Los Sistemas del Cuerpo Humano y las Enfermedades

Anatomia Alfabetica
Anatomia: Los Sistemas del Cuerpo Humano y las Enfermedades

Los Riñones

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SISTEMA INMUNITARIO SISTEMA MUSCULAR SISTEMA NERVIOSO SISTEMA OSEO
SISTEMA REPRODUCTOR SISTEMA RESPIRATORIO SISTEMA URINARIO




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INMUNIDAD-FUNCIONAM OVARIOS-PULMONES PULMONAR-TARSO TEMPOPARIETAL-URETER
URETRA-VULVA.


Sistemas del Cuerpo Humano y Enfermedades
SISTEMA CARDIOVASCULAR SISTEMA ENDOCRINO SISTEMA INMUNITARIO
SISTEMA DIGESTIVO SISTEMA MUSCULAR SISTEMA NERVIOSO
SISTEMA REPRODUCTOR SISTEMA RESPIRATORIO SISTEMA OSEO
SISTEMA URINARIO



LOS RIÑONES



1.- MORFOLOGÍA Y SITUACIÓN DE LOS RIÑONES

Los riñones son un órgano par, situado detrás de la cavidad abdominal. Tienen forma de habichuela, con los bordes cóncavos enfrentados, por los cuales entran las arterias renales y salen las venas renales y los uréteres. En su polo superior se asienta un órgano, la cápsula suprarrenal, que no tiene relación con la función excretora. Dando un corte longitudinal, en cada riñón se observan tres partes:

- Corteza: zona periférica con aspecto granuloso.

- Médula: zona central con aspecto estriado. Las estrías se reúnen en paquetes de forma piramidal, denominados pirámides del riñón.

- Pelvis renal: cavidad en forma de embudo, de paredes membranosas, cuyo cuello se continúa con el uréter. En ella sobresalen los vértices de las pirámides del riñón, formando las papilas renales.

Los uréteres corren por la parte posterior del abdomen y desembocan en la vejiga. El conducto por el que la orina es expulsada al exterior se llama uretra. En las mujeres desagua por encima de la vagina y en los hombre por el extremo del pene. La uretra femenina es mucho mas corta que la masculina, lo que facilita las infecciones vesicales, como la cistitis.



2.- FUNCIONES DEL RIÑÓN

Contienen un complicado sistema de filtros y tubos. Aparte de su función principal (filtrar las impurezas de la sangre), permiten que muchos nutrientes esenciales sean reabsorbidos de nuevo hacia la sangre desde los túbulos. Otra función importante consiste en regular el contenido corporal de agua y sal.

Miles de diminutas unidades funcionales denominadas nefronas, se encargan de la función filtradora. Cada nefrona puede dividirse en dos partes importantes, la porción filtradora o glomérulo, y el túbulo, al que pasan el agua y las sustancias filtradas desde la sangre. El glomérulo consiste en un sistema de capilares con paredes muy finas. El agua y los productos de desecho pueden pasar con facilidad a través de esas paredes, hacia el sistema colector de túbulos. Esta red de capilares sanguíneos es tan grande que puede recibir casi la cuarta parte del volumen circulante y filtra alrededor de 130 ml de sangre por minuto. Los orificios de la pared capilar forman un filtro biológico y son tan pequeños que no pueden ser atravesados por las moléculas de cierto tamaño. En caso de infección renal, los glomérulos se inflaman y el filtro deja de ser tan selectivo, permitiendo que se escapen con la orina partículas mayores. Una de las partículas proteínicas que pueden encontrarse en la orina de estos pacientes es la albúmina en la orina para comprobar si los riñones funcionan correctamente. Los túbulos van desde los glomérulos hasta un sistema colector que acaba drenando en los urétes. Cada glomérulo está rodeado por la llamada cápsula de Bowman, que constituye el comienzo de su túbulo. En el túbulo se reabsorbe casi toda el agua y la sal filtradas, por lo que la orina es concentrada. Para reabsorber este agua, el cuerpo cuenta con un sofisticado sistema de control, en el que interviene una hormona segregada por la hipófisis (hormona antidiurética o A.D.H.), capaz de modificar la permeabilidad del túbulo (y por tanto su capacidad par reabsorber agua). Mientras existe A.D.H. en la sangre, el túbulo reabsorbe gran cantidad de agua y el sujeto elimina una orina concentrada. Cuando desciende el nivel de A.D.H., el túbulo se hace menos permeable al agua y la orina resulta más diluida. En ciertas enfermedades como la diabetes insípida (no confundir con la diabetes mellitus), falta por completo la A.D.H. y el paciente es incapaz de conservar el agua. Estos sujetos eliminan grandes cantidades de orina, que ha de ser sustituida bebiendo agua. Otra hormona, la aldosterona, segregada por las glándulas adrenales, situadas inmediatamente encima de los riñones, es responsable del intercambio de sodio por potasio, con lo que ayuda a controlar la presión arterial y el equilibrio corporal de sales. La paratohormona, segregada por cuatro pequeñas glándulas (paratiroides) situadas detrás del tiroides, regula la reabsorción de un mineral esencial, el calcio, en componente vital de los huesos y los dientes.



3.- TRASTORNOS RENALES

Una vez que se destruye una nefrona, no puede regenerarse. A partir del nacimiento perdemos nefronas poco a poco. Por fortuna, tenemos tantas que eso rara vez constituye un problema. De hecho, alrededor de la tercera parte de todas nuestras nefronas trabajan muy poco, pero sirven para sustituir a las que se van destruyendo. Los médicos pueden hacerse una idea del número de nefronas funcionantes midiendo el nivel sanguíneo de ciertas sustancias de desecho, que normalmente son eliminadas con la orina. Una de ellas es la creatinina. Su nivel normal es muy bajo, pero aumenta cuando la sangre se concentra, por ejemplo cuando tenemos sed, o cuando no existen nefronas suficientes para eliminarla. El aumento de la concentración sanguínea de creatinina indica que los riñones están fallando. La tasa con la que la creatinina puede ser eliminada de la sangre proporciona un indicador de insuficiencia renal. Si los riñones de un paciente son incapaces de eliminar más de la creatinina contenida en 10 ml de sangre por minuto, se hará necesario el empleo de riñón artificial o máquina de diálisis.

La inflamación de los riñones debida a infección se conoce como pielonefritis, y suele responder muy bien al tratamiento con antibióticos. Estas infecciones, causadas por cierto tipo de bacterias (estreptococos generalmente), si se repiten, pueden acabar destruyendo un número de nefronas suficientemente grande para causar insuficiencia renal. Un signo clave es la aparición de pus en la orina.

Los llamados cálculos renales se componen de sales de calcio y fósforo. Las dos causas principales de este trastorno son la infección y la cantidad excesiva de calcio en sangre. Los cálculos asociados con infección son más comunes en las mujeres y alcanzan un tamaño muy grande, por lo que no pueden pasar por los uréteres. Permanecen dentro de los riñones, y al crecer pueden adoptar la forma del sistema de conductos colectores en los que están situados. Cuando se hace una radiografía, aparecen como una formación ramificada de material radioopaco, con aspecto similar a las astas de un ciervo. Los cálculos menores pueden introducirse en los uréteres, causando un cólico nefrítico con dolor intenso.