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Tinieblas
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Desde
hace varios siglos que existen testimonios sobre el Cielo
y las tinieblas del Infierno, descriptas
por personas que afirman haber abandonado temporalmente
el mundo palpable y material de los vivos y haber viajado
al mundo de los espíritus.
El mundo de las tinieblas es el sinónimo de la “oscuridad”,
donde reina su majestad “el diablo”, “el
demonio”, “Satanás” o cómo
se le quiera llamar.
Allí en la oscuridad de las tinieblas, donde arden las almas por toda la eternidad (sin oportunidad de redimirse), sus moradores, los espíritus malignos poseen una fisonomía y un rostro de acuerdo al interior de su mente y su corazón; es decir, que se convierten en seres horrendos y espeluznantes. Capaces de congelarnos la sangre.
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Por lo tanto, cada eterno morador de las tinieblas, aparece
bajo la forma y en repuesta a la maldad de sus actos realizados
en la Tierra durante su vida.
Son seres, como hemos dicho anteriormente, horrorosos y
escalofriantes; ardiendo sus cabezas como si fueran antorchas.
El inframundo de las tinieblas, para muchos,
se encontraría en las oscuridades remotas del centro
ardiente de la Tierra.
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El
infierno de las tinieblas |
Pero,
hay quienes opinan, que en muchos casos no se necesita bajar
hasta las profundidades del Infierno para vivir en las tinieblas.
También en este mundo tal cual es y como lo conocemos,
es mucha la gente que vive en tinieblas; por no conocer la
luz de la verdad, la justicia, el amor, la solidaridad, etc.
Viviendo de espaldas y ajenos a los mandamientos y la prédica
del maestro de Nazaret. |
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Podemos
deducir entonces que “las tinieblas”
es un lugar aterrador, cuyos habitantes o moradores llegan
allí por sus aberrantes actos cometidos en el plano
terrenal durante sus míseras vidas. Siendo los homicidas
y los suicidas los que más sufren; por ser considerados
ambos, pecados capitales.
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