1.- Jubiloso recibimiento en Arica
En el Congreso Extraordinario
celebrado en Lima, se trató el 31 de julio de los éxitos de
Grau e interpretándose el sentir general de la opinión fue
propuesto su ascenso para Contralmirante. Pero el
procedimiento constitucional, era que la iniciativa debía de
partir del Poder Ejecutivo, por cuyo motivo el 26 de agosto
de 1879 se aprobó la propuesta y se envió al Ejecutivo.
Pronto, la noticia del
ascenso de Grau llegó a Arica y de aquí por telégrafo a
Iquique y en todos los lugares causó general beneplácito.
Por eso cuando el «Huáscar» llegó el 29 de agosto a las
5.15 de la tarde a Iquique, una abigarrada multitud
aglomerada en el muelle con una banda de músicos, lo recibió
entusiasta- mente. Fue de esa forma que Grau tuvo
conocimiento de su ascenso, lo que causó alegría entre
jefes, oficiales y demás tripulantes del «Huáscar» que
congratularon a su jefe y le dieron muchas muestras de
sincero aprecio, sin pensar que a ellos nada les había
tocado.
El día 30 también a las 5 de
la tarde el «Huáscar» ingresaba al puerto de Arica. Allí lo
esperaba una gran multitud, estimada en 2.000 personas que
entusiastamente lanzaban vivas al Almirante Grau, al Perú y
Bolivia y agitaban banderitas de los dos países. En primera
fila en el muelle, se encontraba su camarada y paisano
contralmirante Montero, jefe de la plaza de Arica. Hasta
allí llegó también una delegación de altos jefes bolivianos
portadores de los saludos y felicitaciones del Presidente
Daza, Junto con Montero se encontraban altos jefes y
marinos, pero a lo lejos se pudo observar que el «Huáscar»
no tenía al tope la insignia de almirante, sino que
siempre, había venido usando la de monitor. Ante la
sorpresa general, Grau desembarcó exhibiendo siempre sus
insignias de capitán de navío y no las charreteras de
almirante. El primer abrazo y saludo que recibió Grau fue el
de su amigo el contralmirante Montero, al cual casi de
inmediato le preguntó ¿cuándo llegan las granadas Palliser?
lo que por lo visto se había convertido en una obsesión para
Grau. El tiempo le daría la razón. Las calles de Arica
estaban apretujadas de gente que lo aclamaba, Entre ellos
estaba saludándolo con aire triste el Dr. Arturo de los
Heros, padre del marino muerto en el combate de Antofagasta.
Grau fue llevado por Montero, a la casa donde despachaba el
Presidente Prado, que lo recibió en la puerta con un abrazo,
luego con el contralmirante Montero pasaron a la terraza
donde los tres hombres conferenciaron.
Posteriormente, cuando con
Montero conversaban sobre el entusiasta recibimiento que se
le había hecho, Grau decía. Todo esto está bien, pero
¿cuándo llegan las granadas Palliser?.
Grau, envió el 4 de
septiembre en Arica a su superior inmediato. una
comunicación en la que elogió el comportamiento valeroso, la
distinguida conducta, su puntualidad en el servicio y la
resignación con que habían venido sobrellevando las fatigas
que les había impuesto la campaña, jefes, oficiales y
tripulantes. Luego pidió el ascenso a la clase inmediata a
los jefes y oficiales y el título de guardias marinas para
los aspirantes y tripulación del monitor