también símbolo de los caballeros teutónicos, fue asimismo usada por Lanz von Liebenfels,  la sociedad Thule y cierto número de unidades de los Cuerpos Libres. Para muchos europeos y ciertas tribus indígenas de América del norte constituía la rueda del sol o el ciclo de la vida tal como lo recuerda John Toland; gráficamente sin embargo no deja de ser una cruz torcida con los extremos quebrados. Al signo vertical y horizontal, imagen del hombre unido al Creador y de los hombres entre sí se le oponía no un hombre, sino una raza. Raza inspirada en el Sol, raza superior unida a los tiempos de la tierra por los lazos de una sangre privilegiada.

Hasta el alfabeto latino debía cambiarse por el tipo gótico de "antiqua" como una manera de sacudirse las extranjerizaciones simbólicas. Al decir de una editorial "¿Quién de nosotros - que tenga verdaderamente sentido de la sangre - no siente en lo más hondo de su alma una profunda y singular vergüenza al hallar de improviso en sus andanzas por tierras de Alemania una imagen del Crucificado, frente al panorama de cumbres nevadas de los Alpes o en medio del paisaje majestuoso de la landa de Westfalia? Los dioses de nuestros antepasados tenían otro aspecto. Eran hombres y empuñaban un arma, que simbolizaba lo típico de la tendencia vital ingénita a nuestra raza: el hecho activo de la responsabilidad para consigo mismo. ¡Qué distintos de aquel pálido crucificado, cuya actitud pasiva y cuyo aspecto acentuadamente lastimoso expresan humildad y abnegación extrema, cualidades opuestas a la tendencia básica heroica de nuestro concepto de sangre"

El 2 de septiembre de 1939 el periódico Nordland exigía que las cruces que se hallaban en la campaña y que solo servían de recuerdo por la guerra de los 30 años (que según explicaban solo había beneficiado al Papa) fueran reemplazadas por el águila, que deberá "imponer por su tamaño y por la fuerza de su contorno".

Cuando un niño cristiano nacía era costumbre ponerle el nombre de pila que surgía del almanaque y que a su vez respondía a algún santo o mártir. Lógicamente este santo no era necesariamente germánico y de este argumento se valió el Frente de Trabajo para iniciar en 1934 la divulgación de su "Almanaque del trabajo alemán", se advertía a los padres sobre la inconveniente "
extranjerización eclesiástica" de los nombres, oponién

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