Jose Mª Aierdi
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Sin enemigos

"El nacionalismo integrador debe tomar la iniciativa política para impulsar un proyecto común en el que quepamos todos los navarros"

Diario de Noticias (20 de Marzo de 1999), Joseba Santamaría

Jose María Aierdi procede de la izquierda vasquista de Navarra (formó parte, a comienzos de los años 80 de Auzolan), aunque milita en EA desde 1990. A principios de 1996, al elegirse la nueva ejecutiva de Navarra tras la celebración del 4º Congreso Nacional, fue designado secretario general de Navarra. Es alcalde de Lekunberri, forma parte de la dirección de la Federación Navarra de Municipios y Concejos y es presidente de la asociación de desarrollo rural Cederna-Garalur. Asegura que un objetivo del nacionalismo debe ser liderar "un modelo de vertebración social del que participemos todos los navarros".

P.- 13 años después de la ruptura, EA y PNV llegan a un acuerdo electoral para presentar listas conjuntas ¿por qué?

Porque estamos convencidos de que el nacionalismo vasco necesita en Navarra un impulso renovador para recuperar un espacio político en las instituciones autonómicas y locales que se corresponda más fielmente con la realidad social a la que pretende representar, que es más amplia, en mi opinión, que nuestra representación política actual. En definitiva, el acuerdo con el PNV, que pretendemos extender también a otros sectores, es un reto ambicioso e ilusionante del que, sin duda, saldrá ganando el movimiento nacionalista.

P.-Pragmatismo político, vaya.

Sí, pero no es lo más importante ni, sobre todo, es el primer objetivo de esta decisión. Esta decisión no es fruto sólo de un análisis electoralista. Es una apuesta estratégica, no en clave de poder.

Lo que pretendemos es impulsar un movimiento político y social más allá de la representación partidaria de EA y PNV, lo suficientemente amplio para agrupar a la sensibilidad vasquista que existe en Navarra y que no se identifica con el discurso más rupturista que pueda representar EH. EA inició hace casi dos años el proceso de debate Zabal, zabalik, un intento aperturista para involucrar en la dinámica política a aquellos sectores y personas independientes que, a pesar de su intensa actividad en el ámbito social, académico o cultural, por una razón u otra, se habían ido situando en la abstención electoral.

Creemos que en estos momentos existen razones de peso como para que se involucren en un proceso político que consiga recuperar la ilusión ciudadana necesaria para promover un giro en la política navarra.

P.- "Existen ahora razones de peso", dice ¿Cuáles?

Ese es el ámbito de los objetivos que pretende conseguir EA con este acuerdo electoral. En primer lugar, imprimir en Navarra un impulso social al nacionalismo integrador y solidario que representa. Se trata de que el nacionalismo vasco integrador recupere la iniciativa política y pueda aglutinar a todos los ciudadanos y sectores sociales que comparten las premisas básicas con las que EA aborda este proceso electoral.

Además, la necesidad de consolidar el proceso de paz y de afrontar una etapa que ha despertado ilusiones y esperanza en la sociedad vasca, desde nuestro punto de vista, exigía un esfuerzo de integración.

P.- Le veo convencido, pero, por lo visto en los medios de comunicación, este asunto ha provocado un fuerte debate en el seno de EA. ¿No cabe el riesgo de reabrir heridas del pasado?

Es cierto que es un tema sensible que tradicionalmente ha despertado la pasión de la militancia. Ha sido un debate rico, interesante, que no sólo se ha limitado a cuestiones de poder sino que se ha centrado en torno a ideas y planteamientos. De hecho, se ha despertado cierta expectativa en gentes que militan en EA, pero que habían ido limitando su participación esporádicamente.

P.- Sin embargo hay militantes que mantienen que esta cooperación pude acabar desdibujando el proyecto de EA.

Es una alianza política que se establece entre dos partidos diferenciados, con dos proyectos nacionales vascos que son el democristiano y el socialdemócrata y, el planteamiento de la misma alianza, supone el reconocimiento de los espacios propios y diferenciados. Además, en el caso de Navarra, esa pregunta creo que debiera hacérsela al PNV.

P.- Precisamente el acuerdo otorga el tercer puesto de la lista al Parlamento al PNV, lo que le permite aspirar a obtener un escaño. ¿Generosidad?

He dicho antes que esta es una apuesta estratégica del nacionalismo vasco, no una cuestión de poder o de cuotas, por eso la generosidad de las partes, como la honestidad en el cumplimiento de los acuerdos, son cuestiones básicas, de origen. Además, mi impresión es que las posibilidades electorales de una plataforma vasquista son más amplias.

P.- El acuerdo se limita, además de al Parlamento y Pamplona, a una veintena de ayuntamientos, ¿no es contradictorio con ese "amplio movimiento social" del que habla"?

El acuerdo concreta la presentación de candidaturas, entre otras localidades, en Pamplona, Estella, Sangüesa, Tafalla, Burlada, Aoiz, pero no lo limita específicamente. De hecho, deja abierta la puerta a que las direcciones regionales puedan extenderlo a otros municipios, por ejemplo de la Ribera y la Zona Media.

P.- ¿Hay un compromiso concreto de apostar por una fórmula de Gobierno alternativa a UPN? Lo pregunto porque hace 16 años la posibilidad de apoyar a un Gobierno de la derecha fue el principio de la escisión que en 1986 dio origen a EA.

Lo hay. Nuestro principal objetivo post electoral, y así lo hemos reiterado en distintas resoluciones, es promover un cambio político en Navarra basado en el consenso y en un proyecto político común donde quepamos todos los navarros, que abra una nueva etapa y despierte ilusiones en los ciudadanos progresistas, que somos mayoría.

Y esto pasa necesariamente por configurar una alternativa que supere tanto el actual modelo cerrado y excluyente de UPN como el bipartidismo reduccionista que pretenden imponer en Navarra determinados grupos de presión económicos y mediáticos.

Por ejemplo, no puede ser que un hecho cultural, histórico como el euskera, siga necesitando de la reivindicación social y política para su supervivencia, porque el Gobierno de UPN hace todo lo posible por echar abajo, zancadilla tras zancadilla, el esfuerzo de la sociedad por recuperar su patrimonio lingüístico.

P.- Reclamar un nuevo consenso, otro proyecto común, puede reflejar un deseo de la minoría por imponerse a la mayoría.

Pero no esa realidad. Se trata de configurar un proyecto en el que todas las propuestas políticas sean legítimas, donde no se excluya a nadie en razón de su pensamiento político. El reto es buscar espacios de encuentro que nos permitan superar lo que hasta ahora nos ha separado a unos navarros de otros. Y evitar que se repita lo que ocurrió a comienzos de los años 80, cuando una parte de los navarros quedó fuera del consenso al excluirse a los dos diputados de tendencia nacionalista de la negociación del Amejoramiento.

Elkarri dijo recientemente que una de las claves del proceso de paz y de la reconciliación es alcanzar nuevos acuerdos entre las mayorías y minorías de Navarra y la CAV: estoy de acuerdo.

P.- ¿Aún en el caso de que la política derive por derroteros que hagan difícil el entendimiento político entre nacionalistas y no nacionalistas?

Le puedo adelantar que el programa electoral y de gobierno que pretendemos presentar a la sociedad se elaborará en función de las necesidades de los ciudadanos navarros, atendiendo a las especificidades propias de nuestra comunidad. Sin que ello signifique renunciar a un proyecto político común para el conjunto de los territorios vascos.

P.- ¿Un giro navarrista?

En absoluto. EA propugna un proyecto social, político, cultural y económico para el conjunto de Euskal Herria, pero, al mismo tiempo, mantiene una capacidad autónoma de decisión política en Navarra.

Las críticas demagógicas que dirige habitualmente la derecha contra el nacionalismo en el sentido de que no respetamos el actual marco político e institucional son falsas y se caen por su propio peso. De hecho, en más de una ocasión EA se ha quedado sola defendiendo el autogobierno de Navarra y se ha puesto de manifiesto que los partidos realmente sucursalistas son UPN y el PSN, que dependen de los intereses políticos de Madrid antes que de los de los ciudadanos navarros o baste ver la pésima política de transferencias de UPN estando sus socios del PP en el Gobierno de Madrid. Y quiero poner el ejemplo del Consejo de Navarra, órgano clave para el autogobierno, que ha sido aprobado ahora por el Parlamento por iniciativa de EA.

P.- Antes ha mencionado lo de la mayoría progresista, ¿no cree que su acuerdo con el PNV pone en tela de juicio la ubicación de EA en ese espacio socio político?

Dudo de que la capacidad de influencia política del PNV en Navarra sea suficiente para modificar la línea ideológica y estratégica que ha mantenido EA en esta comunidad. La realidad es que nuestra actividad política e institucional se ha dirigido siempre a la defensa de las políticas sociales de apoyo a los ciudadanos menos favorecidos, a la solidaridad con los países explotados, a los movimientos sociales en favor de la paz, el antimilitarismo o la igualdad de los ciudadanos.... En todo caso, el acuerdo salvaguarda la libertad de acción de cada partido en aquellos aspectos de política sectorial que no forman pacte del pacto.

P.- Ha mencionado en varias ocasiones la expresión nacionalismo integrador, ¿cuál es su contenido ideológico?

Parte de la asunción del pluralismo, del diálogo democrático y de la integración social frente al reduccionismo, el frentismo y la división de los ciudadanos. Hasta ahora la política, y eso lo seguimos viendo en Navarra, se ha hecho buscando al enemigo y atrincherándose en posturas dogmáticas y eso no hace sino alimentar la quiebra social. Es necesario que los responsables políticos, porque así nos lo demandan los ciudadanos, nos situemos en una nueva cultura política.

P.- Me refería más bien a si integración y etnicismo son compatibles.

Creo que es posible construir un proyecto común en el que convivan la integración social y el mestizaje cultural como alternativa al lenguaje ofensivo que busca la hegemonía de una sola cultura. Entre otras razones, porque dos puntos de vista, dos lenguas, dos identidades que colaboran son mejor que una única que se encuentra encerrada en su soledad.

P.- Una visión que nada tiene que ver con la realidad de la calle.

Creo que por ahora sólo hay un enfrentamiento y una tensión política y mediática, pero también creo que si los políticos no resolvemos los problemas en lugar de crear otros nuevos, el enfrentamiento puede terminar por trasladarse a la sociedad.

P.- ¿No está alimentando la estrategia del Pacto de Lizarra esta dinámica?

Esa visión es falsa e interesada. El Acuerdo de Estella tiene vocación de paz, y ha sido fraguado para asumir el reto de la normalización política y la integración social y no para seguir alimentando el frentismo, como interesadamente se nos ha acusado a los nacionalistas desde el PP y el PSOE, partidos que no han querido sumarse al punto de partida.

P.- Pero no se puede obviar la existencia de la violencia callejera, de la amenaza permanente a ciudadanos sólo por no pensar igual....

Por eso mismo hemos denunciado que HB está incumpliendo el Acuerdo de Estella. La violencia callejera no sólo vulnera el acuerdo de paz y obstaculiza el diálogo, sino que ataca a los más elementales principios de la convivencia democrática. Si no hay voluntad y compromiso de paz, tampoco habrá proceso de paz. Y no hay vuelta: la paz no puede suponer cotas de libertad, porque no sería paz ni reconciliación, sino chantaje.

Pero eso no justifica la actitud del Ministerio del Interior, incomprensiblemente apoyada sin más por el PSOE, de aprovechar la situación para arremeter política y mediáticamente contra el nacionalismo vasco, de entorpecer con palabras insultantes y hechos de dudosa eficacia la consolidación de la paz.... ¿O acaso olvida Mayor Oreja a nuestros alcaldes y concejales de Navarra y la CAV que han sido también víctimas de la violencia callejera? La actividad de Interior es injusta e inmoral, porque no busca sólo la detención de presuntos delincuentes, sino que pretende arrastrar en el mismo proceso al nacionalismo democrático.

P.-Ha mencionado el proceso de paz...

Hay una tregua de ETA, pero no me parece que haya todavía un proceso de paz.

P.- ¿Comparte la idea de que la paz no puede pagarse con contrapartidas políticas?

Por supuesto. Pero que quede claro que esa premisa se la deben aplicar igual quienes piensan que la paz debe tener como precio la conquista de objetivos concretos por encima de la voluntad de los ciudadanos y quienes, como sectores claves de Estado, están jugando con los deseos de paz de los ciudadanos para tratar de machacar política, mediática y socialmente al conjunto del movimiento nacionalista. Esto es jugar electoralmente con la paz.

P.- Dice que lo que está pasando desde la tregua de ETA tiene poco que ver con el proceso de Irlanda ¿por qué?

Porque el pacto de Estella es equiparable a lo que es su día fue el acuerdo entre el líder socialdemócrata John Hume y el líder del Sinn Fein, Gerry Adams, que posteriormente posibilitó la declaración de Downing Street, con la involucración directa de los gobiernos irlandés y británico. En ese sentido, es una buena idea la propuesta de Elkarri de intentar una declaración similar con el presidente Jose María Aznar, el presidente Miguel Sanz y el lehendakari Juan José Ibarretxe, como representantes de los ciudadanos. Sería un paso importante para consolidar una paz que elimine la quiebra social originada por años de violencia.

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