En el interior de la Torre hallamos el Salón de los
Embajadores (o del Trono), donde tenían lugar las recepciones oficiales.
Cabe destacar la grandiosidad de la decoración existente en esta estancia,
aun teniendo en cuenta la destrucción que ocasionó una explosión en 1590.
La Torre, que se eleva 45 mts., tiene un estilo
austero en el exterior que no permite imaginar la belleza de su interior.
Los visitantes que el rey moro recibía en el Salón
de los Embajadores quedaban maravillados por el entorno, a lo que se debe
añadir la posición dominante del sultán: sentado en su trono de espaldas a la
ventana únicamente podía ser visto como una silueta recortada a contraluz
mientras la estancia brillaba con multitud de colores.
Como dato orientativo diremos que el techo del Salón está formado
por un mosaico de 8.017 piezas de madera de cedro.