Caza
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Como cada año, por la festividad del Pilar, la
caza cobra protagonismo y los medios de comunicación general de
prensa, radio y TV abordan en mayor medida la apertura de la
veda.Pero detrás de estas menciones ocasionales hay una gran
realidad que mueve y renueva la economía de pequeños nucleos
rurales, como en el caso de Solana del Pino.La caza es un
fenómeno de masas en nuestro país, con la existencia de un
colectivo que supera con creces el millón y que como deporte,
comparte con el fútbol las cifras más altas de practicantes.
E l Consejo de Europa, ya hace años, viene
dandos claros y determinantes mensajes para que se contemple la
caza como uno de los principales medios para aprovechar
racionalmente los recursos naturales renovables de este país,
llamado a ser la reserva natural de Europa. Al menos en lo
económico y social, la caza tiene una destacada importancia, y
supone el complemento ideal del turismo de verano, incluso con
mayor peso específico que el que inunda nuestras playas.
Beneficia sobre todo al medio natural y en especial a las zonas
más deprimidas, al generar riqueza y mano de obra.
Especies Cinegéticas
Rehalas
Monterías
Tribuna Gráfica
Enlaces
Especies
Cinegéticas
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Ciervo. Especie de gran porte muy abundante en toda
Sierra Madrona.Es la especie cinegética por excelencia
de las monterias.
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Jabalí Especie que junto al ciervo se prodiga en
abundancia en todas las monterias.
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Corzo Especie de pequeño porte, escasa en Sierra
Madrona pero no por ello frecuente, sobre todo en las
zonas más frescas de las gargantas.
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Cabra Montés Especie que busca las zonas más
altas y pedregosas de la sierra abundante en algunas
fincas como Aulagas.
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Las
Rehalas
Sierra Madrona
puede decirse que es la mejor zona de caza mayor de Castilla la
Mancha y una de las mejores de todo el país. Y no en vano hay en
Solana del Pino varias Rehalas, que son contratadas en las
monterías de la zona e incluso en otras fincas fuera del area de
Sierra Madrona.Tampoco es extraño ver en los alrededores de
Solana del Pino a los rehaleros cuando sueltan a sus jaurías,
como juntan en el monte a sus perros, al son del toque de sus
caracolas, o del entrenado sonido de sus voces.
Según aseguran los rehaleros, no someten a sus
perros a ningún adiestramiento especial, tan sólo emplean el
caracol o la voz unos dias antes de llevarlos de caza por primera
vez, para que el animal reconozca los sonidos que servirán para
controlar sus movimientos en el transcurso de una montería.
Y es que para cualquiera que no lo haya vivido
de cerca, ver trabajar a un rehalero con sus perros, y sobre
todo, escuchar su voz, es algo verdaderamente impresionante. Uno
se pregunta de dónde sacarán estos hombres la energía para
hinchar sus pulmones de manera que el sonido que sale de su
garganta sea tan potente y característico. Porque la voz de cada
perrero es diferente, y sus perros la reconocen perfectamente,
distinguiéndola de la de otro rehalero que pueda cruzarse en su
camino.
En monterías con una mancha de caza de grandes
dimensiones, pueden coincidir hasta 15 o 20 rehalas, cada una de
ellas
integradas por
otra veintena de ejemplares, lo que da idea de la cantidad de
perros que pueden montear a la vez, y aunque se guardan
distancias entre las zonas de trabajo de unas y otras, en muchas
ocasiones, el camino de dos jaurías se cruza, lo que puede
plantear dificultades si los perros no reconocen a la perfección
la voz de su perrero. No es muy inhabitual que algún animal se
despiste y siga un camino que no le corresponde, lo suele
significar la pérdida de uno de los integrantes de la rehala.
Aunque la caracola es un instrumento de suma
importancia para el manejo de la rehala, los perreros aseguran
que se emplea principalmente para recoger a los perros, o cuando
se alejan demasiado. En un ojeo, la caracola se toca lo menos
posible, porque si no, los perros no se van de tu lado, y es
mejor controlarlos con la voz y usar la caracola sólo cuando
termina el ojeo. Además, a los cazadores que están en los
puestos de una montería les gusta escuchar la voz del
podenquero, y no demasiado que abusen del uso de la caracola.
Para que un
perro nuevo sepa lo que tiene que hacer en una montería, tan
sólo se requiere su instinto y la compañia del resto de los
integrantes de la jauría. Estos aportan su veteranía y
experiencia al recíen llegado, que se limita a imitar sus
movimientos y a responder a lo que su instinto natural le indica.
Según los rehaleros de Solana del Pino, el
momento adecuado para iniciar a un perro en una rehala es entre
los 6 y los 8 meses de edad, siempre en fincas que no sean muy
fuertes, pero también donde haya mucha cantidad de reses, donde
abunden venados y cochinos, porque así es como los perros
nuevos se pican, y como aprenden de los adultos.
Una jornada normal de caza suele comenzar hacia
las doce y media del mediodía, cuando sueltan a los perros, y
acabar sobre las tres y media de la tarde, lo que supone unas
tres horas de intenso trabajo para los perros, salteadas de
emocionantes e incluso peligrosos lances como sulen ser los
agarres de los cochinos que dejan a más de un perro de la
jauría fuera de combate. En estos casos, sobre todo en el
enfrentamiento con reses heridas, en los que es decisivo el
trabajo de los ejemplares de presa, como los mastines, aunque
aquí aseguran que uno de los mejores perros de presa es uno que
tienen, uno de cruce de podenco y dogo.
Según nos dicen, el podenco es el perro que
mejor se presta al trabajo en jauría, pero que cualquier perro
para caza mayor sale bueno, y no hay que quitar valor al matín o
al sabueso, a cualquiera que tenga raza, aseguran de todos modos,
que en una jauría de 20 perros siempre puntean 8 o 9. El resto
son ejemplares mediocres que se limitan a seguir la forma y el
ritmo
de
trabajo que marcan los perros de cabeza.
Los rehaleros más veteranos nos cuentan que
antes, sin los actuales medios de transporte para los perros, los
podenqueros sujetaban a sus perros en colleras, y se
trasladaban hasta la finca donde fuera a desarrollarse la
cacería. Tampoco había la abundancia de caza de la que
disfrutamos ahora, y en una jornada de montería se veian muchos
menos venados, por lo que era preciso que cada jauría contara
con perros que supieran buscar la caza, que eran precisamente los
que sobresalían por sus cualidades del resto del grupo.
Hoy día, el progreso ha premiado a los perreros
con mejores medios para el cuidado y transporte de su rehala,
pero económicamente los resultados no son tan satisfactorios,
sobre todo porque hay mucha competencia, y si no se hacen muchas
cacerías en la temporada, no merece la pena el trabajo de todo
el año.
Los
precios de alquiler de una rehala varían dependiendo de los
propietarios, por supuesto, y de la categoría de las monterías.
Por temporada , una rehala se alquila, por termino medio entre
las trescientas y las cuatrocientas mil pesetas. Por montería ,
suelen cobrar entre treinta y cuarenta mil pesetas por rehala. La
media que consiguen por temporada es de unas 30 ó 35 monterías,
y aún obtienen algún beneficio por la venta de los cachorros
con los que no se quedan(se llegan a criar hasta 8 camadas al
año). Pero después de todos los cálculos, son muchos los
gastos (alquiler, alimentación, veterinario...) y un trabajo muy
duro, que no entiende de domingos o festivos.
Además calculan que por temporada pueden perder
6 ó 7 perros por las heridas que suponen las monterías, sobre
todo de cochinos, que se saldan en muchas ocasiones con rajas
considerables en el cuerpo de los perros, que suponen su muerte o
que obligan a sacrificarlos. Pero las bajas dependen también de
las voces de los perreros y de lo controlados que vayan los
perros. Los perros deben de ir al oído del perrero, sin
alargarse mucho, porque si no se despistan. A ellos les basta la
presencia del dueño para mantenerse próximos. En muchas
monterías, cada jauría va acompañada de un perrero y un
ayudante para llevar un mejor control, pero no siempre.
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Monterías
Las monterías en Solana del Pino son todo un
acontecimiento que se vive y se saborea intensamente. A lo largo
de la temporada hay numerosas monterías organizadas por las
grandes fincas cinegéticas del término municipal. Fincas como :
Los Hijuelos, Las Aulagas, Lagunillas, Coquiles, Los
Corderos, La Torrecilla, Nueve Veces... Normalmente se hacen
a lo largo del fín de semana lo que produce un gran alboroto en
el ritmo de vida de Solana del Pino, pero sobre todas ellas, las
que organiza la "Peña de cazadores Virgen de la
Antigua" y la "Peña de Sierra de la
Herraora", son las más esperadas de toda la
temporada. Estas peñas agrupan a todos los hijos del pueblo que
por razones de trabajo se encuentran repartidos por toda la
geografía nacional ( sobre todo Madrid y Barcelona ), y con
ocasión de las monterías son motivo de reunión con la familia
y amigos.
La montería siempre tiene
un ritual que se va cumpliendo como si fuera el engranaje de un
reloj. Por la mañana sobre las nueve comienza con "las
migas" en uno de los bares del pueblo, que se van
rotando en todas las cazas, para que todos los bares se puedan
beneficiar en los preparativos de las comidas y consiguientes
bebidas. Una vez finalizado el desayuno se vive una de las
mayores emociones y expectaciones del previo a la montería con
el sorteo de los puestos donde se situarán los cazadores, donde
quien más y quien menos cruza los dedos con la sana aspiración
de que la fortuna le coloque en la mejor de las traviesas. Esto
suele ocurrir sobre las diez de la mañana, y una vez que cada
cual sabe el puesto asignado, es hora de subir a los coches y
acercarse a"la mancha" a montear.
En la finca a montear
cuando llega el montero se encuentra con" los
rehaleros"con sus rehalas y" los secretarios"
que les
van
a ayudar a llevar el equipo al lugar del puesto asignado. Todo
este proceso se va desarrollando fluidamente como quien lo conoce
de antiguo como algo natural. Las jaurías de los perros iran
acercando las piezas a abatir, bien pasada la mitad del día.
Estos momentos los debe de aprovechar el montero y estar atento a
cualquier ruido o movimiento de la maleza a su alrededor, para no
desaprovechar cualquier posible "res" que
salga a su encuentro.
En las antiguas monterías
los monteros podian disparar sobre todas las reses que les
entraban al puesto, así se puede comprobar en viejos libros. A
pesar de ello, los resultados eran mucho más reducidos que hoy
en día, aún batiendose una mayor cantidad de terreno y
disparandose sobre todo tipo de especies mayores, sin tener en
cuenta la edad ni el sexo. En la actualidad, la normativa es tan
compleja que nos ha llevado, además de al cumplimiento de una
normativa general, a otra de caracter más individual
especificamente en los conocidos Planes Técnicos de Caza que
cada titular de coto debe elaborar y procurar cumplir.
La práctica de la caza como una actividad
consecuente con los recursos naturales, hace que en la actualidad
se itilicen modelos de caza que permiten extraer un número
determinado de piezas, dejando las suficientes para que se
permita la continuidad de la actividad , mejorando si cabe la
calidad y aumentando en lo posible la cantidad. Se han ensayado
múltiples fórmulas con dispares resultados como: El Rececho
, La Berrea, La Montería ( con distintas
modalidades como las de caño libre y las de cupos
). Normalmente se respeta en la montería a las hembras y a los
venados y jabalíes jovenes que aunque salgan al punto de mira,
no se les dispara.
Sobre la primera hora de la
tarde se da por concluida la montería con el recuento de reses
abatidas. Es hora de volver al pueblo y en el bar que se había
encargado de preparar la comida reponer fuerzas ante una caldereta
de cordero o unas alubias bien cocinadas. La velada
continúa con los relatos de los lances monteros entre los
participantes , y si hay algún primerizo o primeriza en haber
abatido una pieza con los preparativos de su bautizo de sangre
que se denomina hacerle "novio", donde los
monteros veteranos embadurnan la cara del neófito con sangre de
la res abatida y le gastan unas cuantas bromas como atarlo
durante un tiempo a una silla donde tiene que estar cayado y sin
quejarse hasta que el resto de los monteros decidan que la prueba
ha terminado.
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Tribuna
Gráfica
 |
Juan Carlos Poyatos,con una pareja de venados cazados
en coto de "Los Hijuelos" |
 |
Antonio García y Antonio Duque con un buen ejemplar
de Macho montés cazado en "Las Aulagas" |
 |
José y Jose Poyatos con Gaspar Poyatos y un buen
ejemplar de jabalí cazado en la "Sierra de la
Herraora" |
|
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Última actualización de esta página, el 2 Diciembre de 1999