Puppet

 

Capítulo1: Make Me Think…

No se con que ánimo me levante de mi cama y mucho menos me acuerdo como llegué al colegio, lo único que se es que apenas me senté en mi carpeta entre en un estado de insomnio completo. En fin, solo duré una hora por que después no me aguante más y me salí del salón. No conocía un lugar más tranquilo para dormir que la azotea del colegio y como casi nadie iba a ese lugar nadie me encontraría y podría dormir mejor que en la noche. Me sentía más cansado que nunca pero tenía la obligación de reunir todas mis fuerzas para las prácticas de la tarde, si el capitán Tezuka me veía en este estado era capaz de mandarme a correr todo el colegio por lo menos unas diez veces.

Me dormí desde la segunda hora hasta la cuarta. Tenía un poco más de energía, la suficiente como para resistir el resto del día. Bajé a clases y en el camino a mi salón me encontré con Oishi y Eiji. Al parecer estaban escapándose de clases por que tenían cara de estar queriendo pasar desapercibidos. Ellos no sabían acaso que el uniforme de Tenis atraía demasiado la atención?

-“Nee, ochibi! De donde vienes? Tienes cara de muerto fresco”

-“Vienes tarde… si sigues caminando así de lento no llegarás ni a la práctica de la tarde!”

-“Que graciosos. Tengo que ir a clases. Adios!” – seguí caminando sin parar, no tenía ganas de conversar con nadie en estos momentos pero aún así me seguí encontrando con todo el mundo. Todos me decían que me veía mal y estaba empezando a creérmelo hasta que me encontré con el bushou… - “Bushou…”

-“Echizen…” – me miro evaluándome. No sabía por que pero su mirada me intimidaba – “Vete a tu casa”

-“Esta bien. Ya me voy!” – a él no le podía refutar nada. La palabra de Tezuka era como la ley para mí. Me fui caminando hasta la puerta y de ahí de frente a la calle. Todos tenían razón, me sentía mal pero eso era algo que yo mismo no podía admitir. Caminé sin problemas hasta la avenida principal pero para cruzarla tenía que hacerlo a través del puente peatonal. Las escaleras eran interminables para mí, las subía por inercia, un pie primero y luego el otro para luego caminar el largo del puente y de ahí la parte más fácil… la bajada. Mis piernas temblaban como gelatina y no me podía sostener por más tiempo… una de mis piernas se durmió y arruino la coordinación de la otra. Ahora yo caía… me golpeaba con cada escalón… los 14 restantes… los llegué a contar. Al llegar al piso lo único que me restaba por decir era ouch! Pero no había nadie cerca como para escucharme o ayudarme hasta que un par de brazos me ayudaron a pararme…

-“Echizen! Te vi caer del otro lado del puente! Estas bien? Te duele algo?” – era una pregunta bastante tonta, era obvio que me dolía todo solo que no sabía que era lo que me dolía más.

-“Auch! Cuidado con mi brazo… me duele…”

-“Con tremenda caída no es para menos”

-“Que haces aquí Momo senpai?” – recién podía verlo bien… no me había detenido a reconocerlo antes, no lo había podido enfocar bien.

-“Ah si… Tezuka me mando a seguirte… te habías olvidado de tu maleta” – verdad… la había dejado en el colegio. Felizmente me la olvide, si la hubiera traído conmigo lo más probable era que me raqueta estuviera destrozada en mil pedazos. Yo me puedo recuperar pero mi raqueta no… - “Oi Echizen… debería llevarte a un hospital para que te vean… no solo te ves mal… estas todo sucio y golpeado” – no tenía que haber dicho la palabra golpeado por que eso solo me hizo recordar el dolor que ahora lo sentía con mayor intensidad. Momo se dio cuenta de esto y me hizo a un lado para parar un taxi.

-“No… mejor llévame a mi casa… estoy bien!” – intenté sonreírle pero no debió salirme muy bien el gesto por que Momo se vio más preocupado. – “Llévame a mi casa y si me siento mal mis papas me llevaran al hospital… por favor!”

-“Esta bien pero si te sientes mal por favor avísales para que te puedan ver” – le prometí a Momo que le diría si me sentía mal y nos subimos al taxi. Me senté con dificultad y apoyé mi cabeza en el hombro de Momo… me sentía cansado nuevamente… la cabeza me dolía mucho y con los ojos cerrados la sensación de dolor parecía disminuir… a lo lejos podía escuchar a mi senpai tratando de despertarme pero tenía demasiado sueño…

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Sentí un peso en mi pecho y un sonido que solía arrullarme de noche aparte de un par de bigotes que me hacían cosquillas cuando se acercaban a mi ojo. Sus ojos azules me recordaban que estaba en casa solo que no recordaba como llegué ahí. Traté de mover mi brazo izquierdo para acariciar a Karupin pero el solo pensar en moverlo me dolía además lo sentía pesado. Abrí bien mis ojos para verme y me vi vendado. Tenía un yeso en el brazo izquierdo y vendaje apretado en la derecha. Traté de levantarme un poco pero toda la espada me dolía, la cabeza me comenzaba a dar vueltas así que preferí quedarme quieto. Karupin comenzó a sobarse contra mi hombro y quiero pensar que lo hace para darme ánimos.

-“Que día es Karupin? Tengo sueño… me duele todo… Puedes llamar a alguien?” – siempre había tenido una buena relación con Karupin y él era el que mejor me comprendía… me entendía más que mi propia familia… sabía más de mí que mi propio padre. Karupin me entendió y salió de mi cuarto. Desde mi cama la oí maullar haciendo escándalo como solo nosotros dos sabíamos hacer. No paso mucho tiempo y la primera que vino en mi auxilio fue mi prima Nanako.

-“Ryoma kun.. como te sientes? Escuche a karupin llamar… Necesitas algo?”

-“Que hora es?” – Nanako se extraño por mi pregunta pero aún así miro su reloj de mano rápidamente.

-“Son las diez de la mañana. Quieres tu desayuno?” – desayuno? Cuanto había podido dormir?

-“Que día es hoy?”

-“Quieres saber cuanto has dormido? No sé si con esto has batido tu record pero has estado en tu cama como dos días. No podíamos bajarte la fiebre con nada pero parece que ya estas mejor…” – fiebre? Entonces era eso, por eso tenía sueño ese día. – “Espérame un ratito Ryoma kun, voy a traerte tu desayuno… debes estar hambriento, un niño en crecimiento como tu necesita comer bien!” – mi prima se levantó y salió de mi cuarto dejándome una vez más solo con Karupin.

Lo único que recordaba de ese día era haberme caído de la escalera y… Momo senpai había sido el que había estado ahí para ayudarme… pero de ahí no recordaba nada más. Miré más detenidamente mi cuarto. Mi velador estaba lleno de medicinas, termómetro, alcohol, cremas y vendajes. Habían varias sillas alrededor de mi cuarto… serían de mis papas? El doctor quizá? Mi prima? Karupin no necesitaba silla… Comencé a tener sueño nuevamente y una vez más Karupin se encargó de arrullarme… ya no tenía ganas de tomar el desayuno… eso podía ser para después…

Capítulo 2: Make me Remember

Cuando uno esta en cama medio como que se siente mejor y por lo general yo también era de ese tipo pero esta vez mi dolor parecía aumentar. Tenía ganas de salir de mi cama y caminar un poco porque la cabeza me dolí bastante. Era uno de esos dolores de cabeza que ni con pastilla pasan, lo único que podía hacer para aliviarlo era con mi mano apretándome el ojo pero si teníamos en cuenta que tenía un brazo enyesado y otro vendado entonces era un poco difícil emplear esa técnica.

Quería dormir eternamente pero no podía. No podía por que era oyaji quien se sentaba a mi lado y apoyaba sus pies en mi cama moviéndolos constantemente mientras ojeaba una de sus revistas cuando se suponía debía cuidarme pero el significado de cuidado no existía en su vocabulario. Oyaji siempre había sido así, de mis dos padres él era el más despreocupado, nunca supe decir si era por que él era así o quizá no le interesaba o simplemente que él me veía como su ‘gran proyecto’.

Con mis ojos cerrados podía ver varias imágenes de ciertas escenas que podían apuntar a algo. En su momento no les puse atención por que simplemente no quería complicar mi vida pero ahora que tenía tiempo libre bien podía hacerlo….

FLASHBACK

-“Pégale a la pelota, no al aire!”

-“Eso intento pero la raqueta es muy grande!” – la raqueta no pesaba tanto en mis mano como hacía cuatro años que fue cuando papá recién me la había dado. Para este entonces el era mi papá y no oyaji como lo es ahora.

-“Si no vas a jugar bien avísame para llamar a tu hermano, él si le da a la bola con fuerza!” - me dio cólera y esta vez le pegue con toda la fuerza que tenía pero esta vez mandé la pelota fuera de la cancha para el lado de la arboleda. – “Hey Ryoga! No quieres jugar?” – Le tiré la raqueta y me fui corriendo hacia los árboles para buscar la pelota. En verdad la pelota no era lo que yo quería buscar por que pelotas teníamos varias y que una se perdiera no iba a significar gran cosa. Lo que yo quería era perderme y que nunca me encontrará… al menos él.- “Oye Ryoma no te vayas! Quédate para que aprendas como se hace! Si te vas nunca vas a aprender!” – no le hice caso e igual me fui.

Había mandado muy lejos a la pelota esta vez. Me gustaba mucho el tenis, después de todo era el único deporte que conocía y del que había aprendido bastantes cosas solo que aún era difícil ponerlas en práctica. En teoría era fácil pegarle a la bola eso siempre y cuando tu cuerpo fuese proporcional con el tamaño de la misma raqueta, que tus piernas fuesen lo suficientemente largas como para poder correr toda la cancha en la brevedad del tiempo y que el ala de la gorra que se supone te protege contra el sol no cubriera todo tu campo visual. Con casi seis años y todas estas desventajas era muy difícil jugar tenis.

De repente cuando cumpliera seis dentro de dos meses sería lo suficientemente grande como para poder jugar bien sin la necesidad que papá llamase a cada rato a Ryoga. Mi hermano mayor ya debía haber superado con creces mi etapa por que el ya tiene 11 años y sus piernas ahora lo llevan a cualquier parte, las mías aún tienen restricciones de salida por el lado de mamá. Ryoga es el único ser que conozco que le podría ganar a papá aunque según mi papá a él todavía le falta bastante. Pero si mi hermano mayor no podía entonces yo tendría que hacerlo y de esa manera también me tomaría más en cuenta.

Ahora podía ver la pelota trepada en la copa de un árbol. Me trepé al árbol como ya podía hacer y con mi mano intenté agarrar la pelota. SI hubiese traído la raqueta la hubiera podido usar como una extensión para agarrarla más rápido pero se la tire a papá. En ese momento me hubiera gustado golpearlo por que reemplazarme con mi hermano me ponía furioso aparte que me había hecho sentir como un inútil cosa que aún lo era. SI me volvía a hacer lo mismo lo iba a acusar con mamá. Caminé un poco más siempre apoyándome en las demás ramas para poder alcanzar la bola, ahora mis dedos alcanzaban con las justas a rozar la bola. Algún día podría crecer lo suficiente como para agarrarla sin problemas?

-“Problemas?” – papá me había encontrado y no demoró en ver por que estaba trepado en el árbol. Yo por otra parte seguía estirándome para agarrar la pelota tratando de no mirarlo para que no viera mis ojos mojados y calientes. – “Sabes que hay mejores maneras de alcanzar esa bola?” – seguía ignorándolo hasta que sentí ese sonido tan característico que hacía una raqueta al chocar contra una pelota. Mis ojos estaban siempre mirando a la pelota cautiva en el árbol y ví como la nueva pelota golpeaba fuerte a la mía y la traía abajo. Con mis manos agarré las dos pelotas sin darme cuenta que mis manos tenía una función aún más importante que era mantenerme con vida trepado en el árbol. La sensación de caída me asusto y con mis manos traté de agarrarme de algo, cualquier cosa… hasta que pude agarrarme de una rama algo más grande que las demás. Al cogerme de esta rama y por el peso que tenía sentía como que me había hecho algún tipo de corte en la palma. No pude evitar que se me cayeran algunas lágrimas del dolor, mi mano ya no me resistía más… - “Suéltate!” – escuche a mí papá y lo hice pero no por que él me lo dijo sino por que mi mano ya no podía más. Caí encima de él que me atrapó con sus brazos.

-“Puedes ponerte de pie?” – no podía hablarle así que solo moví mi cabeza de manera afirmativa. Me puso en el piso e intenté caminar. Podía hacerlo aunque me dolía bastante, después de todo me había golpeado con todas las ramitas del árbol. Tenía miedo de mirar mi mano que me dolía pero me arme de valor, el mismo que se deshizo cuando vi un filo de sangre salir de la palma de mi mano izquierda que fue la mano que había hecho el esfuerzo.

Papá no se dio cuenta de esto por que le oculte mi mano. Seguimos caminando hasta el jardín de la casa donde teníamos una cancha de tenis. Ryoga me miro raro cuando me vio llegar al lado de papá.

-“No te duele?” – lo mire pero no le entendí. Como sabía él de mi caída si no había estado ahí? No le conteste, aún seguía enojado por que papá lo prefería a él, sabía que él no tenía la culpa pero aún así tenía que desquitar mi rabia con algo y en este caso alguien. – “Tienes un aspecto terrible. Oye oyaji… si Rindo lo ve así te va a tirar todas tus revistas a la basura y las va a quemar frente a tus ojos!” – Ryoga se mataba de risa, suponía que papá debía tener cierta cara de espanto como la que siempre ponía cada vez que sus revistas se veían amenazadas. Nunca había podido ver de que revistas se trataban por que siempre estaban escondidas pero al parecer Ryoga si las había llegado a ver.

-“Noooooo! Rindo va a destrozar mis revistas!” - mamá iba a destrozar sus revistas por la manera como me veía? Que aspecto tenía para que mamá hiciera es? Me acerqué despacito hasta la puerta transparente de la casa para ver mi reflejo. Me dio miedo pero esta vez lo llegue a hacer.

Me veía horrible… Estaba cubierto de hojas y pequeñas ramitas que se habían pegado a mi ropa además de suciedades de árbol. Mi ropa estaba además de sucia raspada con algunos cortes que ahora que me miraba mejor me habían hecho pequeñas heridas. Si darme cuenta vi mi mano con detenimiento a la hora que me la pase por la cara. Tenía una herida grande ahí que no paraba de sangrar. Sería por eso que papá me había preguntado si podía caminar? Ahora si me había asustado y con la derecha abrí la puerta de la casa y entre corriendo. Oía que papá iba detrás de mí al igual que Ryoga. Comencé a gritar y me fui al lugar más seguro de la casa… mi cuarto. Me encerré ahí y me metí debajo de mi cama. Papá comenzó a golpear la puerta…

-“Ryoma abre esa puerta ahora mismo! Sal para que te pueda curar!” – detestaba que me curaran. El alcohol me escocía la herida, detestaba el alcohol. Desde debajo de mi cama podía escuchar que papá cuchicheaba con Ryoga. Mi hermano le decía que debía tratar de razonar conmigo por que sino nunca les iba a abrir la puerta. Eso pudo haber funcionado pero yo no les iba a hacer caso ahora que conocía su plan. Salí de debajo de mi cama… necesitaba apachurrar algo así que busqué mi almohada y me volví a meter debajo de la cama. Escuche ruidos después de un rato… alguien entraba a mi cuarto. Me quede callado debajo de mi cama escuchando todo…

-“Tu hermano no esta aquí! “

-“Mira! La ventana esta abierta! Seguro se escapo como la vez pasada!”

-“Demonios! Que voy a hacer con ese mocoso? Si t mamá lo ve así me va a echar la culpa… Vamos a buscarlo!” – los dos salieron de mi cuarto a buscarme. A mi me dio sueño y me quede dormido debajo de mi cama

FIN DEL FLASHBACK

Si, a papá siempre le había importado mucho el bienestar de sus revistas y esa vez las vio en la basura por mi culpa en especial por que mamá me encontró durmiendo debajo de mi cama y en ese estado… Me dolió que no me hablara en casi una semana pero después se le pasó y volvimos con él entrenamiento. Oyaji era una persona muy especial y en el transcurso de estos años había aprendido a convivir con él. Era difícil para nosotros por que nuestras personalidades eran diferentes. A él nadie le había enseñado a jugar, él había llego hasta ahí por que tenía talento propio yo en cambio era lo que era por que aprendí de él. A oyaji le encantaba ver mujeres semi desnudas, a mi no me importaban mucho esas cosas a lo que él respondía siempre que aun no tenía la edad para eso pero algún día también le seguiría esos pasos.

Mamá siempre le decía que no me metiera esas ideas a la cabeza por que ya era suficiente con él y que ya había sido suficiente en arrastrar a Ryoga a eso para que hiciera lo mismo conmigo .Mi hermano Ryoga había crecido mucho también, él ahora tenía 18 y era casi independiente. El prefirió quedarse en Estados unidos a seguir su propia vida, total ya tenía su departamento propio y ya entraba a varios torneos aunque él ya había perdido al igual que oyaji las ganas de ser profesional a pesar que tenía bastante talento. Una vez más las esperanzas de la casa para ese sueño estaban puestas en mí, la oportunidad ya vendría en el futuro.

-“Seishounen… estabas despierto!”

-“Si… tus pies mueven mucho mi cama y no me dejas dormir!”

-“Bueno ya que estas despierto entonces le diré a Nanako que te traiga tu medicina” – medicina? Más? – “Tu sabes que ella es la única en la casa que puede poner inyecciones” – Detestaba las inyecciones, siempre me ponía tenso y terminaban por dolerme más pero eso a nadie le importaba. Cuando Nanako subió traía con ella mi comida por que la mejor medicina no podía curarme si no tenía las defensas suficientes.

En medio de todo no me podía quejar de las atenciones de mi prima Nanako. A Ella recién la conocía cuando vine para el Japón por que en Usa los únicos familiares que conocía eran por el lado de mi mamá. Los familiares por el lado de oyaji solo vivían en el Japón y solo dos se habían animado a ir a visitarnos por allá pero casi ni los recordaba. De la familia de mamá solo estaba Nanako en Japón. Ella había preferido venir a estudiar acá por que le pareció interesante la currícula pero terminando sus estudios volvería a América con nosotros. Entre las cualidades de Nanako destacaba la felicidad con la que hacía las tareas domésticas y el afán por tener todo a la orden del día. Creo que yo le caía muy bien por que se preocupaba más por mí y por Karupin que por ella misma.

Esta vez Nanako parecía deprimida cuando me vio por que sabía que esta vez su presencia no me daría paz ni tranquilidad. Oyaji sin embargo gozaba la escena y fue él mismo quien se encargo de frenarme para que no huyera de la inyección. Era solo un pinchazo, era lo que todo el mundo decía pero ese simple pinchazo era doloroso y eso era lo que nadie parecía comprender.

Media hora después seguía en mi cama con la parte de a tras adolorida. Mi malhumor quería salir de mí. Estaba en mi cuarto don dolor de todo, con ganas de jugar, aburrido viendo a oyaji mirar embelesado una vez más sus revistas mientras que con sus pies seguía moviendo mi cama. Miraba por la ventana de mi cuarto y el día parecía perfecto como para salir a jugar sin embargo no podía salir. Con cuidado me levanté de mi cama y me puse las sandalias. Me enfermaba estar ahí tirado.

-“A donde vas?”

-“Al baño. No puedo ir al baño?” – oyaji me miro por encima de su revista y con los ojos me dio permiso para ir al baño. Hasta para eso necesitaba permiso. A pesar del sol que había afuera el baño estaba frío. Que pasaría si salía un ratito sin que nadie se diera cuenta? Solo le daría una vuelta a la cuadra y luego volvería.

Cerré la puerta del baño para que nadie entrara y me trepe al muro de la ducha para salir por la ventana. Me dolía el brazo todavía como para salir por ahí. Salí del baño y me asomé a mi cuarto… oyaji estaba medio dormido. Atravesé la puerta de mi cuarto a gatas sin hacer ruido y luego me fui caminando teniendo en cuenta que ni mi mamá ni Nanako me vieran por ahí caminando. Mamá había salido al mercado y Nanako estaba en la cocina limpiando. No tuve tiempo para cambiarme por algo más decente así que solo tome mis zapatillas de la puerta y la chompa que había dejado el otro día colgada en la entrada. Mi chompa combinaba con mi pantalón azul con rayitas blancas así que por lo menos no llamaría demasiado la atención con mi atuendo. Todo estaba listo, nadie me vería. Llegué a la puerta de salida y la abrí con cuidado para fugarme un rato y volver, nadie me detendría… era libre…

-“Echizen… que haces que no estas en tu cama!”

-“Tezuka… buchou… etto…” – me quede sin palabras. Pero no solo estaba Tezuka parado en la puerta de entrada de mi casa, estaba todo el equipo mirándome… Solo atine a cerrarles la puerta en la cara e ir a mi cuarto derrotado y volver a echarme en la cama. Poco después escuché el timbre sonar y luego las pisadas de todos subir las escaleras. Oyaji se asustó cuando se despertó y se vio rodeado por todos ellos que esperaban a que él se fuera para poder hablar tranquilos.

-“Nos puedes decir que estabas a punto de hacer? Como se te ocurre salir de tu casa si estas enfermo y en esas condiciones?”

-“Pero ya estoy bien Oishi senpai… además estoy aburrido aquí. Quiero ir a jugar:..!”

-“Lo harás cuando ya estés mejor y vuelvas al colegio Echizen” – Tezuka se veía tan recio como de costumbre -“Podrías tener una recaída por hacer eso”

-“Precisamente por eso hemos venido, para ver como estabas” – Momo senpai trató de bajar un poco la seriedad en mi cuarto

-“Para eso y para poner a prueba mi jugo que es especial para este tipo de enfermedades, además previene los resfriados, cura los dolores de estómago y tiene un gran sabor. Es rica en vitaminas y te da mucha energía. Contiene leche para tus huesos…” – mientras Inui me explicaba las bondades de su jugo me iba sirviendo un vaso grande que él mismo había traído. Me sirvió el jugo hasta el tope del vaso y me lo puso en la cara esperando a que me lo tomara sin quejas.

-“Inui! Como le vas a dar a tomar esa cosa al pobre ochibi? No sabes que ya se siente mal? Lo vas a mandar al baño y no podremos hablar más con él!” – Kikumaru senpai fue el único que me defendió del terrible jugo que Inui había fabricado para mí.

-“Pero si no se lo toma ahora sabrá mal. Además se lo tomaría más tarde con el vaso que le toca a la hora de la cena y eso por tres días mas….”

-“Tres días!” – exclamé. No pretendía tomar ese jugo jamás! Por nada de este mundo… nada me haría cambiar de parecer…

-“Tómatelo ahora… es una orden!” – al único que podía obedecer de esa manera era a Tezuka… no sabía por que pero su voz de mando me obligaba a cumplir. Del susto cogí el vaso y tome aire. Abrí la boca y me lo tomé de un solo trago. Al principio no le sentí el sabor pero después sentí a mi estómago arder por dentro como si hubiese tomado gasolina y me hubiera comido un fósforo prendido. Caí en mi cama que fue la que resistió mi peso y me agarré el estómago.

-“Ya lo mataste… y yo que quería preguntarle que tal sabía este nuevo jugo” – la voz de Fuji se escuchaba lejana al igual que todos ellos. Cuando abrí los ojos todo estaba oscuro, traté de enfocar bien pero no había nadie. Miré mejor hacía el piso y vi muchas maletas tiradas en la parte del fondo de mi cuarto así como un montón de sillas. El jugo era lo único que recordaba al igual que la ardorosa sensación de mi estómago. Después de un rato sentí que no estaba solo. Al fondo de mi habitación junto a las maletas había un par de ojos brillantes que me miraban…

-“Ya se despertó!” – esa era la voz de…

-“Kaidoh senpai…”

-“Ya vienen… pssht” – no dije nada más y me quede callado. Poco después volví a escuchar las pisadas en la escalera y mi cuarto se volvió a llenar de gente

-“Nee ochibi, le pedimos a Kaidoh kun que nos informará cuando te despertaras y veo que cumplió bien. Arigato Kaidoh kun!”

-“pshht”

-“Donde estaban?”

-“Tu prima nos ofreció para esperarte mientras podíamos jugar en tu cancha pero el monje también quería jugar…”

-“Momo tiene razón, tu papá quería jugar así que nos sometimos al sorteo para ver quienes podrían jugar primero” – Fuji comenzó a contarme

-“Pero alguien tenía que esperar a que te despertarás así que nos turnaríamos para ver quien se quedaba a verte pero mamushi se ofreció” – No sabía por que Momo se reía con eso, algo de cómico debió haber tenido esa situación.

-“Al parecer a Kaidoh le gusta tu gato” - Kawamura trataba de atraer la atención de Karupin con su juguete amarillo pero Karupin estaba acostado a mi lado.

-“Psssht”

-“uh.. Karupin te quiere mucho, no se quiere separar mucho de ti verdad?” – Fuji había captado a grandes rasgos mi situación con Karupin Los dos teníamos una relación muy especial según mi mamá. Karupin siempre había sido mi amigo… eso desde que nos vimos por primera vez…

Todos se quedaron hasta cierta hora acompañándome. Al estar con ellos las ganas de salir de mi casa se calmaron. Era gracioso que estar enfermo los hiciera más divertidos. En el caso de Momoshiro senpai la cosa no cambiaba mucho, el humor negro de Fuji senpai se acentuaba un poco más, Kikumaru senpai siempre se comportaba como el niño que era en su casa, Oishi senpai era su contraparte, esa que lo frenaba cada vez que quería hacer algo disparatado, Kawamura senpai siempre se portaba de manera muy correcta y cada vez que se quedaba un poco de lado lo mejor era pasarle una raqueta, En el caso de Inui senpai su sola manera de ser lo hacía gracioso al igual que Kaidoh senpai. Había que admitirlo desesperarlo un poco nos hacía reír in poco más de lo usual. Al que no había manera de hacerlo reír era a Tezuka senpai pero al parecer él disfrutaba siendo así.

Me hicieron reír por dentro un buen rato, nunca era conveniente reír por fuera por que eso desvanecería la imagen que hasta ahora me había ganado. No sabía hasta que hora pretendían quedarse, a mi no me importaba si se quedaban a pasar la noche, había dormido bastante como para tener sueño pero a determinada hora Tezuka decidió irse y con ello todos los demás. Tezuka quizá dijo eso para dejarme descansar por que Nanako había dicho que subiría mi cena y mis medicinas. No le dije nada a ella para no quedar mal con el resto pero no conté con que se irían todos. Cuando todos se fueron me quede algo solo en el sentido de pocas presencias en mi cuarto por que ahora solo éramos Karupin y yo. Nanako entro rato después para llevarse las sillas en las que se habían sentado mis senpais y de paso me dio las medicinas y mi comida. Una vez más Karupin estuvo a mi lado, era un gran amigo… el mejor de todos…

Antes de dormir me quede mirando al techo recordando una vez más algunas cosas de mi vida. Lo que recordaba más claramente, por que la verdad jamás había tenido una buena memoria, cosa que estaba mal por que gracias a eso suelo quedar mal delante de la gente… en fin. Lo que mejor recordaba de mi vida era el momento en el que conocí a Karupin y eso fue hace solo un par de años. Recuerdo que en el colegio en Usa me decían que jamás podría lograr algo con la actitud huraña y apática que mostraba casi todo el tiempo pero se equivocaron. Gracias a esa actitud la psicóloga sugirió una mascota para tratar de hacer que no fuera un renegado de la sociedad, dicen que las mascotas sacan lo mejor de la gente. Mamá le ordenó a oyaji a que me llevará a las tiendas de mascotas para ver una para mi…

FLASHBACK

-“Ya… esta es la décima tienda de mascotas a la que entramos… aquí tienes que encontrar una por que me estoy aburriendo de llevarte a todas partes a buscar. Deberíamos estar entrenando” – a mi también me gustaría estar entrenando pero era lo que había ordenado mamá, no se lo dije obvio por que mi nuevo hobby era sacarlo de quicio… después de todo esa era mi única diversión después del tenis. Bajamos del carro y entramos en la última tienda de la ciudad.

Comencé a mirar todos los animales que había ahí. Tenían todo tipo de aves pero no me gustaban los pájaros por que te levantaban temprano y no dejaban dormir bien, mamá no quería ningún tipo de ratón en la casa así que los ratones, ratas, hámster y herbos estaban fuera de mi alcance, además tampoco me gustaban. Otra alternativa eran los perros pero ninguno de los mil perros que había visto a la venta me llamaba la atención. La otra alternativa que me propuso oyaji eran los reptiles, alguna iguana o lagartija podrían ser pero mamá no la podría ver jamás. Algo por lo que también me inclinaba eran los gatos pero todos eran feos y no tenían gracia alguna… o al menos los que vi. A todos parecía no importarles mi presencia.

-“Bueno, se acabo mi paciencia. Escoge un animal de una vez para regresar a la casa y que tu madre te vea feliz y deje de fastidiarme” – ninguno me convencía

-“No quiero ninguno. Vamos a casa” – lo deje con la mandíbula caída y me fui a meter al carro. Se demoró en volver al carro así que supongo alguien de la tienda debió haberlo reanimado. No hablamos de camino a casa, me aburrí tanto que me quede dormido en el asiento. Cuando llegamos a casa quise jugar con oyaji pero mamá me mando a hacer las tareas. Traté de hacerlas rápido en mi cuarto para después irme a jugar, después de todo nuestra cancha estaba bien iluminada y podía darme el lujo de jugar a cualquier hora.

Después de una hora me dio sed así que baje a tomar leche. Entre a la cocina y saqué una cajita de la refrigeradora, por algún motivo no podía clavarle la cañita a la caja. Fui a buscar algo afilado y ahí escuché una discusión en la sala. Al parecer mamá estaba recriminándole a oyaji su poca voluntad para encontrarme una mascota.

-“No es mi culpa que al chico no le guste ninguna!”

-“Y por que crees que es tan apagado? Lo único que hace es pensar en el tenis, por eso no hace ningún amigo!”

-“Eso no es mi culpa tampoco. Yo solo le enseñé a jugar y a él le gusto…”

-“Claro… entonces me vas a decir que tu plan no era convertir a tu hijo en profesional verdad?”

-“Bueno… no exactamente. Quiero que sea lo suficientemente bueno como para que me entretenga… me aburro jugando siempre con los mismos estúpidos de por acá. Además el chico es bueno, se nota que heredo mi talento!” – los dos voltearon cuando hice un ruido con la mesa del pasadizo. Me quedé helado ahí parado mirándolos.

-“Tu vete a tu cuarto!” – los dos me gritaron a la vez. Estaban alterados y lo mejor era dejarlos solos o al menos eso era lo que hacía Ryoga cuando se enojaban con él. Yo hice lo mismo pero no regresé a mi cuarto. Sin hacer ruido Salí por la puerta de la cocina, no quería hacer las tareas en este momento. Sabía que se iban a enojar pero no podía hacer otra cosa, ninguno de los animales que había visto tenía algo especial. Me puse a caminar por fuera de la casa a donde me llevaran mis pies que mayormente era hacia el acantilado

Ver el mar me tranquilizaba mucho y lo mejor es que no estaba tan lejos de casa. Estaba a solo diez minutos si iba caminando por el bosque de árboles. No me había dado cuenta que había salido de la casa con la cajita de leche en mis manos, no la podía tomar sin clavarle la cañita. Aún tenía sed… metí mi mano al bolsillo y saque algunas monedas para comprarle algo en las máquinas dispensadoras… se me antojaba una ponta. Me quede mirando el mar en el acantilado hasta que se me acabo la gaseosa y luego decidí que ya era hora para regresar a casa. Me fui por otro camino esta vez y pasé por una calle que tenía un contenedor de basura… olía muy feo pero a pesar de lo horrible del lugar algo llamó mi atención. Al costado del contenedor había una caja que emitía un sonido de bebe. Miré a la calle pensando que el sonido de repente venía de otra parte pero no, venía de esa caja y nadie parecía querer prestarle atención. Mi curiosidad estaba al máximo en ese momento.

Me acerqué a la caja en cuestión y la abrí con cuidado. Algo se movía ahí adentro y de pronto… zaz! Algo salió volando hacia mi cara. Caí de espaldas con algo peludo en la cara… cuando me lo saque de encima era un gatito… alguien había abandonado a un gatito en la caja. Desde cuando estaría ese gatito en esa caja… se veía flaquito y por la manera como buscaba morderme los dedos debía tener mucha hambre.

-“Neko… toma” – metí mi mano a la casaca y saqué la cajita de leche que no había podido abrir antes. Con los dientes traté de romperla, derramé la mitad de la leche pero con la otra mitad se había formado un pozito y ahí le di de comer. Se moría de hambre, se estaba tomando toda mi leche pero eso no era importante. Miré bien al gatito. Era sumamente pequeño y era el único que estaba en esa caja. Miré la caja y afuera decía ‘Adopta a un gato’, quiza ya se habían llevado al resto de sus hermanos… estaba solito.

Metí al gatito dentro de mi casaca cuando termino de tomar la leche y con el me fui caminando hasta la casa. El necesitaba un hogar y yo necesitaba un amigo… éramos perfectos el uno para el otro… me había caído del cielo… era justo lo que yo buscaba.

Mamá estaba más que feliz que al fin tenía una mascota pero oyaji solo lazo el comentario ‘ tanto buscar por todas partes para que encontrará un gato en la calle junto a la basura’. Lo primero que hizo oyaji al día siguiente por encargo de mamá fue llevarlo al veterinario para registrarlo y ver que estuviera bien.

Karupin era el mejor gato y lo mejor de todo es que era mío…

FIN DEL FLASHBACK

-“Buenas noches Karupin…” – Karupin se metió como siempre dentro de mi cama y se enrosco para dormir. Yo le pasé la mano por el lomo como cada noche… su ronroneó siempre me ayudaba a dormir además que sus pelitos me daban calor… que rico era dormir con él…

TBC

 

 

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