Marte tiene cerca de la mitad del tamaño de la Tierra. Su atmósfera se compone principalmente de dióxido del carbono (CO2) y es muy delgada, ejerciendo aproximadamente 1/100 de la presión superficial que la atmósfera de la Tierra ejerce. La temperatura de la superficie del planeta varía ampliamente durante el curso de un día marciano, de aproximadamente 190°K apenas antes del alba a aproximadamente 240°K en la tarde. En el centro del planeta probablemente hay un pequeño núcleo de hierro o de sulfuro de hierro. Si Marte tiene un campo magnético, éste es tan débil que ningún instrumento ha podido descubrirlo. Marte, como la Tierra, se inclina sobre su eje rotacional. Por consiguiente está sujeto a variaciones estacionales en el clima: primero un hemisferio y luego el otro recibe más luz del Sol durante la órbita del planeta alrededor del Sol. El agua líquida no puede existir en la superficie de Marte a causa de la baja temperatura y presión; el agua existe sólo como hielo depositado en los polos y quizás atrapada debajo de la superficie y como vapor en la atmósfera. De cualquier modo hay evidencia de que, en el pasado, las temperaturas pudieron haber sido más calurosas y la presión atmosférica más alta. Imágenes del orbitador Viking muestran rasgos de la superficie que parecen lechos de ríos secos y barrancas. Éstos pueden haber sido hechos por aguaceros y aguas llovedizas, pero pueden haber sido hechos también por agua subterránea que escapó a la superficie. En general, una vez cada año marciano al principio de la estación primaveral del hemisferio sur, Marte es sumergido por tormentas globales de polvo. Las diferencias de la temperatura local generan fuertes vientos que levantan el polvo de la superficie formando espesas nubes. Las nubes bloquean la luz del Sol, causando gradualmente que las temperaturas de la superficie desciendan y que los vientos disminuyan. Algo del polvo atmosférico es depositado en una nevada de polvo e hielo en el hemisferio invernal. La nieve forma una capa invernal de hielo de dióxido de carbono, agua helada y polvo. Durante la primavera la mayor parte de la capa se evapora, pero queda algo como un depósito permanente. Como resultado, un registro geológico de estas tormentas y sus variaciones a lo largo de la vida del planeta debe estar conservado en las capas permanentes de polvo e hielo de los polos marcianos. El fenómeno conocido como la ola de oscuridad acompaña la declinación estacional de las capas polares. Cerca de la orilla o capa polar, un general oscurecimiento de las marcas de la superficie aparece a principios de la primavera mientras la capa empieza a retroceder. Entonces el oscurecimiento se aleja de la capa y alcanza el ecuador, disipándose finalmente en el hemisferio opuesto. Aunque estas olas han sido bien documentadas en observaciones desde la Tierra, los intentos de estudiarlas desde naves espaciales han fallado. No se ha detectado ningún cambio en la superficie que pueda asociarse con este fenómeno, y generalmente se conviene que la ola es algún género de efecto atmosférico. Por siglos los astrónomos han considerado la posibilidad de que la vida puede existir en Marte. Cuando los telescopios llegaron a ser más poderosos, el debate se intensificó. En 1877 el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli describió un sistema de conductos interconectados en el planeta. El astrónomo americano Percival Lowell interpretó que la palabra canali de Schiaparelli significaba canales y especuló que eran estructuras que habían sido construídas por una avanzada pero agonizante civilización marciana. Sin embargo, la mayoría de los astrónomos no podían ver esos canales y muchos dudaron de su existencia. La controversia fue finalmente resuelta sólo cuando fueron enviadas imágenes de la sonda Mariner de los Estados Unidos en 1969. Las fotografías mostraron muchos cráteres pero nada parecido a conductos o canales.
Fobos está muy cerca de Marte y su órbita decae gradualmente, de manera que pasa más cerca del planeta con cada órbita. Los astrónomos estiman que Fobos puede caer a la superficie marciana algún día en los próximo 100 millones de años. Deimos está en una órbita más distante y se aleja gradualmente del planeta. Ambos satélites son muy oscuros y están hechos probablemente de un material de condrita carbonosa. Ésta es una substancia primitiva que incluyen muchos de los primeros materiales precipitados fuera de la nebulosa solar durante la creación del Sistema Solar (ver Formación y Evolución de los Planetas). Se halla en muchos satélites, asteroides y meteoritos. |