En el Señorío de Yamagata hay un templo en la montaña llamado Ryusyaku. Lo fundó el gran maestro Jikaku (1) y es un lugar famoso por su silencio. Como me recomendaron que fuésemos a verlo, tuvimos que regresar a Obanazawa y caminar cerca de siete ri. El sol no se ocultaba aún y pedimos hospitalidad en uno de los asilos para los peregrinos que se encuentran en las estribaciones del monte. Después subimos al santuario, que está en la cumbre. La montaña es un hacinamiento de rocas y peñas, entre las que crecen pinos y robles envejecidos; la tierra y las piedras estaban cubiertas por un musgo suave y todo parecía antiquísimo. El templo está construido sobre la roca; sus puertas estaban cerradas y no se oía ningún ruido. Di la vuelta por un risco, trepé por los peñascos y llegué al santuario. Frente a la hermosura tranquila del paisaje, mi corazón se aquietó:
Tregua de vidrio:
el son de la cigarra
taladra rocas. (2)
Notas:
- Jikaku: Patriarca de la secta Tendai.
- Mi traducción es tal vez demasiado libre. Antes había traducido así:
Quietud:
los cantos de la cigarra
penetran en las rocas.
Procuraré justificar ahora mi versión (antes ha anotado otras versiones en inglés). Basho opone, sin oponerlos expresamente, lo material y lo inmaterial, lo silencioso y lo sonoro, lo visible y lo invisible, la quietud del campo frente a la agitación humana, la extrema dureza de la piedra y la fragilidad del canto de las cigarras. Doble movimiento: la conciencia intranquila del poeta se sosiega y aligera al fundirse en la inmovilidad del paisaje; el berbiquí sonoro de la cigarra penetra en la roca muda; lo agitado se calma y lo pétreo se abre; lo sonoro invisible (el chirriar del insecto) atraviesa lo visible silencioso (la roca). Todas estas oposiciones se resuelven, se funden, en una suerte de fijeza instantánea que dura lo que duran las diecisiete sílabas del poema y que se disipa como se disipan la cigarra, la roca, el paisaje y el poeta que escribe… Se me ocurrió que la palabra tregua -en lugar de quietud, sosiego, calma- acentúa el carácter instantáneo de la experiencia que evoca Basho: momento de suspensión y armisticio lo mismo en el mundo natural que en la conciencia del poeta. Ese momento es silencioso y ese silencio es transparente: el chirrido de la cigarra se vuelve visible y traspasa a la roca. Así, la tregua es de vidrio, una materia que es el homólogo visual del silencio: las imágenes atraviesan la transparencia del vidrio como el sonido atraviesa al silencio. Creo que las dos otras líneas de mi versión se defienden solas …
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