A modo de Conclusión

Retomando la idea que mencionáramos anteriormente digamos que la pretensión ideológica del nazismo es como una sombra entre dos espejos enfrentados, una sombra que se dispara en proyecciones infinitas, alguien podría pensar que el fenómeno está en el espejo, en la imagen construida de aquello que la ideología dice que es, pero ni siquiera eso es cierto, el fenómeno es de percepción y cualquiera de las opciones que se tome es falsa. Entre el hombre ario y el hombre no ario o sub-hombre nada existe ya que su misma formulación es falaz y por tanto, aún el termino "hombre" esta vaciado de contenido, es solo una sombra. Entre cristianismo positivo y cristianismo político nadie puede optar por nada, constituye una mera abstracción esquizoide. Y en cuanto al espacio vital o espacio no vital solo es comprobable en las dimensiones del ascensor de mi casa.

Un país en ruinas, humillado después de la Gran Guerra, hambreado y al borde del caos, con una clase política decadente y de Cabaret, cayó en la trampa de optar, sobre la base exclusiva y excluyente de la Fortaleza y la entronización de la Voluntad (en desmedro de cualquier otra virtud, especialmente de la Prudencia) por la falacia fundamental: O un país en Orden o un país con Justicia. Y antes que preferir el equilibrio, antes que la búsqueda del Centro, antes de pensar en un país Justo y por lo tanto ordenado prefirió a Odin vestido de cabo (me disculpen todos los cabos). Las consecuencias ya las vimos, el progresivo estrangulamiento de la Fe, lo que en palabras de Su Santidad Juan Pablo II pronunciadas en 1997 se había convertido en:"Una horrible manifestación del odio racial y del genocidio, la creación de una cultura de la muerte, la violación, el rechazo y la negación de los derechos humanos y de la santidad de la vida, la construcción de una insana ideología que mueve al desprecio reciproco y al odio a los seres humanos, del hombre contra el hombre...un nuevo paganismo, la deificación de una nación"

Terminada la II Guerra Mundial, Monseñor O'Flaherty había sido el líder de la mayor red clandestina de evacuación de judíos y aliados en Roma: "Durante aquellos años, Monseñor llevó a cabo otra extraordinaria obra de misericordia: El Coronel Kappler (ex-jefe de las SS en Roma) su mortal enemigo durante la ocupación nazi había sido juzgado como criminal de guerra y condenado a cadena perpetua por su participación en la matanza de las Cuevas Adreatinas. Prisionero en Gaeta - a mitad de camino entre Roma y Nápoles - nadie iba a visitarle, excepto una persona: Monseñor O'Flaherty, que se entrevistaba con él todos los meses y que al cabo de seis años pidió a los aliados y luego a las autoridades italianas que le liberasen. No lo consiguió pero en marzo de 1959 tuvo la alegría de bautizarlo y recibirlo como un hijo en el seno de la Iglesia Católica."

Purpura y Negro - J.P. Gallagher Ediciones Palabra. Madrid 1985

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