ARQUEO AEGYPTOS

EGIPTO MÁGICO

Ushebtis, los sirvientes del Más Allá

 


Texto De Amenofhis III


El término de la palabra Shawabti nos es desconocido, pero las primeras denominaciones son la palabra Shauabti y Shabti, que provienen de la palabra egipcia de "madera". Sin embargo, el término más utilizado sería el de Ushebti, cuya traducción es "el que responde", más adecuado para la función de estas estatuillas. El material utilizado para fabricarlas varía según el poder adquisitivo del difunto. Su función, servir al muerto  en el Más Allá. Con esta tarea, se pretendía que la persona enterrada no realizase ningún tipo de esfuerzo una vez hallado en los ansiados campos del Ialu. A partir del Imperio Medio, cuando los derechos de la vida en el Más Allá alcanzó a toda  persona de cualquier clase social, su fabricación se hizo por miles de millones. Estas estatuillas, que solían ser de madera, de fayenza ó cerámica, vino a sustituir una de las prácticas más ancestrales y antinaturales que poseyó Egipto en los albores de su Historia. 

Al  comienzo de sus días como Estado unificado, Egipto adoptó costumbres rituales que ya provenían de la cultura Naqqada II, alrededor del año 3500 antes de Cristo. Esta horrible práctica consistía en sacrificar a los sirvientes del rey difunto. En la región de Abydos, Flinders Petrie desenterró las mastabas de los reyes de la I Dinastía. Hombres como Aha, había sacrificado a 338 sirvientes. Eran hombres y mujeres que fueron enterrados con estelas que llevaban sus nombres grabados en ellas. Estos ritos fueron rodando hasta el final de la I Dinastía, y  esporádicamente en algún momento de la II Dinastía. Cuando se inicia la III Dinastía y el inicio de las grandes Pirámides, los Ushebtis ya se habían ganado los favores del faraón.

 

Estas curiosas estatuillas funerarias iban recubiertas en ocasiones de textos mágicos, que suponían como las órdenes que el difunto daba a cada uno de sus sirvientes. En los Textos para salir al Día hay fórmulas que sirven para los Ushebtis. "¡Oh, Ushebti a mi designado! Si soy llamado o soy destinado a hacer cualquier trabajo que ha de ser hecho en el reino de los muertos, si ciertamente además se te ponen obstáculos como a un hombre en sus obligaciones, debes destacarte a ti mismo por mí en cada ocasión de arar los campos, de irrigar las orillas, ó de transportar arena del este al oeste: Aquí estoy, habrás de decir". De hecho, esta es una antigua fórmula ya utilizada en los Textos de los Sarcófagos. Los textos podían colocarse en las piernas de la figurilla, ó en su parte dorsal. De entre los millones de Ushebtis que han llegado hasta nosotros, su tipología es muy variada. Desde los más bellos a los más toscos, desde los llamados a cumplir las tareas más  sencillas a los que deben realizar auténticas investigaciones.  Sí hay un tipo de estatuillas que difieren del resto, y son las fabricadas para el rey. Éstas incluso portan el uraeus real, las coronas del Alto ó del Bajo Egipto, el tocado nemes, la barba postiza ó cualquiera de los símbolos típicos del faraón. 

  

Su aspecto no es el de una momia, y en ocasiones, podemos hallarnos ante  un verdadero ejército de guerreros armados, dispuestos a dar su vida en nombre de su faraón. Sus vestiduras son también muy variantes. Durante el Imperio Nuevo, lucen los típicos atuendos de la vida cotidiana, sin embargo, a partir de la Epoca Baja, ó el III Período Intermedio las figuras vuelven a adoptar su figura de sarcófago, y su confección más usual es la fayenza, puesto que a partir de la XXV Dinastía casi se abandona el trabajo de la piedra. En sus manos, los Ushebtis llevan las herramientas necesarias para realizar sus tareas. Algunos, incluso portaban su bolsa para las semillas. El uso de amuletos mágicos por parte de los propios Ushebtis tampoco es inusual. El pilar Djed ó el nudo Tjet de Isis fueron los más utilizados. 

En el caso de los más pudientes, solían adecuarse con auténticos grupos organizados de Ushebtis. Se llegaron a descubrir incluso, estatuas con cabeza de toro Apis. Casi todos ellos, los que se lo podían permitir, solían utilizar un gran número de ellos. Por supuesto, los faraones, contaron con cientos de sirvientes. Tutankhamón se llevó con sigo al Más Allá un total de 471 Ushebtis, todos ellos con una función determinada. Un faraón de la XXV Dinastía, Sheskemanesken, tenía en su pirámide del país de Kush un total de 1277 de estos sirvientes de piedra, que alcanzaron los 20 centímetros de altura. 

 

Los Ushebtis llegaron a tener depósitos votivos. Jaemwaset, el hijo de Ramsés II tuvo unos cincuenta, y Pazair, un contemporáneo de Jaemwaset, tuvo varias decenas. Hoy día, el Museo del Louvre cuenta con la mejor colección de Ushebtis, superando el número de 42.000 piezas. Estos trabajadores para la eternidad sobrevivieron a todas las culturas que se alojaron en el seno del Nilo, hasta la llegada del cristianismo. En el siglo I de nuestra era se termina con la milenaria tradición de fabricar los Ushebtis, puesto que la idealización de la muerte y la necesidad del Más Allá ya no justificaron la utilización de estos magníficos "respondedores" de los campos del Ialu.

 

© 2005, Amenofhis III (Luis Gonzalez Gonzalez) amenofhis_29@hotmail.com