3.- Grau declina el
Almirantazgo
Grau escribió a su compadre y
amigo, el diputado por Ica, Carlos Elías la siguiente carta:
Mi
querido compadre:
Con
gratísima satisfacción he leído tus dos cariñosas cartitas del 8
y el 13 del presente y sabido por ellas que tanto tú como Jesús
y demás familia se conserban a Dios gracias sin novedad.
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Carlos
María Elías, compadre y amigo de Grau, diputado por
Chincha, propuso su ascenso |
Tu no
ignoras querido Carlos, que soy hombre de pocas palabras, pero
las que sencillamente expreso son naturales y nacidas del
corazón, así pues, acepta en estas pocas líneas, mi más profundo
agradecimiento por tus sinceras felicitaciones y por todos los
demás servicios que me has prestado con motivo de mi ascenso a
contralmirante.
Que te
puedo yo contestar a los términos tan lisonjeros de tus amables
cartas, nada que no sea expresarte la estimación que te tengo.
Creo que
no debes darle tanta importancia al combate del 28 librado en
Antofagasta porque pudo hacerse más. Si algo pueden halagar en
este mundo los honores militares, ciertamente yo debería estar
muy satisfecho, como en efecto lo estoy por haber obtenido un
ascenso por unanimidad en ambas Cámaras, y sin embargo, de esto
me he visto obligado a renunciar, no al contralmirantazgo, que
no puede ser, pero sí a los goces y uso de la insignia, por
muchas razones que reservadamente te voy a referir
Primera razón.- Mientras el «Huáscar» tremole el simple
gallardete de comandante, nada de particular tendría que yo
huyera (conforme a órdenes) a la vista de un blindado, pero ya
con insignia de contralmirante, sería para mí muy vergonzoso
tener que correr con ella izada.
Segunda razón.- Yo abrigo la vanidad de creer que ninguno maneja al «Huáscar» como yo, y en este concepto no encuentro
otro que me reemplace, que conozca las cualidades y defectos de
este buque, circunstancia que influye principalmente en el éxito
en un combate. Como almirante en jefe, no me sería posible que
yo dirigiese el buque y en el caso de tener comandante habría
necesidad de estarle diciendo, colóquese Ud. en tal o cual
situación, vaya para atrás o para adelante, etc, etc. Lo que no
es posible mandar en un combate y con un solo buque.
Tercera razón.- Prado con su vanidad, cree saber más de
marina que cualquiera de nuestros jefes y da órdenes y discute
asuntos profesionales con un aplomo asombroso. Aparte del
sistema que tiene ya arraigado de entenderse con los inferiores,
sin consultar con los superiores, dando esto lugar a ponerlos en
ridículo.
Cuarta
razón.- Se me quiere imponer un comandante que a mi no me
conviene, porque no lo creo competente.
Todos estos fundamentos han
obrado en mi ánimo (y otros muchos que el apuro no me permite
consignar) para decidirme a solicitar que se me deje como simple
comandante del
«Huáscar» y se me excuse el uso de
la insignia.
Como tu
comprenderás, también he renunciado al sueldo por ser lógico.
Todavía no me ha contestado el director de la Guerra.
Francamente te lo digo, yo no deseo el mando de la escuadra (que
entre paréntesis está reducido a este buque) pero lo natural
hubiera sido que al mandarme mis despachos, el gobierno ha
debido mandarme mi nombramiento de comandante general de la
escuadra, en lugar de dejarme de jefe de división como antes.
No dudo
que después de la relación que te he hecho, me des tu
aprobación, justificando mi proceder. Espero me lo digas con
toda sinceridad.
Saluda a
Jesús cariñosamente, lo mismo a Misia Manuela Rosita y a Pedro,
sin olvidar a Marianita, Misia Rosario, Enriqueta y Canaval, y
tú recibe un fuerte abrazo de tu afectísimo amigo y compadre.
Miguel
Grau
P.D.
Mi estación aquí se ha prolongado más de lo que yo hubiera
deseado por haberse ignorado el paradero de los buques enemigos.
Dales memorias a nuestros amigos de hoja redonda y diles que si
los héroes son como yo, declaro que no han existido héroes en el
mundo.
Deseo me
guardes el secreto respecto a la renuncia. La «Unión» hizo viaje
a la China: llegó al estrecho dos días después de que había
pasado el “Glenelg” y dejó el estrecho, dos días antes que
pasara por allí el “Genovese”, ambos con armas.
Grau aprovechó su instancia
en Arica para escribir al presidente Prado su decisión de
renunciar al uso de la insignia de almirante en su barco, y
seguir siempre como comandante del «Huáscar», percibiendo
siempre su sueldo de capitán de navío
Con fecha 3 de septiembre, Grau
envía una carta a su cuñada Manuela Cabero de Viel, casada con
el capitán de fragata don Oscar Viel Toro, de acaudaladas
familias de Santiago de Chile, y comandante de la «Chacabuco».
Entre otras cosas le decía:
“Te aseguro querida hermana, que
cada día estoy más contrariado por no verle todavía un término a
esta guerra que yo siempre he considerado y considero hoy mismo
como fratricida o guerra civil”
Rememora la muerte del
comandante Prat del que dice murió como un héroe sin que él nada hubiera podido hacer por salvarlo, “lo que amargó su
pequeña victoria”. Siempre había dicho a sus oficiales, que
consideraría como una desventura tener que enfrentarse a la «Chacabuco»,
porque cada comandante tenía que cumplir con su deber para con
sus respectivas patrias.
Tampoco desperdició Grau
tiempo, en pedir con el carácter de urgencia, la limpieza de los
fondos del «Huáscar» que le hacía perder velocidad, y una
reparación total del monitor, y claro, reiteraba la entrega de
granadas Palliser.
El 18 de agosto escribía, al
senador por Piura Pablo Seminario Echandía al que lo unía
parentesco, la carta donde decía lo siguiente:
Por periódicos de la capital, en
el registro de las sesiones de la cámara de Senadores, me he
informado de la proposición que Ud. y varios amigos de la Cámara
se han dignado presentar para que el congreso me eleve a la
clase de contralmirante y se conceda a los jefes, oficiales y
tripulación
de este buque una Medalla de Honor por los hechos de armas del
21 y 29 de mayo y 9 de julio últimos. Los términos en que está
concebida la parte considerativa de esta proposición, sumamente
honorífica para mí, son por sí solos, prescindiendo del valor
de la recompensa, una prueba bien determinada de la estimación
que Ud. me profesa, toda vez que no creo haber hecho todavía lo
suficiente para merecerla.”
Aprovechando su permanencia en Arica, Grau remitió la carta
siguiente a los propietarios de “El Comercio” de Lima:
Monitor «Huáscar»,
al ancla. Arica septiembre, 5 de 1879.
S.S.D.
José A Miró Quesada
D. Luis
Carranza.
Estimados
amigos:
En la
edición de la tarde del periódico de “El Comercio” del cual son
ustedes dignos editores, correspondiente al 18 del pasado, he
leído con notable satisfacción el artículo editorial que se
ocupa especialmente de mi para encomiar el éxito de las
expediciones que ha llevado a cabo este buque durante la
presente campaña y para prestar su aprobación al acuerdo de la
cámara de Diputados, respecto de que el supremo gobierno, me
proponga para la alta clase de contralmirante, a cuyo alto
empleo tienen ustedes la amabilidad de creerme acreedor.
Yo no se
con que palabras expresar mejor mi reconocimiento a la
distinción, de que soy objetos y a los elogios que
bondadosamente se me prodigan por personas distinguidas, cuya
opinión tanto respeto. El vehemente deseo de servir a mi patria,
conque hasta ahora he desempeñado las comisiones, que se me han
confiado, estaría satisfecho si estimase que en ellas he hecho
algo, más que cumplir estrictamente con mi deber. Por este
motivo cuando recibo tantos favores, no puedo ver en ellas más
que una prueba de estimación y de aprecio personales, que me
honran altamente y por lo cual, me es placentero manifestar mi
más sincera y cordial gratitud.
Dígnense
ustedes aceptar estos sentimientos y recibir las seguridades de
mi más distinguida consideración y del aprecio con que soy de
Uds. atento amigo y s.s.
Miguel
Grau