Caballería
ligera
A principios del siglo XVI se podía hallar en Castilla dos formas diferentes de montar a caballo. Una era la monta "a la brida". Su origen se remontaba a la Alta Edad Media y era la manera tradicional de cabalgar de los nobles europeos. Su objetivo era obtener el máximo rendimiento posible del caballero equipado con armadura. Como el peso era considerable, se usaban animales muy fuertes, adiestrados para embestir frontalmente contra el enemigo. Al cabalgar, el caballero se apoyaba en unos largos estribos que le hacían llevar las piernas estiradas y le obligaban a usar largas espuelas. En la carga colocaba su lanza en ristre, bajo su brazo derecho, de tal manera que toda la energía de los cientos de kilos que pesaban reunidos el animal, el hombre y la armadura, lanzados a la carrera, se concentrase en la afilada punta de la moharra. El efecto era devastador, sin que valiese como protección escudo ni coraza alguna.
Pero, como ya se ha dicho, los castellanos tenían una segunda forma de cabalgar, la monta "a la jineta", muy popular tanto entre los nobles como entre los villanos. Tradicionalmente se asocia con los árabes, pero sin duda es mucho más antigua. A diferencia del caballero montado "a la brida", el hombre que montaba a la jineta no buscaba el choche frontal con su enemigo. Su manera de guerrear se basaba más en la velocidad y en la astucia, incluso en el engaño. Esta técnica recibía en España el noble de "corre fuye" y ya la habían utilizado, siglos atrás, los númidas y los íberos que cruzaron los Alpes con Aníbal para aplastar a las legiones de Roma en la llanura de Cannas. Otros enemigos de los romanos, los partos, ampliaron esta tradición guerrera, que heredaron y perfeccionaron los árabes con la introducción del estribo, volviendo así a la península con las banderas del Islam.
El "jinete" montaba sobre unos estribos muy altos, que le hacían llevar las piernas dobladas. Su silla era robusta, con un bocado duro de rienda simple. De esa manera se lllevaba al animal muy controlado, lo que permitía hacer giros y maniobras impensables en otro tipo de monta. Con una armadura ligerra y sobre caballos rápidos y bien domados, los jinetes atacaban al enemigo cuando éste menos se lo esperaba, hostigándolo con venablos y retirándose sin darle tiempo a preparar el contraataque. Esta operación se repetía una y otra vez, yendo y viniendo hasta marear al más paciente. Si el enemigo tomaba la iniciativa, los jinetes se dejaban perseguir hasta llevarle a algún lugar escarpado donde tenderle una encerrona que le costase la vida. Por el contrario, si el rival presentaba síntomas de debilidad, no dudaban en atacarle con fiereza usando lanzas ligeras. Los castellanos, a fuerza de luchar durante siglos contra los moros, eran expertos en este tipo de lucha, que exportaron a Italia con notable éxito durante la primera campaña del Gran Capitán.
Tanto el jinete que en aquellas tiempos tenía delante al enemigo, como el rejoneador que en nuestros días hace frente a un toro de lidia, necesitaban un caballo dócil, fuerte y preparado, que tenga coraje, tranquilidad y astucia. Por las caracteríscias de su doma, el caballo así instruido es capaz de realizar con naturalidad piruetas del derecho y del revés, apoyos y cambios de galope. En el campo de batalla, hombre y caballo debían ser capaces de permanecer impsabiles frente a un ataque enemigo, con el mismo aplomo que el rejoneador y su montura soportar a pie firme la embestida de un toro bravo con pitones de media luna, para esquivarlo en el último momento con una maniobra rápida y elegante. A una orden de su dueño, el caballo es capaz de hacer sin dificultad cambios bruscos de dirección y de paso, quiebros, cabriolas, caracoleos, con fulgurantes salidas al galope o paradas en seco, idóneas para evitar los cuernos de un toro o para llevar a un grupo de enemigos a una encerrona donde les espere la muerte.
Jinete español caracoleando
ante el enemigo.Se arma con una muy ligera lanza, un casco simple y una adarga
de cuero morisca. Ilustración de Antonio L.Martín Gómez
Ver: Caballería en la primera mitad del XVI o caballería pesada
y caballería en la segunda mitad del XVI
Pablo Martín Gómez. "Hombres y armas en la conquista de México". Editorial Almena.