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¬ Número catorce

La chica que bebía Nesteas

Un recuerdo infantil, un paseo entre latentación y la muerte (homenaje a la Puch MInicross)

El último baile

Ven la Sebastián: Más sobre Belle & Sebastian

Oyeme , tú que eres joven

El hombre que abandonó la colonia Varon Dandy

Queerpunk&homocore

The Who, el puntazo wagneriano del rock

Benito Moreno, un olvidado

 

Número Catorce

La rebelión de los electrodomésticos

Después de romper dos discos duros de nuestras computadoras y olvidados entre lágrimas cientos de archivos muy queridos, por fin podemos volver a presentar nuestro fanzine.

En nuestra lucha jungeriana contra la técnica parece que nuestro espíritu de aventura ha vuelto a triunfar.

Gracias especiales a Joaquín Chousa, Ecos de Sociedad, Luposol, Fernando Márquez, Cato, Esteban Bribón, The Shannons, Bullitt, El virus púrpura, César Prieto, Tito Lorenzo y demás entes de la galaxia pop.


La chica que bebía Nesteas

La muerte y el olvido ahí están... pero la fiesta continúa. ¿Alienación, inconsciencia o lucidez?

 Que el cielo nos juzgue.”  De las memorias apócrifas de Don Pin Pon

Quizás lo que más me gustó de ella era que  a las cinco de la mañana en aquel alcoholizado local de moda- alguien tendría que explicarnos el porqué acudíamos como bobos a semejante lugar- bebía Nestea tras Nestea. Sólo conocía un caso similar de adicción a esta bebida- tran triste como un mosto- y era la del poeta Leopoldo Panero, capaz de libar hasta  cinco botellines seguidos en menos de treinta minutos.

Entre aquella neblina nicotinosa – el tabaco pronto sería prohibido en espacios públicos y la gente parecía apurar todas sus últimas reservas de cigarrillos- ver a aquella chica tomando su bebida refrescante, a pequeños sorbos, ceremoniosa, sola, ajena al bullicio, como si estuviese tomando un té a las cinco de la tarde en el londinense hotel Savoy, no dejaba de despertar mi curiosidad francamente aletargada por la repetición del espectáculo nocturno sabatino.

Poco a poco me abrí paso entre la  gente que bailaba desganadamente un tedioso ritmo electrónico - nuevamente me pregunté por qué extraño masoquismo pisaba esa checa musical- y me acerqué a la barra donde la chica que bebía Nesteas  se mantenía de espaldas al frenesí automatizado del resto del local.

Las cinco de la madrugada y más de treinta años sobre la tierra aportan cierto arrojo, incluso a los decididamente pusilánimes, y me lancé a la búsqueda de presuntos afines utilizando vocabulario probablemente escuchado en la planta joven de El Corte Inglés:

- ¿Qué de subidón de Nesteas?

- El Nestea me ofrece una lucidez que no consigue ninguna otra bebida, ni tan siquiera un combinado de ron- me respondió con menores signos de desprecio o indiferencia que los esperados o merecidos..

¿Combinado de ron? ¿De qué galaxia procedía esta chica que bebía nesteas con ese lenguaje de telefilme español de los setenta?

-¿Recuerdas a  Otis Redding? -continuó sin dejar de mirar su Nestea-  Aunque parezca una estupidez y no sé por qué te lo cuento, amable moscardón, Otis ha sido el hombre de mi vida. Cuando tenía quince años, un acné violento y las tetas se negaban  a salir conocí a un chico que me grabó en una casette- supongo que fue una especie de declaración de amor-  el elepé Otis Blue. Olvidé a aquel chaval pero Otis siempre ha estado cerca.

- Yo también soy fan de Otis- repuse. Por una vez, a las cinco de la mañaña, no tuve que mentir para buscar un poco de complicidad.

Antes de entrar en este local - me espetó sin mirarme- he leído en un periódico que hoy se cumplen treinta años de la muerte de Otis y no he podido evitar ponerme melancólica. He empezado a dar vueltas a la cabeza tratando de recordar el nombre de aquel chico que escuchaba a Otis y que quizás realmente me quería. Ya sabes, todo ese rollo del tiempo perdido y la magdalena proustiana....

Pero, perdona la curiosidad,- la interrumpí- ¿por qué bebes Nestea tras Nestea?

¿Conoces alguna bebida más triste?- me contestó mirándome - con afligimiento galáctico-  por primera vez a mi carnívora cara de sábado noche cuando tienes bastantes años más de los veinte que exige el guión.

Entonces llegó él,  sudoroso y bailado, con su chaqueta de chandal y su bolsa de cartero - una mezcla entre visitante de narcosala y moderno de postín-,  y, obviando mi presencia, agarró por la cintura a la chica  que bebía Nestea y le dijo: Venga, cariño, vamos a seguir divirtiéndonos a otro local.

Don pin pon

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UN RECUERDO INFANTIL, un paseo entre la tentacion y la muerte

Yo tenía 8 años, quizás sólo 7, y aún la recuerdo tan vivamente como si estuviera ante mí. Estaba allí mismo, tendida al sol cerca de los rosales, en el jardín de la casa de mis abuelos. Era toda rosa y despedía reflejos de purpurina, tenía un cestito de mimbre sobre el faro. Dejaba entrever, sensualmente, un cilindrín de 49 centímetros cúbicos y, en las cachas del deposito, se anunciaba coquetamente como “Puch Caribe, 49 cc”. Era el regalo de cumpleaños (catorce) de mi prima Nuria (más conocida en ambientes adolescentes como “la misiles”) y se me había advertido repetidas veces (y desde diferentes ámbitos de la vida familiar) que ni me acercara a aquella moto. Me recordaron que yo ya tenía una BH color butano y que se pasaban el día arreglándomela y que todos los vecinos se habían quejado de – digámoslo así – mi comportamiento incívico e irresponsable con la BH. Me amenazaron con castigos terribles y con curarme todas mis futuras enfermedades mediante terapia exclusiva de supositorios de glicerina. Me explicaron que yo no tenía ni la edad ni el tamaño necesarios para subirme a un vehículo como aquel (a los padres de vez en cuando les da por seguir los consejos de los psicólogos y razonar con sus hijos, se sienten mejores padres con toda esa basura). Pero la tentación rosa seguía allí, exhibiéndose impúdicamente en el jardín.

Como mi prima Nuria gozaba de un desarrollo físico inusualmente neumático para su edad, a nadie extrañara que la casa de los abuelos se llenase de amiguetes que deseaban abrazar y besar a mi prima aprovechando la circunstancia de su aniversario. La idea era celebrar una megafiesta, solo para los amigos de mi prima, en no recuerdo que chiringuito. Los niños estábamos excluidos y, en concreto, yo estaba obligado a quedarme en casa. Solo, abandonado por todos, aburrido y triste como un refugiado saharaui, así me quede. ¿Iba a tolerarlo? ¡Y una leche!

Subirme a la Puch y retirar el caballete me costó un desconchón en la rodilla. Volver a poner en pie la Puch, sin caballete, se tradujó en un rasponazo en el brazo y un piñazo en la espinilla que aun me duele. Reparar el espejo retrovisor que se había roto me supuso un gasto de medio bote de Supergen. Realice tres intentos de arranque que me devolvieron al suelo otras tantas veces. Decidí que volver a usar el Supergen no tenía ningún sentido si la moto persistía en su actitud de desgraciarse a cachos (también se habían roto dos intermitentes). Al cuarto intento de arranque la Puch se puso en marcha, pero apenas recorríamos unos metros, tosía y nos caíamos. Siguió lo del catarro en otra media docena de arrancadas-derribos pero, a la séptima, avancé sin temor por el jardín para descubrir que la dichosa Puch mostraba una curiosa atracción magnética por los rosales, por las mesitas del jardín, por el árbol del columpio y por cualquier pijada que le llamase la atención. Había que comprenderlo, era una moto joven y poco recatada que se maravillaba con todo. Lo malo es que su curiosidad me provocó la rotura de un diente, un par de moratones y una siembra de rodillas con postillones que iban a ser la envidia de todos mis coleguitas. Y entonces volvimos a ponernos en marcha (que era una maniobra que, a esas alturas del entrenamiento, ya dominaba con maestría) y esta vez acerté a salir por la puerta del jardín.

¡Ah, amigos, la libertad! ¡No me extraña que los poetas le hayan dedicado tantas paginas a eso de la libertad y la aventura! Mi Puch y yo íbamos lanzados por el centro de la calle y yo me sentía como el niño de Furia, como los hermanos Macana o como Pierre Nodoyuna de los Autos Locos, como el Llanero Solitario y casi como Koji Kabuto dirigiendo a Mazinger Z. Las calles se sucedían a una velocidad vertiginosa, los coches asaltaban las aceras en clara muestra de respeto al campeón (luego dijeron a la policía que fue por esquivarme, ¡los muy mentirosos!), las mujeres gritaban, los niños me animaban, los viejos me decían no sé qué de Franco y de que si él sabia lo que había que hacer con gente como yo. Pero yo no hacía ni caso. Yo era el Halcón Milenario. Yo era el Pajaro Azul. Yo era Starsky. Yo era la coña marinera y lo que se me cruzó delante fue un 1500 de la Cruz Roja. A partir de aquí ya no recuerdo las cosas con claridad. Solo escuchaba voces lejanas y todo era confuso: “Se ha matado, se ha matado… No pudimos hacer nada por esquivarle… se nos echo encima… mire como ha quedado la ambulancia… se le está saliendo un bolígrafo por debajo de la camiseta… eso no es un bolígrafo, señora, es una costilla … yo conozco a este chiquillo, vive en la casa de esa chavala que tiene unas cosas así de grandes y… fíjese, si la moto ha ido a parar al segundo piso, esto es como lo de Carrero, esto ha sido cosa de la ETA… mire, aquí hay unos caramelitos por el suelo… señora, eso no son caramelitos, son dientes…”.

Y de una luz al final de un tunel, nada de nada.

Alex Tornasol

Dedicado a Richmal Crompton con el mayor de los respetos

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 El último baile del hombre que cumplía cuarenta años

En el local de moda tuve la extraña sensación de ser el cliente más viejo. Miré a derecha e izquierda y viceversa. Sólo me rodeaban cúmulos de ninfas que hablaban de sus problemas con las monjas. O depilados universitarios andróginos que bailaban la última joya del funk-punk norteamericano mientras se fotografiaban permanentemente con sus cámaras digitales.

Mis inminentes cuarenta años eran una camiseta fosforescente que en la oscuridad de la sala gritaba que estaba fuera de sitio. Por primera vez me sentía ridículo con mis bailes pogo, mi anunciada calvicie y mi calimocho. Comenzaba a sentirme como el terminal Elvis Presley en Las Vegas. O como el penoso Keith Richards escalando un cocotero en las Maldivas. El rock era ante todo juventud. Y por mucho que se empeñasen El Corte Inglés, la Coca Cola  o Corporación Dermoestética ya no participaba de esa fiesta permanente que son los veinte años.

Estaba definitivamente viejo. Cansado. Extenuado. Agotado. Finiquitado. Caducado.

Así que tomé la decisión de nunca más dejarme caer por aquel local de moda. Como un condenado a muerte,  solicité al pinchadiscos del local  un último deseo. El funk punk paró, las ninfas callaron y los jóvenes andróginos olvidaron sus cámaras digitales.

Sonaba “It’s all over now, Baby Blue”. Y yo comencé mi último baile.  

Mr Ringo Rango

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Ven al Sebastián

Dos años han transcurrido ya. El 14 de Marzo de 2004 ha pasado a la historia de España por su importancia electoral. Que lo celebren. Yo a lo mío. Yo tuve concierto. El concierto. Después de mil millones de escuchadas los vería en concierto. Belle and Sebastian en Bilbao. En el Arriaga, inmejorable elección. Hubo quien se quejó de que no se podía bailar. Otro se quejó de que no se podía beber. Pero los domingos son para disfrutar, y los conciertos para escuchar.

En 1996 escuché en un bar chiquitín de Zarauz unos acordes y una frase “Make a new cult every day to suit your affaire” y sabía que ellos habían grabado el disco para mí. No necesitaba escuchar más. Pero hice bien en memorizar el disco. Su mejor disco, el mejor disco. El disco rojo es una decena de canciones, melancólicas pero de gente que no se rinde y desea ver el día de mañana. No pretende verte muerto atiborrado de tranquilizantes. Sólo aspira a llorar contigo. La vida se porta tan mal con algunos de nosotros… (...)You´re kissing your elbow/you´re kissing your reflection(…)

Belle tiene la sabia costumbre de editar EPs que son unas joyas (por su belleza) y que contienen diamantes. En un viaje a Londres (mi viaje a Londres) me compré uno. 3.. 6.. 9 seconds of Light. Allí supe de esos eps. Era blanco como los quinientos haikus sobre la nieve. (…)That´s the price you have to pay/for every stupid thing you say(…) Luego me hice con el “lazy line painter Jane” y el resto, pero no os quiero detallar mi historia de amor, soy muy pudoroso.

A partir de ahí la cuesta abajo con destellos luminosos, hasta tocar el fondo con su disco “Fold your hands child, you walk like a peasant” del que el pianista Chris Geddes ha dicho “es el peor, no fue divertido hacer ese disco, y eso se nota, se nota el esfuerzo en vano.” Yo no diría tanto al contener un tema como “the model” pero es ciertamente un disco regular. (…)I´m not what I could be, I need a true love(…)

Y como las sucesivas deserciones, tanto la del bajista Stuart David como la de Isobel Campbell, tenían que notarse; el grupo lo ha asumido y nos ha regalado un disco diferente. A ratos glam, a ratos funky, es muy muy diferente. Pero es un disco que me gusta, y mucho. (…) and to be myself completely I´ve just got to say goodbye(…)

Turko^^


Oyemé, tú que eres joven…

 

tú que quieres triunfar, tú que sabes que la autentica revolución rock aun está por llegar, tú que notas un estremecimiento en la espina dorsal cada vez que se acopla un Marshall de válvulas, tú que te comes crudos a los niñatos del conservatorio, tú que sabes que las verdaderas bombas atómicas se fabrican en un cutre local de ensayo, tú que quieres llegar lejos montando una banda de rock que piensas empezar a reunir el próximo lunes y que ahora mismo te estas preguntando: “¿A qué me debería dedicar yo? ¿Me hago cantante? ¿Me apunto a un cursillo de guitarra de CCC? ¿Le pido prestado el bajo eléctrico a mi primo Nicolás? ¿Me pongo a ahorrar para comprarme una batería? ¿Me rizo el pelo o me lo rapo?”

Sí, joven amigo, es difícil enfrentarse al futuro cuando tienes ambición y pretendes acertar con las decisiones que has de tomar. Pero aquí estoy yo para ayudarte. Lo primero es adivinar para qué reúnes aptitudes. ¿Qué tal se te daba lo de la flauta Höhner en el colegio? Si la respuesta es “bien” puedes aspirar a guitarrista. Si te conformas con responder “regularcillo, aprobaba gracias a los trabajos para subir nota que me hacia mi madre” entonces tu destino está en el bajo (que solo tiene 4 cuerdas y hasta Paul McCartney y Sting saben tocarlo). Si contestas “odiaba aquella puta mierda y solo la usaba como cerbatana para disparar bolitas de papel a los profesores” entonces tenemos en ti a un perfecto vocalista y líder carismático de la banda. Pero, ¿qué quieres que te diga?, ser guitarrista, bajista o cantante es ser un segundón. Un guitarrista siempre se puede sustituir por otros doscientos que tocan mucho mejor. Das una patada a una piedra y te salen, por lo menos, 4 guitarristas. Hoy en día se fabrican guitarristas hasta en el coro de la parroquia. Si te haces guitarrista, el primer día que te pongas tontito con que si quieres hacer algo mas chill, o mas pop o mas étnico te van a expulsar del grupo con absoluta despreocupación, por jilipoyas y porque siempre hay un guitarrista en paro esperando su turno. De un bajista ni hablamos. Es que ni salen en las fotos de promoción del grupo (a no ser que también hagan las veces de vocalistas y tengan un segundo bajista contratado para tocar por detrás). Ser bajista en el rock es como ser el que toca el bombo en la Sinfónica de Berlín: el instrumento es divertido pero no le importas a nadie. Y el vocalista tampoco se va de rositas. Como el vocalista no sepa tocar la guitarra, y no pueda componer, pinta menos que un Ministro de Igualdad para la Mujer en Irán. ¿Tu te has fijado en la cantidad de vocalistas que han acabado en el psiquiátrico y paranoides porque sus compis no les quieren? (Vease el libro “Yo fui cantante de Guns’n’Roses”). Sí, si no tocas un instrumento no vales nada ni te ganas el respeto de los músicos de verdad. ¿Por qué te crees que Jim Morrison se aferraba a una miserable pandereta e Iggy Pop tiene que estar todo el puñetero día retorciéndose para llamar la atención? El pobre cantante tiene que destacar como sea.

Y entonces, ¿quién es el que manda en un grupo de rock, quién parte el bacalao, quién está por encima del bien y del mal, quién mueve los hilos, quién reparte las cartas en el mus y el dinero en el Monopoly de la vida rockera? Lo has adivinado, chavalillo: ¡Es el batería o baterista! Y, te preguntarás inquieto, ¿qué habilidades personales hay que tener para ser batería? Yo te respondo: ¡Tener una batería! A ver, piensa un poco, ¿cuantos amigos conoces que tengan una batería en casa (y no me vale el primo de una novia de un tío que conociste en un bar, me refiero a coleguitas por línea directa)?. ¡Ninguno! Tú dices que quieres montar un grupo a tus amiguetes y rápidamente conseguirás un bajo, un guitarra y un cantante. Y todos te mirarán con admiración, comentarán entre si “Joder, es la leche, tiene una batería Tama que mola un huevo” y ni tan siquiera te preguntarán si sabes tocar (y hacen bien en no interrogarte porque a tocar la batería aprende cualquiera tras destrozar 2.000 pares de baquetas; cuando llegues a romper el par 2.001 ya controlarás como un profesional). Y cuando eres batería puedes hacer lo que te dé la gana que nadie te va a reprochar nada. Tu acuérdate de Bonham y de Keith Moon. Los tíos hechos unos drogotas y unos broncas y nadie les dijo aquello de “¡Tu, yonqui de las balls, largo de nuestro grupo!” Si los malosos de la banda hubieran sido guitarristas, se habían ido al paro como está mandado. Pero a un batería se le tolera todo. A un batería se le mima y se le cuida porque es el dueño de la batería y como le busques sustituto… ¡Venga, dale, buscame un tío con una batería!

Ya lo sabes, chaval, tu a ahorrar para la batería y a practicar con unas perchas y un tambor de detergente. Y en cuanto se monte la banda, empieza exigiendo que quieres una furgoneta buena y amplia para que entre bien la batería. ¡Que se enteren de quien manda aquí!

Alex Tornasol

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El hombre que abandonó la colonia Varon Dandy (manifiesto antifilibustero)

Por fin, después de treinta años,  parecía haber encontrado la chica que en algún lugar de la galaxia parece reservada especialmente para uno. Incluso - ¿la mujer perfecta?-  le gustaba la música. En nuestro primer plan – aquel día tristemente abandoné la colonia Varón Dandy- fuimos al concierto de Nosotrash. Al terminar, en la misma sala, emocionado, compré el último disco de las asturianas. Entonces ella me dijo mirándome como si fuese el campeón del concurso de tontos del culo:  “Pero, no compres el disco, no tires el dinero,  ya te lo bajo yo de internet.”

Entonces pensé en cuánto dinero había gastado en discos a lo largo de mis treinta años de vida. Quinientos vinilos, seiscientos cedés, cuatrocientos singles...aproximadamente 15.000 euros...una auténtica fortuna que podría justificar cualquier filibusterismo.

Si desde mi adolescencia no hubiese comprado cada fin de semana un disco, quizás hubiese tenido más dinero para emborracharme- este es el secreto de mi extraña afición por el mosto Palacios-  y quizás hubiese sido más locuaz e ingenioso ante las mujeres que ignoraron – e ignoran- mi existencia.

Si hoy no tuviese la discografía completa de Bob Dylan o The Who y hubiese invertido mi paga familiar en camisetas de marca- un caballito, un cocodrilo o un quebrantahuesos-,   tal vez ahora estaría rodeado de las bellas rubias oxigenadas que pueblan mis sueños nórdicos. 

Si como la gente de mi generación hubiese sido un disciplinado fan de Miguel Bosé, Mili Vanili o incluso Samantha Fox que en el fondo sólo necesitan ruido de fondo y no música, quizás hubiese acabado convertido en líder juvenil y no en un sintozoide solo – ella, la chica del concierto, estaba regresando aceleradamente a su galaxia- en este planeta.

Definitivamente si no hubiese comprado tanta música, si no hubiese sido tan tonto del culo, mi vida hubiese sido otra ....pero no consigo arrepentirme.

Aquella noche ya no fue igual. Tomamos cuatro vinos – yo adicto al mosto-  que no consiguieron reparar lo que unas palabras pueden romper. La acompañé al portal, quizás – no estoy acostumbrado al Rioja- la besé y ella, como en uno de mis sueños, apuntó su número de teléfono con lápiz de labios en mi muñeca, pero yo sabía  - deep inside- que nunca más volvería a verla.

Leo the Last

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QUEERPUNK & HOMOCORE

No future for you, bonita

 “Tooralooraloo, Whackfoldadi

My Uncle was sent to Daingean

My Granda to letterfrack”.

Damien Dempsey

 A modo de historia…

Cuando en 1968 un jovencito Jamie Raid se paseaba por los jardines versallescos de la Universidad de París, no creo que sospechase que le faltaban escasos meses para ser expulsado acusado de colaborar en los desmanes de los situacionistas que precedieron a la revuelta famosa del mes de mayo que tal vez les suene de la tele. Pero… ¿pudieron acaso imaginar los rectores que esta expulsión cambiaría la historia de la música, o al menos de la estética, del siglo XX?

De vuelta a su país natal, y tras formar con un amigo de la infancia un grupúsculo post-situ en Londres, Jamie Raid y Malcom Mc Laren se dedican durante buena parte del año 1975 a manufacturar los pastiches de su primer fanzine, Suburban Press, adaptando al peculiar gusto sajón el ya de por sí cuestionable arte de los franceses para todo esto de la subversión y el caos. En este fanzine, y aprovechando el auge de una tecnología incipiente que tenía en la fotocopiadora su principal herramienta, aparecerán por vez primera los mimbres más característicos de lo que desde entonces se conoce como estética punk: cruces gamadas sobre cazadoras negras de cuero, imperdibles y remeras rotas a la altura de la rodilla, y un buen surtido de fotos trucadas de Marx y Cristo acompañadas de cruces invertidas, llamamientos inequívocos al homicidio o el incesto y la momia de Lenin en technicolor. Vamos, un primor. Amigos como son de Richard Hell, el voivoid puede considerarse el antecesor más preclaro de esta particular forma de llamar la atención de tus mayores desde el desayuno.

Padre putativo de todos y cada uno de los fanzines que asolan el orbe, Suburban Press inaugura un nuevo género y sobre todo una nueva estética; mezcla de carta extorsionista y collage dadaísta, los fanzines británicos de esta época servirán de correa de transmisión para toda la germinal patulea de jóvenes airados, verdaderos enragers del pre-tacherismo, que comienzan a asolar las calles desde Belfast hasta la Isla de Wright. Pero falta algo. Una noche, mientras cenan en la buhardilla de Mc Laren, la novia de éste -una pija llamada Vivienne Westwood - les enseña a modo de borrador lo que será su primera colección de haute-couture, eufemismo que encubre una laya de ligeros de prostituta enferma, bodies sadomasoquistas y collares de perro. Como ven, todo muy británico: nazi-chic para el proletariado. Lo que empieza siendo una broma tras los “overdose” de rigor acabará siendo el uniforme más plagiado en los próximos diez años desde Londres hasta Calcuta… Nota mental: si no fuera porque está muy feo burlarse de según qué cosas, el autor gustaría de rememorar aquí las hostias salvajes que se llevó la entidad absurda anteriormente conocida como Sid Vicious cuando recorrió de esta guisa (fundamental el detalle de la esvástica) las callejuelas del barrio judío de París en la película “Rock´n´Roll Swindle”.

“El punk se supone que es algo feo.

Así que yo debo ser superpunk.”

Un señor

Kreemos ke es necesario apostar por una estética kaótica ke muestre ke estamos en kontra de la sociedad aktual.

Otro señor

Un movimiento tan alocado en su génesis, nacido de una paradoja enrabietada, no podía dejar de producir variadas y lógicas ramificaciones adaptadas al gusto personal de la hinchada. Los más atildados, que asumen que no pueden salir de los BMW de sus padres de esa guisa,  deciden formar un subgrupo paralelo: los punkmods, rellenando sus viejas parkas de eslóganes radicales tipo “No more kellogs in my breakfast”, o ese tan gracioso que llevaba el bajista de los Jam: Weller stinks.

Otro subproducto de la bizarría punk de aquella época sería el queerpunk, conocido en USA como homocore, compuesto por los punks más combativos y perseguidos por la sociedad: los homosexuales. Debemos recordar que en los años 50 del siglo pasado, la palabra PUNK no era más que la denominación en slang carcelario  de los amantes masculinos de los presos heterosexuales y que su raíz literaria la tomaron de William Burroughs, quien usaba este vocablo en su matiz claramente insultante y marginal.

Tomando como precursores a los New York Dolls, cierta parte de la futura escena queer decide escupir a la sociedad bienpensante allí donde más les duele: en la ingle. Las portadas de los primeros vinilos de las muñequitas neoyorquinas les servirán de acicate, pese a conocer que los americanos sólo duermen con señoras, en concreto con la misma y sólo cuando la droga se lo permite. Otra banda del underground, Wayne County & Backstreets boys, se erige en precursora de la transexualidad cuando su cantante pasa a ser la bella Jayne en los 80.

De todas los grupos seminales que surgen en Inglaterra con el estallido punk, una única banda recogerá el estandarte de la casa Wilde: los Buzzcocks (en castellano, pollas zumbadoras) y muy en particular su líder Pete Shelley. Gay confeso, anarquista convicto, Shelley vio cómo eran censuradas en la BBC la mayoría de sus canciones, en particular “Homosapien” que sí, iba de eso. También de Manchester eran Ludus, un dúo de new wave cuya cantante, la hermosísima Linder,  sería conocida años después por su trabajo de fotógrafa oficial del cantante de los Smiths, otro punk con tendencias líricas y suaves.

Hartos de la deriva mainstream del movimiento por el oficialismo mediático de principios de la década de los ochenta, los queerpunks son los únicos que permanecen fieles al rigor antisistema de sus orígenes, rechazando tanto el convencionalismo hedonista de la escena gay por un lado, a la que reprochan su sumisión al capitalismo de las marcas y el consumo, como el sustrato ortodoxo y ultramachista de la escena punk oficial, cuya vertiente americana les sorprende con unas consignas cada vez más fascistas (No te drogues, no fumes, no folles con extraños).

A mediados de los 80 surgen en EEUU dos bandas seminales: por un lado los conocidos Pansy Division y más tarde los ignorados Los Crudos, éstos sin apenas repercusión en los medios pero cuyo líder, un uruguayo exiliado llamado Martín, escribirá poco después el himno pop más tarareado por el movimiento: “Hot ass pink”,  cuya traducción se me antoja irrelevante para los fines de este artículo y los ideales nacional-católicos de esta revista.

Paralelamente surgieron bandas lésbicas. Las más importantes en aquel primer momento fueron Team Dresch, liderada por Donna Dresch, creadora del sello Chainsaw, uno de los más importantes de la escena, y las escandalosas Tribe 8, mujeres que tocan ¡fíjense! con el torso desnudo, ejecutan una castración ritual sobre el escenario con un pene de plástico y se reivindican sadomasoquistas.

En 1994, las Tribe 8 fueron invitadas a Womyn’s Music Festival de Michigan, el festival lésbico más importante de Estados Unidos, que tiene más de cuatro décadas de antigüedad y que funciona como espacio de celebración, discusión y encuentro. Tribe 8 produjo una de las discusiones más virulentas en la historia del festival. Muchas de las participantes protestaron porque creían que la banda promovía la violencia en contra de las mujeres y las acusaban de misóginas, por el detalle tonto de la amputación fálica esa de antes. The Butchies, un trío de lesbianas liderado por Kaia (ex Team Dresch) grabaron un disco llamado Are We Not Femme? que alcanzó cierta popularidad. Ninja Death Squad es una banda de heterosexuales (sí, seguro), pero que tienen letras queerpunk, esto es serias. Muchas bandas abandonaron los ritmos más extremos y comenzaron a cultivar una suerte de homopop, algo así como los Astrud, U2 o  Sting pero en bueno. Una de las bandas más famosas de este subgénero, Homomilitia, es polaca, siendo bien conocida por sus flower-covers de grupos como Black Fag, The Partisans y Sedition. Así como Tribe 8 es la banda más famosa de punk lésbico, los referentes de punk gay masculino más importantes son los ya citados Pansy Division y Los Crudos. Estos últimos fueron editados en Argentina, nación modosa por excelencia, por Ugly Records, el sello de Fun People. La banda se disolvió pronto, pero su líder no tardaría en formar Limp Wrist (“Muñeca Quebrada”) y su primer álbum: “Hot AssPink”.

Cuando Los Crudos comenzaron a tocar no eran una banda propiamente homocore, pero dejemos a su cantante que nos explique lo que sucedió. Dice Martín que “en el año 1994 empecé a salir con un chico, pero era puro secreto. Hicimos una gira y empecé a largar. La primera tocada en la que hablé públicamente del tema fue cuando llegué a San Francisco, donde yo sabía que la escena punk estaba llena de homosexuales. La primera vez que lo dije en Chicago un montón de gente se subió al escenario para abrazarme. Otros dejaron de hablarme, mucho público de Los Crudos de la primera época. Cuando empecé a afrontar mi sexualidad ya tenía 25 años, y estaba bastante preparado. Ahora con Limp Wrist no escondemos nada, vamos mucho más al frente. Queremos tomar el espíritu de los primeros punks, gente de comunidades diferentes, ser políticos y confrontar a la sociedad porque somos chicos raros. En el homocore hay muy buenas cosas porque la actitud es la combativa de antes: también recuperamos el espíritu del primer movimiento gay lésbico, que en otro tiempo era realmente una lucha en la que se te iba la vida”. 

Estremecedoras palabras las de nuestro amigo Martín que, tal vez, sirvan para sofocar el drama de centenares de lectores de este fanzine que viven su homosexualidad en silencio.  

“La sociedad que oprime la aventura, consigue con eso únicamente oprimir a la sociedad.”

Gianni-Emilio Simonetti 

Démosle ahora una vuelta rápida al globo terráqueo… ¿Y en España? ¿Cuál es la frecuencia, Kenneth? Pues honestamente tenemos que decir que esta tendencia no ha gozado de gran éxito en nuestro país, debiendo soportar bien que mal no pocas incomprensiones del respetable, cuando no disgustos o incluso conatos de agresión e insultos a la identidad sexual de sus miembros. Puede parecer extraño, y de hecho lo es, que en un país donde cierto tipo de amor ha gozado de gran prédica en su clase política y empresarial, por no hablar de esa conocidísima elite musical que a todos nos viene a la mente cuando hablamos en los bares de estas cosas, resulta extraño decimos que en este país el queerpunk no haya triunfado estrepitosamente como se merece. Sin duda la explicación debemos buscarla en el matiz libertario del movimiento, porque todos sabemos que, en el fondo, la música, como los toros o el balompié, ha sido tradicionalmente en España cosa de “hombres”.

No obstante, sí quisiera destacar el que probablemente (no) quede para la posteridad como el mejor LP compuesto, grabado y editado en este país en los últimos quince años. Me estoy refiriendo, naturalmente, al sensacional “RockStation” (2000) de Fanny McNamara & Luis Miguélez, genuinos representantes del queerpunk nacional.

No es posible glosar esta obra maestra sin traer a colación el inmenso caudal de talento que, por arte de birlibirloque, atesoraron estos dos monstruos durante la grabación del disco. Este redactor no tiene ningún reparo en confesar que hasta dicho long play, la sola mención de cualquier impersonator en la órbita de Almodóvar bastaba para que le retirara sine die el saludo,  cuando no algo peor. Sin embargo, mentiría si dijese lo contrario: este cedé contiene a borbotones algo sin lo cual André Breton no concebía el verdadero arte y que el francés explicó muy bien con su conocida frase: la belleza será convulsa o no será. Pues de eso trata esta delicia: un  surtido cuétara de anarquismo camp en formato pop que sólo tras una atenta escucha desvela su auténtica simiente punk; infernal pandemonium de tabúes puestos del revés grabado precisamente ¡¡en el año 2000!!, esto es, bajo la égida de un momento político-cultural (que es lo mismo, oiga) neoliberal y de las JONS; asuntos como el consumo de estupefacientes, el amor entre/con/ante/bajo menores, la auto-reivindicación como “personaje” desde una oscuridad mediática que puede llegar a ser abisal (para que se me entienda mejor, “RockStation” es el “Transformer” de nuestra generación y McNamara es lo que en su día significó Lou Reed) e incluso el ADSL hard.com, entre otros de similar pelaje, son escupidos en la cara de la sociedad bienpensante de una época (la nuestra) que considera que el britpop es lo más radical a lo que podemos aspirar en cuanto a moda y sonido pero que no pasa de ser un pupurrí de insensateces largo tiempo masticadas y por ende inocuas. Para esta juventud sónica se graba “RockStation” en el 2000 d.c., una fecha que no es, no puede serlo, casual. Cambio de milenio, fake informático mediante, que se inaugura, al menos en lo musical, con el grito amanerado y rabioso de un Ave Fénix inteligente como pocos. Que no haya obtenido repercusión alguna a cinco años vista, mucho menos continuación, es la prueba del nueve que certifica su valía. ¡¡Ave César, los que bailan boggie-boogie te saludan!!  

KURT KANTSIN

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The Who: El puntazo wagneriano del rock

40 años de My Generation

¡Vamos!, ¿qué ha sido de los rabiosos y  desafiantes Who de “My Generation”,

“Won’t get fooled again” y “Mama’s got a squeeze box”?

Homer Simpson

El mundo estaba dominado por la canción ligera. Tras el estallido fugaz del primer rock’n’roll (los 50) los padres de familia, las mujeres decentes y las instituciones (el colegio, los guardas del parque, las porteras, la parroquia…) se habían hecho nuevamente con el poder. Todo hacía pensar que la música de baile y las bandas verbeneras compondrían el definitivo himno de la nueva sociedad de ñoñas y petardos (como ahora), pero entonces… ¡Entonces Dios creo a los Who! Y los chicos que buscaban diversión supieron que había llegado la hora de quemar vivos a folklóricos y cantautores. Había sonado la primera campanada de la revolución. Y el nuevo orden tenía un grito de guerra: My Generation. Era 1965. Hace 40 años.

Los lamentables inicios de los chicos del barrio

Érase una vez un chaval, mazo feo, que respondía al británico nombre de Peter Dennis Blandford Townshend (alias Pete Townshend; 19 de mayo de 1945 - ¿?) y que vivía en Londres. Sus papás, que eran músicos profesionales (saxo él, cantante ella), le regalaron una guitarra española cuando cumplió los 12 años y le matricularon en la escuela de arte Ealing cuando cumplió los 16. Allí, Pete conoció a otro chico, que tampoco iba para modelo de belleza, que se llamaba John (Alec) Entwistle (9 de octubre de 1944 – 27 de junio de 2002). Estos dos muchachos formaron un dúo estilo Dixieland que tocaba por pubs y demás establecimientos públicos. Pete tocaba el banjo y John formaba la sección de viento. ¡A que acojona! En una de sus lamentables actuaciones compartieron escenario con otro combo de su mismo barrio: los Detours. Se trataba de una banda que hacía skiffle y que lideraba un tal Roger (Harry) Daltrey (1 de marzo de 1944 - ¿?), soldador de profesión, que tocaba la guitarra (una cara guitarra Epiphone sobre la que se cimentaba el liderazgo de Daltrey). Roger era algo tapón pero no resultaba tan difícil de mirar como sus compañeros. Roger invitó a John a formar parte de The Detours y luego se unió también Pete. Así, los Detours eran Roger Daltrey a la guitarra, John Entwistle al bajo, Pete Townshend con otra guitarra, Dough Sandom a la batería y Colin Dawson como cantante. Era 1962.

Poco a poco los Detours fueron evolucionando desde su pesadilla skiffle hacia influencias más americanas, más rockeras, más negroides y más de rhythm’n’blues. El tal Colin (muy conocido en su casa a la hora de comer) dejó la banda y Roger Daltrey se convirtió en cantante. En enero de 1964 cambiaron el nombre de The Detours (otro grupo también se llamaba así) por el de The Who. Poco después de este cambio tomaron conciencia de que Dough tenía un sentido del ritmo ciertamente lamentable y fue expulsado. En su lugar entró un tipo con fama de desfasado mental, muy popular entre los adolescentes londinenses porque llevaba siempre un traje rosa (para ser más exactos y más british; color jengibre) y el pelo teñido a juego con el traje: Keith (John) Moon (23 de agosto de 1947 – 7 de septiembre de 1978).

Los primeros Who, los mods, un manager y las primeras grabaciones.

Los Who fueron ganando fans entre los mods que, en 1964, eran legión en Londres. Y tú te preguntarás inquieto: ¿Qué coño eran los mods? Pues podríamos decir que los mods fueron una especie de dandys tardíos, una clase de rollo romántico pasado de vueltas, unos adolescentes con subidón de anfetas jugando a ser un ejército de Lord Byrons rockeros, un colectivo con el cerebro atrofiado por la audición continua de música negra con el fin de semana como horizonte vital y el narcisismo-nihilista como toda referencia filosófica… Y aun encontrarás quien diga que no eran más que los bakalas de los 60. Y puede que en cierto modo los mods fueran una categoría de bakalas sesenteros, aunque con una radical diferencia respecto a los actuales reyes del chándal brillo: los mods preparaban una revolución juvenil, los bakalas no dan para tanto. Lo cierto es que, según estimaba la Asociación Británica de Profesionales de Peluquería en un folleto de distribución interna publicado en 1964, uno de cada tres jóvenes británicos era mod (lo que obligaba a todo peluquero a conocer ciertos peinados representativos del movimiento mod). Un mogollón cockney. Y los Who estaban ahí para general regocijo del personal mod.

Un mod muy prota y muy guay y muy de todo, Pete Meaden, se hizo cargo en mayo del 64 de la carrera de los Who convirtiéndose en su manager. Lo primero que hizo fue cambiarles el nombre a “The High Numbers” (una referencia en jerga al consumo de anfetas y a la integración en el rollo mod) y darles un genuino look mod. Así la banda  se convirtió en un combo para enterados del movimiento modernista y llegaron a grabar un single (cara A: I’m the face; cara B: Zoot Suit) con unas canciones que constituían un reciclaje de viejas canciones de R’n’B con nuevas letras de continuas referencias mod. El single no llegó a entrar en listas. Meaden no duraría.

Los reyes del Marquee

Por aquel tiempo un joven actor inglés empezaba a gozar de gran renombre gracias a un transgresor éxito de taquilla titulado Alfie. Era Michael Caine, Sir Michael Caine. Pues bien, Michael Caine compartía piso con el hermano del actor Terence Stamp, Chris Stamp, y el hijo del compositor cinematográfico Christopher Lambert, Kit Lambert. Los dos compañeros de piso aspiraban a convertirse en directores de cine pero el éxito (dinero, tías buenas, un Rolls, fiestas y demás prebendas de las que ya gozaba Caine) no llegaba. Un día Chris Stamp le dijo a Michael Caine que pensaban dejar el cine (y el piso, que ya no se podían permitir) para dedicarse a la música usando sus contactos y amistades y que habían conocido a una pequeña banda y que probarían a ser sus managers y a ver si de aquello salía algo positivo. La banda, lo has adivinado, eran los High Numbers. Era julio del 64.

Los que habían sido un fracaso como cineastas, Chris y Kit, demostraron ser unos estupendos managers musicales. Resultaron especialmente buenos como publicistas. Lo primero fue devolver a la banda su nombre original de The Who. Lo segundo fue prepararles una audición con EMI y fracasar en el intento de lograr un contrato. Lo tercero fue no desanimarse y apañar una actuación en el Marquee un martes por la noche. Lo cuarto fue repartir miles de octavillas negras diseñadas por un colega artista, Richard Barnes, anunciando el evento (a un lado Pete Townshend mostrando su peculiar estilo de tocar la guitarra y al otro la leyenda “The Who, maximum R&B) por todo Londres. Lo quinto fue una actuación donde todo aquel que no conocía a los Who flipó a colores.

Los que fueron al Marquee aquel martes encontraron un grupo con un especial sentido del espectáculo. Había un guitarrista loco que tocaba como nadie había visto nunca alternando saltos y agitando el brazo como si fuera el aspa de una hélice. Estaba un batería desquiciado que tocaba como si fuera el instrumento principal. Tenían un bajista que hacía que el bajo tomase el papel de una segunda guitarra. Y salía un cantante que usaba el micro como si fuera un látigo. La música era mitad melodía y mitad exceso rítmico. Las canciones dejaban de lado los “tequieros” y los “miraqueereslinda” para hablar de todas esas frustraciones perversas que ocupan el cerebro de cualquier adolescente (mis viejos son jilipoyas, me estoy matando a pajas, el colegio-trabajo es una mierda, las tías tan estrechas como tú me ponen…). Y para colmo, al final destrozaban todos los instrumentos en un ataque de locura irrefrenable. ¿Quién podía dar más por dos putas libras? El rollo pop ye-ye agonizaba.

Un productor maloso

Kit y Chris animaron a Pete (que como compositor más fecundo iba ocupando el puesto de líder en detrimento de Daltrey) a que compusiera una canción al estilo de lo que hacían entonces los Kinks para ver si así llamaban la atención de su productor, Shel Talmy. La canción fue “I can’t explain” y Talmy mordió el anzuelo. Les hizo firmar con Decca por 5 años. En mala hora.

Talmy se limitó a producir los primeros singles de los Who: “I can’t explain” (nº 8 en listas); “Anyway, anyhow, anywhere” (nº 10) y “My Generation” (nº 2). Singles que culminarían con la publicación del LP My Generation . El LP llegó a ser el 5º LP más vendido del 65 y supuso un antes y un después respecto a lo que se podía hacer con un grupo de rock. Fíjense ustedes en la propia canción de “My generation” que ya es un prodigio de novedades y modernidad: 1. La voz exageradamente chulesca de Daltrey con cortes casi escupidos en las palabras siguiendo los punteos del bajo; 2. Un bajo transformado en guitarra (el primer solo de bajo de la historia del rock); 3. La guitarra dando densidad a un tema que podría haber sonado perfectamente en lo mejor de los 80; 4. La batería dando la melodía; y 5. Letra con boutades autodestructivas como “I hope I die before I get old”. Y eso por no hablar de la espectacular estética del disco: una foto en picado de 4 tíos muy enfadados y Pete Townshend luciendo una chaqueta confeccionada con la Union Jack.

Lo malo fue que Talmy (preocupado por el éxito del 2º LP de los Kinks) y Decca (a tope con el 2º LP de los Rolling) apenas promocionaron el álbum. En Inglaterra la promoción se basó en lo que pudieron dar de si Kit y Chris a base de amistades e influencias. En Estados Unidos, Decca se lavó las manos (o más bien se tocó los huevos). Y el éxito del disco estuvo más basado en la caña que daba The Who en sus conciertos y en sus actuaciones de radio y televisión. Lo gracioso del caso es que tanto la canción “My Generation” como el disco homónimo se han mantenido frescos y vendibles (especialmente a finales de los 70 y primeros 80 con el revival mod) durante muchísimos años. ¿Quién se acuerda ahora del segundo de los Kinks?

Después de “My Generation”

Con el disco, Kit, Chris y los Who decidieron que lo mejor sería escapar de Decca y Talmy. La idea era promocionar a los Who en USA adecuadamente donde estaban seguros de que el efectista y espectacular estilo Whoniano sería mucho más apreciado. Ya se sabe que en Estados Unidos tienen un muy claro concepto del espectáculo que va desde el circo Barnum a la copa Nascar (frente al coñazo del ballet clásico y la Formula 1). Así firmaron con Atlantic (perfecta elección para una banda mod especializada en sonidos negroides) en USA y con Reaction en el Reino Unido. El primer single fue “Substitute” (Nº 5) y luego llego el álbum (que iba para opera rock) A quick one while he’s away (1966) y canciones como “I’m a boy” y “The kids are alright” y “Happy Jack” y “Pictures of Lily y “I can see for miles” y…

Al final tocaron en Woodstock y los americanos descubrieron a la banda de rock de sus sueños. Llegaron los primeros 70 y los mega conciertos. Llegaron la gloria sin límites y el escándalo sin fronteras. Fue el momento de que aquellos singles sesenteros se transformaran en himnos, de que las canciones pop se convirtieran en monumentos rock, de que una banda de rock no se parase en barras y compusiera operas, de que los Who fueran los Who que querían ser y de que los chicos descubrieran lo que podía dar de sí un concierto de rock.

Si, los Who alcanzaron la cima sin necesidad de llegar al número uno de las listas (nunca en toda su historia) pero con la etiqueta del escándalo siempre prendida en su equipaje. Los Who lo tuvieron todo y hoy son historia, la mejor historia, del rock. Y cuando vuelves a oír algo de ellos – la obertura de Tommy, pongamos por caso – y escuchas esa entrada guitarrera tan acojonante piensas que va a salir un nibelungo a rematar la faena, piensas que el fantasma de Wagner se ha adueñado del aparato. No lo piensas, perdón, estás seguro de que lo siguiente al punteo va a ser la caña, de que en cuanto entre la batería se va a mear el Parsifal ese. Y entonces sales al balcón de casa y frente a la multitud de chicos malos que se agolpan frente a tu casa gritas: ¿A quién preferís, a Keith Moon o a Barrabas?

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DE QUE SI Y DE QUE NO: Dimes y diretes de la historia de los Who.

Pocas bandas de la historia del rock han acumulado tantas leyendas en torno a sí como los Who. Con el fin de aclarar la verdadera historia de la banda y sus componentes recopilamos a continuación un poco de mitología. Sirva esto además para aclarar algo de la historia de los Who más allá del “My Generation”.

 El nombre de los Who se le ocurrió a un amigo de Daltrey. De que sí. El nombre fue idea del compañero de piso de Daltrey, Richard Barnes.

Los Who entraron en el libro Guinness de los records. De que sí. The Who logró el record de banda de rock más ruidosa en directo durante la primera mitad de los 70 alcanzando los 130 dbs a 40 m del escenario.

Lo de destruir los instrumentos al final de la actuación esta inspirado en las teorías de la autodestrucción del pintor Gustav Metzger que Townshend conoció en la escuela de Arte. De que no. Eso es una inventada de Townshend por hacerse el interesante. Lo que pasó es que Townshend rompió sin querer la guitarra durante un salto en un garito con techo bajo. Llegada la segunda actuación los mods fanáticos empezaron a corear “que lo repita” y Pete accedió y luego Moon que necesitaba poco ánimo para liarla se unió al show. Este follón se convirtió en una deuda con el público a partir de entonces.

La continua destrucción de equipos estuvo a punto de llevar al grupo a la ruina a partir de 1970. De que no. Si bien es cierto que la payasada final salía por un pico, lo que de verdad estuvo a punto de enviarles de vuelta al arroyo fue: a) el antiguo productor Talmy y la Decca que se quedaron con un 10% de los beneficios de The Who durante casi una década gracias a cierta cláusula del contrato y b) la afición a meter la zarpa en la caja por parte de Kit y Chris que terminó descubriendo Daltrey frustrando la confianza de Townshend en sus managers.

Los Who tenían prohibido el acceso a cualquier hotel de la cadena americana Holiday Inn. De que sí (y con razón). En una gira por USA en 1967 Keith Moon decidió celebrar su falso 21 cumpleaños en el hotel de Holiday Inn en Flint, Michigan. Keith tiró la megatarta de cumpleaños por el suelo, organizó una guerra de merengue que degeneró en guerra de extintores. Llamaron a la policía y Keith se rompió un diente huyendo de la poli al resbalar con los restos de tarta. Como venganza Keith terminó hundiendo un Cadillac en el fondo de la piscina (esto último lo niegan diversas fuentes). La cadena hotelera tomó medidas.

Los Who fueron amenazados de muerte por el IRA. De que sí. Debido a que Townshend lucía en los conciertos una chaqueta con el Union Jack por tela, los del IRA les avisaron de que si se le ocurría tocar así ataviado en Irlanda ya no necesitarían destrozar los instrumentos porque ellos se encargarían de hacerles volar por los aires. El concierto se celebró y Townshend lucio una chaqueta con los colores de la bandera irlandesa.

Los Who actúan en un capítulo de los Simpson. De que sí y de que no. En el episodio “Historia de dos Springfields” (2º episodio de la 12ª temporada) aparecen los Who para tocar en Springfield pero la voz es del hermano de Townshend.

Daltrey fue expulsado del grupo poco después de la aparición de My Generation. De que sí. Daltrey estaba obsesionado (lógico cuando estás rodeado de unos instrumentistas apelotantes y tú sólo eres el cantante pero no compones los mejores temas) con mantenerse como líder de la banda y con evitar que sus compañeros se drogasen más de la cuenta (normal si se tiene en cuenta la afición desmedida a los psicotrópicos de los tres amigos). Lo gracioso es que el método usado por Daltrey para mantener el orden y el liderazgo era un contundente reparto de hostias en el momento justo. Así que tras la grabación de My Generation, cuando Townshend se iba creciendo como compositor y líder del grupo, Daltrey fue expulsado por el resto hartos de recibir puñetazos. Daltrey volvió a las pocas semanas llorando, implorando perdón y jurando que no volvería a pegar a nadie. Y fue readmitido. No obstante, Daltrey volvió a las andadas unas cuantas veces. En 1971 tiró unas anfetas de Moon por la taza del water. Moon protestó y se hizo acreedor de un puñetazo que le dejo KO en el acto. En 1973 durante un mosqueo en una grabación, Townshend le golpeo con la guitarra en la cabeza y Daltrey le dejó fuera de combate de un perfecto directo.

Daltrey fue nombrado Sir. De que no. Daltrey fue nombrado Comandante del Imperio británico (2004), que es como una segunda división de los Sires.

Daltrey es familia de Scott Ian de Anthrax. De que no. La madre de la novia de Scott Ian era amiga del matrimonio Daltrey y medió para que Daltrey hiciera la segunda voz en el tema “Taking the music back” de los Anthrax.

Daltrey ha mantenido una carrera como actor. De que sí. Desde 1975 Daltrey ha participado en numerosas películas y series de televisión. Por la versión cinematográfica de la opera rock Tommy (1975; Dir. Ken Russell) fue nominado para el Globo de Oro de 1975. Yo recomiendo que te veas The Legacy (una de terror, 1978) y McVicar (1980).

La sordera parcial y “tinnitus” que padece Townshend es fruto del uso de explosivos para destrozar su batería por parte de Moon. De que no. Es cierto que durante la grabación de una actuación en el programa “Smothers Brothers Comedy Hour” (1967) a Moon se le fue la mano poniendo explosivos a la batería para el aplastante y destructivo final típico de los Who provocando heridas a Townshend y el desmayo de Bette Davis (que era la otra invitada al programa). ¡A que mola! Pero aquello no fue la causa. La sordera de Townshend se debe al continuo uso de cascos y a la exposición regular a los ya mencionados exagerados bafles de los conciertos de los Who.

Townshend fue condenado por pederasta. De que no (en cierto modo). En el 2003 fue detenido en una redada contra la pederastia tras usar su tarjeta de crédito para pagar a una página web de pornografía infantil. Se le confiscaron sus ordenadores y la policía no pudo encontrar nada que no fueran unas 15.000 canciones. Townshend se ofreció a colaborar con la policía para evitar el juicio. Townshend nunca fue procesado pero su nombre permanecerá durante 5 años en el registro británico de delincuentes sexuales y deberá presentarse anualmente ante la policía y cada vez que se mude. Si no lo hace será condenado a 5 años de cárcel. En una entrevista a la BBC, Townshend aseguró haber estado a punto de suicidarse por este asunto.

Townshend es bisexual. ¿A ti que coño te importa? No te parece que ya tiene bastante con lo de la pederastia.

Townshend estuvo metido en una secta. De que sí (pero menos). Townshend era seguidor de un guru indio, Meher Baba, que ofrecía una religión mezcla de sufismo, budismo y cristianismo. Tommy está inspirado en las enseñanzas de Baba y la canción “Baba O’Riley” está claramente dedicada al santón hindú. Ronnie Lane, bajista de los Faces, también era seguidor de este pirado.

Townshend ganó un Oscar por Tommy. De que no. Townshend recibió 5 premios Tony (los Oscars americanos del Teatro) por la versión de Tommy en Broadway en 1993.

La canción “Who are you” está basada en una noche de juerga de Pete Townshend con los Sex Pistols. De que sí. Tras firmar el finiquito con Kit y Chris en 1977 Pete se fue (a celebrarlo) de borrachera con los Pistols y acabó tirado en un portal y recogido por la policía.

Keith Moon fue el que dio la idea del nombre Led Zeppelin para la banda de Jimmy Page. Parece que de que sí. Moon había colaborado ya con Jeff Beck (Yardbirds) y Jimmy Page y John Paul Jones para la grabación del tema “Beck’s Bolero”. Page y Jones le contaron a Moon su idea de formar un grupo y este les dijo que aquello caería en picado como un Zeppelin de plomo (Lead Zeppelin).

Keith Moon fue sustituido por un miembro del público durante un concierto. De que sí. Keith Moon había sido abandonado por su mujer (que se había llevado a las niñas consigo) y se metía de todo (en una ocasión se metió un tranquilizante para elefantes y estuvo paralizado varios días) para sacudirse la depresión (le había dejado por borracho). Durante un concierto en San Francisco (1º de la gira USA) el pobre Moon quedó privado de consciencia (por así decirlo) en mitad de la movida. Pete agarró el micro y preguntó a los más de 60.000 tíos allí reunidos: ¿Hay alguien que sepa tocar la batería? (al más puro estilo Aterriza como puedas) Un tal Scott Halpin dijo que él sabía, subió al escenario, le explicaron 4 cosas y el concierto siguió hasta el final. A Scott le invitaron al catering y le regalaron un par de camisetas al acabar. Nadie reclamó el precio de la entrada.

Keith Moon tenía prohibido entrar al estudio de grabación mientras se grababan las voces. De que sí. Keith Moon tenía una voz entre lo horroroso y lo repelente y una destructiva idea del canto. Los demás Whos le tenían prohibido aparecer en las sesiones de voz porque el tío se empeñaba en cantar. En la canción “Happy Jack” se escucha a Townshend decir “Te he visto (I saw ya!)”. La frase va dirigida a Moon que estaba intentando colarse en el estudio.

Keith Moon siempre mintió sobre su edad. De que sí. No sabemos porque el tío juraba y perjuraba ser un año más viejo de lo que era.

Keith Moon murió por sobredosis de drogas. De que sí y de que no. La muerte de Moon es todo un follón de coincidencias. Moon estaba en tratamiento contra el alcoholismo y tomaba Heminevrina. Había pasado la noche con Paul McCartney en el preestreno de la peli The Buddy Holly Story y había bebido algo en la cena. Se puso nervioso y perdió la noción de cuantas pastillas iba tomando. Murió en la cama por un exceso de celo en el tratamiento de su alcoholismo. Y murió en la misma cama en la que años antes había muerto por similar causa Mama Cass (de Mama’s & The Papa’s). El piso era del horroroso cantante Nilsson y tardó pocos días en ponerlo a la venta. Si te ofrecen dormir en un piso de Curzon Place en Londres tras una noche de juerga… Simplemente di NO. Los Who se acabaron con la muerte de Keith Moon (1978), TE DIGAN LO QUE TE DIGAN.

John Entwistle usaba un traje estampado con un esqueleto. De que sí, pero solo en algunas giras. La banda decidió que aquel atuendo iba muy bien al estilo de John en el escenario que básicamente consistía en tocar haciendo como que pasaba un kilo de todo. Además, las composiciones de Entwistle se distinguen por unas letras con un curioso sentido negro del humor.

John Entwistle murió de sobredosis. De que no. Entwistle murió en su habitación del Hard Rock Hotel de Las Vegas en 2002 por un ataque al corazón. En la autopsia se detectaron restos de cocaína pero no una dosis como para provocar la muerte… lo que pasa es que padecía una enfermedad coronaria previa debido al consumo continuado de psicotrópicos.

John Entwistle murió en la más absoluta miseria. De que no, pero por poco. Lo que pasa es que Entwistle dejo un montón de deudas pendientes y los herederos sacaron su colección de guitarras y bajos a subasta (Sotheby’s) y tuvieron que vender su mansión de Cotswolds para afrontar las reclamaciones del fisco. Lo gracioso es que el primer trabajo de Entwistle fue en el departamento de inspectores de Hacienda como botones.

Texto: Caballero de Hadoque

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Benito Moreno : un olvidado

Desde el día que leí una entrevista en la que Fernando Márquez hablaba de un tal Benito Moreno como un antecedente conceptual de Antonio Luque, como fan de Sr. Chinarro me lancé a la búsqueda de material suyo. Tengo que decir que con mucha desconfianza, porque la mayoría de las veces que oyes que fulanito es como Vainica Doble o menganito como Rodrigo García luego te llevas un chasco terrorífico. Encontré una caja un tanto pobre de Fonomusic con 4 CDs que son los primeros 4 LPs que publicó y al escucharlos me llevé una sorpresa tremendamente positiva.

No se trata de descubrir a un supuesto genio olvidado injustamente sino de recordar los pequeños logros de este hombre que consisten en dos LPs (¿o son tres?) que son dos joyas de la música española, unas canciones muy personales y otras que, aunque no lo sean tanto, son muy hermosas. Otro de sus aciertos es la sobriedad de los arreglos y el sonido, guitarras acústicas y flamencas principalmente, y ni sombra de esas orquestaciones y producciones que tantos trabajos han estropeado o terminado de finiquitar.

Aunque Benito y Antonio son muy distintos lo que decía El Zurdo no es ninguna tontería, ambos tienen un tono de voz serio y apagado, como enfadado pero natural. Pero lo fundamental es la coincidencia en lo del sevillano aburrido que no sabe contar chistes (por lo menos en la forma más habitual y popular) y, más aún, que se espanta ante el despliegue de la Semana Santa sevillana, y en cierto modo ante el despliegue que los humanos llevamos a cabo en multitud de ocasiones con total sinsentido. Sin embargo los dos tienen un gran sentido del humor. Benito sin ser nada convencional lo es más que Antonio, formalmente más correcto aunque menos genial, es mucho más maduro (hay que tener en cuenta que para cuando graba ya es mayor mientras que a Antonio lo hemos visto crecer, y espero que lo veamos cada día un tanto por ciento más feliz) y sus textos son mucho más claros y profundos, pero evitando (casi) siempre los tópicos del cantautor hispano. Benito es un tipo serio, no un Serrat o un Sabina, ni tampoco un jipi brillante (pero jipi al fin y al cabo) como Sisa.

Lógicamente no comparte influencias "ochentero siniestras" aunque sea muy tétrico y enemigo del buen rollo, y tampoco compone en varias dimensiones.

Los cuatro discos son producciones de Gonzalo García-Pelayo y están grabados en Madrid aunque por entonces Benito vivía en Francia. El primero, "Romances del Lute y otras canciones", es de 1975, Triana están metidos por ahí pero no se asusten porque lo hacen bien, la sobriedad es asombrosa y los discretos arreglos flamencos dan en el blanco. Es el mejor y más personal (en disputa con el de las Sombras) de sus trabajos, sólo 8 canciones y todas buenas. Comienza con un tríptico sobre el Lute: "Romance de la huida", "Romance de la cogida" y un instrumental que nos remite a la celda ("Silencio en Cartagena"). Son bastante fúnebres y tienen algo de Triana (las únicas, tranquilos, y ni se nota) y de Morricone. No esperen la típica exaltación del delincuente perseguido por la justicia franquista y la crítica del poder establecido, Benito se limita a una melancólica descripción intentando acercarse al personaje más como persona que como mito. "Nana para no dormir" es como indica su título una nana al revés, una llamada a permanecer despiertos para enfrentarse al coco. ¿Monstruos SA? En todo caso sin el colegueo. La simpática "España huele a pueblo" es la comercial, a ritmo de pasodoble rompe la rutina del álbum y sirve un poco para coger aire antes de la oscura y sabia traca final. "Mis ojos" prende la mecha, "gimen como cerrojos, por no querer cerrarse van a arder y a quemarse igual que los rastrojos", poco hay que añadir, si tus ojos te hacen pecar arráncatelos. "Sevillano" reflexiona sobre su condición de hispalense, parece una oración mental en la que comenta el tema con Dios, "soy un sevillano tonto, un sevillano aburrido, de esos que se van de pronto sin anunciar que se han ido", "yo creo Señor en tu Gracia porque has hecho al ser humano y también en la desgracia de a veces ser sevillano", "no me pidas para ser sevillano de los buenos que te rece el Viernes Santo vestido de Nazareno, suprímeme la desgracia de caer en la tentación de volverme un sevillano de esos de televisión, hazme sevillano bueno, hondo sevillano hondo, no me hagas sevillanito señorito y sabiondo". Termina con "Canción de luto", una reflexión sobre la muerte muy entroncada con los medievales, acabemos de una vez con el buen rollo de jipis y burgueses y recordémosles que la muerte está a la vuelta de la esquina y que "con ella es difícil el cachondeo". Y unos dejes flamencos que podemos emparentar con los "ay, ay" desganados de Luque en la "Primera Opera Envasada Al Vacío".

"Ellos y ellos y ellos y...ella" (1976) es el segundo disco y la segunda de sus joyas, para mí baja medio escalón pero posiblemente contenga sus mejores composiciones. Es más de época y eso hace que algunas canciones estén más desfasadas, tiene algo de Serrat pero en mejor (el catalán no tiene un LP como este). Instrumentalmente sigue bien, mejor incluso, muy buenas guitarras (está Raimundo Amador pero tampoco se asusten) y arreglos. Lo bueno está en la oscura "Topacio", la más cercana al anterior, y en la belleza de "Huele a paisaje tu pelo", "Julia", "Mi niña" y "Primavera", que curiosamente son las que mantienen el toque flamenco, y también "Eso es todo", las canciones de amor y desamor tienen la ventaja de no desfasarse tanto. Más de la época es "Ra ra ra" que critica al fútbol y a la sociedad que lo sustenta (los hinchas) de forma muy grotesca, debe ser su composición más popular y curiosamente sirvió de sintonía en un programa deportivo. Tiene su gracia al igual que "Hablando con Pepa" que no es una canción sino una representación de un emigrante andaluz llamando por teléfono a su mujer, pero estas dos me las suelo saltar al escuchar el disco.
 

El tercero, "Mis Sombras Completas", (1978) es recomendable si te gustan bastante los dos primeros. Aparecen canciones en la línea del anterior, están bien pero se nota un estancamiento y parece que Benito ya ha agotado su pequeño talento musical.  El cuarto es "G. A. Bécquer" (1979) y son eso, poemas de éste musicados. Este ya es sólo para los muy entusiastas. Cuando se empieza a recurrir a poetas consagrados suele ser señal de peligro pero como hay gente a la que le encantan este tipo de discos pues lo mismo es el que más le gusta de Benito.

Posteriormente salieron "A Sevilla" (1983) y "La Vida" (1988) de los que nada puedo decir. Y en 1999 la sorpresa de nuevo con un "Me han quitado lo bailado" (fantástico título) que hace que me tenga que tragar mis comentarios: pequeño talento agotado y bla bla bla, ¿se agota el talento? Es un disco mucho más festivo y guasón que los antiguos y está lleno de buenas canciones. Verbena con clase.

En el 2000 otros dos heterodoxos como Vainica Doble y Sisa reaparecieron con "En Familia" y "Visca la Llibertat" respectivamente, Benito se les había adelantado con un trabajo que yo uniría a los de ellos como una vuelta de los veteranos talentosos a sus mejores momentos, salvando distancias si quieren. Pero en el caso del sevillano no pasó nada, después de todo siempre había sido un olvidado, a pesar de que gente como Manolo Escobar, María Jiménez, Los Payos o Camarón habían interpretado sus canciones. Quizá, como él dice, el éxito lo deja para aquellos que lo buscan y necesitan. Que les aproveche.

Terminar dándole las gracias al Zurdo porque si no lo cita es muy posible que nunca hubiera oído hablar de Benito Moreno.        Manolo Barrero

Imágenes: http://come.to/benitomoreno.

^^

 

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