Buena
parte de las crisis de las familias, de comunidades y naciones se
relaciona con la actitud de sus líderes o la ausencia de estos. Los tiempos futuros anhelan líderes humanitarios, que
valoren a las personas más que al dinero o las máquinas.
El
mundo no sería lo que es hoy sin la existencia del liderazgo.
En virtud de que no todos los seres humanos evolucionan al
mismo ritmo, y algunos aparentemente disponen de una capacidad
especial para dirigir, el liderazgo se da como una verdad y como
una necesidad del mundo.
Ser
líder o actuar como tal, implica gran responsabilidad ya que
en manos de los conductores de masas se hallan millones de
destinos. Algunos
ejemplos positivos como Jesús, Buda, etc. y otros cuestionables
como José Tomas Boves, o Hitler ”el genio malo” culpable
principal de la muerte de millones de seres y el sufrimiento de
otros,
por su gran egolatría.
Esa
misma egolatría ha generado una dinámica social en la que el
privilegio de algunos ha producido enormes caos en la vida de
muchas personas. Desafortunadamente
una parte de los líderes de ayer y de hoy se han prestado para
esta venta de poder y han servido de animadores y colaboradores en
determinados momentos cuando generaron terribles crisis en quienes
los llevaron a la cumbre con afecto y admiración.
Pobreza,
hambre, desempleo, ignorancia, guerras, corrupción, terrorismo,
narcotráfico, drogadicción, delincuencia entre otros males
sociales, se deben en
parte a la complicidad de líderes de “cartón de piedra”,
nada positivos, que han dejado de lado la condición humana a
cambio del dinero fácil.
Quizás
el problema sea que nos hemos acostumbrado a ver la vida de una
manera parcial, dándole mucho valor a lo material y midiendo cada
acción en términos de costo – beneficio, descuidando el otro
lado de la vida la que comprende la empatía, la solidaridad, la
sencillez, la humildad, en fin, parámetros que en algún momento
han llegado a parecernos
estúpidos.
Necesitamos
líderes integrales con mensajes constructivos que ayuden a sus
semejantes a desarrollarse en el campo espiritual intelectual y
material. Esto no
puede hacerse sin valores como amor, respeto, comprensión,
trabajo, disciplina, integración, pensamiento crítico, respeto a
la naturaleza y a la
libertad de una sociedad.
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