kabila. Precisamente por eso nuestra tarea es, más que nunca, la construcción del partido y la Internacional leninista y trotskista para seguir nuestro histórico combate a muerte contra esos partidos, única manera de dotar a nuestra clase de una dirección revolucionaria consecuente.
La caída de los Estados Obreros profundizó el problema de la dirección llevándolo no sólo a una profundización de la crisis de dirección revolucionaria sino también a una crisis de direcciones de organizaciones obreras centralizadas , a pesar de que fueran traidoras y contrarrevolucionarias. Nuestra política es la caída de los burócratas a manos de las bases, pero defendemos a esa misma burocracia si la quiere voltear la patronal. Siempre fue mejor tener sindicatos burocratizados a no tenerlos (énfasis nuestro).
Vallejo elabora aquí una categoría nueva: la "crisis de direcciones de organizaciones obreras centralizadas", a la que asigna un carácter regresivo puesto que "profundizó el problema de la dirección" . Por eso decimos que toma a la centralización como una virtud en sí misma, independientemente del programa y la política, cayendo en lo que podríamos llamar "fetichismo de la centralización".
Esto lo lleva a conclusiones histórico-teóricas equivocadas. No es malo que el stalinismo haya colapsado. No es eso lo que profundiza la "crisis de dirección" del movimiento obrero y de masas. Lo malo es que ese colpaso no es producto de un triunfo revolucionario sino de una derrota en la lucha de clases que el mismo stalinismo provocó. Y lo que profundiza la crisis de dirección son las consecuencias que ha tenido esa derrota sobre la voluntad de lucha y la conciencia del proletariado, y también sobre el movimiento trotskista, ya que arrastró a su abrumadora mayoría hacia posiciones revisionistas y reformistas.
Los enemigos mortales de los Estados obreros, tipo Andrés Romero (dirigente y máximo ideólogo del MAS argentino), ponen un signo igual entre la conquista revolucionaria (el Estado obrero) y su dirección contrarrevolucionaria (el stalinismo); para ellos, el Estado no era obrero sino contrarrevolucionario, y concluyen: la caída de los Estados obreros es progresiva porque es la caída del stalinismo. Nosotros no podemos usar el mismo método pero al revés: como los Estados obreros eran una conquista, y perderlos es una grave derrota, la "crisis de direcciones de organizaciones obreras centralizadas", es decir, del stalinismo, es regresiva y agrava la crisis de dirección de nuestra clase.
Jamás debemos plantear la cuestión de la dirección con el método del "mal menor" , porque eso significa no comprender en qué consiste la "crisis de dirección". Trotsky nunca habló de "crisis de dirección" en general, sino de que "la crisis de la Humanidad" era la "crisis de dirección revolucionaria del proletariado", es decir, la ausencia de una Internacional revolucionaria con influencia de masas capaz de expulsar al stalinismo de la dirección del movimiento obrero y del gobierno de la URSS, y para luchar por superar esa crisis fundó la Cuarta Internacional. Para Trotsky, cuanto más fuertes eran los partidos stalinistas, más profunda era la crisis de dirección , y viceversa. Para Vallejo es al revés: la crisis de las "direcciones de organizaciones obreras centralizadas" (léase del stalinismo) "profundiza el problema de dirección".
Moreno mantuvo la concepción de Trotsky. Señaló que el ascenso revolucionario provocaba la crisis de los aparatos tradicionales, generando un "vacío de dirección" momentáneo. Y no consideraba que ese vacío de "direcciones centralizadas" fuera regresivo, sino todo lo contrario: era una oportunidad que los trotskistas podíamos y debíamos aprovechar. Ahora, la derrota ha traído como subproducto una crisis total del viejo stalinismo y un debilitamiento de todas las organizaciones sindicales, pero, precisamente porque no es un ascenso sino un profundísimo retroceso, no ha generado un vacío de dirección. Como señala en otra parte Vallejo, los aparatos centralizados siguen existiendo y dirigiendo a nuestra clase, sea bajo la forma de PC reciclados, sea bajo la forma de sindicatos directamente asociados al Estado imperialista (la socialdemocracia, la AFL-CIO), sea bajo la ultrarreaccionaria dirección de la Iglesia (por ejemplo, en Brasil).
No se pueden plantear las cuestiones de dirección con el criterio del "mal menor", por la negativa, ni tampoco confundir un partido con un sindicato. Por supuesto que nosotros defendemos a las organizaciones obreras, así sean burocráticas, cuando la burguesía las ataca, y que estamos obligados a militar en los sindicatos aunque sean reaccionarios e incluso fascistas porque allí está nuestra clase. Pero también es verdadera la disyuntiva de Trotsky: en la época imperialista los sindicatos serán imperialistas o revolucionarios. Por eso tenemos todo un programa de transición para revolucionar los sindicatos: democracia obrera (asambleas y congresos de delegados de base), vuelta al trabajo de los dirigentes al cabo de un período de rentados, que los profesionales sindicales cobren lo mismo que un obrero medio, independencia de los sindicatos respecto del Estado, que las cuotas sindicales las cobren los sindicalistas y no las recaude la patronal, los métodos de lucha de la clase contra las negociaciones secretas e inconsultas de los burócratas, etcétera. Y tampoco estamos "casados" con los sindicatos: nosotros queremos, y así lo planteamos en nuestro programa, que la clase obrera construya organizaciones de tipo soviético, porque la experiencia histórica ha demostrado que son la herramienta adecuada para la toma del poder.
Todo esto va contra la centralización burocrática al servicio de la conciliación con la burguesía y contra los partidos que la imponen . Es un programa para movilizar a la clase obrera para que destruya a los sindicatos burocráticos y construya sindicatos revolucionarios, o para que destruya a las direcciones políticas reaccionarias "centralizadas" de esos sindicatos, única manera de transformarlos en sindicatos revolucionarios. Y, sobre todo, para que se desarrollen organismos de poder de la clase obrera, sea bajo la forma de los soviets rusos, sea como comités de fábrica, sea como organizaciones sindicales revolucionarias como fue en su momento la Central Obrera Boliviana con sus milicias, es decir, cualitativamente diferentes de los sindicatos que hoy conocemos. Plantear que " s iempre fue mejor tener sindicatos burocratizados a no tenerlos" sin levantar simultáneamente este programa es un reflejo de lo que hemos denominado "fetichismo de la centralización", que ahora se convierte en fetichismo sindical.
Por eso nuestra centralización no tiene nada que ver con la centralización burocrático-contrarrevolucionaria de lo que Vallejo llama "direcciones de organizaciones obreras centralizadas". Es opuesta por el vértice, por su programa, que es socialista, revolucionario e internacional, y por su objetivo transicional más importante: la toma del poder por la clase obrera a través de una insurrección.
También es opuesta por el vértice porque es una centralización democrática . Moreno desarrolló muy bien los fundamentos del centralismo democrático, y nunca lo hizo separando centralismo de democracia sino tomando a ambos como dos polos de una totalidad , diametralmente opuesta , de conjunto , a otra totalidad : el centralismo burocrático.
A modo de síntesis, podríamos decir que el pertido leninista es una asociación libre y voluntaria de revolucionarios que se unen en torno al objetivo común de hacer la revolución socialista internacional. Asumen conscientemente una forma de organización centralista porque así lo requiere el carácter del combate que libran. Y asumen conscientemente una forma de organización democrática porque son marxistas y, por ende, sostienen que "la liberación de los trabajadores será obra de los mismos trabajadores"; que el partido no es un aparato externo a la clase obrera sino parte de ella, su parte consciente, y que esa democracia es imprescindible, entre otras cosas, para que no se rompa ese vínculo de ida y vuelta entre el partido y la clase: entre la conciencia revolucionaria (expresada en el programa y la política del partido) y la movilización obrera. De allí surge que el combate por la revolución socialista no se ganará regimentando la movilización, como hacen los burócratas, sino alentando las inicativas de lucha de la clase obrera y las masas, aprendiendo de ellas y planteándoles, en forma de programa y de política, las tareas y objetivos que son necesarios para dar a esas movilizaciones una dinámica permanente y un carácter político revolucionario, socialista e internacional.
Nuestra crítica a Vallejo no es porque creamos que el camarada no coincide en la definición de qué es un partido leninista. Es porque en su artículo enuncia la definición de centralismo democrático, pero luego, al analizar hechos históricos y actuales y sacar las conclusiones para el futuro y teóricas, todo el énfasis se pone en el centralismo, como una abstracción separada del programa en lo político y de la democracia obrera y revolucionaria en lo referente al régimen partidario.
Corresponde hacer una aclaración final. El artículo de Vallejo contiene afirmaciones y definiciones diferentes, incluso opuestas, sobre un mismo concepto, y lo que nos parece muy mal en un párrafo nos parece bien en otro. No nos propusimos hacer una crítica de conjunto, sino acotarla al tema del partido centralizado y a las citas que transcribimos . Reconocemos que el camarada Vallejo puede contraponer otras citas donde las cosas están mejor planteadas. Pero, como ha sido siempre nuestro método de discusión, una cita buena no borra una cita mala. Por eso le pedimos que discuta sobre las citas que nosotros utilizamos, o reconozca que allí cometió un error y acepte nuestra crítica.
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