Freddy Uzcátegui

Nació en Guayaquil en 1943, fue beisbolista en la época de oro del
béisbol nacional.
Luego decide seguir la difícil carrera de instructor con Emelec en mayores y de varias
selecciones juveniles.
Surgido a la pelota en 1959 jugando en el Reed Club, luego en 1960 juega como paracortos
en L.D.E. fue una promesa que pudo convertirse en uno de los más grandes atletas
nacionales.
Siguió jugando en Liga, luego pasó por 9 de Octubre con quienes conquistan en 1961 el
campeonato oficial abierto (5-2).
Debutó como internacional en 1963, en el Sudamericano de Buenos Aires, defendiendo la
tercera almohadilla donde logró junto a la selección nacional el primer campeonato
sudamericano.
En 1963 vuelven a quedar campeones (con 9 de Octubre) del Torneo Pilsener (5-3), juega
para el Urdesa en 1964 novena con la cual realizó grandes partidos y peleó los primeros
puestos pero era un equipo que estaba destinado a desaparecer sin pena ni gloria.
Con Emelec ganan el Oficial Abierto de 1965, en 1966 vuelve a vestir el uniforme de
seleccionado nacional y conquistan el Título del sudamericano jugado en Guayaquil en 1966
(bi-campeonato); luego juega para Barcelona en 1967, equipo en que jugó en primera base,
apurado por una lesión en el brazo de la cual nunca se repuso plenamente.
Volvió a Emelec en 1969 hasta 1975 cuando se lanzó a la difícil carrera de manager.
Esporádicamente salió a batear, sin suceso; refugiándose definitivamente en la caja de
tercera, de donde imparte su mandato.
Fue paracortos, 1ra base, 3ra base, inicialista; fue varias veces
campeón con Emelec y seleccionado nacional a los 16 años, es otro de los bi-campeones
sudamericanos 1963 y 1966.
Instructor de Emelec y mas tarde instructor de varios clubes juveniles.
Poseía gran variedad de cualidades para dirigir. Leía mucho sobre béisbol (dominaba el
inglés), por lo cual estaba al día con todo lo moderno de su época del pasatiempo y
pasión. Ordenaba sus entrenamientos en forma minuciosa, conforme a los libros, y con ello
dio un paso avanzado hacia la tecnificación de su trabajo en la cancha.
Su panorama era amplio, sin aceptar que no todo es perfecto, que no todo es aplicable a la
pelota nuestra. Esa era su paradoja, su gran problema. Indiscutible como hombre
científico en el béisbol. Dirigía a sus jugadores desde los camerinos, los obliga a
salir al terreno con un plan muy bien diagramado: la forma de meter la pelota contra los
bateadores adversarios es advertida por Uzcátegui a sus pitchers. Eso le permitía, en
muchos encuentros, realizar una labor pulida, lógica, como él pensaba se debía jugar,
pero no siempre conseguía el resultado apetecido.
Si juzgáramos a Uzcátegui por sus campanas en Emelec, hay un balance que pone el fiel de
la balanza en el centro, no se inclina. Ganó los torneos de 1974, contando con dos brazos
formidables, de Jeff Robertson y Tony Buñuelos, que disparaban centellas al plato,
apoyados por Alfredo Veintimilla, y un para cortos de la talla de Robert López, que
bateó 352. Repitió en 1975 y 1976, sumando por primera vez en el béisbol espectáculo
tres banderines al hilo. Su elemento nacional era de primera: Angel Ochoa encabezaba a los
bateadores criollos y nuevas figuras se insinuaban más allá de prospectos.
Fue nombrado Scout de los cerveceros de Milwaukee, cargo que desempeñó por muchos años.
Fue un amigo leal y sincero, querido por todos los que lo rodeaban, no escatimaba esfuerzo
en el momento de ayudar a alguien ya sea amigo o no, ciudadano ejemplar de quien todas las
generaciones futuras tienen mucho que aprender.
Al momento de su muerte el 8 de octubre de 1997 era presidente de F.E.B. y de la
Confederación Sudamericana de Béisbol.
Contribuyó entre otros escritos y libros con: "Grandes Ligas y
otros cuentos del diamante".
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