Por
Natalia Peláez
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Los amores del pasado envenenan y por lo tanto hay que ahogarlos, nada malo es bailar sobre sus lapidas a la luz de la luna, brindar porque esa noche los hemos logrado vencer, sin importar que al día siguiente resuciten bigorosos, en una canción, en un libro, en un olor o simplemente porque decidan apoderarse de nuestros pensamientos; mi teoría apunta a cansarlos, fastidiarlos con nuestras noches de olvido, desintegrarlos poco a poco, de una manera sutíl, pero siguiendo una estrategìa que no tiene revés.
Una propuesta de olvido pasajero, sin embargo efectiva es la de salir con los amigos y embriagarse con alcohol, una manguera y un embudo; el licor pasará pronto a sus venas y cuando menos lo imagine querrá a todo el mundo; incluso al baboso o la babosa que succiona su espiritú festivo y sus deseos de "integración". En ocasiones cualquier cosa es mejor que estar solo. La manguera y el embudo le ayudarán a sentirse menos pesado o en el pero de los casos más acompañado. |
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Sí Ud. no quiere caer tan bajo, puede vestirse de fiesta, pintarse la carita de colores,el cuerpo de deseo y salir a deleitarse con cuerpos ajenos, pelliscar ilusiones, saborear uno que otro manjar, lo que puede resultar en quien sabe que cosa, es mejor no sacar conclusiones apresuradas.
O bien, y está va para los que son capaces de poner la otra mejilla, llénese de amor y camine lentamente hasta encontrar a esa persona a quien usted esta buscando, entréguese, con un beso, una mirada, un suspiro; luego corra lo más rápido que pueda; la fiesta ya empezó, usted prendió la mecha, sientese a ver que sucedió. Sí el fuego no alcanzó a generar calor, invite a sus amigos a una ceveza, prenda su propia hogera que la ejecución hace rato empezó. |