En
cualquier medio natural o seminatural existen básicamente
tres tipos de organismos: productores, consumidores y descomponedores,
y de su adecuada interacción y actuación dependerá
el buen funcionamiento del ecosistema. Los llamados productores
están constituidos por organismos capaces de captar energía
y sintenizar orgánica a patir de los compuestos inorgánicos.
Si bien existen bacterias quimiosintetizadoras, la mayor parte del
conjunto de organismos fotosintetizadores está constituída
por organismos fotosintetizadores, como es el caso de los vegetales.
Las plantas verdes utilizan la energía solar y fijan dióxido
de carbono, produciendo compuestos orgánicos ricos en energía.
Una parte de esta energía se perderá en el ecosistema
a través de los procesos respiratorios y demás funciones
vitales, mientras que otra será utilizada por otros organismos
de la comunidad como los consumidores y descomponedores.
Los consumidores son organismos heterótrofos que obtienen
el alimento a partir de los productores o bien a partir de otros
consumidores, pudiendo encontrar diversos niveles de complejidad
dentro de un ecosistema: consumidores primarios que se alimentan
directamente de los productores, consumidores secundarios que se
alimentan a partir de consumidores primarios, consumidores terciarios,
etc.
Finalmente tenemos el grupo de los descomponedores que son los llamados
organismos saprófagos que se alimentan de materia muerta
o de desechos procedentes de productores y consumidores. De este
modo la materia orgánica sintetizada por los productores
pasa a otros niveles de organismos a través de las cadenas
tróficas. La utilización de la materia orgánica
en este proceso es tan solo una parte, dado que la mayor parte de
la energía será utilizada en los procesos respiratorios
a todos los niveles.
Los organismos descomponedores actúan a todos los niveles y de este
modo, toda la energía no utilizada por los consumidores y
productores, así como la acumulada en los productos de desecho
como las heces, será utilizada por los descomponedores que
la reciclarán en el ecosistema. Todo este proceso constituye
un ciclo de energía del que depende el buen funcionamiento
y subsistencia de los ecosistemas. Se ha calculado que el 95 por
ciento de la materia orgánica sintetizada por las plantas
verdes queda sin ser consumida, pasando al nivel de descomponedores
en forma de materia vegetal del suelo, junto con los cadáveres
y productos de la excreción de todos los niveles.
La descomposición se define como el proceso mediante
el cual un organismo o derivado del mismo se llega a fraccionar
en las partes o elementos que lo componen, encontrando que al final
del mismo, el resto animal o vegetal que inicialmente observábamos
se habrá desintegrado gradualmente hasta que sus estructuras
ya no son reconocibles y sus complejas moléculas orgánicas
se habrán fragmentado. En este proceso actúan tanto
agentes biológicos como factores abióticos del medio. La
descomposición comporta la liberalización de energía
y la mineralización de los nutrientes químicos, convirtiendo
los elementos orgánicos en inorgánicos. El proceso
de descomposición consta de dos fases: fase de destrucción
y fase de degradación de la materia orgánica. Durante
la fase de destrucción se produce un fraccionamiento del
resto orgánico mediante medios mecánicos de modo que
al final de este proceso se obtienen partículas de pequeño
tamaño. Durante esta fase inicial juegan un importante papel
tanto los factores abióticos como los bióticos. En
la segunda fase, sin solución de continuidad con la primera,
se producirá la degradación de la materia orgánica,
produciéndose la desintegración de las pequeñas partículas
en moléculas dando como productos finales dióxido de carbono,
agua y sales minerales. La destrucción es también
una fase de dispersión de la materia orgánica, ya
que las pequeñas partículas resultantes de dicho proceso
pueden ser llevadas mediante diversos mecanismo fuera de la fuente
inicial.
Los grupos de invertebrados que intervienen en los procesos de descomposición
de restos orgánicos de origen animal o vegetal pertenecen
a grupos taxonómicos muy variados, en su mayoría son grupos ligados
al medio edáfico y que poseen tamaños muy dispares.
Hay clasificaciones basadas en su talla y de este modo se habla
de microfauna cuando tienen menos de 100 micras como los rotíferos
y algunos nemátodos, mesofauna cuando su tamaño oscila entre
100 y 200 micras como los ácaros y los colembolos y macrofauna
cuando superan las 200 micras pediendo alcanzar una elevada biomasa
como ocurre con algunos coleópteros, dípteros, miriápodos,
etc. Todos estos grupos son los responsables de la trituración
y fragmentación de los restos vegetales o animales, interviniendo
en la fase de destrucción. Estos grupos contribuyen a la
redistribución de los restos y formación de la capa
superficial del suelo.
Dentro del grupo de animales descomponedores y en especial en la
región mediterránea, los artrópodos son el
componente mayoritario y el que juega un papel mas importante. Los
organismos descomponedores son de gran importancia y se puede afirmar
que un ecosistema terrestre en el que no exista una entomofauna
capaz de actuar eficazmente sobre los restos vegetales y animales,
acabarán produciéndose graves alteraciones que conducirán
inevitablemente a una alteración del mismo y pérdida
de biodiversidad.
DESCOMPONEDORES DE EXCREMENTOS
La degradación de los excrementos en las regiones templadas
es prácticamente un proceso de descomposición, no
existiendo, a diferencia de los cadáveres, animales de gran
talla como los vertebrados que utilicen este recurso. En la destrucción
de los excrementos intervienen los factores climáticos, no
obstante, los artrópodos tienen también un importante
papel en los procesos de descomposición, ya que existen diversos
grupos que los utilizan tanto para la alimentación de los
adultos como de las fases larvarias. Los insectos acuden a los excrementos
de forma secuencial, en una primera oleada aparecen los Dípteros
(fundamentalmente Muscidae y Scatophagidae) que acuden
principalmente a ovopositar aunque en otras ocasiones visitan las
heces por otros motivos como es el caso de la conocida mosca amarilla
del estiércol cuyos adultos depredadores van también
a las heces en busca de presas. Los dípteros suelen llegar
a representar el 30 por ciento de los invertebrados presentes en
las heces. Este grupo de insectos posee su máxima actividad
durante las primeras horas, antes de que se llegue a formar la rígida
corteza externa de la boñiga. A continuación, coincidiendo
en parte con la llegada de las moscas, aparecen diversas familias
de coleópteros, siendo las más características
Hidrophilidae, Staphylinidae, Histeridae, Scarabaeidae, Aphodiidae
y Geotrupidae. De estas las tres últimas son coprofagas
y las tres primeras fundamentalmente depredadoras. Por último
acuden a las heces otros grupos de animales formados en su mayor
parte por ácaros, nematodos y lombrices de tierra.
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