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Principales
repercusiones Demográficas: No se ha podido medir con exactitud la repercusión de la guerra en la población europea por las dudosas estimaciones referentes a los muertos civiles o al déficit de nacimientos, o por la falta de claridad de las bajas militares. A pesar de las dificultades, una primera aproximación arroja el escalofriante saldo de casi diez millones de muertos entre civiles y militares, de los que 7,5 pertenecen a Europa. Alemania se sitúa a la cabeza seguida por Austria-Hungría y Francia. A destacar los casi tres millones de bajas de Rusia, a la que hay que añadir las muertes acaecidas en su inmediata y cruenta guerra civil. Se calculan en torno a veinte millones de heridos y mutilados de guerra, algo más de cuatro millones de viudas y alrededor de ocho millones de huérfanos. A todo ello hay que añadir la llamada "gripe española", epidemia que se expandió por en continente en el invierno de 1918 poniendo un macabro colofón al número de bajas de la guerra. |
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Desde el punto de vista cualitativo, estas pérdidas resultan aún más
significativas demográficamente por tratarse en su mayoría de
hombres jóvenes en plena edad reproductiva, con las hipotecas que
tal condición entraña a corto y medio plazo en los comportamientos
demográficos. Las tasas brutas de natalidad descienden en todos los
países comprometidos en la contienda, destacando Francia, Alemania
e Italia. Como consecuencia de todo ello, aparecen años después en
las pirámides de edades las "generaciones huecas", que
constituyen un hándicap importante a la hora de la reconstrucción
interna.
Económicas: Las graves secuelas monetarias y financieras se
acompañan de una desarticulación de los sectores productivos, la
reducción del potencial agrícola e industrial y profundas
alteraciones en la estructura socio-profesional. Nunca antes los países
se habían enfrentado al reto de la reconversión de sectores
enteros que durante el conflicto habían servido a los intereses bélicos,
a lo que hay que añadir la ruptura de la red comercial europea, vacío
que pronto se prestan a ocupar tanto el Japón como los Estados
Unidos. El secular dominio económico de Europa en el mundo pasa al
olvido. Político - territoriales: Con la exclusión expresa de los países vencidos, los países aliados se sientan entre enero y junio de 1919 en París para hablar de paz, recayendo el peso de los debates en el Consejo de los Cuatro, formado por los representantes de Estados Unidos (presidente Wilson), Gran Bretaña (Lloyd- George), Francia (Clemenceau) e Italia (Orlando). Desde las primeras reuniones son patentes las divergencias existentes entre el idealismo wilsoniano, acorde con los Catorce Puntos presentados al Congreso en 1918, el revanchismo de una Francia intransigente partidaria de la mano dura con los vencidos, el pragmatismo británico y los anhelos italianos de ver cumplidas las cláusulas firmadas en el tratado secreto firmado en Londres. |
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Alcanzar unos niveles mínimos de consenso va a exigir múltiples
sesiones y mucha frustraciones. La postura de la marginada
delegación alemana consiste en repudiar la política realizada por el
ya caído Imperio y rechazar cualquier trato denigrante para su país. A
pesar de ello, la joven República Alemana firma el 28 de Junio el Tratado
de Versalles, cuyos 440 artículos describen con minuciosidad una
serie de cláusulas de tipo territorial, militar, económico y penal
para disgusto y resentimiento de la mayor parte de sus destinatarios (se
especifican aspectos como la desmilitarización del la orilla izquierda
del Rin, la limitación del Ejército a 100.000 hombres, pérdidas
territoriales, pago de 132.000 millones de marcos- oro, juicio a los
criminales de guerra,...). A él seguirán otros cuatro tratados más
firmados con los restantes países vencidos: Tratado de Saint Germain con
Austria (10/ IX/ 1919), Tratado de Neuilly con Bulgaria (27/ XI/
1919), Tratado de Trianón con Hungría (4/ VI/ 1920) y Tratado
de Sèvres con Turquía (11/ VIII/ 1920). En 1923 el Tratado de Lausana
afectaría nuevamente a Turquía. |