SARDÁ,
de nuevo, ejerciendo de valiente
Pocas
personas en esa ¿profesión? han caído
tan bajo, slvo la Milá y alguna más
(la Campos nunca estuvo muy ariba).
Miserablemente,
el Sardá ya se revolvió, como la Campos,
como la Milá en directo, contra la madre
de Vanessa, aquella dulzura que es de las pocas
satisfacciones que este programa nos ha dado. Ahora
ha repetido. Ha bastado que la madre de Carlos se
queje de lo obvio, que están machacando a
su hijo todos los días ciertos periodistas,
para que abra Crónicas Marcianas con una
supuesta fina andanada contra la pobre señora.
(El equivalente al típico rollo de matar
al mensajero y etc. que tan reaccionariamente emplean
quienes nos manipularon el año pasado y quieren
volverlo a hacer descaradamente.
Los
periodistas de los que se queja la madre, son claro
está, los de la propia casa, pues son ellos
los que se pasan todo el día removiendo mierda
para subir la audiencia de un concurso que este
año está lejos de justificar las expectativas
en él depositadas.
Encima
de poner a su hijo de vuelta y media las 24 horas,
esta gentuza iletrada se permite aprovechar al cuadrado
la tribuna de la que gozan para volver a callar
a la señora entre las risas de los mariconcitos
de turno.
¡Qué
vergüenza ajena! ¿Cómo pudieron
los biempensantes decir alguna vez que este señor
era un periodista de empaque?
Yo
echaría de la casa, decididamente, no a ningún
concursante: a estos microhumanos: Milá,
Sardá, Campos y otras hierbas.