CUADERNOS
PARA LA
EMANCIPACIÓN

 
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CUADERNOS PARA LA EMANCIPACIÓN
REVISTA DEL PROYECTO EMANCIPACIÓN

 

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Nº 22 • Nov. 2000/Junio 2001
Director:
Denís Conles Tizado
Coordinador General:
Fernando Ramón Bossi
 


EDITORIAL
Por Denís Conles Tizado

NOTAS CENTRALES

4
La Revolución Bolivariana

Entrevista con Tarek William Saab

La Democracia Participativa. Nuevo proyecto histórico.
Por Heinz Dieterich

4
Por la Segunda Independencia
Entrevista con Lucio Gutiérrez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


EDITORIAL
Por Denís Conles Tizado
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Amigos lectores:

Tiempos difíciles nos han tocado en suerte. Quizás todos lo sean, pero el hecho es que ésta es una época de grandes transformaciones en todos los órdenes –materiales, espirituales, culturales, morales...–, por lo que todo aparece cuestionable, problemático. Toda certeza parece haber entrado en crisis. Y en medio de la confusión generalizada, nos cabe, además, la compleja misión de cerrar el siglo XX y abrir el XXI, aunque sólo sea cronológicamente.

No sabemos qué suceso –no lo podemos saber– marcará el paso histórico, sociológico, moral... de un siglo a otro, pues, por lo general, esos momentos significativos en vida de la humanidad no coinciden con los cómputos convencionales del tiempo. Sin embargo, debemos –nos ha sido impuesto por la vida misma– ser los iniciadores del siglo XXI, sin dejar de ser hijos del siglo XX, del que recibimos la existencia y la formación, las pasiones, los errores, los mitos, los sentimientos... Somos los herederos de las grandes luchas liberadoras del siglo pasado y nuestra misión es la de pasar esas experiencias a las generaciones del nuevo siglo, las que continuarán la lucha permanente de la humanidad por la dignidad y la libertad del hombre. Nos cabe, asimismo, asumir concientemente nuestros deberes con el pueblo al que pertenecemos. Hemos recibido de nuestros mayores una larga y honrosa tradición de lucha por Nuestra América, hemos mantenido encendida la antorcha de su libertad y dignidad, y la pasaremos a nuestros hijos con la alegría del deber cumplido.

Al tomar conciencia de nuestra pertenencia a un pueblo, volvemos los ojos hacia las grandes figuras de nuestro pasado, hacia nuestros padres y hacia los padres de nuestros padres, dándole a este esfuerzo toda la dimensión histórica que le cabe. Apelamos así a Bolívar, San Martín, Artigas, Martí, Juárez, Guevara y con ellos a la pléyade de nombres grandes y modestos que los acompañan, quienes se proyectan hacia los nuevos tiempos con su fuerza, su ejemplo, su originalidad, salvándose y salvándonos del poder esterilizante de la reacción dominante. Si permaneciésemos encerrados en las miserias de nuestro tiempo, en la negatividad de las doctrinas imperantes, tan enemigas de la historia en cuanto colectividad como del hombre en cuanto individualidad, el esfuerzo extraordinario de aquellos ejemplares luchadores quedaría confinado, injustamente confinado, en la anécdota del marco histórico de su tiempo, porque ellos solamente podrán lograr su plenitud a través de la continuidad. Es por eso que, al asumir nosotros la herencia de los Fundadores y al imprimirle toda la fuerza renovadora y enriquecedora de que seamos capaces, les daremos la máxima trascedencia, la máxima fecundidad histórica.

Los campos de lucha tradicionales han sido ocupados hoy por la reacción. Las organizaciones políticas ya no participan de la lucha de ideas, sino, apenas, de las reyertas miserables por los despojos del poder, que ellas, por otra parte, ya no ejercen. Los grandes medios de comunicación han sido convertidos en fumaderos de opio intelectual y contribuyen a adormecer la creatividad popular y a confundir sus caminos, salvo las honrosas luces que logran pasar a través de las rendijas. Por eso mismo, esta es la época de las ideas. Es necesario que los pueblos aprendan a no confiar a nadie la gestión de su propia historia. No será la primera vez en el devenir humano que los pueblos hayan sido confundidos inútilmente. Es hora de pensar, es decir, de aprender a ver con los propios ojos. Es hora de las ideas. Es hora de sembrar. Ya vendrá la hora de recoger

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