Para leer el documento entero, 14 días por el Cáucaso.
Zimny, (3.440 m.), 1.100 m. de desnivel, de los mas bajos de la zona.
Tiutiubashi Occidental. (4.350 m.) en dos días, acampada a 3.529 m.
Paso de Jantugan, cerca de la frontera Georgiana.
Los Barrels, refugios en la falda del Elbrus, (3.800 m.)
Las rocas Patukhova, (4.765 m.), 1.000 m. de desnivel.
El Elbrus (5.642 m.), 1.800 m. de desnivel.
Glaciar de Kashkatash (2.950 m.) trekking al Spanja Free (España Libre).
Regreso a Barcelona. 
Para ver la cara de los que han intervenido en esta experiencia
Montañas fotografiadas durante nuestra estancia en el Cáucaso
Información de interés. Teléfonos y direcciones para contactar
  
Del 27 de julio al 10 de agosto de 2002
1er DIA. LLEGADA A MOSCÚ
07:10 H  Avión a Zurich desde Barcelona
09:45 H  Avión Zurich Moscú,  nos recogen de la agencia  Ullutau. Nos  instalan en Hotel Vega,donde se celebraron las Olimpiadas. Feo enorme  y viejo.
2º DIA. REPÚBLICA AUTÓNOMA DE KABARDINO VALCARIA
	
Nos llevan  a un  aeropuerto  para vuelos  interiores  similar al que
podríamos encontrar en cualquier  país africano. Nos cobran un suple-
mento de 1350 rublos ( unos 45 euros ) por sobrepeso... nos pesan las
mochilas  de mano  también,  a pesar de  las protestas  de la guía de
Ullutau. 
10:50 H  Embarcamos en un Tupolev de la Kaucasian Air Lines (horreur)
viejo evidentemente. Cuando iniciamos el descenso empezó a desprender
vapor por todas las ventanillas  y por los conductos del aire acondi-
cionado... parecía que nos estaban gaseando. 
13:15 H  Llegamos a Minerali Vody, aeropuerto aun mas tercermundista.
Nos  espera  Pavel ( nuestro guía  para el Elbrus ) y una  especie de mafioso (el contacto  de Ullutau  en el Cáucaso);  es el encargado de coordinar todo y de transportarnos de un  lugar a otro. Subimos a una antigua furgoneta Mercedes, en buenas condiciones.
  15:00 H  Paramos en un  chiringuito  de carretera  donde nos lleva el mafioso a comer. Tomate, pepino, con unas hierbas raras y pollo, todo acompañado de un pan muy bueno. El pollo parece natural. 
  17:30 H	 Llegamos al pueblo de Vierkhni Baksan, donde dejamos la fur- goneta y  nos traslada  el mafioso  a un antiguo  camión  militar  de transporte de  tropas, aun pintado  de verde. Pasamos  por un control militar y una base llena de cañones y camiones, a través de una pista forestal que nos lleva hasta  una especie de ascensor gigante. Se nos acerca un soldado y nos pide tabaco, se lo damos; se vuelve a acercar con la pretensión  de cambiar una  bala por mas  tabaco, le  damos el tabaco; no aceptamos la bala. El ascensor gigante (sin paredes) eleva el camión 200 metros,  hasta llegar  a un  descampado donde  continua la pista forestal. Esa pista,tras mucho traqueteo, nos traslada hasta un refugio forestal (2.300 m.) llamado Jailyk, en el valle de Adyrsu, junto a un campamento  que antes solo  tenían permitido  utilizar los escaladores rusos y que ahora esta  abierto a todo el público (previo pago). El  valle está  coronado por  la impresionante  mole del  pico Ullutau ( 4.207 m. ), del que  toman nombre  el campamento  y nuestra agencia de viajes. En el comedor  de ese campamento nos vuelven a dar tomate y pepino, aunque el segundo  plato es algo similar a la carne. En un pequeño y oscuro  bar venden bebidas alcohólicas  de todo tipo, pero el agua es  únicamente con gas,  de los manantiales  de Minerali Vody, mundialmente conocidos.
3er DIA. EL PICO ZIMNY, 3.440 METROS, 1.100 DE DESNIVEL.
07:10 H  Salimos en dirección sur e iniciamos rápidamente un empinado ascenso ( el pico esta cerca ), por un  sendero  rodeado  de hierba y arbustos. El guía ( Pavel ), no sabe  muy bien el  itinerario, el día anterior anduvo  por la zona de  acampada preguntando  sobre él... ha sido  guía de la zona del Pamir y del Elbrus, pero esta es la primera vez que está en Adyrsu.  Amablemente  un ruso le indica que la direc- ción que ha tomado no es la  correcta, que ha de coger un sendero que se inicia un poco mas a la izquierda.
  Tras una hora de  ascenso, con un  desnivel bastante  pronunciado, se empieza  a endurecer  un poco  el camino.  Dejamos  el sendero  y nos internamos en un  roquedal de piedras de tamaño  considerable... Paco
se encuentra  indispuesto, lo  dejamos mas o menos  en la cota 2.700;
esperando nuestro regreso.  Nuevo roquedal que nos lleva a un lago de
color marrón, donde  hacemos un alto en el camino  para comer un poco
(3.100 m.). Tenemos el pico delante  nuestro, parece ferruginoso, nos
encontramos  en una  zona en  que esa  montaña  es el  centro  y está
rodeada por cimas superiores a los 4.000 m. por todas partes, nuestra
meta es la mas  pequeña de todas,  "solo" 3.440 metros.  Una enorme y
descompuesta tartera  nos muestra el itinerario,  que hemos de seguir
hasta bordear una laja vertical,  para ir a parar a una zona de grim-
pada (trepe) que, tras mas de  30 minutos de esfuerzo, nos lleva a un
paso entre  la precima  y la cima,  muy similar  al conocido  Paso de
Mahoma de nuestro Aneto; aunque un poco mas corto y mas estrecho. 
11:40 H  Coronamos el precioso Zimny rodeado por nevadas cimas que se muestran orgullosas  a poca pero  inaccesible  distancia. Destacan el Jailik, de 4.533 m. y los  cuatro Tiutiubashi, de 4.460 metros el mas alto de ellos. A  las 12:10 iniciamos  el descenso tras  las fotos de rigor. Vuelta  por la zona de  destrepe, el lago  y el roquedal donde hemos dejado a nuestro  compañero, que  nos espera un  poco insolado. A las 15:10 llegamos al campamento de Ullutau. En total 8 horas.
4º DIA. LOS TIUTIUBASHI, DORMIMOS A 3.529 M., 1.200 DE DESNIVEL.
11:00 H  Salida  del  refugio con  guía y  dos  porteadores,  que nos llevaran las tiendas de campaña. Tomamos un sendero con cierto desni- vel, que discurre por praderios y que bordea un caudaloso torrente de montaña.Por primera vez vemos aguas cristalinas (no en ese torrente), en la que viven  miles de  renacuajos.  Después de  los praderios nos internamos en  una tartera (roquedal)  hasta llegar a  una coma donde dejamos la vera del torrente  para internarnos en una nueva, empinada e interminable  tartera.  La  jocosa  y  melonuda  porteadora se  ríe visiblemente al ver que los 5 minutos de descanso que hemos pedido se transforman en más de 10, ¿cierto sentido de superioridad?,  puede... Nuevo roquedal  que no  nos  deja hasta  que ascendemos  a un resalte rocoso rodeado de montañas y  a las puertas  de un enorme  glaciar... la porteadora se  dobla  constantemente  bajo el peso  de la  mochila mientras la  antigua  sonrisa  de superioridad  se transforma  en una enorme mueca de sufrimiento. La verdades que en la mochila solo lleva una tienda de campaña (liviana)  y agua para el  camino, mientras que nosotros nos hemos  equipado con toda serie  de pertrechos para pasar un par de días en la montaña... comida,sacos, colchonetas, crampones, piolet, pantalones  de  alta  montaña  y demás  utensilio  necesarios para ese cometido. 
  Encontramos  4 claros preparados  para plantar  tiendas, en las que a duras penas caben. Los porteadores abandonan el lugar tras recibir de Pavel la cantidad  estipulada. Son las  15:30 y empiezo a sentirme un poco  agobiado  por el calor.  Montamos  las tiendas  rápidamente  y, gracias a Dios, el cielo se  cubre con unas nubes que, a duras penas, nos dejan tomar el te que siempre nos prepara Pavel y pegar un par de mordiscos a los  alimentos que hemos  acarreado. Se cierra aun mas el cielo y empieza a  desplomarse sobre nosotros.  Nos encerramos en las tiendas a eso de  las 18:30 mientras la  lluvia se transforma, poco a poco, en  granizo y nieve.  Somos 3, Joan,  el guía y  yo, intentamos dormir a pesar de lo encajonados  que nos encontramos, pero la tienda de Silvia, Javier y  Josep se viene a bajo y  este último nos pide un rinconcito seco donde poder pasar  la noche. No se sabe como, pero le hacemos sitio. Nos sentimos como verdaderas sardinas y no pegamos ojo en toda la noche... ¡quita el codo de mi oreja!. A cada vuelta que da Joan me golpea  con su  culo...  no es que  me despierte,  ahí no hay quien duerma, pero jode un puñado.  Aunque Silvia y Javier lo pasaron peor, se quedaron en la tienda caída y, al final, necesitaron hacerle un agujero con un cuchillo para poder desaguar todo el agua que había entrado. Pavel, impertérrito,  ha cogido una postura y no se mueve lo mas mínimo, parece que duerme.
5º DIA. PICO TIUTIUBASHI OCC. 4.350 METROS, 800 DE DESNIVEL.
7:30 Salimos de las tiendas y preparamos el equipo. Mientras llega un
grupo de 12 montañeros  rusos desde un pequeño  campamento montado un
poco mas abajo.  Son bastante jóvenes todos,  menos su guía y resalta
enormemente  el material  que llevan, mas  propio de  los años 60 del
siglo pasado.  Cruzan unas  palabras los  guías de ambos  grupos y se
inicia una dura carrera por llegar  a la cima; aun no habíamos descu-
bierto lo competitivo que es  Pavel. Nos internamos en la nieve y, al poco, ascendemos  una de las paredes  de un enorme  nevero encajonado entre  varias  cimas.  Nuestro guía  insiste en  que nos  encordemos, aunque no parece necesario. Seguimos en dirección norte, hasta llegar a un  pequeño  collado. Los  rusos, que  en un principio  nos  habían adelantado quedan atrás, aproximadamente en la cota 4.000. 
  Topamos con una pala  interminable que ascendemos  cansinamente hasta llegar a un  resalte para continuar  ascendiendo por  otra mas enorme que nos  lleva hasta  la que  yo  suponía  primera  cima del  día. Le pregunto a Pavel por su nombre y me deja anonadado su respuesta "this is not a  mountain". Comprobamos  que en el  Cáucaso se  rigen con un poco mas de seriedad que en los Pirineos, a la hora de denominar mon- taña a cualquier  promontorio; este  no lo es a pesar  de encontrarse relativamente aislado  y con un collado que lo  separa del otro pico, de mas de 60 metros de desnivel. Descendemos a ese collado y ascende- mos por medio  de esa nieve que no  nos abandona desde  los 3.529 m., hasta llegar a una corta pero  estrecha cresta que atravesamos de uno en uno. Nos  amontonamos en  un pequeño  espacio  que antecede  a una pared nevada  de grado,  mas o menos,  III; de unos  10 ó 12  metros. Pavel la inspecciona y trepa por  ella con agilidad para asegurar una cuerda en lo mas alto. Mientras llegan los rusos. Escalo por ella sin que el guía me  asegure desde arriba,  cosa que no  llego a entender. Espero a  que suba  también Martí,  un  escalador  nato... los demás, prefieren esperar a que hagamos cima y volvamos. Informamos al guía y bordeamos un  resalte rocoso  para ir a parar  a una fácil  y pequeña cresta, para topar  con una pala de  nieve por la  que ascendemos con dificultad. Pavel nos indica que para descender habremos de encordar- nos. 
  Vamos ya un poco tocados y el ascenso se endurece poco a poco, pero a las 10:30 llegamos a la cima del  Tiutiubashi Occidental, de 4.350 m. El  Central  lo  tenemos  enfrente a  poca  distancia  de  donde  nos encontramos, tras un  collado; es un 4.460  pero Martí y yo decidimos no hacer esperar  demasiado al resto  del grupo, nos  conformamos con este 4.000 e iniciamos el descenso.  En la pala no consideramos nece- sario encordarnos y al poco llegamos al resalte rocoso donde ya asoma algún ruso.  Iniciamos  el destrepe  rapelando  y el  guía retira  la cuerda. Descenso hasta las tiendas, a las  que llegamos a eso de las 12:30. Comemos y bebemos,otra vez, ese te que tanto le gusta al guía, para  iniciar un  cansado  descenso  a través  de  las  tarteras  que mencioné  en la  etapa  de ayer,  cargados  con las  tiendas  en  las mochilas, sin haber pegado ojo en toda la noche y con 1.900 metros de desnivel a  nuestras espaldas.  Llegamos al  refugio bastante  derro- tados, justo en el  momento que empieza a  caer esa lluvia que visita estas tierras cada tarde.  Son las 17:00.
6º DIA. HASTA CERCA DEL PASO DE JANTUGAN, FRONTERA GEORGIANA 555 M.
11:30 Salimos en  dirección sur hacia ese  paso fronterizo. Fuera del campamento nos topamos  con un control militar  que vigila la llegada de posibles  georgianos.  Le piden  los papeles  a nuestro  guía y le preguntan el motivo  de nuestro paso  por allí;  parecen  conformes y atravesamos el río por un precario  puente que nos lleva a una enorme extensión  de cantos  rodados  depositados por  las avenidas  del río Adyrsu. Se ven unos pequeños  parapetos de piedra construidos por los soldados, con  sacos terreros  en lo alto.  Dejamos el  lecho del río para ascender por la  ladera este del Kolougan,  hasta llegar, por un sendero que  nos eleva  por medio  de una  pequeña cresta,  hasta los 2.900 m. 
  Tenemos  un  impresionante  glaciar  delante  nuestro  y, el  collado repleto de  toneladas  de nieve,  que  lo corona,  nos  muestra  unos puntitos que descienden hasta alcanzarnos...  7 escaladores rusos con su material  antiguo y  voluminoso  a cuestas  (en unas mochilas  que parecen armarios),  mas una enorme guitarra  para amenizar  la noche. Cuando iniciamos  el descenso ( este es un día de relax ) vemos otros puntitos  que se  desvían  para  intentar  atravesar  los seracs  del glaciar. Les cuesta, las grietas les impiden avanzar con facilidad. A los 2.500 metros les perdemos de  vista, aun en medio del glaciar. Un pequeño almuerzo ( y mucho mas te ), para volver al valle del Ullutau donde encontramos a soldados distintos, relevo de los anteriores. Nos están esperando,  han visto  como nos  deteníamos  varias veces  para hacernos fotos en grupo en el río...  nos retienen mas tiempo que los otros, nos piden  un pasaporte para  consultar "noseque"  y nos dejan pasar. 
  De vuelta en  el campamento  vemos una  rara ceremonia  de iniciación para los  nuevos montañeros  rusos; se  trata de  deslizarse  por una cuerda  atada entre  dos  árboles  evitando  caer en  la poza  que se encuentra entre ellos...  evidentemente  desde la orilla del mismo se intenta que  el infortunado  novato caiga  en ella,  tirando de  unas cuerdas que lleva  atadas a la cintura.  A los que consiguen llegar a la otra orilla,  mojados o no, les estampan  un enorme sello de tinta verde en la cara, certificado de que han superado la prueba satisfac- toriamente. El  guía nos  indica que  es el sello  de los escaladores rusos,  tamaño  compresa con  alas.  Después,  de rodillas  todos los iniciados, reciben a su "Rey" que oficializa una ceremonia de confir- mación y entrega de títulos. 
  Volvemos al comedor donde Pavel, puesto en pie, nos entrega el carnet de Escaladores Rusos,  a los 8 que ascendimos  el Zimny, junto con un pin en el que se  lee, en cirílico, claro:  "Escaladores de la URSS". Muy  emotivo  todo;  aunque  echo  en  falta  el  enorme sello  verde estampado en nuestra frente.
7º DIA. MAS RELAX, SOLO 200 METROS DE DESNIVEL.
	
Salimos en  la misma dirección  que ayer, pero el  recorrido solo nos
llevará hasta un pequeño lago que se encuentra a 2.550 m. de altitud.
Encontramos los mismos guardias  y pasamos los ya conocidos tramites.
En el lago nos dedicamos al "dolce non fare niente" mientras nuestros
pies se  sumergen  en un agua  cuya temperatura  se aproxima  a los 0
grados. De  vuelta  al  campamento  comemos  lo  de  siempre, tomate,
pepino, la maldita hierba que en vez de condimentar lo enrarece todo,
mas unas tortitas made in Rusia que no hay Dios que se las trague. El
mafioso nos espera en el refugio  para llevarnos al hotel Volfran, en  la población de Terskol;  antesala del ascenso  al Elbrus. Nuevamente el camión nos  muele los huesos  en la intratable  pista forestal que lleva al enorme  ascensor de vehículos...  unas horas después pisamos un desolado  y  ruinoso  hotel de  4  plantas;  las habitaciones  las tenemos en el piso... 5.
8º DIA.	LOS BARRELS, FALDA DEL ELBRUS, A 3.800 M.
10:00 Salimos del hotel  con destino al teleférico  que nos llevará a los refugios  llamados "Barrels".  Nos han contado  historias para no dormir sobre ese teleférico,  su funcionamiento y estado de conserva- ción... pero, ya se sabe, las leyendas urbanas poco o nada tienen que ver con la pura y dura realidad.  Unos minutos de espera para recibir a tan arcaico aparato; parece aterrizar entre ruidos a lata apunto de caer hecha añicos  mientras crujen los cables que  lo sustentan... la apertura automática de la puerta  la realiza, diligentemente, eso si, un operario  a base  de  desencajarla  de los  goznes para  que pueda moverse. Nos  miramos en silencio  mientras entramos  en él, el suelo esta  desconchado  y  la  lata  levantada,  pero  el  aparato  parece funcionar. La posible sensación  aérea la mitiga el lamentable estado de los vidrios  que, gracias a  la roña acumulada,  poco dejan ver de los precipicios que  nos rodean.  Descendemos en  un moderno edificio (sic) que  se encuentra  a 1,5 kms.  de distancia;  tomamos  un nuevo teleférico, tan antiguo y cochambroso como el anterior. Estamos en la cota 3.350  y nos espera la  última sensación del  día, un alucinante telesilla mas anciano que los  teleféricos... esta vez la distancia a cubrir es  mayor; con  las mochilas  a cuestas  nos sumergimos  en un mundo de helado silencio que nos  lleva, poco a poco, hasta los 3.800 m. de altitud. Nuestro destino los Barrels, ¿porque se llamarán así?.
  Descendemos del  telesilla, los refugios  se encuentran a solo 100 m. de distancia. Son  una enormes construcciones  cilíndricas (toneles), que descansan sobre su panza y a las que les han practicado unos agu- jeros donde han colocado puertas  y ventanas; son de tamaño similar a las cubas de los camiones de la CAMPSA. Nos tememos lo peor, pero nos llevamos  una grata  sorpresa al  entrar en  ellos,  solo  permiten 5 personas  por  barrel  y su  interior  es  confortable,  con 5  camas (sábanas y mantas  inmundas, eso si) y  espacio suficiente para vivir en ellos con un mínimo de  comodidades. Son las 12:00 y la agencia de viajes nos sorprende  con la noticia de que ha  puesto una cocinera a nuestra disposición ( solo para las comidas,  se entiende ). Biera se llama, una preciosa caucasiana,  hiperfemenina y tímida que, con gran pericia, se desvive durante 3 días para que podamos disfrutar de unos alimentos elaborados  con esmero. Desayuno,  comida y cena es un lujo del que solo  disfrutamos los  españoles que nos  encontramos allí... americanos, rusos y otros pelajes  se han de preparar ellos mismos la pitanza a la intemperie mientras nosotros ocupamos un barracón entero a la hora  de las  comidas;  si a eso  añadimos los  2 kgs.  de jamón Ibérico que se ha traído Fermín,  se entenderá que, comparativamente, estuviéramos en la gloria.
  Poco después del primer mordisco  (a la comida), se me ocurre pregun- tarle, ingenuamente, a un soldado ruso de rasgos asiáticos que pasaba por allí,  si  era  uno de  los que  nos habíamos  encontrado  en los puestos  fronterizos  del  valle  de  Adyrsu...  ¡craso error!.  Solo farfolla unas pocas palabras en inglés:
  - I not love  US Army!,  I kill  americaan soldiers!,  I kill american boys!.  	 Entre nosotros se encuentra una joven pareja americana que también ha contratado el  ascenso al  Elbrus con  la agencia rusa;  lo miran con cara de caniches perdidos en las estepas siberianas... me ofrece agua de Minerali, les ofrece agua de Minerali... bebemos agua de Minerali.
  - I'm a soldier of fortune  (mercenario))- dice mientras nos enseña un pin que cuelga de su boina. Dos  escopetas cruzadas sobre fondo verde claro.
  Va vestido con  ropa de camuflaje  selvático...  que resalta de forma espléndida entre la  nieve del Elbrus. Sus  pantalones son de tela de saco de patatas de  color marrón y necesitan  urgentemente una docena de  remiendos.  He de  destacar  el enorme  machete que  cuelga de su cinturón.
  - I love american people,  bat not ameriican soldiers. With Kalasnikov in Bosnia,  tuf, tuf,  tuf- Nos dice  mientras imita  el ruido de las balas.
  Nos habla  de su abuelo en la  Guerra Civil española  y nos dibuja el año 1936  en el  hielo del  suelo.  Menos mal  que acertó  a pasar un japonés por allí, que llamó la atención del soldado. Tras recibir una gran comida de tarro,  le invitó a tomar algún  que otro trago... así nos dejó en paz.
9º DIA. LAS ROCAS PASTUKHOVA - 4.765 METROS, 1.000 DE DESNIVEL.
Primera toma de  contacto con el Elbrus. Salimos  a eso de las 5:00 y vamos pertrechados con  botas dobles de plástico,  crampones, piolet Gore-tex hasta  en los calzoncillos,  gorro, polar  de tres  capas de caca-ester, paraneus,  frontal, y camiseta térmica  super tal y tal y tal y,  evidentemente,  tapados hasta  la cresta en  previsión de las horribles temperaturas de  las que nos han hablado, ¡a la última moda de las pasarelas de París!. Paco  está mareado y decide no acompañar- nos.
  Iniciamos el ascenso  pisoteando la  dura nieve.  El manto blanco del día anterior,  que se  introducía  entre las  nubes, ha  desaparecido sumergido en la negrura de la noche. Una pala interminable y el sudor que me cae por  la rabadilla  del culo me  hace pensar  en un posible exceso de ropa...  acabo quitándome el polar  y el gore para quedarme con solo una camiseta y una sudadera. Aguanto el tipo hasta el amane- cer... unas  sombras  nos muestran  las ruinas  del otrora  orgulloso refugio de Priut 11, a 4.185 m. de altitud; arruinado al arder por la imprudencia de un  montañero que quiso utilizar  gasolina para calen- tarse. La pala  continua y cada  vez mas se hace  notar un aire frío, punzante... acabo  volviéndome a poner  el forro y el  gore, el sudor vuelve a  caerme por  la rabadilla.  Nos introducimos  en la niebla y Silvia me avisa que hay un pájaro  luchando con la nieve; se trata de un vencejo y está agotado por el  esfuerzo, helado quizá. Lo envuelvo en una  braga  polar y,  tras  unas primeras  piadas  de espanto,  se acurruca en busca de calor.
  Seguimos al  guía como  autómatas, ya  no nos hace  falta el frontal, pero sigue luciendo,  apagado, en lo  alto de nuestra  cabeza; no nos atrevemos a descubrirnos para  guardarlo. La pala aumenta su dificul- tad. A lo lejos, entre jirones de  niebla, vislumbramos un amasijo de montañeros rusos,  amontonados en una zona  rocosa, han llegado antes que nosotros  hasta las rocas  Pastukhova,  deben de haber  pasado la noche entre los restos del Priut 11. Con voz balbuceante de frío, uno de ellos me dice que  son rusos y me pregunta  por mi país de origen. El material que  lleva es de la misma  calidad que  he visto en todos ellos  durante  estos días...  gente  fuerte y  ruda a la  que no les amilana unas decenas  de grados bajo  cero. El cielo se  ha abierto y nos muestra las  grandiosas "tetas  del Elbrus" a nuestro  alcance... nos miramos envalentonados,  ¡solo 800 m. de desnivel  nos separan de la cima!. Engrandecidos  por la inexperiencia  le pedimos al guía que continúe subiendo...  ¡con él hasta el fin del mundo!.  Menos mal que se trata del mas inteligente del  grupo... por algo es profesor/cien- tífico de un  instituto en Moscú.  11º bajo cero.	
  Volvemos hacia los Barrels. Son las 08:30, solo hemos tardado 3:30 en llegar a las rocas y solo tardaremos  01:30 en volver a los refugios, toda una proeza. El pájaro continua acurrucado en la braga.   
  De nuevo en el barracón. Esta vez la comida se sirve a las 13:00 (con jamón),  cenaremos a las 17:00 pues nos hemos de levantar a las 02:00 para iniciar el ataque definitivo. Le  he dado Isostar al vencejo, no hay manera de poder  encontrar insectos  para alimentarlo...  me mira con sus enormes ojos, no parece asustarse cuando le hago una fotogra- fía ni intenta abandonar la braga polar en la que se calienta... unas horas después lo encontramos en el suelo  del barrel, ha intentado un primer pinito. Me alejo  un poco de los refugios y  lo dejo encima de una gran roca. Salta y, rozando la rocosa y negruzca falda de la mon- taña, inicia un alucinante vuelo... buen viaje amigo.
  A la hora de la cena  reina un ambiente depresivo,  la moral anda por los suelos. Nadie  del grupo parece creer que  mañana podamos coronar el Elbrus, es  el día que  tanto hemos  estado esperado  y tenemos un nudo en la garganta. Estamos acojonados.
10º DIA. EL ELBRUS 5.642 M., 1.800 M. DE DESNIVEL
	
EN LO MAS ALTO DE EUROPA.
02:15 Salida Barrels (3.800 m.)  -  05:30 Rocas Pastukhova (4.800 m.)   10:45 Cima (5.642 m.)		 -  12:30 Rocas Pastukhova    	  13:45 Regreso a Barrels
	Ascenso:
Primeros 1.000 m. de desnivel: 	03:15 horas.
Ultimos    800 m. de desnivel:	05:15 horas. Total ascenso: 08:30 h.
Ultimos    100 m. de desnivel: 	01:15 horas.
	Descenso:
	
De cima a Rocas Pastukhova:	01:45 horas.
De Rocas a los Barrels:		01:15 horas. Total descenso: 03:00 h.
La una de la madrugada y ya estamos en pie; ha tardado pero al fin ha
llegado el día  del Elbrus.  Fuera nieva. Paco empieza a  preparar el 
material y a vestirse, pero el guía le recomienda no intentar el pico no ha aclimatado lo suficiente. Decide quedarse en los Barrels. Biera  nos ha preparado un menú especial para desayunar, bastante cargado de  azucares e hidratos. 	 02:15, nos hemos  retrasado un poco, Pavel  ha pospuesto unos minutos la salida a la espera de que dejara de nevar. La nieve se encuentra a unos metros de los Barrels y empezamos  a pisarla para encaminarnos a la cima.  Al poco  iniciamos  la  interminable  pala que  lleva a las Pastukhova. Paso a paso, cansinamente, vamos subiendo metros mientras una densa niebla lo  envuelve todo; ni  siquiera vemos las ruinas del antiguo refugio de  Pruit 11. Al poco nos  adelanta una retrack llena de japoneses conducida por un guía conocido del nuestro:
  - You're very  strong- le grita  a Pavel,  dando este  la callada por respuesta.
  También van a hacer el  Elbrus, si se puede  considerar hacerlo a que te suban unos  1.000 m. de  desnivel en una oruga...  Un par de horas después llegamos a las Pastukhova (4.800 m.), como es evidente no hay ni rastro de los japoneses.Hace bastante rato que la retrack los dejó allí. Son las 05.30 y hasta ahora , el guía, no ha creído conveniente que nos pusiéramos los  crampones, a pesar de  nuestra insistencia en ese sentido. Hemos subido por  alguna zona de bastante desnivel y, en algún momento, nos hemos acojonado al mirar hacia atrás. 8 bajo cero.
 
  A través de la niebla nos encaminamos al imaginario collado que separa las dos "tetas" del Elbrus.  Empieza a amanecer y  no vemos tres en un burro. Hasta ahora la ascensión había sido continua y monótona, con la única diversión  de concentrar  la vista en  el círculo  de luz que el frontal dibujaba  en las botas del  compañero de delante,  mientras la "bola" se te  iba pensando en  cualquier tontería...  pero nos estamos acercando a los  5.000 m. de altitud  y empiezan a  requerir mucho mas esfuerzo físico los  cortos pasos que vamos  dando. A eso de los 5.100 el compañero Martí empieza  a sentir taquicardias,  la misma sensación que tuvo cuando, tiempo  atrás, intentó el  Kilimanjaro. Con calma nos dice que se  baja, que  no quiere pasarlo  mal. Esta  vez tenemos  dos guías; le  indicamos que  baje con uno  de ellos, Yuri, pero Martí, se encuentra suficientemente  capacitado para volver  solo a los Barrels. Le preguntan a Silvia como se encuentra, Joan escucha, y esta responde que va bien  mientras sigamos a  este ritmo...  Joan traga saliva y me confiesa que el  está hecho polvo ( al igual que yo ) y que no llega a comprender como aguanta tanto esa mujer (yo tampoco). Ya ha amanecido. 10 bajo cero.
  La niebla se deshace en jirones  y aparecen ante nosotros las tetas... y  una  hilera  interminable  de rusos  que avanzan,  delante nuestro, cansinamente. Un paso,  otro, otro mas, por mucho  que caminamos nunca llegamos al  collado  que  separa a las  dos cimas...  Pavel  se aleja guiando a Iñigo, Josep y Fermín que van como motos. Decido acelerar el paso para  intentar  llegar hasta él  y decirle  que se refrene.  Miro hacia atrás y veo la sombra de Joan, entre la niebla, que se ha vuelto a cerrar, está  haciendo de hilo  para que Javier y Silvia,  su mujer, nos vean.  Ninguna  de las  bocanadas  con las  que pido  aire parecen llenarme los  pulmones. He de  sacarme los guantes,  no puedo aguantar mas con la boca y la nariz al aire...  trato de ponerme la braga polar y cerrar la  capucha por encima  de la nariz;  lo consigo,  pero se me hielan los dedos de la mano izquierda.
  Vuelve a  cerrarse la  niebla mientras  avanzamos, poco  a poco, a los extenuados rusos.  Parece mentira, pero son  capaces de aguantar estas temperaturas  con los  cuatro trapos  que llevan  puestos;  algunos ni siquiera llevan  guantes o son tan  finos que se nos  hielan las ideas solo de pensar en  llevar algo parecido  en las manos. Nos acercamos a la falda del pico occidental del Elbrus, el más alto de las dos. Pavel no me hace ni  puñetero caso, sigue  adelante con su  ritmo a pesar de mis gritos  para que  se detenga.  Delante nuestro,  a escasos metros, aparecen los japoneses que nos  habían adelantado con la oruga. Uno de ellos jadea como un becerro. 
  Nos reunimos para descansar en las ruinas de un antiguo refugio. De él solo emerge, entre la nieve, dos  o tres maderas de su tejado. Miramos lo que nos queda... la pala se empina,  supera los 45º durante un gran trecho, el que lleva a los 5.600. Al continuar la ascensión no consigo respirar la cantidad  de aire suficiente  para seguir  avanzando, cada paso se  me hace  interminable  y  parece  que los  pulmones  me van a estallar, he petado  al intentar pillar a Pavel.  El segundo guía toma el relevo, intento  seguirle pero  parece un gamo  triscando  sobre la nieve ¿ como puede  ir tan rápido  a esta altura ?. Dejo  pasar a  los compañeros  y me  sitúo  detrás de  Joan.  De tanto en  tanto clavo el piolet en la nieve  y me apoyo en el pico para  descansar... en alguna ocasión he  estado apunto  de dormirme  aferrado a él.  A la vuelta lo comento con los compañeros de ascensión, a ellos les ha pasado igual.
  Joan avanza pesadamente por la inclinada pala que nos lleva a la cima, 23, 24... 25  pasos  y se  detiene  a descansar.  Me paro  detrás para tratar de llenar los pulmones, inútil. Avanza de nuevo... 30, 31 o mas pasos. 
  - ¡Joder, has dado  7 mas que antees!- Le grito  al detenernos los 20 o 30 segundos que necesitamos para recuperarnos del esfuerzo y tratar de respirar.
  Nuevo tramo  de treinta  y tantos  pasos,  nuevo descanso  de 20 o mas segundos. Estamos  a 5.500 metros  y parece que  nunca llegaremos a la cima de  este  maldito pico.  Maratones,  medios  maratones,  carreras interminables de montaña e  incluso rebusco en la Matagalls/Montserrat
intentando recordar cuando he sufrido tanto... la verdad es que nunca.
En esas carreras te  vas apagando poco a poco  y hasta llegas a arras-
trarte como  un gusano,  sin avanzar  lo mas mínimo,  pero nunca me he
encontrado con  los pulmones  vacíos boqueando  como un pez  fuera del
agua.
Llegamos al final de la pala,el altímetro marca mas de 5.600 metros...
ante nosotros aparece  un falso llano que lleva  a una pequeña loma, a unos 300 m. de  donde nos encontramos,  esa loma es la  cima. El resto del equipo  se encuentra diseminado  enfrente mío y,  alguno de ellos, Iñigo, Fermín  y Josep, han  llegado ya a ella.  Parece que recobro un poco las  fuerzas, el  poco desnivel  que tiene  el trecho  por el que avanzamos  facilita  que  demos  mas de  100 pasos  seguidos,  ¡parece mentira!. Pero  el puntazo final  me lo dan los  30 últimos metros, se pronuncian mucho y me cuesta lo indecible acabarlos.
  Los  japoneses  están detrás,  a unas  decenas  de metros,  el becerro jadeante se acerca  poco a poco, como si  lo llevaran al  matadero. La cima es pequeña y la tenemos totalmente ocupada, no cabe ni una aguja. Fotos en grupo,  individuales,  del Joan, Josep y mía juntos,  mas una multitud lanzadas  al maravilloso  paisaje  que emerge  ante nosotros, estamos en la cima de Europa y difícilmente repetiremos este momento!. Los japos esperan  pacientemente a  unos metros  mientras  el  becerro se sigue acercando a lo lejos. 
  10:45 h. y de 12 a 14º bajo cero.  Cedemos la cima e iniciamos el des- censo como autómatas...  autómatas que van cayendo  encima de la nieve cada dos por tres, por culpa del  cansancio. Si hemos tardado 08:30 h. para ascender, solo necesitaremos 3 para el descenso.Parece increíble, pero el Elbrus es una ascensión  dura y continua, por eso se desciende
de él tan rápidamente.  Al acercarnos a  la pala que  lleva al collado
nos encontramos al grupo de rusos que hemos adelantando en el ascenso;
van ordenadamente siguiendo al barbudo que les hace de guía, ¿es barba
o es hielo lo que llena su cara?,  ni siquiera lleva ropa para taparse
la boca. Recupero los dedos helados.
Al poco de llegar  a los  Barrels nos  enteramos  por otros  guías que
hacer el Elbrus desde allí, y  sin ayuda de medios mecánicos (1.800 m.
de desnivel),  es muy duro,  solo al  alcance de  guías como Pavel (la
pregunta  es si  la  gente  que  acompaña  a  este  guía,  guiris como
nosotros, también esta capacitada para poder hacerlo).
Epílogo:
11º DIA.  EL FORMIDABLE INGENIO RUSO.
Descanso total.  Intentamos  llegar  a una zona de ski  llamada Cheget
pero llegamos  tarde, el  telesilla han  cerrado. Por la  mañana hemos
vivido la "inolvidable" experiencia  de volver a utilizar el telesilla
y los teleféricos  de bajada del Elbrus.  Cuando estábamos abajo hemos
visto como los  rusos intentaban  colgar de la base  del teleférico un cable del que pendía una caja metálica enorme, sin tapa,evidentemente, y llena de cemento. El trasto se  agitaba de tal manera que el cemento caía por todas partes,  mientras los usuarios  esperaban balanceándose pacientemente.  Varios del grupo  han jurado no volver  a montar en un teleférico jamás.  Por cierto, vemos  en las tiendas  para turistas al soldado loco que  encontramos en los Barrels,  nos saluda con un gesto de cabeza; huimos disimuladamente.
12º DIA.  EL GLACIAR DE KASHKATASH (2.950 M.), 700 METROS DE DESNIVEL.
Pavel nos lleva al  glaciar de Kashkatash.  Como no hemos tenido sufi- ciente en estos 12 días, nos coloca un trekking desde los 2.200 metros hasta los  2.915 a través  de un empinado  camino que  atraviesa  unos Barrels que, extrañamente están pintando; después un río, extrañamente también,  de agua  cristalina,  y una  zona de  acampada a  rebosar de montañeros.  Iniciamos  la ascensión  por una  senda que  atraviesa un pequeño bosque, en paralelo a una enorme lengua de hielo que desciende desde el circo. La lengua parece  un hervidero de montañeros rusos que practican  la escalada  en hielo  entre los  seracs.  Unos metros  mas arriba aparece  ante nosotros,  a lo lejos,  la majestuosa  imagen del Elbrus...  tapa el 30 %  o más del  paisaje; todo  blanco él y su cima cubierta de  esas nubes que  solo hemos  visto que  lo abandonaran una sola vez en tantos días que lo hemos estado rondando.
  Al poco damos con el primer circo, donde se acumulan ingentes cantida- des de hielo  procedentes del circo  del pico  Volnaya Ispania (España libre), que se encuentra mas arriba. El hielo se arremolina en enormes bloques que crujen sonoramente,  y todo ello aderezado con el Ullukara
(4.302 m.) coronándolo todo... precioso.
El guía nos indica que el  pico que se entrevé a  través de la niebla,
el Volnaya  Ispania, fue  bautizado  así al  finalizar  nuestra guerra civil.  Ingenuamente  le pregunto  si fue  Stalin  quien  le  puso ese nombre... por primera vez veo  mosqueado a Pavel, me dice gesticulando que Stalin no, que fueron los escaladores  rusos. Doy por concluido el tema.
13º DIA. CON LA MUERTE EN LOS TALONES, DE ALFRED HITCHCOCK.
Hemos volado  en Tupolevs arcaicos,  de compañías aéreas  nunca oídas, subido a montañas imposibles y  pisado glaciares enormes, pero el ver- dadero peligro lo corríamos hoy,  en el viaje por carretera de Terskol al aeropuerto de Minerali Vody. Nuestro conductor tiene una concepción diferente de lo que  son los  peligros de la carretera... tanto va por la derecha como por la izquierda,  ¡que mas da!. En uno de esos momen- tos en que condujo  a la inglesa, durante  unos cientos de metros, uno de esos  Lada similares  a nuestros  antiguos  SEAT 124 nos  adelantó, tranquilamente,  por la derecha...  así, con  naturalidad. Un saludo a través de  la ventanilla  ¡buenas señor  conductor!,  aquí paz  y allá gloria.  En  otro  momento  íbamos  detrás  de  otro  vehículo  en una carretera estrecha,  con línea continua.  Otro coche  que nos venía de cara empezó a ser  adelantado por el que le  seguía... ¡Joder, se pone en  dirección  contraria  y  venimos  nosotros!,  exclamamos  mientras nuestro intrépido conductor se puso manos a la obra y lo imitó ponién- dose  a  adelantar  al  coche  que  teníamos  delante...  así  que nos encontramos  los cuatro  vehículos en  paralelo,  dos por cada lado. A nadie se le ocurrió pitar, para  que, al fin y al cabo no había habido ningún accidente, ¿no?. 
  Medía hora  de maniobras  similares  nos llevaron  a un cruce  del que partían tres carreteras, en  el se encontraba instalado un coche poli- cial, con  dos agentes  estilo Pancho  Villa... barriga  incluida. Nos detienen, unas palabras, unos  cuantos gestos y nuestro conductor saca la cartera  delante de  todos nosotros  y suelta  la  "mosca" a uno de ellos.De vuelta en la furgoneta reía con nuestro guía de la situación; parece  lo  habitual o  el policía  se había  conformado  con poco. No ocurrió  lo mismo  en el siguiente  control, cerca  ya del aeropuerto. Esta vez  el puesto  policial  lo constituían  una casamata  verde, de madera, un coche y dos agentes,uno con camisa blanca y otro con camisa gris adornada por tres galones y un Kalasnikov colgando del hombro. En un momento de  la gesticulante  conversación,  el de la  camisa blanca toca en el brazo al conductor y  le hace un gesto con el dedo para que le siga.  Lo lleva  detrás de  la furgoneta;  nuevo pago.  Todo parece correcto  cuando  el de  los galones  parece  indicarles al  guía y al conductor que, en  los papeles que llevan,  falta un sello... el gesto es claro, la  conversación parece  volverse  un poco mas  brusca... el guía y el conductor siguen al policía dentro de la casamata... al vol- ver ya no  ríen como  la primera  vez. Arranca  la furgoneta  y hablan entre ellos  con muchos aspavientos  mientras  el conductor  cierra la cartera; parece  que el pago  ha sido duro.  Poco después  llegamos al aeropuerto donde el conductor/mafioso  se despide de nosotros y, hasta nos llega a  sonreir. Después de  todo nos ha ayudado  mucho y, quizá, el mote de mafioso no se lo merezca.
  En el aeropuerto nos vuelven a hacer  pesar los bultos de mano, normal ¿no?, ante  la indignación  del guía. El resultado  es que, si ninguno excedíamos  de los  20 kgs.,  al añadir  los de mano  hemos  de  pagar sobrepeso. La  cola para subir al avión es  de película de Buñuel, tan pronto la paran como vuelven a dejar pasar mientras los usuarios rusos parlotean airadamente  con las ceñudas azafatas  que, por el rictus de sus caras, parecen estar mediando  con ellos en algún asunto de enorme importancia. Se reanuda el movimiento en la cola. En el Tupolev, simi- lar a nuestros autobuses de los  años 60, solo falta que los pasajeros lleven gallinas.  Hay bultos por todas partes,  gente sentada donde no les corresponde, muchas voces y gestos y un increíble olor a gasolina. Entiendo perfectamente  porque en el segundo  día de nuestra llegada a Rusia se estrelló en el aeropuerto uno de esos aparatos.
  Moscú, planta 25 del Hotel Vega... volvemos a casa.
Conclusión:
Si a alguien se le hubiera ocurrido  hablarme de volver al Cáucaso, al 
poco de regresar,  le hubiera contestado de  mala manera. Ahora y como 
siempre  me pasa, solo de recordar las anécdotas  que hemos tenido, la 
enorme cantidad de experiencias y sensaciones montañeras y al recordar 
nombres tan sugestivos como el Ushba (4.707 m.),Dongusorum (4.454 m.), Jailik  (4.533 m.),  Ullutau  (4.207 m.)  o  cualquier  otro  de  esos imponentes picos que  ni siquiera hemos  tocado, pues...  con los ojos cerrados me teníais de vuelta allí.
Para ver el reportaje fotográfico
						Rafa Montoliu
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