GRAU  El peruano del milenio

Reynaldo Moya Espinosa

Carátula

Contenido

Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Bibliografía

Biografía de R. Moya E.

 

CAPÍTULO IX:

EL ASCENSO DE GRAU

3.- Grau declina el Almirantazgo 

Grau escribió a su compadre y amigo, el diputado por Ica, Carlos Elías la siguiente carta: 

Mi querido compadre: 

Con gratísima satisfacción he leído tus dos cariñosas cartitas del 8 y el 13 del presente y sabido por ellas que tanto tú como Jesús y demás familia se conserban a Dios gracias sin novedad. 

Carlos María Elías, compadre y amigo de Grau, diputado por Chincha, propuso su ascenso

 Tu no ignoras querido Carlos, que soy hombre de pocas palabras, pero las que sencillamente expreso son naturales y nacidas del corazón, así pues, acepta en estas pocas líneas, mi más profundo agradecimiento por tus sinceras felicitaciones y por todos los demás servicios que me has prestado con motivo de mi ascenso a contralmirante. 

Que te puedo yo contestar a los términos tan lisonjeros de tus amables cartas, nada que no sea  expresarte la estimación que te tengo. 

Creo que no debes darle tanta importancia al combate del 28 librado en Antofagasta porque pudo hacerse más. Si algo pueden halagar en este mundo los honores militares, ciertamente yo debería estar muy satisfecho, como en efecto lo estoy por haber obtenido un ascenso por unanimidad en ambas Cámaras, y sin embargo, de esto me he visto obligado a renunciar, no al contralmirantazgo, que no puede ser, pero sí a los goces y uso de la insignia, por muchas razones que reservadamente te voy a referir 

Primera razón.- Mientras el «Huáscar» tremole el simple gallardete de comandante, nada de particular tendría que yo huyera (conforme a órdenes) a la vista de un blindado, pero ya con insignia de contralmirante, sería para mí muy vergonzoso tener que correr con ella izada. 

Segunda razón.- Yo abrigo la vanidad de creer que ninguno maneja al «Huáscar» como  yo, y en este concepto no encuentro otro que me reemplace, que conozca las cualidades y defectos de este buque, circunstancia que influye principalmente en el éxito en un combate. Como almirante en jefe, no me sería posible que yo dirigiese el buque y en el caso de tener comandante habría necesidad de estarle diciendo, colóquese Ud. en tal o cual situación, vaya para atrás o para adelante, etc, etc. Lo que no es posible mandar en un combate y con un solo buque.  

Tercera razón.- Prado con su vanidad, cree saber más de marina que cualquiera de nuestros jefes y da órdenes y discute asuntos profesionales con un aplomo asombroso. Aparte del sistema que tiene ya arraigado de entenderse con los inferiores, sin consultar con los superiores, dando esto lugar a ponerlos en ridículo. 

Cuarta razón.- Se me quiere imponer un comandante que a mi no me conviene, porque no lo creo competente. 

Todos estos fundamentos han obrado en mi ánimo (y otros muchos que el apuro no me permite consignar) para decidirme a solicitar que se me deje como simple comandante del «Huáscar» y se me excuse el uso de la insignia. 

Como tu comprenderás, también he renunciado al sueldo por ser lógico. Todavía no me ha contestado el director de la Guerra. 

Francamente te lo digo, yo no deseo el mando de la escuadra (que entre paréntesis está reducido a este buque) pero lo natural hubiera sido que al mandarme mis despachos, el gobierno ha debido mandarme mi nombramiento de comandante general de la escuadra, en lugar de dejarme de jefe de división como antes.

No dudo que después de la relación que te he hecho, me des tu aprobación, justificando mi proceder. Espero me lo digas con toda sinceridad. 

Saluda a Jesús cariñosamente, lo mismo a Misia Manuela Rosita y a Pedro, sin olvidar a Marianita, Misia Rosario, Enriqueta y Canaval, y tú recibe un fuerte abrazo de tu afectísimo amigo y compadre.  

Miguel Grau 

P.D. Mi estación aquí se ha prolongado más de lo que yo hubiera deseado por haberse ignorado el paradero de los buques enemigos. Dales memorias a nuestros amigos de hoja redonda y diles que si los héroes son como yo, declaro que no han existido héroes en el mundo. 

Deseo me guardes el secreto respecto a la renuncia. La «Unión» hizo viaje a la China: llegó al estrecho dos días después de que había pasado el “Glenelg” y dejó el estrecho, dos días antes que pasara por allí el “Genovese”, ambos con armas. 

Grau aprovechó su  instancia en Arica para escribir al presidente Prado su decisión de renunciar al uso de la insignia de almirante en su barco, y seguir siempre como comandante del «Huáscar», percibiendo siempre su sueldo de capitán de navío 

Con fecha 3 de septiembre, Grau envía una carta a su cuñada Manuela Cabero de Viel, casada con el capitán de fragata don Oscar Viel Toro, de acaudaladas familias de Santiago de Chile, y comandante de la «Chacabuco». Entre otras cosas le decía: “Te aseguro querida hermana, que cada día estoy más contrariado por no verle todavía un término a esta guerra que yo siempre he considerado y considero hoy mismo como fratricida o guerra civil”  

Rememora la muerte del comandante Prat del que dice murió como un héroe sin que él nada hubiera podido hacer por salvarlo, “lo que amargó su pequeña victoria”. Siempre había dicho a sus oficiales, que consideraría como una desventura tener que enfrentarse a la «Chacabuco», porque cada comandante tenía que cumplir con su deber para con sus respectivas patrias. 

Tampoco desperdició Grau tiempo, en pedir con el carácter de urgencia, la limpieza de los fondos del  «Huáscar» que le hacía perder velocidad, y una reparación total del monitor, y claro, reiteraba la entrega de granadas Palliser. 

El 18 de agosto escribía, al senador  por Piura Pablo Seminario Echandía al que lo unía parentesco, la carta donde decía lo siguiente: 

Por periódicos de la capital, en el registro de las sesiones de la cámara de Senadores, me he informado de la proposición que Ud. y varios amigos de la Cámara se han dignado presentar para que el congreso me eleve a la clase de contralmirante y se conceda a los jefes, oficiales y tripulación de este buque una Medalla de Honor por los hechos de armas del 21 y 29 de mayo y 9 de julio últimos. Los términos en que está concebida la parte considerativa de esta proposición, sumamente honorífica para mí, son por sí solos, prescindiendo  del valor de la recompensa, una prueba bien determinada de la estimación que Ud. me profesa, toda vez que no creo haber hecho todavía  lo suficiente para merecerla.” 

Aprovechando su permanencia en Arica, Grau remitió la carta siguiente a los propietarios de “El Comercio” de Lima: 

Monitor «Huáscar», al ancla. Arica septiembre, 5 de 1879. 

 

S.S.D. José A Miró Quesada

D. Luis Carranza. 

Estimados amigos: 

En la edición de la tarde del periódico de “El Comercio” del cual son ustedes dignos editores, correspondiente al 18 del pasado, he leído con notable satisfacción el artículo editorial que se ocupa especialmente de mi para encomiar el éxito de las expediciones que ha llevado a cabo este buque durante la presente campaña y para prestar su aprobación al acuerdo de la cámara de Diputados, respecto de que el supremo gobierno, me proponga para la alta clase de contralmirante, a cuyo alto empleo tienen ustedes la amabilidad de creerme acreedor. 

Yo no se con que palabras expresar mejor mi reconocimiento a la distinción, de que soy objetos y a los elogios que bondadosamente se me prodigan por personas distinguidas, cuya opinión tanto respeto. El vehemente deseo de servir a mi patria, conque hasta ahora he desempeñado las comisiones, que se me han confiado, estaría satisfecho si estimase que en ellas he hecho algo, más que cumplir estrictamente con mi deber. Por este motivo cuando recibo tantos favores, no puedo ver en ellas más que  una prueba de estimación y de aprecio personales, que me honran altamente y por lo cual, me es placentero  manifestar mi más sincera y cordial gratitud. 

Dígnense ustedes aceptar estos sentimientos y recibir  las seguridades de mi más distinguida consideración y del aprecio con que soy de Uds. atento amigo y s.s.

Miguel Grau