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Argentina ocupa el Chaco: |
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Fuente : Manual
de Historia del Paraguay - Luis G. Benítez
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En noviembre de 1869 a raíz de una
nota del ex Consul norteamericano. Eduardo Augusto Hopkins,
las fuerzas argentinas al mando del general Emilio Mitre
ocuparon la Villa Occidental, hoy Villa Hayes, en el Chaco. Y
a breve plazo, tras declarar su Gobierno que dicho territorio
era parte de su organización político-administrativa, negó
al Gobierno de la República todo acto jurisdiccional en dicho
territorio. tal circunstancia motivó a la reclamación del
Gobierno Provisorio. El canciller argentino Mariano Varela,
respondió: "La República Argentina" ha sostenido
hace muy poco tiempo en discusiones con el representante de
Sm. el Emperador del Brasil, que la
victoria no da derecho a las naciones aliadas para declarar
por sí límites suyos los que el Tratado de la Alianza
señala... Así, al acupar el Chaco la República
Argentina no resuelve la cuestión de límites: toma por el
derecho de la victoria lo que cree ser suyo, dispuesto a
devolver si el Paraguay presenta pruebas que venzan a las
nuestras, cuando al cuestión de derecho se trate. Quedaba
abierta la posibilidad que habría de desembocar en el triunfo
de la tesis paraguaya, por el Laudo Hayes. |
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Hacia el sacrificio final: |
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En San Estanislao, el Mariscal
dispuso los últimos ascensos. Bernardino Caballero y
Francisco Isidoro Resquín, a general de División; José
María Delgado y francisco Roa, a general de Brigada; Patricio
Escobar, Silvestre Aveiro, Juan Bautista Delvalle, Gabriel
Sosa, Vicente Mongelós y Juan Francisco López, a coronel. LA
población civil que acompañaba al Ejército, en la
imposibilidad de ser atendida, fue dejada en grupos. Eran en
su mayoría mujeres, viejos, mutilados y niños. Estos
núcleos, esencialmente al cuidado y trabajo de mujeres de las
residentas. Entre tanto, las familias de los involucrados o de
quienes se hallaban incursos en las sospecha de la
conspiración, eran as destinadas; obligadas a quedar,
desprotegidos de toda asistencia, las que en gran medida
perecieron de enfermedades o privaciones. Más que dramática,
era trágica la situación de aquella retirada sin esperanzas,
cuyo desenlace inevitable era la muerte; asi combatiendo al
enemigo, así padeciendo hambre, enfermedades y torturas, o
frente al pelotón de fusilamiento o lanceadores. |
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Habiendo dispuesto la erección de
la Villa de Curuguaty en carácter de capital provisional de
la República, el Mariscal levanto el campamento establecido
en las inmediaciones, y continuó la retirada. El aniquilado
Ejército, cruzando selvas y torrentes, llegó a la Cordillera
del Amambay que fué cruzada dos veces; la última de regreso,
para llegar al anfiteatro de Cerro Corá el 8 de febrero de
1870, tras cruzar la larga picada de Chirigüelo. Su remedo de
Ejército incluyendo jefes, oficiales y tropas de todas las
armas, totalizaba algo más de 500 hombres, en la más
deplorable condición física. Para quienes habían llegado
con él a aquel lejano rincón de la Patria, el Mariscal creó
el 25 de febrero la última condecoración de la Epopeya, la "Medalla
de Amambay", en su leyenda: "Venció penurias
y fatigas", expresaba con entera fidelidad el
sacrificio sin cuento de quienes habían llegado hasta esa
instancia suprema. Aquel heterogéneo conjunto de jefes,
oficiales y tropa; sacerdotes y mujeres, fue arrasado. |
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Cerro Corá no fue una
batalla, ni siquiera una escaramuza; los brasileños no
tuvieron sino unos heridos. Cerro Corá fue la
explosión de un furor homicida, una masacre a mansalva; el
Mariscal Presidente, con dos graves heridas, caído ya de su
montado en el lecho del Aquidabán nigui, sin fuerza para
levantarse, fue intimado a rendirse y negándose,
con voz de protesta de "muero con mi patria",
fue ultimado en presencia del general José Antonio Correa de
Camara. El vicepresidente Domingo Francisco Sánchez postrado
en una carreta, fue ultimado por un capitán brasileño; el
general Francisco Roa y el coronel José María Aguiar, fueron
degollados; muertos también el coronel Luis Caminos,
canciller y ministro de Guerra y Marina, y el hijo del
Mariscal , Juan Francisco Solano López, de quince años de
edad, quien intimado a rendirse respondió con un altivo "un
coronel paraguayo no se rinde", fue muerto; lo
mismo que su hermano de diez años, José Félix López. |
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Acallados ya los ecos de la gran
matanza, el día 4 los brasileños dieron con un grupo de 200
famélicos, oficiales, soldados, sacerdotes, que fueron
pasados a degüello. Se había cumplido al fin, el empeñoso
afán de Pedro II. |
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